Usted es candidato de una elección en la que el ultra favorito, el presidente saliente Nayib Bukele, presenta una candidatura inconstitucional. ¿Cómo se entra en tal contienda y qué se puede hacer al respecto?
Desde el 9 de febrero de 2020, fecha en la que el Presidente Bukele ingresó a la Asamblea Legislativa con militares armados para amenazar con destituir a diputados y tomar control del Parlamento –una amenaza de un golpe de Estado–, nació en muchos sectores de la sociedad civil salvadoreña y en mi persona, un rechazo completo a ese regreso al uso político de la fuerza armada que se había dejado atrás desde la firma de los Acuerdos de Paz de 1992.
Personas que vienen de la sociedad civil se agruparon porque pensaron que era necesario unir a la oposición democrática en contra de esa incipiente dictadura –que es ya ahora una dictadura consolidada– en una candidatura única que viniera de una propuesta de la sociedad civil. Así es que se me contactó a mí y a mi compañera de fórmula, Celia Medrano. A finales de abril de 2023, sabíamos muy bien que el gobierno de Nayib Bukele ya tenía consolidado su control total en todos los órganos del Estado y de las instituciones que deberían ser independientes como la Fiscalía General de la República, la Corte de Cuentas, el Instituto de Transparencia, el mismo Tribunal Supremo Electoral, etc.
Decidimos que era necesario participar porque hay que hacer uso de todos los medios democráticos y pacíficos para oponernos, para darle una opción diferente a la gente desde un punto de vista electoral. La popularidad que tiene el presidente Bukele es producto de un esfuerzo diseñado y coordinado de propaganda a base de engaños para hacerlo parecer como si fuera casi un dios. Pero en realidad, después de estar viviendo casi cinco años bajo el régimen de Bukele, la gente ya vio que todo lo prometido ha sido engaño. Lo único en lo que dice haber cumplido es con la seguridad. Pero aun en eso, ya está la gente comenzando a darse cuenta de que esa seguridad no es el fruto de una política de mano dura metiendo a todos los criminales a la cárcel –como debería ser–. Ahora hay una toma de conciencia de que en realidad lo que llevó la paz a El Salvador es un pacto corrupto con las pandillas.
¿Qué propone usted frente a esta situación?
Queremos darle una opción a la gente, usando la plataforma de una campaña presidencial para denunciar –y lo haremos hasta el último minuto– toda esta gran farsa que estamos sufriendo en El Salvador: los pactos corruptos, los engaños, las violaciones de derechos humanos, la candidatura prohibida por la Constitución.
Nosotros proponemos la verdad y, por lo tanto, la transparencia.
Bukele ha querido presentar estas elecciones como si fuera algo normal, un trámite más en su administración, mientras que estamos sin duda frente a las elecciones más importantes de la historia de El Salvador. ¿Qué habría que hacer para que se entienda la importancia de esta votación?
Estoy completamente de acuerdo: estas son las elecciones más importantes que hemos tenido en nuestra historia. Lo que está en juego es si El Salvador va a vivir en una democracia regida por leyes y por la Constitución, o en una dictadura que viola las reglas cuando le conviene con impunidad y un descaro absoluto. Si pierdes el respeto a la Constitución, luego pierdes tus libertades y a partir de allí, vas a perder todo.
De hecho, mi mensaje principal ha sido precisamente eso: destacar la importancia de estas elecciones e intentar transmitirla por todos los medios posibles. A tal punto que he me han dicho de no olvidarme de la economía. Es verdad, los salvadoreños están sintiendo la presión de una inflación que ya sobrepasó más de un 25% el salario mínimo del país. Los ingresos ya no alcanzan para vivir una vida normal. Algunos han dejado de comer una vez al día porque ya no alcanza. Todos los indicadores están malos. Y se dice que nadie come de la Constitución; pero cuando se viola la Constitución, es un resquebrajamiento de ese pegamento que mantiene todo unido. Eso es lo que permite que todos trabajemos en sintonía. Es lo que permite que pueda tener lugar la economía.
Sin respeto a la Constitución, no hay economía, no hay seguridad jurídica, no hay inversión extranjera o nacional y, por tanto, no hay empleo. Por consiguiente, más del 70% de la gente vive en el sector informal.
¿Cual es el escenario ideal y realista para el domingo?
