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¿Cómo explica el éxito simultáneo de dos partidos que tienen muy poco en común, el ultraderechista FPÖ (PfE) y el liberal NEOS (RE)?
El éxito del FPÖ está ligado en gran medida al gran descontento de una parte de la población con la política gubernamental, que tiene muchas fuentes. La cuestión de la inmigración desempeñó un papel importante en la campaña electoral, la situación económica no es especialmente buena y el recuerdo de la política sanitaria sigue llevando a una parte del electorado a querer castigar al gobierno actual por las medidas tomadas en su momento.
NEOS es un partido centrista y liberal cuyas posiciones son muy diferentes de las del FPÖ. Tradicionalmente, los partidos liberales no son muy fuertes en Austria. Pero esta vez, el partido pudo ganar puntos al ser una de las pocas formaciones políticas que defendió un programa optimista. Probablemente, NEOS arrebató algunos votantes tanto a los Verdes como al ÖVP, sobre todo en las zonas urbanas, y se aprovechó de la debilidad de sus competidores.
Antes de las elecciones, el canciller Karl Nehammer había dicho que rechazaba cualquier coalición con el líder del FPÖ, Herbert Kickl. El domingo por la noche, el secretario general del ÖVP fue menos categórico y subrayó que no se excluía a priori una colaboración con el FPÖ si el propio Kickl no formaba parte de la futura coalición. ¿Qué probabilidades hay de que el FPÖ esté realmente dispuesto a formar una coalición sin Kickl?
Los comentarios de ayer del secretario general del ÖVP son coherentes con la actitud de su partido durante toda la campaña electoral. El ÖVP ha dicho que no quiere a Kickl en el gobierno, ni como canciller ni como ministro federal. No creo que renuncie a esta condición.
Por otra parte, parece poco probable que el FPÖ acepte esta condición entrando en un gobierno de coalición sin Kickl. En consecuencia, es poco probable que se forme una coalición de este tipo.
¿Qué opina el electorado de una posible coalición turqueza-azul (ÖVP-FPÖ)? ¿La base de centro-derecha del ÖVP no estaría más contenta si el ÖVP formara coalición con el FPÖ en lugar de con los socialdemócratas?
Es difícil decir cuál de las dos posturas domina entre las bases del partido. Muchos votantes del ÖVP no quieren aliarse con el FPÖ. El presidente del partido federal declaró que quiere un gobierno estable y, por tanto, descarta una coalición con Kickl, por considerar inaceptables sus posiciones en política europea y exterior. Pero sea cual sea la opción que elija, sin duda decepcionará a una de las dos alas de su partido.
En última instancia, ¿ha calculado mal Kickl al adoptar una política exterior tan radical? ¿O simplemente espera ganar más puntos permaneciendo en la oposición?
Es una pregunta difícil. Con la línea de Kickl en el período previo a estas elecciones, el FPÖ se ha convertido por primera vez en el partido más grande del país, ganando muchos más mandatos. Pero ahora su participación en el gobierno podría fracasar precisamente por esta línea. Que esta estrategia se interprete como un éxito o un fracaso dependerá en gran medida de lo que los miembros y funcionarios del partido esperen de ella: si valoran más los resultados electorales o la participación en el gobierno.
Bajo la dirección de Giuliano da Empoli.
Con contribuciones de Josep Borrell, Lea Ypi, Niall Ferguson, Timothy Garton Ash, Anu Bradford, Jean-Yves Dormagen, Aude Darnal, Branko Milanović, Julia Cagé, Vladislav Surkov o Isabella Weber.
Tras estas elecciones, son concebibles dos modelos principales de coalición: o bien el ÖVP gobierna con el FPÖ, o bien forma una coalición en el centro, con los socialdemócratas. ¿Cuáles podrían ser los puntos más destacados de un futuro acuerdo de coalición entre el ÖVP y el SPÖ?
Este programa dependerá en gran medida de la composición del equipo negociador de los socialdemócratas. En el SPÖ hay al menos tres alas: un ala izquierda, un ala centrista y un ala derecha. El presidente del partido, Andreas Babler, que tiende a pertenecer al ala izquierda, no será el único que participe en las negociaciones; los centristas también estarán bien representados, entre otras cosas porque desean expresar su singularidad con respecto al líder del SPÖ, sobre el que han expresado reservas. El gobernador derechista de Burgenland, Hans Peter Doskozil, se ha situado al margen de su partido al declarar públicamente su oposición a que el SPÖ participe en el gobierno. Así las cosas, cabe esperar que dominen las posiciones más bien centristas del partido vienés. En cualquier caso, es poco probable que la formación de gobierno fracase como consecuencia de las disputas internas.
Un hipotético gobierno ÖVP-SPÖ tendría una mayoría de un solo escaño. Sin embargo, es más probable que el ÖVP y el SPÖ intenten incorporar a los liberales del NEOS o a los Verdes a su coalición para obtener una mayoría de gobierno más estable. ¿Cuál de los dos partidos más pequeños es el favorito para entrar en el gobierno?
