Arte

Europa y la fuerza de los sueños. Un discurso de Wim Wenders

«Demasiada gente ve Europa como una comunidad económica, financiera o lo que sea. En realidad, es una unidad emocional, una fuente de fuerza para todos nosotros. Y ahora, nos toca a nosotros devolverle esa fuerza».

Esta semana, al recibir el premio del Lifetime Achievement de la European Academy, Wim Wenders pronunció un emotivo discurso, que traducimos.

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© Philipp Schmidli/Keystone via AP

Señora Presidenta [dirigiéndose a Juliette Binoche], 

A muchos de nosotros nos hubiera gustado poder llamar a otra persona «Señora Presidenta» estos últimos tiempos. Eso no ha ocurrido. El mundo sería un lugar mejor. Mientras aquel pretende que está haciendo que América vuelva a ser grande, ¡este Presidenta tiene la oportunidad de hacer que el cine europeo vuelva a brillar!

Me pregunté qué había hecho para recibir este premio. Pensé profundamente en ello y se me ocurrió una respuesta que me sorprendió incluso a mí, y que voy a presentar mediante tres ejemplos. 

Cuando rodábamos El cielo sobre Berlín, Bruno Ganz estaba desesperado. No sabía qué hacer, me preguntaba cómo interpretar a un ángel, que no tiene biografía, ni infancia feliz o desgraciada. Yo mismo estaba perdido. Resumí todo lo que sabía y le dije «Escucha Bruno, tú quieres a la gente y te pones a su servicio, eso es todo». Bruno me miró y me dijo: «Gracias, creo que puedo irme de aquí». Y así lo hizo. El personaje interpretado por Bruno era el más desinteresado que he conocido, con una regla de actuación muy simple: «ponerse al servicio de los demás».

Jeanne Moreau había venido a Australia para participar en el rodaje de Hasta el fin del mundo, cuando ya llevábamos más de cuatro meses rodando. Así que no estaba familiarizada con el rodaje ni con los hábitos que habíamos desarrollado. Los ensayos, en particular, fueron difíciles, porque la estrella estadounidense de la película había insistido en que ensayáramos fuera del rodaje hasta que él se sintiera preparado para actuar. Esto molestaba a los demás actores, que querían rodar y no ensayar hasta que estuvieran listos para interpretarle. Así que Jeanne Moreau le dijo: «He venido aquí para servir a esta película, así que a partir de ahora voy a estar en el plató. Cualquiera que quiera hacer lo mismo puede venir conmigo, y tú puedes quedarte e intentar mejorar, y luego unirte a nosotros cuando te sientas preparado. Serviremos la película mientras tanto». Nunca me había atrevido a contar esto. El rodaje fue muy diferente a partir de ese momento. Me di cuenta de que la película era más grande que los actores y el director.

El tercer ejemplo es Kōji Yakusho. Interpreta en Perfect days a un hombre que tenía una vida privilegiada y decidió cambiarla por una vida de servicio a los demás, lo que hizo con tan incondicionalidad que tuvimos que cambiar la película y hacer un documental sobre este actor que se ponía al servicio de los demás, en lugar de sobre el personaje que interpretaba.

Me llevó mucho tiempo comprender que hacer una película no significa ser un genio, sino saber que la película es más grande que tú. Quería que se dijeran eso como Academia: esta Academia es más grande que cualquiera de nosotros, pero cada uno de ustedes puede servirla.

Europa está hoy en peligro.

Y todos podemos inspirarnos en la famosa frase de Kennedy: no preguntes qué puede hacer tu país por ti, pregunta qué puedes hacer tú por tu país. 

Les insto a que se hagan esa pregunta por Europa: ¿qué pueden hacer ustedes por Europa? Porque Europa los necesita, la comunidad cinematográfica los necesita para producir una imagen más positiva y más emotiva de un continente que hoy parece un poco perdido. 

Demasiada gente lo ve como una comunidad económica o financiera, o lo que sea.

En realidad, es una unidad emocional, una fuente de fuerza para todos nosotros.

Y ahora nos toca a nosotros devolverle esa fuerza.

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