¿Cómo ve el posible final del conflicto en Ucraina? 

Es muy difícil hacer predicciones. Lo más importante es que todos los socios están dispuestos a apoyar a Ucrania hasta la victoria. Eso es lo que realmente importa. Lo más importante es que permanezcamos unidos, que la Unión reúna los recursos de los Estados miembros para ayudar a Ucrania. Sigamos proporcionando a los ucranianos lo que necesitan, eso es lo más importante en estos momentos.

¿Cómo ve el papel de la Unión Europea en la próxima fase? La reconstrucción, el proceso de adhesión…

La Unión tiene un importante papel que desempeñar en la preparación de Ucrania no sólo para obtener y utilizar los fondos de reconstrucción, sino también para salir de la fase de reconstrucción y pasar a depender de los flujos comerciales y financieros normales. Es necesario que Ucrania cree un espacio jurídico equivalente al que tenemos en la Unión Europea. En última instancia, los criterios de adhesión deben ser tales que podamos decirles a nuestras empresas: pueden invertir en Ucrania, los tratarán con justicia. Eso es sumamente importante.

Tenemos las herramientas para ayudar a Ucrania a construir instituciones fuertes e independientes. Eso es lo que piden los ucranianos. En 2014, los manifestantes ondeaban banderas europeas, hoy este sigue siendo su objetivo general.

Sigamos proporcionando a los ucranianos lo que necesitan, eso es lo más importante en estos momentos.

KERSTI KALJULAID

¿Están haciendo lo suficiente los países de Europa Occidental? 

Me sorprende muy positivamente la rapidez con la que se ha producido el cambio. Después de la Zeitenwende en Alemania, el presidente Macron en Francia dijo en la conferencia de seguridad de Múnich que no podemos negociar con nadie en el Kremlin… Es un cambio radical, y los ciudadanos franceses y alemanes lo apoyan. El porcentaje de personas que apoyan a Ucrania y su solicitud de adhesión a la Unión sigue siendo alto en toda Europa, a pesar de la preocupación por la inflación y el aumento de los precios de la energía.

Si miramos la situación desde el punto de vista de Ucrania, las cosas no van lo suficientemente rápido: seguimos diciendo que vamos rápido en las acciones de la Unión, pero allí el tiempo se mide en vidas humanas, no en horas, días o semanas. La impaciencia de los ucranianos es perfectamente comprensible.

¿Cuál es la razón principal de esta lentitud percibida en términos de ayuda militar? 

Muchos políticos no creían que los ucranianos fueran capaces de resistir.

Recuerdo que hace un año, en Múnich, unos días antes de que comenzara la invasión, nos preguntábamos qué iba a pasar, si iban a luchar. Recuerdo que dije que llevaban ocho años preparándose porque sabían que iba a ocurrir. Yo estaba convencida de que lucharían duro. Se ganaron el derecho a ser apoyados por su valentía. Por supuesto, habría sido mejor que hubiéramos reaccionado más rápidamente. La historia es lo que es. Todo el mundo ha mirado el mapa y ha visto el tamaño de Rusia, pero comparemos las cifras: Ucrania tiene 40 millones de personas motivadas. Rusia tiene 140 millones, pero no están motivados en absoluto. Paradójicamente, los números están del lado de Ucrania. No deberíamos haber mirado el mapa y haber visto esta Rusia enorme, era un mito. Es un país con una economía comparable a la de España, que además depende en gran medida de la exportación de materias primas. No es una economía del siglo XXI. Esto no significa que no sean peligrosos.

La impaciencia de los ucranianos es perfectamente comprensible.

KERSTI KALJULAID

Polonia anunció un aumento significativo del gasto en defensa y el objetivo de construir el mayor ejército de Europa para 2030. ¿Tendrá esto repercusiones en la arquitectura de seguridad?

Todos los países europeos se están replanteando su gasto en defensa. Francia siempre ha mantenido un nivel alto, es la mayor potencia militar europea. Los finlandeses siempre han estado preparados, incluso cuando no formaban parte de la OTAN, y aunque siempre han tenido una retórica muy moderada hacia Rusia, en realidad tienen uno de los ejércitos de reserva mejor preparados de Europa, con el mejor sistema logístico para abastecerlo. Los países bálticos llevan tiempo gastando el 2% de su PIB en defensa, Estonia desde 2011, y ahora esta cifra está subiendo al 3%, algo necesario en el contexto actual.

