Introducción metodológica
El objetivo de este método es comprender cómo se estructura la demanda electoral. ¿Qué esperan los votantes? ¿Cuáles son los temas más importantes para ellos? ¿Cuál es la lógica detrás de sus elecciones?
Las posiciones de los individuos sobre las grandes divisiones que atraviesan una sociedad son el factor más decisivo en sus procesos electorales. Así, las posiciones de los individuos en temas tan importantes y tan divisivos como los derechos de las mujeres, los derechos de la comunidad LGBT, la recepción de inmigrantes, la relación con extranjeros, las ayudas sociales para el bienestar, la relación con Cataluña, la distribución de riquezas o la pena de muerte son altamente predictivas en cuanto a sus preferencias políticas. Dichas posiciones son estables a mediano plazo: no se pasa de una posición fuertemente antiinmigrante a una posición proinmigrante en el transcurso de una campaña electoral, del mismo modo en el que no se pasa de una posición fuertemente antiabortista a una posición proabortista en un corto período de tiempo. Estas posiciones forman parte de sistemas de opinión asociados a identidades sociales y se caracterizan por un grado de inercia muy elevado.
Basándose en este principio, el método aplicado por Cluster 17 pretende 1) identificar los principales clivajes que dividen a una sociedad y 2) situar a los individuos en relación con estos clivajes. Para ello, Cluster 17 hace una prueba basada en 30 medidas que fueron seleccionadas por ser altamente divisivas y para cubrir las principales cuestiones que dividen a la sociedad.
El tratamiento estadístico de las respuestas a la prueba de 30 medidas de división permite identificar grupos -los clusters– que comparten el mismo sistema de opiniones. Esta sensibilidad político-ideológica común hace que los votos de estos grupos se concentren en zonas electorales cercanas o contiguas. Este método permite comprender a detalle el espacio electoral de cada fuerza política, dónde se desarrolla la competencia entre los partidos políticos y cómo evoluciona el equilibrio de poder electoral.
También ayuda a explicar los votos: ¿de qué segmentos procede el electorado de Vox? ¿A qué fuerza votaban antes? ¿Cuáles son los factores políticos e ideológicos que explican su elección?
También nos permite identificar las coaliciones electorales subyacentes a los resultados de la votación. Ningún electorado es homogéneo, ya sea sociológicamente o políticamente. El hecho de reunir millones de votos implica la capacidad de mantener juntos a grupos que ciertamente tienen posiciones que los unen, pero que también se caracterizan por temas que los dividen. El enfoque por clusters sirve precisamente para analizar estas coaliciones e identificar lo que mantiene unida a una coalición electoral, pero también para identificar lo que puede dividirla.
Análisis
Nuestro análisis nos permite comprender mejor las recomposiciones que ha experimentado la política española desde la crisis financiera de 2008: la fractura del consenso de 1978, la emergencia de una izquierda radical significativa, el fortalecimiento de los nacionalismos periféricos, la aparición de Vox en un contexto de rechazo al independentismo catalán. Nuestros resultados muestran el predominio del clivaje sobre la identidad de España: relación con la monarquía y la iglesia, relación con las minorías internas…
Este eje fundamental y tradicional de la política española ordena gran parte del espectro político en función de la intensidad del posicionamiento de los distintos grupos sobre estos temas.
En términos más generales, el análisis por clusters sugiere una España dividida, enfrentada, polarizada, cuya situación política deja poco espacio a los matices. Desde esta perspectiva, nos parece que las próximas elecciones están abiertas aunque estén desfavorables a las izquierdas. Se enfrentan dos bloques fragmentados internamente, pero del mismo tamaño y casi herméticos. En este sentido, la situación española se parece más a la de Estados Unidos, aunque los bloques estén unificados al otro lado del Atlántico, que a la de sus vecinos franceses e italianos. Otra diferencia importante con respecto a Francia e Italia es que la división izquierda-derecha sigue siendo fuertemente operativa.
