Puntos claves
  • Por primera vez, el resultado de estas elecciones depende tanto de factores internos -ya que el país lucha por recuperarse de las dificultades económicas agravadas por el terremoto de febrero- como externos -por el papel que Ankara pretende desempeñar a escala regional y mundial-.
  • Pero el deseo de poner fin a la era Erdoğan no parece ser un argumento suficiente para convencer a la mayoría del electorado turco; su mayor temor es que las cuestiones no resueltas entre los partidos de la oposición (CHP, IYI, Deva, Saadet, DP y GP) lleven al país a una fase de profunda inestabilidad interna, haciéndolo vulnerable a los numerosos desafíos de los próximos años.
  • En el plano internacional, si bien la hiperactividad turca ha reportado beneficios políticos y económicos, también ha acentuado, al mismo tiempo, ciertas rivalidades interestatales.

Aunque tras los terremotos que asolaron Turquía a principios de febrero se propuso aplazar las elecciones, éstas se han fijado para el 14 de mayo. En un año en el que la República celebra el centenario de su fundación, se pide a casi cincuenta y tres millones de turcos que elijan entre la continuidad del presidente Recep Tayyip Erdoğan, en el poder ininterrumpidamente desde 2003, y la apertura de una nueva página en la historia política moderna de Turquía. Durante los 20 años de gobiernos encabezados por el AKP, ha habido muchos casos de vueltas electorales decisivas. El propio Erdoğan, cuya estrategia electoral durante más de una década ha consistido en presentar la votación como un referéndum centrado en su persona -más que en la plataforma electoral-, ha alimentado la polarización del marco político turco mediante una narrativa basada en el «nosotros» frente a «ellos». Sin embargo, en comparación con las elecciones de los últimos años, la votación de mayo presenta sin duda algunas características nuevas, que permiten considerarla como un claro punto de inflexión para el presente y el futuro de Turquía. 

El primer elemento a recordar es la importancia simbólica que asume un siglo después del nacimiento de la República a manos de Mustafa Kemal; el «padre de los turcos» (Atatürk) es, en efecto, la figura política con la que los observadores, especialmente los occidentales, tienden a menudo a comparar a Erdoğan, subrayando las diferencias -principalmente identitarias- y oscureciendo los mecanismos comunes de gestión del poder. Esta narrativa predominante, centrada en la cesura que supuestamente ha operado el actual presidente en relación con el pasado, corre el riesgo de alimentar una visión demasiado simplista. El resultado es una tendencia a analizar la política turca únicamente en términos de enfrentamiento entre las visiones kemalista y erdoganista, o entre turcos laicos y conservadores. Sin embargo, las políticas llevadas a cabo por los dos líderes turcos presentan una complejidad mayor de la que se suele considerar, con una multiplicidad de puntos de contacto que muestran una continuidad histórica entre la epopeya kemalista y las dos décadas de Erdoğan. En otras palabras, el elemento identitario es sin duda necesario, pero no suficiente para comprender las dinámicas sociopolíticas del país.

Erdoğan, cuya estrategia electoral durante más de una década ha consistido en presentar el voto como un referéndum centrado en su persona, ha alimentado la polarización del marco político turco a través de una narrativa basada en el «nosotros» frente a «ellos».

FEDERICO DONELLI

El segundo elemento a tener en cuenta para la votación del 14 de mayo es el contexto internacional y el papel que Turquía pretende desempeñar en él. La invasión rusa de Ucrania no ha hecho sino acelerar dinámicas sistémicas que ya estaban presentes desde hace tiempo. El orden liberal atraviesa desde hace más de una década una profunda fase de transición en busca de una configuración aún difícil de definir y predecir. En este marco, cada vez más volátil y permisivo debido a la ausencia de una o varias grandes potencias capaces de detentar y ejercer el poder, actores emergentes como Turquía se han beneficiado de nuevos espacios y oportunidades para labrarse un papel cada vez menos marginal en muchas cuestiones internacionales. En particular, el país anatolio ha logrado adquirir una posición de intermediario indispensable en muchas crisis, especialmente a través del cuadrante afroeuroasiático. El voto será, por tanto, una elección no sólo sobre la dirección que tomará Turquía internamente, sino también sobre el papel que Ankara querrá desempeñar internacionalmente, sobre sus alianzas y sobre las opciones estratégicas para los próximos años.

