Los cambios en el escenario internacional son evidentes. El cambio climático, la agresividad rusa, la aspiración de China, el debate sobre la reforma de la Unión Europea, la polarización trumpista y sus imitadores, la ampliación de los BRICS y el nuevo orden emergente, el retorno del Estado a las políticas industriales o las inseguridades de la inteligencia artificial garantizan un abanico de incertidumbres acerca de cómo construir el nuevo sistema político y económico global. El asiento del orden liberal internacional, aquel que ha regido desde 1945, está en entredicho y ningún actor parece conforme con la actual distribución de poder y fuerza.

Entre todos, un cambio subterráneo se ha consolidado en la última década: la definición y la gestión del concepto de influencia. La influencia es el río profundo que atraviesa nuestras sociedades y que permite cambiar la opinión pública, provisionar ideas y creencias, afectar los comportamientos y, en definitiva, moldear la comunidad epistémica. El cambio es sistémico. No es solo el empleo de las redes sociales y la digitalización de la esfera pública, sino los nuevos factores políticos y sociales. El primero es el hiperpresidencialismo que ha arruinado instituciones y procedimientos multilaterales. La máxima expresión populista es el líder llamado a refundar la nación, recuperar la dignidad y el respeto de la comunidad internacional o pasar a la historia. El futuro, plagado de nostalgia, desestructura las políticas públicas. 

Un cambio subterráneo se ha consolidado en la última década: la definición y la gestión del concepto de influencia.

Juan Luis Manfredi

El segundo elemento es la propia configuración de la comunicación pública. Las dificultades para ejercer la libertad de prensa se multiplican: las compañías periodísticas no encuentran modelo de negocio sostenible, el periodista se convierte en enemigo a abatir, la noticia se diluye entre conspiraciones, infoentretenimiento y hechos alternativos. El tercer eje de análisis es la nueva competencia en el desorden global. Rusia y China, pero también Marruecos, Qatar, Turquía o la India despliegan narrativas estratégicas que explican su lugar en el mundo, el valor de su sistema político y la efectividad de sus propuestas. En la comunicación internacional, ya hace tiempo que Estados Unidos y la Unión Europea han perdido la primacía. Así, la estrategia de influencia persigue construir un eje cognitivo –difusión de ideas políticas–, afectar el criterio –actitudes o juicio– y moldear el comportamiento –activismo, voto, compromiso–.

La banalización de la comunicación política

En América Latina, este análisis arroja ideas interesantes. El hiperliderazgo se ha acentuado gracias a las redes. El populista elimina la intermediación de la prensa, la universidad o la inteligencia del país. Para el pueblo, la retórica sustituye a las normas y los procedimientos. Se han diluido los mecanismos de rendición de cuentas y las leyes de acceso e información pública son deficientes. Se banaliza la comunicación política y se convierte en espectáculo electoral permanente. En la estela, Hugo Chávez, Rafael Correa, Álvaro Uribe o Cristina Fernández de Kirchner aman las retransmisiones en directo con carácter ceremonial.

En América Latina, el hiperliderazgo se ha acentuado gracias a las redes. El populista elimina la intermediación de la prensa, la universidad o la inteligencia del país.

Juan Luis Manfredi

En redes sociales o en interminables conferencias de prensa, la acción directa de los presidentes impide al periodista ejercer su trabajo con propiedad: preguntar y repreguntar sobre asuntos de interés público para adquirir hechos veraces de interés para la comunidad. La organización Article 19 presentó solicitudes de información pública y revisión sobre 34 declaraciones del presidente López Obrador para calibrar la calidad de la información1. El resultado es previsible: los anuncios y declaraciones carecen de sustento, son imprecisas o no son verificables. El presidente Bukele maneja la semiótica millenial que combina vídeos en primera persona, declaraciones exageradas con fotografías divertidas. 

El presidente Bukele maneja la semiótica millenial que combina vídeos en primera persona, declaraciones exageradas con fotografías divertidas. 

