Hace unos días, en Rusia apareció en las redes sociales un nuevo clip que promociona el servicio militar por contrato. Muestra a soldados enmascarados en una trinchera discutiendo sobre el futuro de la guerra en Ucrania y sus sueños para el futuro, mientras disparan de vez en cuando una ametralladora a un enemigo invisible. El primero de ellos habla del barrio Pečers’ki Pagorby de Kiev –donde vive la tía del segundo–, en el que sueña con comprarse un piso. Luego declara: «Al final de la guerra, cuando hayamos retomado Kiev, me mudaré allí con mi familia». Tras un anuncio en el que se pide elegir la ciudad de sus sueños y alistarse en el ejército ruso por contrato, el segundo protagonista precisa que acabará en Odessa. «Me encanta el mar», le oímos decir con voz suave y penetrante, sobre un fondo de unas notas de piano.
Siempre es difícil establecer el origen de este tipo de vídeos, más aún en casos en los que, como aquí, se exponen claramente intenciones criminales que sin duda serán la alegría de los tribunales internacionales en el futuro: en la pantalla aparece la dirección de una voenkomat (comisaría de policía militar) en Crimea, en Simferopol, lo que significa que se ofrece a los crimeos participar en la invasión y conquista de Odessa y Kiev. Según los diversos análisis disponibles, estos clips propagandísticos podrían proceder bien de decenas de empresas que actúan bajo las órdenes de diversos agentes, desde gobernadores regionales a diversas empresas privadas, o bien directamente del Ministerio de Defensa.
De hecho, el canal Telegram del Ministerio publicó un vídeo de este tipo el 20 de abril.
De fondo, pasan decenas de imágenes: dólares, una fila de emigrantes, gráficos bursátiles, banderas ucranianas y europeas en Maïdan, Joe Biden con la mano en el hombro de Volodymyr Zelensky. A continuación, una voz en off se dirige al espectador ruso:
«Ves cómo el mundo cambia a una velocidad vertiginosa. El futuro de millones de personas está en peligro. Quieren borrar tu lengua y tu cultura y destrozar tu patria.
¿Cómo se puede encontrar apoyo y defender lo que te es querido?
Conviértete en una fuerza de justicia. ¡Conviértete en un pilar de tu país! ¡Defiende tu futuro y el de tus hijos!
No te perdonaremos que te quedes al margen. Alístate bajo contrato».
El mensaje que acompaña al vídeo en el canal de Telegram del ministerio añade a este contenido: «Присоединяйся к СВОим!», es decir, «Únete a los tuyos» –poniendo en mayúsculas las tres primeras letras de la palabra svoim (los tuyos), para que aparezcan las siglas de «Operación Militar Especial» (Special’naja Voennaja Operacija)–.
En los últimos meses han proliferado los ejercicios propagandísticos de este tipo, con muchos ángulos de ataque diferentes. En la mayoría de los casos, el mensaje es de virilidad, de los deberes sociales, morales, cívicos y familiares de todo varón que se precie, haciendo hincapié –aunque no siempre– en la estética del cuerpo masculino en acción. En el primer vídeo, que presenta imágenes de un partido de fútbol, un anfiteatro y una boda, la voz en off explica que:
«La vida de un hombre consiste en una serie de elecciones: a qué equipo apoyar, qué profesión elegir, qué amistades mantener, con quién vivir tu vida?
Cada decisión afecta a tu destino y al de tus seres queridos. Pero hoy, tu elección puede afectar al destino del país.
Defiende tu futuro y el de tus hijos. Alístate bajo contrato».
La versión más caricaturesca de estos eslóganes virilistas es sin duda la publicada el pasado mes de abril. Muestra a tres hombres en sus respectivos contextos profesionales: un vigilante de supermercado, un entrenador de culturismo y un taxista. Los efectos visuales les hacen aparecer alternativamente vestidos de civil y con sus uniformes militares –signo de un destino que deben abrazar y que les toca decididamente de cerca–. Para cada uno de ellos, aparece en pantalla un mensaje personalizado: «¿Es este el tipo de defensor que querías ser?» para el guardia del supermercado; «¿Es aquí donde reside tu fuerza?» para el entrenador; «¿Es este el camino que querías seguir?» para el taxista. Tras un primer plano de sus tres rostros mirando fijamente a la cámara con aire pensativo y decidido, vemos a los tres personajes con atuendo militar salir del humo de un campo de batalla, mientras frente a ellos aparece el siguiente mensaje: «Eres un tipo», literalmente: un muzhik. «Sélo», en el sentido de: «Sé un hombre de verdad».
Por último, toda una sección de la propaganda se centra en la mejora de la existencia material y moral que garantiza el alistamiento en el ejército ruso. Hace varios años, un vídeo mostraba a una pareja a punto de separarse después de que el hombre de la casa decidiera ir a servir por contrato. En mitad de la noche, envió un vídeo al teléfono de su novia en el que ensalzaba todas las ventajas del servicio: paga, alojamiento, permisos, compaginación de la vida militar con la familiar y perspectivas de ascenso. A ella se le iluminó la cara al oír la maravillosa noticia: el servicio no significaba el distanciamiento que había imaginado; tal vez incluso podría resolver todos los problemas económicos que lastraban su vida matrimonial. Extasiada, recoge sus cosas y se dirige a reunirse con su compañero en la base de entrenamiento.
Este tono socioeconómico se repite en contenidos más recientes, esta vez publicados en el contexto de la guerra en Ucrania. Un joven exhausto vuelve a casa después de un día de trabajo y encuentra a sus dos compañeros de piso bebiendo y comiendo en la mesa del salón, en un pueblo que apenas es rico. Deja que estalle su abatimiento. Ya no podía soportar las penosas y agotadoras condiciones de trabajo, ni la rutina doméstica que no le ofrecía más que la posibilidad de emborracharse con los amigos todas las noches. Estaba decidido: se alista como voluntario. Unos meses más tarde, sus dos amigos le encuentran en una carretera del pueblo al volante de un coche nuevo; acababa de vender su casa para alquilar un piso en la ciudad con su pareja. Con una mirada envidiosa y contrita, sus antiguos amigos le ven alejarse y dicen: Krasavčik –»tipazo»–.
La lógica interna de estos materiales de propaganda no es muy diferente de la que impregna el discurso de los ideólogos del régimen y del propio Vladimir Putin. En un mundo cambiante que amenaza con dislocar la unidad nacional e hipotecar el futuro de las generaciones venideras, el compromiso es un deber patriótico. En línea con la abrumadora tendencia a la exaltación de los «valores tradicionales» en Rusia en los últimos años, este deber patriótico va de la mano de un deber moral y social para los varones, a quienes ofrece la perspectiva de autorrealización e incluso de superación personal, así como la garantía de que podrán cumplir con su papel de sostén de sus familias. A la vista de las clasificaciones de los «mejores vídeos» de reclutamiento militar que publican actualmente las redes nacionalistas rusas, este contenido parece haber encontrado su público. Sin embargo, no es tan seguro que este contenido caricaturesco, que incluso puede ser autoinculpatorio para el gobierno ruso, atraiga a millones de voluntarios entusiastas para alistarse en el ejército.