1 – ¿Sigue contando Erdoğan con un fuerte apoyo electoral? 

Lo que convierte a estas elecciones en un verdadero punto de inflexión es que nunca el consenso en torno a Erdoğan y la élite política vinculada a él se había reducido tanto como en los últimos meses.

En efecto, la gestión económica y financiera del ejecutivo de Erdoğan ha debilitado a una parte de su electorado, en particular a la clase media y a los más expuestos al alza constante de los precios. Los últimos años, marcados por una creciente centralización del poder -institucionalizada a través de la transición del sistema parlamentario al presidencialismo-, han creado un sistema de gobierno unipersonal, favorecido la erosión de las instituciones y la represión de las formas de disidencia. El proceso de regresión democrática, justificado por situaciones de emergencia -atentados terroristas, golpe de Estado fallido, crisis pandémica- ha creado malestar y desafección entre el electorado del AKP, además de alimentar la tensión social general.

El proceso de regresión democrática, justificado por situaciones de emergencia -atentados terroristas, golpe de Estado fallido, crisis pandémica- ha creado malestar y desafección entre el electorado del AKP.

FEDERICO DONELLI

Los signos de la creciente desafección hacia Erdoğan ya se habían visto en las elecciones locales de 2019, cuando los candidatos de la coalición mayoritaria (AKP-MHP) perdieron en las tres principales ciudades del país: Estambul, Ankara e Izmir. A ello se sumó el dramático terremoto de febrero que asoló provincias donde Erdoğan siempre había gozado de un amplio apoyo. Las numerosas responsabilidades políticas del gobierno, tanto en la falta de prevención como en la ineficaz respuesta en las horas posteriores a los primeros temblores, han puesto de manifiesto, trágicamente dada la situación en las provincias del sur del país, las muchas debilidades e incoherencias de la Turquía que Erdoğan proyecta en el interior como en el exterior.

El impacto que dicha gestión tendrá en la elección del voto es, por tanto, una variable adicional en unas elecciones siempre difíciles de descifrar. Sin embargo, cada vez son más los turcos que consideran necesario un cambio político, que va desde la reforma constitucional, con una vuelta al parlamentarismo, hasta la ampliación de la representación política mediante la reducción del umbral electoral en este escrutinio proporcional (actualmente está fijado en el 7%).

© AP Foto/Emrah Gurel

2 – ¿Cuál es el estado de salud de los partidos de la oposición? 

Mientras tanto, hoy como ayer, muchos votantes turcos están preocupados y confusos ante la idea de una Turquía post-Erdoğan. Los partidos de la oposición, aunque expresen su voluntad de cooperar en un posible ejecutivo, muestran muchas y profundas diferencias. El deseo de poner fin a la era Erdoğan no parece ser un argumento suficiente para convencer a la mayoría del electorado turco; su mayor temor es que las cuestiones no resueltas entre los partidos de la oposición (CHP, IYI, Deva, Saadet, DP y GP) lleven al país a una fase de profunda inestabilidad interna, haciéndolo vulnerable a los numerosos desafíos de los próximos años.

Por tanto, todas estas consideraciones deben tenerse en cuenta en la fragilidad del sistema político turco. La Turquía actual lleva las marcas del autoritarismo en competencia con las oposiciones; el proceso electoral será, por tanto, injusto, pero seguirá siendo competitivo. En efecto, el terreno de juego es muy desigual entre los candidatos: la exposición mediática, tanto pública como privada, está casi totalmente monopolizada por la coalición en el poder. El ejecutivo ha adoptado medidas que dificultarán aún más a la oposición el control de todo el proceso electoral. El nombramiento de jueces del Consejo Supremo Electoral próximos a la coalición gobernante también ha erosionado los ya débiles controles y equilibrios. En otras palabras, Erdoğan se ve favorecido, pero el resultado de la votación sigue abierto y no es una conclusión inevitable. Por ello, las elecciones serán uno de los principales acontecimientos políticos de 2023 para Turquía.

La Turquía actual lleva las marcas del autoritarismo en competencia con las oposiciones, por lo que el proceso electoral será injusto, pero seguirá siendo competitivo.

FEDERICO DONELLI

3 – ¿Cuál es el verdadero estado de salud de la economía turca?