Actualmente, NEOS está en mejor posición. Las relaciones entre el ÖVP y los Verdes, que forman el actual gobierno, se deterioraron durante la última fase de la pasada legislatura. Los dos partidos fueron incapaces de ponerse de acuerdo en varios puntos importantes, sobre todo en materia de política medioambiental y climática. Los ministros verdes apoyaron a veces decisiones a nivel europeo que no convenían a su socio de gobierno. A los NEOS se les atribuyen importantes ganancias electorales, mientras que los Verdes han sufrido pérdidas bastante considerables. También será más fácil informar sobre el próximo gobierno si no está formado únicamente por partidos que perdieron las elecciones, sino que también incluye a NEOS, que es uno de los ganadores de esta secuencia.
Si este escenario se materializa, el actual gobierno centrista será sustituido por otro gobierno centrista. ¿Qué cambios programáticos se introducirán?
Aunque los liberales probablemente intentarán centrarse en la política económica, su tema principal siempre ha sido la política educativa, y sin duda intentarán obtener este ministerio a nivel federal. En este ámbito y en el relacionado con la integración, NEOS siempre ha tenido puntos de convergencia con el ÖVP. Por eso a veces se describe a NEOS, de forma un tanto caricaturesca, como un ÖVP «rejuvenecido» o «modernizado». Geográficamente, los partidos también son complementarios: NEOS ha sido capaz de ganar puntos en las zonas urbanas, mientras que el ÖVP es más fuerte en las zonas rurales. Hay que decir, sin embargo, que hay más ideas genuinamente liberales en el programa de NEOS que en el del ÖVP, cuyo programa siempre ha tenido tintes antiliberales en lo que se refiere a la política económica y agrícola.
Incluso en Alemania, gobernada por la coalición de Olaf Scholz (SPD), el gobierno ha adoptado recientemente una postura crítica respecto a la inmigración. ¿Podemos esperar una postura similar del próximo gobierno austriaco?
Desde luego que sí. Los liberales, que actualmente ocupan la cartera de Educación en el gobierno regional de Viena, han conocido de primera mano las dificultades de integración a las que se enfrenta la región. Sin embargo, hay que distinguir claramente entre inmigración e integración, y habrá que estar atentos a la postura del futuro gobierno en este ámbito. En Viena, la proporción de población de origen inmigrante es del 20-25%, pero este grupo incluye tanto a ciudadanos europeos altamente calificados como a descendientes de antiguas generaciones de trabajadores inmigrantes, así como a refugiados más recientes de Ucrania y Medio Oriente. En la actualidad, el sector educativo vienés experimenta dificultades sobre todo con los alumnos no germanófonos, cuyas trayectorias educativas son menos favorables que las del resto de la población y que no tienen fácil acceso a empleos bien remunerados. Cerrar las fronteras nacionales contribuye poco a resolver este tipo de problemas.
Unas semanas antes de las elecciones, el «Partido de la Cerveza», un partido satírico dirigido por Dominik Wlazny, parecía capaz de ganar escaños. Al final, el partido se quedó muy lejos del 4%. ¿Cómo se explica este mal resultado?
El caso del Partido de la Cerveza es un ejemplo típico de los problemas a los que se enfrentan los partidos pequeños, que a menudo caen víctimas de la lógica del «voto útil» en las semanas previas a las elecciones. El Partido Comunista de Austria (KPÖ) sufrió un destino similar: tras unos buenos resultados en las elecciones locales, los comunistas podrían haber entrado en el Consejo Nacional, pero también fracasaron. La candidatura del Partido de la Cerveza había proporcionado una forma de entretenimiento durante la campaña electoral. Pero el partido tuvo que enfrentarse a una cobertura mediática muy crítica, y tuvo dificultades para confeccionar sus listas y desarrollar posiciones concretas. Esto hizo que los votantes potenciales se preguntaran por quién estaban votando. Si el Partido de la Cerveza y el KPÖ hubieran unido sus fuerzas, probablemente habrían alcanzado juntos la marca del 4% y, por tanto, habrían logrado entrar en el Parlamento. En lugar de eso, decidieron seguir caminos separados.
¿Podemos establecer un paralelismo entre el éxito de la AfD en el Este y la victoria electoral del FPÖ? Tanto en Austria como en Alemania, las recientes elecciones se han caracterizado por un aumento de la participación, un debilitamiento de los Verdes y transferencias significativas de los no votantes a la extrema derecha.
No creo que estemos ante el mismo fenómeno en Alemania del Este que en Austria. El populismo de derecha austriaco tiene una historia mucho más larga que el de la AfD; el FPÖ es uno de los partidos populistas de derecha más antiguos de Europa. La AfD se inspiró más en el FPÖ que viceversa, y el FPÖ no necesitó el impulso de toda Europa para ganar puntos y reclamar una parte del gobierno. Tras un regreso sorprendentemente rápido tras el escándalo de corrupción conocido como «asunto Ibiza» o Ibizagate, el FPÖ logró esta vez unos resultados históricos a nivel federal.