De hecho, de 16 grupos, 6 son inequívocamente de izquierdas y 7 de derechas. Uno es mixto y sólo dos escapan a las coordenadas tradicionales izquierda-derecha y se reparten entre el PP y el PSOE. De forma más general, dejando de lado los grupos en disputa, los de izquierdas son más importantes en términos de tamaño (49% de la población en conjunto), pero poco movilizados electoralmente, sobre todo en lo que respecta al electorado del PSOE. La derecha se apoya en grupos más pequeños (40% de la población), pero muy movilizados electoralmente, lo que le permite reivindicar una mayoría parlamentaria.
De la comparación con Francia e Italia se desprenden dos grandes diferencias. En primer lugar, no existe un grupo de orientación centrista y liberal a caballo entre los bloques de izquierda y derecha. Aunque algunas élites puedan identificarse con este posicionamiento intelectual, no corresponde a una realidad sociológica. Los liberales económicos están claramente adscritos al PP. Así pues, la ausencia de una élite común entre el centro-izquierda y el centro-derecha es una de las claves para explicar la polarización española. En segundo lugar, la extrema derecha es casi totalmente liberal en términos económicos, mientras que en Italia y Francia, tanto Marine Le Pen como Giorgia Meloni se apoyan en coaliciones heterogéneas sólidamente ancladas en la demanda de justicia social e igualdad económica de las clases trabajadoras. Mientras que en Francia los partidos de derechas están fracturados en materia de economía, es más bien un plano que une al PP y a Vox. Al contrario, tanto en Francia como en Italia, la derecha está unida en materia de inmigración, mientras que es un tema que divide a los grupos de la derecha española.
El PP y Vox más que nunca hermanos enemigos
El PP y Vox mantienen una relación especial con una gran paradoja: lo que provocó la salida de los dirigentes de Vox del PP, es decir, la crisis catalana, que, junto con la defensa de la monarquía, es el gran terreno de unidad de sus respectivos electorados.
Nuestro análisis revela así que la competencia entre el PP y Vox es feroz dentro de los grupos de derecha, con el resultado de que ambos partidos comparten muchos segmentos electorales. De hecho, sólo hay 2 clusters naturales del PP donde la penetración de Vox es baja, lo que garantiza una base fuerte del PP: los Liberales y los Conservadores. En los otros 5 clusters de derechas, la competencia es intensa.
El Partido Popular tiene por tanto una ecuación complicada que resolver. Tiene que contener a Vox con un discurso suficientemente radical para atraer votantes en los segmentos donde la competencia es especialmente fuerte. Al mismo tiempo, tiene la difícil tarea de mantener en su órbita a un grupo clave, que rechaza los extremos, los Arraigados. Este cluster percibe de forma sospechosa a Vox y tradicionalmente está dividido entre el PSOE y el PP. Sin embargo, el PP ha progresado mucho en este grupo. Al mismo tiempo, parece ilusorio que el PP obtenga una mayoría y forme gobierno sin Vox. Por lo tanto, Vox representa un reto considerable para el PP, que tiene que conseguir que la gente crea en la posibilidad de obtener una mayoría sin tener que componer necesariamente con Vox..
Para Vox, la ecuación es más sencilla. Le basta con atacar a sus enemigos tradicionales con un discurso ofensivo para aspirar a conquistarla hegemonía en una parte de la derecha: el independentismo catalán, el feminismo y el socialismo. Los grupos tentados por la extrema derecha están de hecho todos unidos al tratarse de estas cuestiones.
En cambio, la derecha está dividida en cuestiones sociales como la adopción homosexual, la repoblación de España por la inmigración, los vientres de alquiler, la pena de muerte, la autodefensa policial, etc. Así pues, al PSOE le interesa agitar el espantajo de Vox, colocar el cursor del debate en las cuestiones de sociedad y memoria (aparte de las cuestiones de género y feministas) para dividir a sus adversarios y promover entre sus votantes su balance económico.