Por la ley electoral ya no puedo hacer un llamado a que la gente vote por mí o por otro candidato; pero sí puedo hacer un llamado a que vote. Es importante que el mayor número posible de salvadoreños vaya a votar. Los que residen en el exterior ya pueden votar y aproximadamente el 20% ya votó. Incluso yo –tengo dirección en Estados Unidos– ya voté de manera electrónica desde mi teléfono, sin ningún problema. Yo estoy seguro que si más del 60% de los salvadoreños vota este domingo 4 de febrero es muy probable que haya una segunda vuelta.
En ese caso es compromiso mío y de los otros candidatos que vamos a apoyar el candidato que pase a segunda vuelta. Pero es muy importante que la gente vaya a votar. De eso depende todo.
¿Cree que es posible que haya una segunda vuelta?
Todo el mundo, en la prensa nacional, pero también latinoamericana y europea, da por sentado en base de encuestas que va a ser una victoria abrumadora del presidente Bukele. Pero no están tomando en cuenta una cosa. Ninguna encuesta, por más técnica que sea, podría medir con ningún grado de aproximación remota el sentimiento y la intención de voto de los salvadoreños por el factor miedo.
Hay que tener en cuenta el miedo a dar una impresión desfavorable de un presidente que tiene todos los poderes –y que ha abusado de estos–, que tiene a 70.000 personas arrestadas, de las cuales se sabe que 20.000 son claramente inocentes –y muchas de ellas han muerto sin tener oportunidad de defenderse o salir de la cárcel–. Han sido capturados sin evidencias y allí están presos por lo menos dos años.
Ayer fui al penal de Izalco a acompañar a un padre líder indígena a demandar la libertad de su hijo de 23 años que lleva un año con tres meses capturado. Fue detenido sólo porque iba pasando donde estaban los policías. Esas violaciones de todos los derechos de los salvadoreños han sido tan crudas que la gente tiene miedo. Por lo tanto, no le van a decir a un encuestador que están descontentos con el presidente actual.
La lista de los grupos de personas que están descontentos con el presidente es larga, comenzando con los veteranos de las Fuerzas Armadas y ex combatientes del FMLN. Ellos junto con sus familias llegan al medio millón de personas. El presidente los engañó y después, se burló de ellos. No van a votar por Bukele este domingo, mientras que sí lo hicieron en las precedentes elecciones. El llamado es que los salvadoreños hagan un voto de castigo.
Las claves de un mundo roto.
Desde el centro del globo hasta sus fronteras más lejanas, la guerra está aquí. La invasión de Ucrania por la Rusia de Putin nos ha golpeado duramente, pero no basta con comprender este enfrentamiento crucial.
Nuestra época está atravesada por un fenómeno oculto y estructurante que proponemos denominar: guerra ampliada.
Su candidatura es singular porque no es un político de profesión, son sus primeras elecciones, y se presenta bajo los colores de un partido joven, por lo que escapa a la retórica de Bukele que dice atacarse a lo que llama “los mismos de siempre”.
Yo soy veterano de las Fuerzas Armadas, estuve participando en el conflicto armado en los años 80; sé cómo las actitudes de un presidente como Nayib Bukele pueden desencadenar en otro conflicto. Esa es mi obligación: tratar de tomar todos los medios posibles para evitarlo. Y va a depender bastante del porcentaje de salvadoreños que vayan a votar. Para eso, efectivamente, la población debe entender la importancia histórica de esta elección porque va a ser la última oportunidad de votar de una forma cercana a la democracia. Luego, lo que nos esperará son situaciones como la de Nicaragua, Venezuela y Cuba.
Dicho esto, tengo dos comentarios. El primero es que lo de “los mismos de siempre” es una gran hipocresía. El mismo Bukele proviene del FMLN. Todo su círculo proviene del FMLN o de ARENA; y además, provienen de lo más corrupto de ambos partidos. De hecho, hay una gran parte que viene del expresidente Saca condenado por corrupción y rey de los corruptos.
Segundo, yo no he ocupado esa estrategia de diferenciarme de los candidatos de los otros partidos. Como no se dio la candidatura única, siento que si cada uno de los candidatos de oposición queremos ganar a costa de los demás, lo que hacemos es perjudicarnos a todos. Tenemos que tener el mayor número de votos en conjunto con los cinco partidos de oposición. No sería del todo justo ni legítimo de mi parte intentar sacar ventaja de esa forma. Todos debemos trabajar juntos.
