A falta de observadores independientes, hay varias formas de observar y medir el alcance del fraude electoral durante unas elecciones:

  • Testimonios y vídeos tomados en los colegios electorales que muestran el «relleno de urnas», que consiste en la introducción de papeletas adicionales ilegales en las urnas;
  • Una puntuación demasiado alta en relación con los niveles anteriores, los sondeos preelectorales de intención de voto y los resultados observados en otros países1;
  • La presencia de «picos» en las puntuaciones de determinadas vueltas: los investigadores Dmitry Kobak, Sergey Shpilkin y Maxim S. Pshenichnikov han demostrado cómo, desde 2000, el número de colegios electorales que registraban puntuaciones del 75%, 80%, 85%, etc. había aumentado significativamente, lo que indica una posible manipulación de los resultados2;
  • Por último, otro método consiste en examinar la correlación entre el índice de participación por colegio electoral y el porcentaje de votos atribuido al ganador de las elecciones.
Fuente: Sergey Shpilkin, Comisión Electoral Central de la Federación Rusa. Créditos: el Grand Continent

El gráfico de dispersión anterior muestra los resultados de Vladimir Putin en las elecciones presidenciales del 15-17 de marzo a nivel local. Cada punto representa la puntuación obtenida por el Presidente ruso en función de la participación registrada a nivel de colegio electoral. Los datos proceden de la Comisión Electoral Central rusa.

El método Kisling-Shpilkin utilizado aquí muestra claramente una manipulación de los resultados en favor de Vladimir Putin.

  • En unas elecciones normales, no deberíamos poder observar una correlación entre la participación y el resultado obtenido por el ganador3.
  • Pueden existir anomalías, pero en este caso se trata de un baremo «sin precedentes»4.
  • Los gráficos siguientes muestran los resultados de la utilización de este método aplicado en diferentes países para las elecciones celebradas en los años 2000 y 2010.

La práctica desaparición de un «núcleo» de colegios electorales observada durante las anteriores elecciones presidenciales rusas sugiere que varias decenas de millones de votos fueron atribuidos artificialmente a Putin: alrededor de 22 millones según el analista electoral Ivan Shukshin5, y hasta 31,6 millones según Novaya Gazeta6.

Al parecer, las elecciones presidenciales de 2024 fueron las más amañadas de la historia de Rusia. Además de llevarse votos para sí mismo, el «opositor» Vladislav Davankov también fue relegado artificialmente al tercer puesto, por debajo de Nikolai Kharitonov. Con el 87% de los votos y una participación del 77%, Putin se hizo con la mayor e indiscutible victoria de la historia moderna de Rusia. Si el presidente ruso quiere ser reelegido en 2030, contando con un aumento constante del apoyo de los votantes desde 2012, necesitará hacerse con casi el 99% de los votos.