Los retos del PSOE: movilizar a su electorado, corregir los defectos del sanchismo y hacer olvidar Cataluña
La composición del electorado del PSOE destaca en el panorama de la socialdemocracia europea. De hecho, es un partido que ha mantenido una base significativa en grupos populares que tienen sistemas de opinión contestatarios. Por otra parte, el PSOE penetra electoralmente en grupos que son muy de izquierdas y bastante radicales desde el punto de vista ideológico, lo que no es el caso del Partido Socialista francés o del Partido Democrático italiano, que han perdido este tipo de arraigo.
Sin embargo, por muy transversal que sea el PSOE, se enfrenta a tres grandes amenazas. La primera es la desmovilización de gran parte de sus militantes, que se explica por tres causas principales: su sociología popular, la ecuación personal de Pedro Sánchez y el desgaste de estar en el poder. Por tanto, el PSOE debe encontrar la manera de movilizarse, sobre todo a través del miedo, agitando la amenaza de que Vox llegue pronto al poder. En efecto, su electorado está dividido en muchos temas, por lo que será difícil encontrar temas movilizadores positivos comunes a sus grupos favoritos, que son particularmente heterogéneos.
En el caso de Pedro Sánchez, nuestro análisis revela que su popularidad por grupos es la misma que la de Yolanda Díaz. Pedro Sánchez es más popular dentro de la izquierda radical que entre los grupos tradicionales del PSOE, que le ven con malos ojos. Esto le permite ahogar el espacio a su izquierda. No obstante, esto deja al PP con un amplio espacio abierto en grupos ganados anteriormente por el PSOE y en los que el PP está ganando terreno. Republicanos, socialdemócratas, enfadados y eclécticos no sintonizan con el sanchismo. Algunos de estos grupos son culturalmente conservadores y miran con recelo a los aliados radicales de izquierdas del Gobierno. Corren el riesgo de ser desmovilizados o tentados por el PP.
La segunda amenaza es Cataluña. Es un tema que divide al electorado del PSOE. Si por casualidad este tema estuviera en la agenda de la próxima campaña, movilizaría a la derecha y a los nacionalismos periféricos, y pondría al PSOE en una posición delicada y defensiva.
El tercero, finalmente, es la izquierda radical. Debido al sistema electoral español de representación proporcional por circunscripción regional, el PSOE necesitaba que sus distintos aliados de izquierda radical se unan y queden terceros en el mayor número posible de regiones. Sin embargo, el PSOE compite con la izquierda radical en al menos cuatro clusters. La candidatura de Yolanda Díaz, siempre que funcione bien, podría convertirse en la primera opción de algunos grupos como Progresistas, Laboristas, Antisistema y Enfadados. Aunque está lejos de ser el caso, sobre todo debido al voto útil y a la debilidad de la izquierda radical, que sale de varios años de crisis, en teoría, el sorpasso no es un escenario imposible.
¿Una salida de la crisis para la izquierda radical?
Desde las cumbres de 2015-2016, la izquierda radical atraviesa una larga crisis vinculada a sus guerras fratricidas. Según nuestro método de análisis, el 20% de 2015 no fue una excepción histórica, sino un potencial sociológico estructural. Los grupos de alta penetración de la izquierda radical son efectivamente 5 en número y totalizan el 36% de la población global. Estos grupos tienen sus diferencias, pero están unidos en varios temas: el rechazo de la monarquía y la iglesia, la defensa del diálogo con los nacionalismos periféricos y la justicia social en particular.
Recuperar su espacio natural es, por tanto, posible para la izquierda radical, siempre que no siga la agenda de su franja más extrema e ideologizada: los Multiculturalistas. En efecto, este grupo es mucho más radical que los demás. Su aspecto participativo y en cierto modo «ruidoso» puede ahuyentar a grupos muy de izquierdas pero de tono más moderado y menos ideologizado, como los progresistas, los laboristas y los enfadados.