Todos estamos haciendo más, pero creo que hay algunas capacidades que deben seguir siendo jurisdicción de la OTAN. Desde el punto de vista financiero, los Estados miembros podrían gastar de forma más equilibrada. La mejor autonomía estratégica, la mejor forma de que la Unión complemente a la OTAN, es la política de cohesión. Hemos dado varios pasos adelante, los tratados dicen que no debemos apoyar el gasto militar de los demás, pero ahora hemos dado el siguiente paso: estamos apoyando colectivamente el gasto militar de un tercer país. Veo con gran admiración las decisiones que se han tomado: ni siquiera nos apoyábamos mutuamente en el gasto militar y ahora apoyamos a un tercer país. Esta es la flexibilidad de la Unión, su verdadero valor añadido. 

La mejor autonomía estratégica, la mejor forma de que la Unión complemente a la OTAN, es la política de cohesión.

KERSTI KALJULAID

Si promovemos la cohesión, la cohesión social y el desarrollo económico, ¿por qué no promover la cohesión en defensa? El presupuesto europeo tiene una gran característica: desnacionaliza el dinero. Se contribuye al presupuesto y luego el dinero se distribuye en función de las necesidades y los proyectos. Si queremos desempeñar un papel más importante en la defensa europea, tenemos que hacer lo que mejor sabemos hacer, que es la cohesión. 

La mayoría de los países del flanco oriental tienen presupuestos pequeños, incluso si gastamos el 3% de nuestro PIB en defensa, podría ser suficiente para una defensa aérea de mediano alcance, pero no mucho más. La Unión tiene un papel que desempeñar si lo desea, pero no sería un papel técnico, táctico o estratégico en la planeación militar. Sería un papel financiero. Sería complementario de lo que hacemos en la OTAN.

¿Cuál es la principal lección de la guerra de Ucrania en términos de política de defensa?

La alta tecnología es buena, pero no debe ser tan cara que acabes teniendo diez veces menos armas que utilizar, porque si el otro bando tiene diez veces más, aunque sea baja tecnología, no podrás ganar. Todavía tenemos que centrarnos en crear una masa crítica.

¿Cree que Rusia sería capaz o estaría dispuesta a atacar a un país de la Unión?

Depende de lo que consideremos un ataque. Si se mira desde un punto de vista estrictamente militar, no creo que Rusia esté dispuesta a hacerlo. Creo que es consciente de que atacar a un Estado miembro de la OTAN o de la Unión provocará graves represalias y supondrá un grave riesgo para la propia Rusia.

Por otra parte, si hablamos de comunicaciones estratégicas destinadas a desacreditar a los políticos que han optado por acercar sus países a Occidente, Rusia es sin duda más que capaz de hacerlo. Tenemos ejemplos recientes, como las campañas de desprestigio contra ministros finlandeses tras su decisión de entrar a la OTAN. Tenemos pruebas concretas de que Moscú utiliza ese tipo de estrategia en los Estados europeos. En su primera reunión con Vladímir Putin en 2017, el presidente francés, Emmanuel Macron, dijo en una rueda de prensa en Versalles: «ustedes lo hicieron, interfirieron en nuestras elecciones, en nuestro proceso democrático». Si esto se ve como un ataque, entonces Francia es uno de los primeros objetivos: tratar de influir en una gran democracia que realmente importa, ahí es donde usas tus capacidades. En ese sentido, nadie puede decir «no estoy en peligro». Nadie, en ningún lugar, que apoye una visión del mundo libre y democrática está a salvo.

Francia es uno de los primeros objetivos: tratar de influir en una gran democracia que realmente importa, ahí es donde usas tus capacidades. Nadie puede decir «no estoy en peligro».

KERSTI KALJULAID

¿Cómo percibe la amenaza rusa en Moldavia?