Las recetas promovidas en los últimos años por el ejecutivo y la reducción gradual de la autonomía del Banco Central han llevado la inflación al 85% -la más alta desde el comienzo del nuevo milenio, y han hecho caer en picado el valor de la lira-.

El coste de la vida aumentó significativamente, sobre todo para los sectores más débiles de la sociedad, pero la disminución del poder adquisitivo también afectó a la clase media, cuyos ahorros perdieron valor rápidamente. La oposición ha criticado repetidamente la política económica del ejecutivo, basada en ideas poco ortodoxas, especialmente en el ámbito de los tipos de interés, y ha situado en el primer lugar de la agenda política una revisión completa de las medidas adoptadas en el marco de los «Erdoganomics».

4 – ¿Cómo evoluciona Turquía en un contexto internacional en profunda mutación?

Antes de que el terremoto trastornara la vida de millones de turcos y sirios, la campaña electoral de Erdoğan se centró casi exclusivamente en la política exterior y el papel de Turquía en multitud de crisis internacionales, desde Ucrania a Somalia, pasando por Libia y Siria. La elección del ejecutivo fue doble: por un lado, potenciar su implicación en múltiples escenarios, no sin coste, y por otro, distraer al electorado de los numerosos problemas internos. 

El activismo turco de los últimos años no ha estado exento de zonas de sombra y ambigüedades; en primer lugar, en su relación con los socios occidentales tradicionales. La búsqueda por parte de Turquía de una mayor autonomía estratégica y el equilibrio cada vez más precario en sus relaciones con Moscú han llevado a la multiplicación de malentendidos y, en algunos casos, a la aparición de verdaderos desacuerdos con Estados Unidos. La votación de mayo podría consolidar las tendencias actuales o interrumpirlas. Sin embargo, es ilusorio pensar que el país pueda volver a una política exterior pre-Erdoğan. El sistema internacional, el orden regional y las estructuras internas de Turquía son radicalmente diferentes de lo que eran a finales de los años 1990. Además de sus relaciones con Rusia y Estados Unidos, Turquía tendrá que definir su posición frente a la cada vez más influyente y poderosa China. En los próximos años, en una lógica de competencia global, será crucial para Estados Unidos y sus aliados no perder el apoyo de Ankara, por problemático y voluble que sea.

Es ilusorio pensar que el país pueda volver a una política exterior pre-Erdoğan.

FEDERICO DONELLI

5 – ¿Pueden reavivarse las relaciones entre Turquía y la Unión Europea?

En los últimos años, las relaciones entre Turquía y la Unión Europea han pasado por una fase de distanciamiento mutuo. 

Los factores que han determinado principalmente el enfriamiento de las relaciones son la regresión democrática interna del país anatolio y la política de Turquía en el Mediterráneo Oriental, percibida por los países europeos como altamente desestabilizadora. Sin embargo, estas fricciones han ido acompañadas del mantenimiento de importantes relaciones económicas y comerciales -los países de la Unión siguen siendo el principal socio de Turquía- y de la cooperación en materia de flujos migratorios. 

© AP Foto/Ali Unal

La cuestión migratoria no sólo pone de manifiesto todas las contradicciones europeas, sino que constituye uno de los puntos débiles de la Unión, que ha subcontratado de facto el control de parte de sus fronteras a Turquía, ofreciendo al régimen de Erdoğan una palanca de influencia y presión. Sea cual sea el resultado de la votación, las relaciones entre la Unión y Turquía deberán replantearse por completo en los próximos años, tal vez mediante el desarrollo de un nuevo marco de asociación que vaya más allá de la mera unión aduanera. 

6 – ¿Qué futuro para los compromisos exteriores de Turquía?

Una de las características de la política exterior turca en los últimos años ha sido la ampliación de sus orientaciones. De una política exterior orientada exclusivamente hacia Occidente, Turquía se ha abierto gradualmente a regiones que durante mucho tiempo fueron ignoradas, como Oriente Próximo, los Balcanes y África.

Si la hiperactividad turca ha reportado beneficios políticos y económicos, también ha acentuado, al mismo tiempo, ciertas rivalidades interestatales. Ante una situación interna precaria por la salud de la economía y la extrema polarización política, se plantean muchas dudas sobre la capacidad de Turquía para cumplir los compromisos que ha adquirido en varios frentes. En otras palabras, es posible que Ankara se enfrente al peligro de la sobrecarga. Al mismo tiempo, el resultado de las elecciones tendrá importantes consecuencias para la posición estratégica de Turquía en Siria, Libia y Somalia, donde Turquía desempeña un papel importante. 