El segundo obstáculo es la personalidad de Pedro Sánchez, que ha logrado seducir a una franja importante de estos grupos de izquierda radical. El reto del liderazgo es importante para las fuerzas a la izquierda del PSOE.
Por último, es destacable que 3 clusters de la izquierda radical estén también muy marcados por la presencia de votantes de nacionalismos periféricos: los Multiculturalistas, los Progresistas y los Antisistema. En realidad, la izquierda radical y estas fuerzas nacionalistas comparten el mismo espacio electoral. Por lo tanto, a la izquierda radical le interesa que la cuestión catalana no ocupe un lugar demasiado central en el debate de las elecciones generales, para no aumentar el interés para los nacionalismos periféricos: ya sea ERC, Bildu, CUP, JxC o BNG. Al mismo tiempo, esta izquierda debe posicionarse claramente como defensora del diálogo con los nacionalismos periféricos si espera atraer el voto táctico de votantes que comparte con estas fuerzas.
Nacionalismos periféricos en emboscada
Nuestro análisis provee una enseñanza clave respecto a los nacionalismos periféricos: con la excepción parcial del PNV, todos los votantes de los nacionalismos periféricos forman parte de grupos de izquierdas. Esto se debe a la principal lección de nuestro estudio: el clivaje más estructurante de la política española sigue siendo la identidad de España y sus fracturas territoriales. En consecuencia -incluso cuando corresponden a una sociología de derechas tradicional en otros países europeos- los votantes «de derechas» de los nacionalismos periféricos se posicionan de la misma manera que los votantes de izquierdas en los grandes ejes de la política española. En otras palabras, son republicanos y anticlericales, lo que les proporciona un importante terreno común con la izquierda, por la que incluso aceptan votar tácticamente en las elecciones generales en algunos contextos. Es el caso, en particular, del grupo denominado los Republicanos.
Este voto táctico es una posibilidad aún más natural para los votantes de los nacionalismos periféricos de «izquierda» que, además de republicanismo y anticlericalismo, comparten posiciones comunes con el resto de la izquierda en materia de inmigración, antiautoritarismo y redistribución económica.
En las próximas elecciones, la fuerza de los nacionalismos periféricos será probablemente proporcional al voto táctico. Esto podría ser especialmente cierto si existe la amenaza de una presencia de Vox en el Gobierno. Finalmente, dependerá de la presencia mediática de temas tradicionales ligados a fracturas territoriales, que empujen a estos votantes a preferir los nacionalismos locales al PSOE o a la izquierda radical.
Los clusters
Les autoritarios
Los Autoritarios abogan por medidas extremadamente radicales para restablecer el orden en España, como la reinstauración de la pena de muerte o la legítima defensa policial. Son muy religiosos, mayoritariamente hombres y provienen de la clase media. Son claramente opuestos a la inmigración y al progresismo cultural, los cuales consideran factores de desorden, y desean una respuesta firme que preserve las instituciones tradicionales de España: la Iglesia y la Monarquía. Además, son muy hostiles hacia los nacionalismos periféricos. Pero son el cluster menos liberal dentro de la derecha, mostrándose más favorable al reparto de la riqueza. En su mayoría, los Autoritarios se movilizan durante las elecciones. Para 2023, parecen orientarse principalmente hacia el PP y en menor medida hacia Vox.
Los antiasistencialistas
Los Antiasistencialistas son partidarios del liberalismo económico y tienen posiciones muy marcadas en la mayoría de los temas. Es un grupo más acomodado y con un mayor nivel educativo que el promedio en España : a menudo ocupan profesiones de autónomos. La libertad es el valor principal que impulsa a los Antiasistencialistas; por esta razón, se oponen fuertemente a las medidas restrictivas, especialmente las medidas relacionadas con el medioambiente. Promueven la responsabilidad individual y se oponen a la redistribución de la riqueza y a la inmigración. Aunque sean favorables a la autoridad del Estado, siguen siendo afines a los particularismos regionales y son bastante abiertos a los cambios en los temas de sociedad. Además, son el grupo de derecha que tiene opiniones más divididas en relación a la Monarquía y la Iglesia. Los Antiasistencialistas votan poco, pero ahora parecen inclinarse mayoritariamente hacia Vox, después de haber sido un punto de equilibrio entre las fuerzas de derecha.