Lo que está ocurriendo en Moldavia es típico de la estrategia de Rusia cuando quiere desestabilizar un país que aspira a un futuro europeo. Es un patrón que ya vimos en Georgia y en Ucrania en 2014. 

Moldavia se defiende. La presidenta Sandu, el gobierno, el Parlamento y el pueblo están convencidos de que el futuro del país está asegurado dentro de la Unión Europea y entre naciones libres y democráticas. No debemos dejarlos solos, ante todo debemos escuchar lo que dicen. Cada país tiene derecho a decidir su futuro. El quid del conflicto es que Rusia piensa que las grandes potencias pueden decidir el futuro de los que están cerca de sus fronteras, ya sea Moldavia o Ucrania. Debemos oponernos a ello.

¿En qué condiciones podría Rusia formar parte de la arquitectura de seguridad europea?

El pasado septiembre, alguien les hizo la misma pregunta a los ucranianos: en algún momento tendrán que tenderle la mano a Moscú. La pregunta la hizo un alemán. Y la respuesta fue: «lo haremos cuando hayan hecho el trabajo de memoria que ustedes hicieron en Alemania tras la Segunda Guerra Mundial».

Sólo podremos considerar que Rusia ha cambiado si enseña en sus escuelas todos los horrores de aquella agresión y todo lo que hubo en medio: Stalin, el Gulag, la ocupación de los Estados bálticos, la revolución húngara de 1956, la Primavera de Praga… Ese proceso es la única manera de cambiar profundamente la sociedad, como hizo la República Federal de Alemania después de la Segunda Guerra Mundial. Es posible y no tiene por qué llevar décadas o siglos, pero requiere una fuerte voluntad política.

Nosotros también tenemos que avanzar en esta dirección. Tras el colapso de la Unión Soviética, deberíamos haber establecido condiciones para el comercio con Rusia. Los países occidentales deberían haber dicho: «Queremos ver sus libros de texto». No lo hicimos y dejamos a los demócratas rusos a su suerte.

Tras el colapso de la Unión Soviética, deberíamos haber establecido condiciones para el comercio con Rusia. Los países occidentales deberían haber dicho: «Queremos ver sus libros de texto».

KERSTI KALJULAID

Para nosotros era incomprensible, pero era cómodo ignorarlo. La Unión Soviética había desaparecido. Todo estaba detrás de las cortinas. En cierto modo, tengo la impresión de que Occidente contribuyó a ello: ustedes celebran el Día de la Victoria en Europa el 8 de mayo. Es doloroso: para nosotros, la Segunda Guerra Mundial terminó en 1991.

Los países de Europa Central y Oriental están en primera línea de la respuesta a la guerra en Ucrania. ¿Se está desplazando hacia el Este el centro de gravedad de Europa?

No puedo juzgar la percepción que tiene Occidente de los países del Este. Me di cuenta de que, en 2013, cuando llevábamos nueve años siendo miembros de la Unión, todavía se nos llamaba «nuevos Estados miembros». Recuerdo que ese año me pasé recordando a todo el mundo que no nos llamaran «nuevos Estados miembros», porque cuando ingresamos en 2004, nadie llamaba «nuevos Estados miembros» a Finlandia, Suecia y Austria. Desde nuestro punto de vista, nunca nos hemos sentido miembros de segunda clase, y lo digo también desde mi experiencia como miembro del Tribunal de Cuentas Europeo. 

Siempre he sentido que participábamos en todas las acciones europeas. En ningún ámbito los países de Europa del Este se han apartado de las políticas y objetivos comunes de la Unión.

¿Existe el riesgo de que Estados Unidos se desvincule de Ucrania en el contexto de las elecciones de 2024 y de que haya un mayor pivote hacia la región Asia-Pacífico?

Trabajaremos con el presidente electo de cada país libre y democrático. Recuerdo que, durante la presidencia de Trump, a pesar de una comunicación errática, se dedicó una atención concreta a los países de Europa del Este. La administración prestó mucha atención a la iniciativa de los Tres Mares para asegurarse de que los países de Europa del Este obtuvieran el capital que necesitaban, sin condiciones ni de parte de China ni de Rusia. El vicepresidente Pence visitó Tallin muy pronto, en julio de 2017, exactamente igual que hizo el presidente Obama en 2014, con el mismo mensaje: todas las capitales importan. En ese sentido, no hubo una ruptura importante con la administración anterior.