7 – ¿Cuáles son las perspectivas para la población kurda?

Los kurdos, que hoy representan casi el 20% de la población turca, llevan mucho tiempo marginados y discriminados. Pocos años después de la fundación de la república, Mustafá Kemal lanzó una serie de políticas asimilacionistas destinadas a erradicar la identidad kurda del territorio turco, sobre todo en las provincias orientales de Anatolia. Las relaciones entre la población kurda y las autoridades turcas se deterioraron aún más a principios de los años 1980 con la formación de la organización terrorista PKK. La lucha armada por la independencia del Kurdistán turco desencadenó un ciclo de violencia que costó decenas de miles de vidas. 

Desde principios de los años 2000, la situación de los kurdos en Turquía ha mejorado ligeramente, gracias a algunas iniciativas para reconocer la lengua kurda y los derechos culturales. Muchos kurdos han apoyado y siguen apoyando al partido de Erdoğan, pues consideran que la identidad conservadora común es una solución plausible para reducir las diferencias étnicas y la discriminación. Después de 2016, el conflicto entre las autoridades turcas y el PKK volvió a intensificarse debido a factores internos y externos al país. La aparición de formaciones kurdo-sirias (PYD, YPG) a lo largo de las zonas fronterizas con Siria, consideradas una expresión directa del PKK, llevó a Ankara a lanzar una serie de operaciones militares en territorio sirio. Al mismo tiempo, la formación de una alianza política entre el AKP y el partido nacionalista MHP impulsó al ejecutivo a aplicar una política más agresiva en las regiones orientales de Anatolia, con el objetivo de neutralizar a las formaciones del PKK que se movían entre Siria e Irak. 

Muchos kurdos han apoyado y siguen apoyando al partido de Erdoğan, pues consideran que la identidad conservadora común es una solución plausible para reducir las diferencias étnicas y la discriminación.

FEDERICO DONELLI

La cuestión kurda sigue siendo una de las más importantes y divisorias de la política turca. Ambas coaliciones intentan atraer a los votantes kurdos. El AKP sigue jugando la carta de la afinidad religiosa, especialmente con los kurdos más conservadores, pero está perdiendo su atractivo para la generación más joven, progresista y cada vez más desilusionada, que ve en el HDP, de inspiración kurda e izquierdista, la única alternativa real. Este último no forma parte oficialmente de la coalición de partidos de la oposición, ya que su participación directa alejaría a muchos votantes del CHP y el IYI que, debido a su kemalismo, tienen dificultades para adoptar nuevas posturas hacia la causa kurda.

© Pool Photo via AP

8 – ¿Qué ha pasado con el poder blando turco?

Entre 2005 y 2013, el uso por parte de Turquía de instrumentos de poder blando, especialmente en la consolidación de las relaciones con los países vecinos, atrajo mucha atención de académicos, políticos y observadores. Además de su atractivo derivado de su candidatura a la Unión Europea y sus excelentes resultados económicos, Turquía ha ganado visibilidad al establecer relaciones con Oriente Medio, África y los Balcanes. Desde la apertura de escuelas y cursos de lengua turca, pasando por la emisión de series de televisión, hasta la restauración de mezquitas otomanas y lugares históricos, Ankara ha aprovechado las afinidades histórico-culturales, al tiempo que promocionaba sus empresas nacionales (como Turkish Airlines) ante el mundo. 

Posteriormente, debido a diversos factores, el ejecutivo turco optó por un retorno gradual al poder duro, como demuestra la llamada doctrina Erdoğan. Las intervenciones militares en Siria, el aumento de la inversión en el sector de la defensa y la apertura de puestos avanzados en Somalia y Qatar son características de una nueva idea estratégica. Frente al resurgimiento de la dimensión dura del poder, el uso del poder blando no ha desaparecido, sino que ha cambiado, adoptando cada vez más la forma del poder inteligente turco, que utiliza simultáneamente una multiplicidad de instrumentos blandos y duros. 