Juan Luis Manfredi

El periodismo está amenazado de muerte en América Latina. La Federación Internacional de Periodistas cuenta 30 asesinatos en la región en 2022, casi la mitad de los 68 registrados en todo el mundo. El informe señala a México (once homicidios), Haití (siete) y Colombia (cuatro) como los países más peligrosos para el ejercicio profesional. La denuncia de la corrupción, el tráfico de ilícitos y las bandas apalancan una cultura de violencia sistemática e impunidad. 

Por último, el régimen hiperpresidencialista desacredita la prensa y genera un entorno inadecuado para la libertad de expresión. La OAS critica el señalamiento de periodistas2 y Reporteros sin Fronteras3 indica que Brasil, El Salvador, Bolivia, Venezuela, Nicaragua y Cuba han creado un entorno frágil con procedimientos judiciales y campañas de difamación. El acoso en redes sociales es recurrente, sobre todo contra las mujeres periodistas4. Las restricciones legislativas amordazan el periodismo crítico bajo la etiqueta de seguridad nacional (Nicaragua), incitación al odio (Venezuela) o “buena prensa” (Ecuador). 

El periodismo está amenazado de muerte en América Latina.

Juan Luis Manfredi

Nuevas formas de injerencia

La menor presencia de corresponsales y analistas independientes es un hecho que afecta a la calidad de la información. RTVE solo mantiene corresponsalías fijas en México DF, Bogotá y Buenos Aires. Es difícil leer buenos análisis de calidad producidos sobre el terreno cuando el conocimiento no es genuino. Estados Unidos y Europa han prestado menos interés, cerrado delegaciones periodísticas o limitado la cobertura en medios o think tanks. En ausencia de competencia, la producción audiovisual y las agencias de noticias de capital ruso y chino distribuyen información, análisis y contenidos para su (casi) distribución gratuita en portales, cadenas de televisión y radio. Los medios públicos de Argentina, Brasil, México, Panamá y Perú han firmado acuerdos de cooperación para la distribución de contenidos con ambos gobiernos.

Xinhua y China News Services han incrementado en un 40% su red de delegaciones internacionales. Se subsidia la cobertura para controlar los mensajes que llegan a la diáspora y se insertan en la lógica de contenidos local. Por su aspecto, imitan el periodismo local, de manera que han suplantado la demanda informativa. “Mundo China” es un programa informativo para la audiencia brasileña coproducido por CCTB, la empresa estatal china. Los diarios aceptan el encarte de “China Watch”, un suplemento mensual. “China Daily” se ha encartado en los principales medios, de la Folha de Sao Paulo a la editora Globo. La audiencia no tiene tiempo –¿y recursos?– ni interés en distinguir veracidad, entretenimiento, propaganda.

Los medios públicos de Argentina, Brasil, México, Panamá y Perú han firmado acuerdos de cooperación para la distribución de contenidos con Rusia y China.

Juan Luis Manfredi

RT presenta números de gigante mediático en la región: 200 redactores nativos y sedes en Caracas, La Habana y Buenos Aires con capacidad para producir informativos diarios, entrevistas y contenido específicos para redes sociales y newsletters. La apuesta da resultados. Es el canal con más engagement en la región con 3,5 millones de seguidores en Twitter/X, 4,5 millones de suscriptores en Youtube y una comunidad de 20 millones en Facebook. Mientras tanto, Sputnik y Telegram viralizan mensajes adecuados a la propaganda antiestadounidense, como la denuncia falsa por manipulación electoral promovida por el candidato Bolsonaro. La narrativa antiimperalista encuentra acomodo en parte de la opinión publicada en Facebook y se distribuye sin contrapesos. Las prohibiciones y sanciones europeas contra estos canales no se aplican. La cobertura de noticias, con aspecto profesional y narrativa antiestadounidense, se ha multiplicado con motivo de la guerra contra Ucrania. Se normaliza el lenguaje de la invasión y se califica de expansionista a la OTAN o la Unión Europea.