Durante la presidencia de Trump, a pesar de una comunicación errática, se dedicó una atención concreta a los países de Europa del Este. 

KERSTI KALJULAID

Pero yo cuestionaría el papel y el compromiso de la Unión Europea. Nuestra tarea es ocuparnos de nuestra propia vecindad. Así es como nos aseguraremos de que Estados Unidos sea libre de comprometerse en la región Asia-Pacífico, para que finalmente prevalezca el mundo libre y democrático. Para todos los países democráticos, el enemigo común son todos los países autocráticos. Debemos prevalecer. Para ello, todos deben ser fuertes y capaces de defenderse. Como dijo el Alto Representante Borrell en su primer discurso en la Conferencia de Seguridad de Múnich, si quieres que te escuchen, tienes que tener las capacidades necesarias. Una declaración bastante contundente para un funcionario europeo.

La agresión de Rusia contra Ucrania nos ha despertado y nos ha hecho reflexionar sobre cómo podemos defendernos y defender nuestra visión del mundo en el continente. Ahora estamos avanzando en la dirección correcta, esperemos que con bastante rapidez. Los gobiernos están pensando en cómo producir más equipamiento militar y cómo reforzar nuestras industrias. ¿Por qué necesitamos que sucediera esta agresión para hacerlo? Si al menos hubiéramos visto lo que estaba pasando en 2008, probablemente habríamos podido ayudar a Ucrania mucho más rápido, pero al menos ahora somos plenamente conscientes y estamos trabajando para fortalecernos, lo que permite a Estados Unidos trabajar con socios en el Pacífico.

Para todos los países democráticos, el enemigo común son todos los países autocráticos.

KERSTI KALJULAID

¿Ha cambiado la postura de la Unión hacia China en el contexto de la guerra en Ucrania?

Sí, estoy segura de que todo el mundo ha comprendido que todos los autócratas están observando cómo estamos gestionando el conflicto. Hemos aprendido de ello. Ésta es otra razón por la que no podemos permitirnos transigir en Ucrania: no sólo sería injusto, sino que además iría en contra de nuestros propios intereses.

¿Cree que China está realmente dispuesta a mediar entre Ucrania y Rusia? 

Podría hacerlo, pero no creo que quiera. La situación es perfecta para Pekín. Rusia depende cada vez más de China, en tecnología, mercados, recursos… No hay límites. Rusia se está convirtiendo en un Estado vasallo de China. Creo que esta cuestión debe estar en el centro de las preocupaciones rusas. Tienen que encontrar una salida a la situación en la que se han encerrado. No hay salida para Putin, pero puede haberla para el resto del régimen.

Tendremos que seguir muy de cerca cualquier cambio.

La Unión se centra acertadamente en el flanco oriental, pero ¿no es necesario también un compromiso más activo con el sur?

Los países del sur de la Unión han comprendido muy bien lo que está en juego en el conflicto de Ucrania. Además, los países del Este se vuelven cada vez más hacia el Sur. En Estonia, tras nuestra campaña para convertirnos en miembro del Consejo de Seguridad de la ONU en 2020, hemos definido nuestra primera estrategia para África. Trabajamos con la Unión Africana y Smart Africa, sobre todo porque Estonia es un país pequeño, representamos el 0.01% de todo el dinero que los países europeos aportan juntos en ayuda al desarrollo. Es una gota en el mar. Pero si utilizamos nuestros recursos a través de Smart Africa para ayudar a los africanos a comprender las posibilidades del desarrollo digital, tenemos un valor. Ese es para mí el espíritu europeo: nosotros miramos al Sur, el Sur mira al Este. Cuanto más difíciles son los tiempos, más rápida es la reacción, más inmediata la comprensión.

Ese es para mí el espíritu europeo: nosotros miramos al Sur, el Sur mira al Este.

