Michigan: Biden y Trump se enfrentan en el piquete de huelga por el voto de los trabajadores

Entre 2013 y 2022, los beneficios de las «Big Three» de la industria automovilística estadounidense (Ford, General Motors y Stellantis) aumentaron un 92%, es decir, 250.000 millones de dólares. Para 2023, el Economic Policy Institute predice que los fabricantes deberían obtener 32.600 millones de dólares más de beneficios, algo menos que el año anterior pero todavía considerablemente más que en el periodo anterior a la pandemia¹.

Al mismo tiempo, el salario medio real por hora de los trabajadores de la industria automovilística estadounidense ha caído entre un 10% y un 19,3% desde 2008, debido principalmente a un aumento del 40% en el índice de precios al consumo, al que sólo ha seguido una subida marginal de los salarios.

• El 15 de septiembre, 12.700 trabajadores de los tres principales fabricantes de automóviles estadounidenses -que producen el 50% de los vehículos fabricados en Estados Unidos- se declararon en huelga tras la expiración de los contratos el día anterior entre el sindicato UAW (United Auto Workers) y los fabricantes².
• Los trabajadores exigen un aumento salarial del 36% en cuatro años, una semana laboral de 32 horas, la financiación por parte de la empresa de su asistencia sanitaria cuando se jubilen y escalas salariales uniformes³.
• El viernes 22 de septiembre, otros 5.600 trabajadores de GM y Stellantis se sumaron a la huelga. La UAW ha decidido no iniciar una nueva huelga en Ford debido a la «voluntad» de la dirección de «llegar a un acuerdo»⁴.

Esta huelga, potencialmente sin precedentes en los últimos treinta años por su magnitud, se produce en un contexto de continuo descenso de la proporción de trabajadores sindicados en Estados Unidos⁵. Según un estudio del Congressional Research Service, la tasa de sindicación (es decir, la proporción de trabajadores sindicados en el conjunto de la mano de obra) no ha dejado de disminuir desde 1980, pasando del 22,2% al 9,4% el año pasado⁶. En el sector manufacturero, sólo el 7,8% de los trabajadores mayores de 16 años estaban sindicados en 2022.

Al unirse a los huelguistas de la UAW en su piquete de huelga en Detroit, Joe Biden está a punto de convertirse en el primer presidente de la historia de Estados Unidos en dar este paso.

• El presidente demócrata mantiene una estrecha relación con los sindicatos desde hace varias décadas. En un discurso sobre Bidenomics pronunciado en Chicago en junio, Biden se jactó de ser «el presidente estadounidense más favorable a los sindicatos de la historia de Estados Unidos»⁷.
• Aunque la tendencia general del apoyo a los sindicatos es a la baja, las últimas encuestas muestran que el apoyo de los estadounidenses a los sindicatos no ha dejado de aumentar desde 2009⁸.

• Desde principios de año, los sindicatos estadounidenses se han anotado victorias históricas en términos de mejora de las condiciones laborales: aumentos salariales para los conductores de UPS y los pilotos de líneas aéreas, baja por enfermedad remunerada para la mayoría de los trabajadores ferroviarios, etc.
• El domingo 24 de septiembre, la Writers Guild of America (WGA) llegó a un acuerdo de principio «sobre todos los puntos» con la Alliance of Motion Picture and Television Producers (AMPTP). Esto podría poner fin a la histórica huelga de guionistas estadounidenses iniciada hace casi cinco meses⁹.

La visita de Biden a Detroit -seguida el miércoles por un discurso de Donald Trump en un mitin en un fabricante de piezas de automóviles- es una apuesta arriesgada para el presidente demócrata en un estado ganado en 2020 por un estrecho margen. Cuatro años antes, Donald Trump se convirtió en el primer candidato republicano en ganar Michigan desde George H. W. Bush en 1988.

Mientras Joe Biden se mostrará como un presidente -y un candidato- cercano a los obreros y apoyará las reivindicaciones de los trabajadores de la UAW, Trump jugará con el miedo vinculado a la supuesta «fuga» de parte de los empleos de la industria automovilística estadounidense a China, que presentará como una de las consecuencias directas del programa económico de su adversario.