En ese contexto, los influencers crecen en popularidad y credibilidad. Con narrativas adecuadas a TikTok o Youtube, se producen vídeos que mimetizan la narrativa pro-rusa en la guerra contra Ucrania. Si bien estos influencers no se afilian con medios estatales, estos se ocupan de amplificar su voz y legitimar su discurso de manera que parecen voces ciudadanas sin intereses cruzados. Los medios afiliados provisionan y crean la condición de experto, cuyo comentario se alinea con la política exterior china o rusa. Inna Afinogenova ha sido la cara amable de RT en América Latina, aunque ahora se ha trasladado a España, con recursos retóricos propios de la conspiración y la autenticidad.

RT presenta números de gigante mediático en América Latina: es el canal con más engagement en la región.

Juan Luis Manfredi

La distribución de contenido o la atribución de autoridad para desacreditar el periodismo real, como en los casos de los inexistentes científicos Wilson Edwards, la periodista francesa Laurène Beaumond o el controlador aéreo Carlos, es una práctica común. Se desinforma con fuentes falsas o con la sobreactuación de diplomáticos chinos y rusos en los medios locales. De fondo, se promueve una narrativa anti-liberal y se menosprecia la voz de los expertos etiquetados de occidentales.

En otros ámbitos, como las redes de partidos políticos o las relaciones interuniversitarias, el coste de las acciones ha reducido los intercambios y los programas conjuntos. Las élites miran a Estados Unidos, pero escuchan con agrado otras propuestas formativas. De hecho, China ha creado una escuela de periodismo en Beijing que recluta a candidatos de Latinoamérica y Caribe para formarlos en la mirada contrahegemónica y la bondad de las inversiones chinas. Más de quinientos han llegado de la mano de la China Public Diplomacy Association. El consenso de Beijing, inversiones sin conversación política, encuentra interlocutores. Los viajes pagados incluyen entrevistas y clases intensivas, pero no el derecho a preguntar sobre Tíbet, Hong Kong o cualquier otro asunto espinoso.

En el ámbito de la estructura de la comunicación, la estrategia china persigue la fusión de contenidos con la agregación de noticias, la televisión digital o la inversión en telecomunicaciones. El control de los flujos principia en los canales de acceso, donde se configura la programación, se promocionan los contenidos o se arrinconan las voces disidentes. La tecnología predetermina el orden de los canales y prioriza el acceso a los contenidos de pago, ergo es la llave de cualquier iniciativa de comunicación. Los gobiernos iliberales del régimen aceptan este enfoque regulatorio porque facilita el empleo de la tecnología para el control de la opinión pública y la disidencia. 

China ha creado una escuela de periodismo en Beijing que recluta a candidatos de Latinoamérica y Caribe para formarlos en la mirada contrahegemónica y la bondad de las inversiones chinas.

Juan Luis Manfredi

La desinformación, materia de inseguridad

En síntesis, el ejercicio de la influencia es hoy bien distinto. Se forja en la alianza entre la desinformación y el debilitado periodismo local. Sin profesionales capacitados y bien retribuidos, los actores extranjeros han encontrado una vía abierta para la promoción de sus intereses estratégicos. Tal es la lección. Las democracias liberales y las sociedades abiertas necesitan un periodismo sólido, valiente, protegido de las injerencias y sostenible en las finanzas. En el nuevo orden que ahora emerge, ojalá la región entienda que la comunicación política saneada debe ser una prioridad en materia de política pública. Infraestructuras, contenido y competencia aseguran estabilidad y autonomía en la región frente a los nuevos usos de la injerencia. Estamos a tiempo para promover un marco regulatorio que proteja la privacidad, impulsar la financiación del periodismo independiente e incrementar la presencia de expertos sobre el terreno.