He hecho incluso algo que a veces no se entiende. Yo sé que soy el mejor candidato y que sería el mejor presidente. Pero le he dicho a personas que no van a votar por mí que voten por otro candidato de la oposición, a cualquier otro candidato, pero que sea constitucional.
Estos días el gobierno está distribuyendo cajas de alimentos para que la gente vote por Bukele. ¿Cómo se puede luchar contra todo un sistema forjado por y para el presidente?
Esta campaña ha sido completamente anormal y aberrante. Precisamente, por primera vez en ochenta años un presidente de la República está intentando reelegirse inconstitucionalmente, volcando todos los recursos del Estado para promocionarse él mismo y lograr la reelección. Por ejemplo, ha hecho cadenas de televisión obligatorias para hacer propaganda de las supuestas obras de su gobierno. En una de sus intervenciones, el presidente Bukele ha dicho que cualquier otro candidato que llegue a la presidencia que no sea él liberará a los pandilleros de la cárcel; es totalmente falso. Al contrario, vamos a detener a los pandilleros que están en libertad y que Bukele no ha querido encarcelar. El único candidato que ha liberado a pandilleros de la cárcel, que ha bloqueado su extradición, que incluso los ha ayudado a salir del país, es precisamente el presidente.
La gente se da cuenta. No es tonta, toma los alimentos, pero sabe quién le ha hecho aguantar hambre y el que le ha llevado a la pobreza en los últimos cinco años. Es esa misma persona que le da pan una semana antes de las elecciones. ¿Vale la pena una semana de comida para luego unos 20 años de sufrimiento?
Por otro lado, nosotros los partidos de oposición no hemos podido recibir contribuciones para nuestra campaña. Por el mismo miedo, la gente se ha abstenido de ayudar económicamente. Si uno ayuda a un partido de la oposición se teme que el Estado va a utilizar sus recursos para hacer auditorías sólo para castigar. Eso ha sido efectivo. Nosotros no hemos tenido contribuciones de más de 100 dólares –y han sido pocas–.
¿Usted ha sido objeto de presiones más directas?
En lo personal yo no he experimentado presiones directas. Pero sí otros candidatos como Héctor Silva, candidato a diputado por Nuestro Tiempo ha tenido una demanda del jefe del grupo parlamentario de Nuevas Ideas Christian Guevara por difamación durante la campaña. Y hay por supuesto acoso en las redes sociales.
Intimidación y amenazas por ahora no he tenido. Sin embargo, no se descarta que vaya a suceder –sobre todo si vamos a segunda vuelta–. Por ahora, tal vez se están limitando un poco porque creen que van a ganar fácil. Espero que sigan creyendo eso; la sorpresa se la llevarán el domingo. Por ejemplo, hay que ver el porcentaje de salvadoreños que hemos votado desde el exterior. El gobierno había calculado que las personas que apoyan de manera más entusiasta al presidente Bukele iban a votar en los primeros dos días tras la apertura de la votación en el exterior. No ha sido el caso. Ahora el 20% ha votado; la primera semana no sucedió nada de lo que el gobierno esperaba.
Imaginemos. Usted gana las elecciones y es el nuevo presidente de la República. ¿Qué hace con la situación que deja –si dejara el puesto, claro está– Bukele? ¿Qué sería lo prioritario?
Bukele sabe que va a ser procesado penalmente –ya sea aquí o en Estados Unidos– por todos los delitos que ha cometido. El gobierno estadounidense sabe perfectamente todo lo que ha hecho. La razón por la que Bukele quiere perpetuarse en el poder es porque no quiere responder por todos los crímenes que ha cometido.
No dudo que él hará cualquier cosa para poder mantenerse en el poder. Sin embargo, tampoco dudo que si se da ese voto mayoritario en contra de él, la población salvadoreña perdería el miedo y saldría a la calle a manifestarse. El hecho es que además, si gana Bukele, los resultados no deberían ser reconocidos: será un gobierno ilegítimo e ilegal.
Pero yo, presidente, lo que haría primero es pedir entre la elección y la toma de posesión un diagnóstico completo de la situación real que vamos a encontrar en la parte económica, en las cárceles, los pactos con las pandillas; una radiografía del estado en el que Bukele dejaría el país.