A pesar de lo que pudiera pensarse, los recientes acontecimientos en el país, especialmente la regresión democrática, no han afectado a la fascinación y admiración de que goza Turquía en muchas partes del mundo, tanto musulmanas como no musulmanas. En perspectiva, este último aspecto, unido a la regresión democrática interna, podría hacer que la dimensión blanda del poder turco adquiera una configuración más «afilada», siguiendo el ejemplo de China.

9 – ¿Cuál es el papel de Turquía en el conflicto ucraniano?

Turquía ha adoptado en muchos sentidos una posición ambigua en Ucrania. Aunque Ankara no ha dudado en proporcionar ayuda militar a Kiev, incluidos los famosos drones de combate TB2 de producción propia, ha mantenido estrechos lazos económicos y diplomáticos con Rusia. El objetivo de Ankara en los últimos meses ha sido equilibrar sus relaciones con Rusia y Ucrania, a riesgo de ser malinterpretada, especialmente por sus aliados de la OTAN. 

El objetivo de Ankara en los últimos meses ha sido equilibrar sus relaciones con Rusia y Ucrania, a riesgo de ser malinterpretada, especialmente por sus aliados de la OTAN. 

FEDERICO DONELLI

Detrás de la postura turca hay tanto consideraciones relacionadas con las oportunidades que ofrece el contexto internacional como valoraciones pragmáticas determinadas por sus intereses económicos y estratégicos en Ucrania y otros países de la región; por ejemplo, Anjara se considera directamente responsable de la población tártara de Crimea. 

Al tratar de entender las opciones turcas, también hay que tener en cuenta la relación construida por Ankara con Moscú, y más concretamente por Erdoğan con Putin. Ambos líderes han optado por un compromiso constante, que implica múltiples escenarios pero con límites bien definidos, el principal de los cuales es la legitimidad interna. Además, un aspecto especialmente querido por la actual élite política turca, el mantenimiento de las relaciones con Rusia ha sido considerado durante varios años como necesario para la búsqueda de una mayor autonomía estratégica; la idea es que a través de un equilibrio en las relaciones con los principales actores internacionales es posible maximizar los propios intereses y ganancias. 

Volviendo al conflicto ucraniano, cabe destacar que la postura adoptada por Ankara tiene como objetivo que ésta desempeñe el papel de interlocutor privilegiado, o incluso de mediador del conflicto en un futuro próximo. En teoría, mantener un canal directo de diálogo con Moscú redunda en interés de la OTAN, tanto para abrir posibles negociaciones como para reducir el riesgo de que el conflicto se extienda al Mar Negro y al Mediterráneo. Sin embargo, la postura turca ha levantado las iras de varios socios de la OTAN, que ven en el comportamiento del ejecutivo de Erdoğan una prueba más de su falta de fiabilidad.

10 – ¿Cuál podría ser el impacto del terremoto?

Los violentos terremotos que sacudieron las provincias del sur de Turquía y las regiones del norte de Siria en la noche del 5 al 6 de febrero también tuvieron un impacto en la agenda política de Ankara. Este acontecimiento catastrófico, el más mortífero de la historia reciente de Turquía, tuvo un impacto inmediato en la política nacional; los terremotos pusieron de manifiesto las debilidades del sistema hipercentralizado deseado y dirigido por el presidente Erdogan, sobre todo en materia de preparación ante catástrofes y planificación urbana. Las numerosas deficiencias de las autoridades turcas, y en particular de la Agencia de Emergencias y Catástrofes (AFAD), se han visto agravadas por años de políticas irresponsables. 

Los seísmos han puesto de manifiesto las debilidades del sistema hipercentralizado deseado y dirigido por el presidente Erdogan, sobre todo en materia de preparación ante catástrofes y planificación urbana. 

FEDERICO DONELLI

Estos problemas, tanto a nivel local como nacional, tienen su origen en la extendida cultura de la amnistía y en los estrechos vínculos clientelares establecidos por las élites políticas del AKP con el lucrativo sector de la construcción. Sólo unos meses después de las elecciones, el terremoto obligó al presidente Erdogan y a su coalición gobernante (AKP-MHP) a revisar por completo sus planes de campaña, que hasta principios de febrero se habían centrado casi exclusivamente en la política exterior. 

Como ha ocurrido a menudo durante sus años en el poder, la línea que separa la política interior de la exterior es muy difusa para Erdogan. Por ello, los efectos del terremoto en el ámbito interno repercutirán en la proyección internacional del país anatolio.