Desde el primer debate televisado entre Nixon y JFK en 1960, no se había celebrado ninguno antes de finales de septiembre o principios de octubre.

  • Cuanto más alejados están los debates de la fecha de la votación (5 de noviembre), menos impacto tienen en el voto del electorado.
  • Dada la tendencia de los dos candidatos a cometer una serie de errores garrafales, vale la pena aprovechar cualquier aplazamiento.
  • Otro cambio de este año es que los equipos de los candidatos han prescindido de la Comisión de Debates Presidenciales, creada en 1987, para negociar directamente entre ellos las condiciones y el calendario. Ya está previsto un segundo debate para el 10 de septiembre.

A diferencia de años anteriores, no habrá público en el estudio y los micrófonos de los candidatos estarán silenciados durante la intervención de su oponente. Otra nueva condición destacable, sobre todo teniendo en cuenta la edad de los candidatos (159 entre ambos): no se permitirán notas escritas de antemano.

  • La antipatía que se tienen los dos candidatos debería sin duda hacer inaudible el debate, a pesar de la regla de los micrófonos.
  • Durante el primer debate entre los dos hombres en 2020, los telespectadores estadounidenses sólo pudieron disfrutar de 1 hora y 30 minutos de insultos e invectivas.
  • El programa en sí desempeñó un papel secundario.

Esta noche, se espera que Biden intente poner en aprietos a Trump atacando sus posiciones sobre el derecho al aborto, el respeto al proceso electoral, su reciente condena en Nueva York y su programa de política fiscal, que favorecería a los más ricos1.

La estrategia de Trump —si es que la hay— sigue siendo prácticamente la misma que en 2016 y 2020.

  • Frente a Hillary Clinton y Joe Biden, el candidato republicano insinuó que sus oponentes demócratas se habían «dopado» para la ocasión, pidiendo que se realizaran controles antidopaje.
  • Este año, el expresidente y su entorno (véase el vídeo a continuación, publicado por un asesor de Trump) repitieron esta estrategia de socavar la credibilidad antes del debate, lo que sugiere que su enfoque del ejercicio se ha mantenido prácticamente inalterado2.
  • No obstante, es de esperar que el candidato republicano ataque a Joe Biden sobre la situación migratoria en la frontera sur, la situación económica y la capacidad física y mental de Biden para ocupar la presidencia otros cuatro años.

En una época de extrema polarización en la política estadounidense, es poco probable que este debate tenga un impacto significativo en la intención de voto. Los pocos datos que existen sugieren que estos ejercicios solo tienen impacto en una pequeña proporción del electorado: en 2016, solo el 15% de los votantes afirmó haber decidido a qué candidato iba a votar durante o inmediatamente después del debate3. También en este caso, la fecha juega un papel decisivo: el primer debate entre Clinton y Trump se celebró el 26 de septiembre, menos de seis semanas antes de las elecciones (frente a las 18 semanas de este año).

Notas al pie
  1. Jeff Stein, « Behind closed doors, Trump eyes second round of corporate tax cuts », The Washington Post, 12 de enero de 2024.
  2. Byron York, « Trump on the debate », The Washington Examiner, 24 de junio de 2024.
  3. Carroll Doherty, Jocelyn Kiley y Bridget Johnson, Low Marks for Major Players in 2016 Election – Including the Winner, Pew Research Center, 21 de noviembre de 2016.