Para todos, Giorgia Meloni ya es una Presidenta del Consejo en potencia. Las encuestas llevan semanas hablando claramente al respecto: hay una gran probabilidad de que ocurra una victoria de centro-derecha, una mayoría absoluta de escaños en el Parlamento y Hermanos de Italia (Fratelli d’Italia), el primer partido de la coalición. Por esta razón, Meloni es el centro del interés nacional e internacional, de los medios de comunicación y de la agenda política. Sin embargo, hasta que no haya certeza sobre los resultados, se debe actuar con cierta cautela metódica. La política italiana suele hacer movimientos inesperados, investigaciones judiciales repentinas y destruir alianzas al formar gobiernos; sin mencionar el contexto económico e internacional en el que se desarrolla el voto italiano: crisis energética, inflación disparada, guerra en Ucrania, deglobalización económica, el empeoramiento de las relaciones con China, la inevitable subida de las tasas de interés y el aumento del costo de la deuda… en resumidas cuentas, la creciente influencia de restricciones externas (financieras, atlánticas, europeas) en la política interna.
Estas elecciones son diferentes a las habituales porque se celebran en otoño (por primera vez en Italia), lo que hace más difícil predecir la participación, y porque se llevan a cabo en medio de la transición de una emergencia, la pandemia, a otra, la emergencia económica. Los partidos se arriesgan a pagar un precio muy alto por cualquier error en la campaña electoral y en el proceso de conformar un gobierno. Así lo ha demostrado el centro-izquierda tras el colapso del gobierno de Draghi, con la ruptura de la alianza a pocas semanas de la votación y la fragmentación en tres secciones: el centro de Calenda, el Partido Democrático aliado con los Verdes y la Izquierda italiana y el Movimiento 5 Estrellas. Es una fragmentación que condenará, casi con toda seguridad, al centro-izquierda a la derrota. La coalición de derechas también tiene sus divisiones, sobre el apoyo a Ucrania, sobre el programa económico, sobre la reforma de la justicia, pero, hasta ahora, ha logrado crear un frente electoral unido que, seguramente, la llevará al gobierno. Sin embargo, tal vez los analistas están dando mucho por sentado al olvidar, por ejemplo, lo crucial que es el papel del presidente de la República en la composición del gobierno. Por eso, es importante considerar los posibles escenarios o panoramas.
1.
El resultado con mayor probabilidad es aquel en el que todo el mundo tenga en mente lo siguiente: una mayoría absoluta para el centro-derecha, con Fratelli d’Italia como el partido con más votos y también como el primer partido en general en términos de escaños y de formación de una coalición para gobernar, y Giorgia Meloni como Presidenta del Consejo.
2.
El segundo escenario es aquel en el que las divisiones en la coalición ganadora de centro-derecha empiecen a aflorar desde la formación del nuevo gobierno. Puede que, por ejemplo, Salvini y Berlusconi traten de bloquear a Meloni, proponiendo buscar otro nombre para la jefatura del gobierno. En ese momento, la pelota pasaría a Mattarella, quien podría ya sea dejar que Meloni negocie con sus socios de coalición para hacer un trato o encontrar una alternativa para el cargo de Presidente del Consejo al frente de una mayoría de centro-derecha.
3.
El tercer escenario implica una victoria ajustada del centro-derecha, con mayoría absoluta, pero de pocos escaños, o sin mayoría en una de las dos cámaras, probablemente el Senado. En este caso, Fratelli d’Italia sería el primer partido de la coalición de centro-derecha en términos de votos, pero no en términos absolutos, ya que el Partido Democrático probablemente estaría a la delantera. En este punto, el Jefe de Estado tendría dos opciones: favorecer la creación de un ejecutivo de centro-derecha, aunque fuera débil, o avanzar de nuevo hacia una gran coalición, con la derecha como núcleo fundacional de la mayoría, pero con los centristas y, probablemente, con el Partido Democrático. En este caso, el primer ministro sería un técnico o una figura super partes. Mattarella se enfrentó a situaciones similares en la legislatura pasada: en la formación del gobierno Conte I, se apoyó en el criterio del partido con más votos (en aquel momento, era el Movimiento 5 Estrellas) porque ninguna coalición tenía mayoría absoluta de escaños; en la creación del gobierno Conte II, en cambio, los números de la mayoría de gobierno eran bastante escasos; con el gobierno Draghi, tuvo que favorecer una mayoría de gobierno de unidad nacional. Obviamente, se trata de un escenario marginal, que hoy parece poco probable, pero que no puede descartarse del todo si consideramos cuan impredecibles son los votantes, la influencia de las decisiones del Jefe de Estado y la debilidad de los partidos. Siempre vale la pena recordar que, en la política italiana, no hay que dar nada por sentado, incluso si todo parece seguro.