Los multiculturalistas
Son el corazón de la izquierda española: tienen un nivel educativo medio, son más bien mayores y tienen ingresos intermedios. Es un grupo mayoritariamente femenino y ateo. Los Multiculturalistas son republicanos, están a favor del diálogo con los nacionalismos periféricos y están abiertos a un referéndum sobre la independencia de Cataluña. Son radicalmente progresistas, a favor de la inmigración, ecologistas y feministas, a pesar de su oposición mayoritaria a la gestación subrogada. Votan sin ambigüedad a la izquierda, especialmente a la izquierda radical.
Los progresistas
Constituyen un cluster de izquierda popular, mayormente de edad avanzada, femenino y sobrerrepresentado en Cataluña y las Islas Baleares. Los Progresistas comparten con la izquierda radical muchos valores comunes: son pro-inmigración, ecologistas, muy feministas pero apoyan la gestación subrogada. Apoyan la idea republicana y la idea de un referéndum sobre la independencia de Cataluña. Sin embargo, son moderados en términos económicos y expresan sus ideas de manera menos radical: a pesar de estar a favor de la redistribución y de una renta universal, tienen opiniones divididas sobre la creación de empleos públicos, la privatización de la RENFE o la imposición de impuestos al patrimonio. Su voto se reparte entre el PSOE, Sumar y los nacionalismos periféricos.
Los tradicionalistas
Los Tradicionalistas se distinguen por su edad avanzada y su práctica regular del catolicismo. Son el grupo más religioso. Los Tradicionalistas están movilizados por una cierta nostalgia de la sociedad española de antaño; por lo tanto, son muy conservadores y rechazan el cambio, sin ser autoritarios. Su oposición al progresismo cultural es total, pero se oponen a la pena de muerte y al autoritarismo. Su deseo principal es preservar el poder de la Iglesia y la Monarquía. En cuanto a la economía, tienden a ser más liberales. Votan mucho y masivamente por el PP, aunque una pequeña minoría puede ser sensible al discurso de Vox.
Los liberales
Los Liberales son uno de los clusters con mayor nivel educativo y económico en España, donde los ejecutivos y las profesiones intelectuales están claramente sobrerrepresentados. Están especialmente presentes en Madrid y en el sur del país. Su ideología se manifiesta principalmente en el ámbito cultural: los Liberales son favorables al cambio de sexo, a la adopción por parte de parejas homosexuales, a la inmigración y se oponen a la instauración de la pena de muerte. Son defensores de las libertades individuales y, en general, se oponen a medidas restrictivas, incluso por motivos ecológicos. En términos económicos, quieren fortalecer el apoyo a las empresas, privatizar y reducir los impuestos. Además, están comprometidos con la Monarquía y la Iglesia, aunque tengan opiniones divididas sobre la idea de ampliar los poderes del rey o fortalecer la educación católica en las escuelas. Los Liberales están muy movilizados en las elecciones y votan abrumadoramente por el PP después del colapso de Ciudadanos.
Los conservadores
Los Conservadores son el corazón de la derecha popular y católica española. Generalmente viven en las grandes ciudades y tienen ingresos modestos. Los conservadores están apegados a la defensa de los valores cristianos, así como a la monarquía. Por ejemplo, se oponen al cambio de sexo, a la adopción por parte de parejas LGBT y al feminismo. Sin embargo, sus valores cristianos les llevan a ser más moderados en temas como la inmigración y la pena de muerte, a la cual se oponen. Además, es uno de los grupos de derecha que tiene opiniones más divididas en cuanto al liberalismo económico. Electoralmente, es uno de los pilares del PP, aunque una minoría de Conservadores muestra interés en Vox.
