El 16 de julio de 2019, 383 eurodiputados del PPE, Socialistas y Demócratas (S&D) y Renew (RE) habían respaldado la candidatura de Ursula von der Leyen para dirigir la Comisión Europea, una estrecha mayoría de solo 9 votos.

  • En total, estos tres grupos sumaban 444 escaños en la anterior legislatura (182 para el PPE, 154 para el S&D y 108 para Renew).
  • Esto significa que casi el 14% (61) de los eurodiputados de estos grupos desertaron y no apoyaron la candidatura de von der Leyen.
  • Además, el PiS polaco (26 eurodiputados) declaró abiertamente que su delegación había votado a favor de su mandato.

Tras las elecciones del 6 al 9 de junio, esta misma coalición cuenta con 401 escaños (Renew perdió 31 escaños, S&D 18 y el PPE ganó 6). Sin embargo, debido a la salida del Reino Unido, la mayoría necesaria ha bajado de 374 en 2019 a 361 este año.

  • En teoría, los votos de la coalición que la apoyó en 2019 deberían ser suficientes. Pero las numerosas deserciones dentro de cada grupo podrían poner en peligro su elección.
  • Los Republicanos franceses (6 escaños en el Parlamento Europeo) han declarado que no apoyarán su candidatura.
  • El congreso del partido en Bucarest, que confirmó su nombramiento como cabeza de lista, también mostró la falta de entusiasmo en su propio campo: fue elegida con sólo 410 votos (de 737 electores, sólo votaron 499 y 83 votaron en su contra).

Por tanto, su elección podría ganarse con una parte importante del PPE, el S&D, Renew y los Verdes, y el voto secreto de algunos de ECR (como Fratelli d’Italia, con 24 eurodiputados).

  • Sin embargo, esto dependerá de los compromisos alcanzados: sobre el Pacto Verde con los Verdes, sobre los valores y el Estado de Derecho con Renew, sobre las garantías dadas a los socialistas en cuanto al rechazo de un acercamiento entre el PPE y la extrema derecha, y sobre la cartera prometida a la Presidenta del Consejo italiano para el próximo Comisario italiano.

Los líderes europeos aún no han considerado ninguna alternativa a Ursula von der Leyen en caso de que se rechace su candidatura. Desde la entrada en vigor del Tratado de Lisboa en 2009, el Consejo dispone de un mes para proponer a los eurodiputados un nuevo candidato en caso de que fracase la votación.