Mi compromiso –como abogado diría que es lo más importante– es el primer día de gobierno iniciar el proceso para restituir la constitucionalidad y la separación de poderes en el país. Se trataría en concreto de darle cumplimiento a la última sentencia de la última Sala de lo Constitucional legítima de El Salvador del 1 de mayo de 2021 en el momento en el que la Asamblea Legislativa estaba destituyendo a los magistrados. La sentencia indicaba que ese proceso era justamente inconstitucional. Mi administración reconocería entonces como magistrados legítimos a los que estaban en funciones antes de la votación del 1 de mayo de 2021.
Restablecidos en sus cargos, ellos tendrían que decidir la inhabilitación constitucional para ejercer cargos públicos para las personas que hayan promovido la reelección presidencial. Se trataría de devolver el Estado de derecho en El Salvador para que el país sea de nuevo gobernable.
¿Qué haría con el régimen de excepción y las cárceles?
Le prometí al líder indígena don Silverio Morales que lo acompañaría el primer día al penal de Izalco para ir a visitar a su hijo y comenzar el proceso para proteger a los inocentes que están presos en los centros penales. Como presidente yo no tengo la capacidad legal de soltar a nadie, pero sí de protegerlos del trato inhumano, de tortura, de asesinatos. Así iniciaríamos el proceso de revisión de cada caso individual de las personas que están presas injustamente. Para que puedan salir, para que se pueda reconocer que hubo un error y, por lo mismo, que tengan derecho a una indemnización y a tratamientos psicológicos y médicos por los daños sufridos.
Aprovecharía para retomar los casos de corrupción que tenían la Cicies y la unidad antimafia de la fiscalía, restituir esas instancias para erradicar la corrupción. A los 100 días de gobierno vamos a dar el primer informe sobre todo lo que vamos a encontrar: la gente se va a sentir indignada cuando se dé cuenta de todo lo que ha hecho este gobierno.
Usted fue miembro del ejército salvadoreño. Estos últimos años hemos visto una militarización de las sociedades en la región: un ejército omnipresente que sale de su función primera y que termina haciendo de todo. Si usted fuera presidente, ¿cuál sería su relación con el ejército?
Yo fui militar de carrera, graduado de una de las academias militares más prestigiosas del mundo donde el militar se forma se forma bajo conceptos bastante claros de lealtad a la Constitución encima de la lealtad a cualquier gobernante. Cuando hay un conflicto la lealtad a la Constitución es lo que manda. Las Fuerzas Armadas no deben meterse en política y, a su vez, no deben ser usadas como instrumento político.
La seguridad pública es responsabilidad de la Policía Nacional Civil, no de las Fuerzas Armadas. Todo ello está incluido en los Acuerdos de Paz de 1992. Pero el presidente Bukele empezó a militarizar a la sociedad salvadoreña incluso antes de la pandemia. Poco después del inicio de su mandato, Bukele hizo una ceremonia en la Escuela Militar con todas las unidades del ejército e inventó un juramento para que todos los soldados le juraran lealtad a él –y no a la Constitución–.
Yo, por supuesto, no tengo nada en contra de las Fuerzas Armadas. Pero obviamente no tienen que ser un actor político: hay que desmilitarizar a la sociedad salvadoreña.
¿Qué pasará si gana Bukele? ¿Cómo será el nuevo mandato?
Por ahora nosotros estamos totalmente enfocados en la elección del domingo. El mandato de Nayib Bukele termina el 1 de junio de 2024 y no podrá seguir ni un día más. Si lo hace estará usurpando un puesto que le está inconstitucionalmente prohibido. Por lo tanto, los artículos 87 y 88 de la Constitución dicen que es obligación de los salvadoreños desconocer la existencia de este gobierno y hacer todo lo posible en el marco pacífico para que este gobierno caiga. Y eso será obligación también de las Fuerzas Armadas.
¿Qué hará usted? En caso de victoria de Bukele, ¿seguirá en la oposición, en política?
Habrá que ver. Pero creo que la oposición tendrá que cambiar. El Salvador no puede estar esperando cada elección para hacer oposición política contra la dictadura. Yo, en lo personal, no voy a reconocer la legitimidad de un candidato inconstitucional.
Todos los salvadoreños tienen que ir a votar. Ese voto es importantísimo para el futuro de El Salvador.