KERSTI KALJULAID

¿Cree que los países de Europa del Este deben desempeñar un papel más importante en la vecindad meridional? 

La cuestión es qué significa un papel más importante. Si nos fijamos en Frontex, per cápita, Estonia ha sido el mayor contribuyente o uno de los mayores. Sólo tenemos un avión de vigilancia, y durante la crisis migratoria estuvo en el Mediterráneo. Invertimos el 100% en Frontex. La policía y los guardacostas estonios se turnan constantemente en la región. Muy a menudo vamos incluso más allá de lo que podemos hacer sobre el papel. Nos preocupa lo que ocurre en las fronteras meridionales y somos de los que creen que el trabajo conjunto en el control de fronteras es extremadamente importante para garantizar que somos capaces de defender colectivamente las fronteras exteriores, que es la única garantía de que la frontera interior del espacio Schengen pueda seguir siendo invisible, y eso es lo que todos queremos.

¿Tienen los países fronterizos del sur un lugar en la comunidad política europea?

Eso depende de lo que esta Comunidad quiera conseguir. Si se trata de una reunión de países que tienen aspiraciones europeas o a los que se invita a prepararse para la adhesión, no podemos meterlo todo en el mismo saco. Incluso en la Asociación Oriental, el ámbito es demasiado amplio: tenemos países que actualmente forman parte de la Unión Económica Euroasiática y países que aspiran a ingresar a la Unión y a la OTAN. Yo sería más específica sobre cada país.

En este sentido, aprecio la nueva estrategia francesa para África, que dice que no estamos hablando de África, sino de naciones individuales con diferentes aspiraciones, expectativas y relaciones con Europa.

Al mismo tiempo, si nos fijamos en lo que ha estado haciendo la Unión Europea desde que Federica Mogherini se convirtió en Alta Representante, hemos canalizado nuestro enfoque común a través de la Unión Africana. Esto quizás haya influido en un enfoque más centrado en el Estado de derecho en el continente. Vemos cómo lo supranacional repercute en lo nacional, mientras que en Europa es al revés. Queremos que los países respeten el Estado de derecho según nuestras normas y entonces los aceptamos en el club. Es importante comprender todas esas diferencias y creo que ahora nuestra estrategia es más clara: los Estados tratan con los Estados, la Unión Europea se centra en la Unión Africana. Este es un enfoque muy bueno.

Ahora nuestra estrategia con África es más clara: los Estados tratan con los Estados, la Unión Europea se centra en la Unión Africana.

KERSTI KALJULAID

El los meses que vienen, los líderes europeos tendrán que definir una nueva agenda estratégica para los próximos cinco años. ¿Cuáles deberían ser las principales prioridades?

Para mí, una primera cuestión es si queremos continuar con esta cohesión militar para ayudar a Ucrania. En caso afirmativo, necesitamos liberar recursos si queremos hacer más. Si pienso en la forma en que gestionamos nuestra política de cohesión -el Fondo Europeo de Desarrollo Regional, el Fondo Social Europeo-, el hecho de que alguien pueda seguir siendo beneficiario durante infinitos periodos es un problema. De hecho, se te recompensa si no converges lo suficientemente rápido. 

Deberíamos fijar un límite para las dotaciones de cohesión. Quizá dos o tres periodos antes de abandonar las dotaciones individuales y concentrarnos más en lo que antes se llamaban Grandes Proyectos, que son esencialmente supranacionales, donde la Unión aporta un verdadero valor añadido. La acción europea no tiene mucho valor añadido en los proyectos individuales de los distintos Estados miembros en comparación con lo que puede hacer si se centra en grandes infraestructuras supranacionales, por ejemplo, parques eólicos, proyectos medioambientales que, por definición, no tienen fronteras… Las mejores partes del presupuesto son los gastos supranacionales. Por ejemplo, la investigación y el desarrollo, una parte fantástica del presupuesto europeo que realmente no tiene carácter geográfico. Pero cuando el marco financiero plurianual llega al Consejo para su aprobación, ¿dónde están los mayores recortes? Todo el mundo quiere preservar su propia dotación. Deberíamos ser capaces de superar esta dificultad.