Los socialdemócratas
Los Socialdemócratas son un cluster intergeneracional y más creyente que el promedio, compuesto por empleados y obreros. Se destacan principalmente por tener posiciones poco marcadas en la mayoría de las principales divisiones que estructuran la sociedad española, incluyendo la relación con la Iglesia o la Monarquía. Sin embargo, son progresistas en términos de valores, rechazan la pena de muerte, defienden los derechos LGBT y son abiertos a los migrantes. Moderados y poco politizados, los Socialdemócratas forman parte de los votantes que dicen tener menos seguridad de ir a votar en las próximas elecciones. Sin embargo, cuando votan, generalmente lo hacen mayoritariamente por el PSOE. Para el 2023, Sumar y el PP parecen atraer a una pequeña parte de este grupo sin amenazar la hegemonía del PSOE.
Los arraigados
Este cluster está compuesto en su gran mayoría por trabajadores de clase popular: principalmente empleados u obreros. Los Arraigados son hostiles al cambio, ya sea progresista o reaccionario, se oponen a las ideas ecologistas y al progresismo cultural, aunque son bastante favorables a las políticas sociales. También expresan una fuerte demanda de orden, apegados a la autoridad y a tradiciones como las corridas de toros. Además, se oponen a un referéndum sobre la independencia de Cataluña, aunque defienden el Estado de las autonomías. Están poco politizados, pero participan frecuentemente en las elecciones. Los Arraigados votan de manera significativa para los partidos tradicionales, especialmente para el PSOE, pero también para el PP. Este grupo es donde el PSOE ha perdido más terreno a favor del PP y, en menor medida, de Vox.
Los laboristas
Este grupo intergeneracional, bastante acomodado y ateo, se ubica en la intersección entre la izquierda socialdemócrata y la izquierda radical: son anti-monarquía, pro-inmigración, a favor de impuestos sobre el capital y defienden los derechos de los trabajadores. Los Laboristas se destacan especialmente por su compromiso con las cuestiones sociales y por un apoyo menos fuerte al diálogo con los nacionalismos periféricos. También muestran menos interés en la ecología en comparación con los grupos más a la izquierda. Su voto se reparte entre el PSOE y Sumar.
Los antisistema
Este grupo singular entre los clusters de izquierda es muy joven, altamente educado, popular y poco religioso. Aunque sean muy favorables a la creación de empleos públicos y a la renta universal, los Antisistema son notablemente menos progresistas que otros grupos de la izquierda radical en ciertos temas sociales: inmigración, pena de muerte, animalismo y ecología. Son contrarios a la monarquía y a la Iglesia católica, pero son más propensos al diálogo con los nacionalismos periféricos y defienden el Estado de las autonomías. Lo que les caracteriza sobre todo es su rechazo al sistema y su menor politización. Cuando no se abstienen, suelen votar principalmente al PSOE y Sumar, y en menor medida a la izquierda republicana catalana o la CUP.
LOS ECLÉCTICOS
Mayoritariamente femenino y muy popular, el grupo de los Eclécticos tiene un bajo nivel educativo y está compuesto principalmente por trabajadores y empleados. Son muy creyentes pero poco practicantes, y están presentes en todo el territorio nacional. Los Eclécticos tienden a alejarse de las divisiones tradicionales y tienen su propia visión de la sociedad. En términos económicos, son bastante liberales y favorecen las privatizaciones. En cuanto a los temas de sociedad, combinan posiciones conservadoras y progresistas : son partidarios de la pena de muerte, defienden los derechos de los homosexuales y tienen una postura relativamente favorable hacia los migrantes. Este cluster está poco politizado y vota poco en las elecciones. Sin embargo, tradicionalmente, su voto se dirige hacia el PSOE y de manera marginal hacia el PP o la izquierda radical. Además, es el grupo en el que los defensores de los derechos de los animales reciben más apoyo.