Es cierto que la participación ha sido ligeramente superior a la de 2019, con un aumento de alrededor del 2.4%. Pero entre los antiguos abstencionistas que han votado este año también había muchos antiguos votantes del FPÖ que se habían distanciado de su partido en la situación de crisis que siguió al asunto de Ibiza. A pesar de abstenerse en 2019, seguían siendo simpatizantes del FPÖ.
Esta vez, fueron los Verdes los que perdieron votantes tras el affaire —de naturaleza completamente distinta— que rodeó a su cabeza de lista en las elecciones europeas, Lena Schilling, acusada de denigración y calumnias. Los Verdes también sufrieron pérdidas después de que su antigua portavoz nacional y regional, Madeleine Petrovic, decidiera crear su propia lista electoral, que obtuvo el 0.6% de los votos. Durante la pandemia de Covid-19, Petrovic había defendido posiciones anticientíficas y antivacunas.
Como en la mayoría de los países europeos, las fuerzas de extrema derecha en Austria son más fuertes en el campo. Pero a diferencia de Francia o Alemania del Este, el FPÖ austriaco no se ha convertido en la principal fuerza en todas las zonas rurales. En muchas regiones, el ÖVP sigue siendo fuerte. ¿Cómo se explica esto?
En Austria, los Länder desempeñan un papel importante como segundo nivel de la política. Los partidos al frente de cada Land influyen en el comportamiento electoral regional. A esto se añaden las líneas divisorias históricas. Carintia, por ejemplo, siempre ha sido un bastión del FPÖ; esto se explica en parte por el hecho de que Carintia es una región fronteriza donde el catolicismo siempre ha sido más débil que en otras partes del país. En el Tirol, en cambio, ha habido tradicionalmente una relación mucho más estrecha entre el ÖVP y la población rural.
¿Qué sabemos sobre el comportamiento electoral de los distintos grupos de edad?
ORF encargó una encuesta detallada el día de las elecciones. Sus resultados muestran que el FPÖ tiene la mayor proporción de votantes entre las personas de mediana edad (35 a 59 años), con alrededor del 37%. Los mayores de 60 años son los que menos votan por el FPÖ; el porcentaje electoral del partido en este grupo es sólo del 22%. La proporción del FPÖ entre los menores de 30 años es intermedia, con un 27%. También es interesante observar que la diferencia entre hombres y mujeres varía según el grupo de edad. Según la encuesta, los hombres jóvenes votan por el FPÖ con más frecuencia que las mujeres jóvenes, mientras que el éxito del FPÖ entre las personas mayores es ligeramente mayor entre las mujeres que entre los hombres.
La sobrerrepresentación de los hombres es típica de los partidos de derecha radical, mientras que los partidos de izquierda y ecologistas suelen tener un electorado más femenino y joven. Pero un partido sólo puede llegar a las cotas alcanzadas por el FPÖ el domingo si es capaz de reducir el gradiente de edad, obteniendo resultados significativos en todas las generaciones.
Tras el éxito del FPÖ este año, las consecuencias del «asunto Ibiza» parecen haberse desvanecido. ¿La experiencia de los escándalos de corrupción y la cuestión de la integridad política de los representantes electos desempeñan un papel menos importante que hace unos años?
Todos los partidos políticos deben ser conscientes de que los vínculos de los votantes con sus partidos se han debilitado. Un éxito electoral no garantiza que los votantes vuelvan a votar por el mismo partido en el futuro. En aquel momento, el escándalo en torno al líder del FPÖ, Strache, dañó gravemente al partido. Dos años después llegó el caso de corrupción del ÖVP, en el que el excanciller austriaco Sebastian Kurz y su entorno fueron acusados de malversar dinero público para encargar encuestas falsas con dinero público. En la actualidad, siguen abiertos muchos casos de corrupción en los que están implicados políticos regionales y locales. Ningún partido puede contar ya con que su electorado lo siga apoyando en las próximas elecciones, ni siquiera ante el escándalo. Los electorados son demasiado móviles para eso.
¿Qué papel desempeñará el presidente federal Alexander Van der Bellen (Verdes) en los próximos meses?
En el pasado, Van der Bellen ha dejado claro que no quiere que Kickl se convierta en canciller. La noche de las elecciones citó una serie de criterios básicos: «el Estado de derecho, la separación de poderes, los derechos humanos y de las minorías, la independencia de los medios de comunicación y la pertenencia a la Unión Europea» son algunos de los «fundamentos» que pretende proteger en la próxima secuencia. Resulta bastante interesante que el presidente federal desee intervenir activamente, si es necesario, en la formación del futuro gobierno. Pero esta participación activa del presidente sólo se producirá, probablemente, si se vuelve a plantear la hipótesis de una coalición en la que participe el FPÖ.