Los anti-intervencionistas
Provenientes de la derecha, los Anti-intervencionistas se oponen categóricamente a cualquier forma de intervención estatal y al colectivismo. Su lema podría ser «Comunismo o libertad». Mayoritariamente son hombres acomodados, con profesiones liberales o jubilados, que viven en grandes ciudades, especialmente en Madrid y en el sur del país. Son muy favorables a las reducciones de impuestos y a las privatizaciones, y desean liberalizar la economía española. Además, apoyan firmemente a la Monarquía y a la Iglesia. A pesar de tener una tendencia natural hacia el conservadurismo y su defensa de la autoridad, su concepción liberal de la sociedad los lleva a adoptar posturas favorables a las libertades individuales, como apoyar la gestación subrogada (GPA) o la adopción por parte de parejas homosexuales. Los Anti-intervencionistas están muy movilizados en las elecciones y se dividen de manera equitativa entre Vox y el PP.
Los republicanos
Mayoritariamente rural, predominantemente masculino, acomodado y bastante joven, el cluster de los Republicanos es notablemente más liberal en términos económicos que otros grupos de la izquierda, oponiéndose a los programas de asistencia pública o a la imposición de impuestos sobre el capital. Los Republicanos tienen posiciones ambivalentes en temas de sociedad: apoyan la adopción homosexual o los derechos de los migrantes, pero son escépticos con el feminismo, el animalismo y las medidas ecológicas demasiado restrictivas. Son defensores declarados de una nueva República, apoyan el Estado de las autonomías, y su identidad se basa principalmente en el rechazo a la Monarquía y al clericalismo. Es en este grupo donde se encuentran la mayoría de los independentistas catalanes. A pesar de una abstención mayoritaria, su voto se reparte entre el PSOE, Junts, ERC y el PP.
Los enfadados
Los Enfadados son un cluster rural, predominantemente masculino y de clase trabajadora. Son poco religiosos y residen principalmente en el sur del país. Son antifeministas y conservadores en temas sociales. Por ejemplo, se oponen a la ampliación de derechos para las parejas homosexuales, y también están en contra de la inmigración y son partidarios de una mayor autoridad. Del mismo modo, son muy hostiles a la idea de un referéndum sobre la independencia de Cataluña. Sin embargo, son fuertemente opuestos a la Monarquía y a la Iglesia, lo que les acerca a los grupos de izquierda. Los Enfadados son ante todo antisistema y abstencionistas. Históricamente, estuvieron vinculados al PSOE, pero ahora se alejan de él en favor de Sumar, aunque también votan en menor medida por el PP y Vox.
Los patriotas
Los Patriotas representan la derecha española más radical y autoritaria. Es un grupo principalmente urbano, muy presente en el sur del país, más envejecido que el promedio, con un nivel de vida adecuado a pesar de tener un nivel educativo intermedio. Los Patriotas se caracterizan por tener posturas muy liberales en términos económicos, pero muy conservadoras en términos sociales. Son fervientemente monárquicos y tienen una hostilidad extrema hacia el independentismo catalán, que consideran su enemigo absoluto. Son partidarios de una restauración autoritaria de la sociedad española y del establecimiento de una monarquía absoluta, como barrera al progresismo cultural y a los enemigos internos. Se movilizan mucho durante las elecciones y votan abrumadoramente por Vox.
Conclusión
El análisis por clusters revela toda su potencia cuando se aplica a España. Recoge perfectamente los clivajes históricos del Estado-nación español y explica un cierto número de lógicas de desbordamiento que están al centro de la nueva polarización del campo político. También revela la naturaleza altamente competitiva de la democracia española. Por último, revela importantes diferencias con países vecinos comparables, como Italia y Francia.