“¿He sido un buen padre? ¿Un buen marido? ¿Un buen profesional?». Tras una serie de episodios desconcertantes —amenazas de su vecino, un intento de acoso a su mujer, humillaciones del director del departamento de neurocirugía donde trabaja—, Davide no está tan seguro. La verdad es que sabemos poco o nada sobre el cerebro humano, o preferimos no saberlo. Es el tema central de Nova, el segundo y sorprendente libro de Fabio Bacà, la última novela publicada -cosa rara, muy rara- antes de la muerte de Roberto Calasso. Si su primer libro, Benevolenza Cosmica, asumía el reto literario de tener una suerte increíble en cualquier circunstancia, Nova en cambio adentra al lector en los desconocidos e inquietantes meandros del cerebro humano.
Davide es el subdirector del departamento de neurocirugía del hospital de la modesta Lucca, una ciudad rica pero en declive de la Toscana más profunda. Todas las mañanas se despierta junto a su mujer Barbara y piensa en la muerte —la suya, la de su hijo Tommaso, la de sus amigos e incluso la de los desconocidos que se encuentra por la calle— en un macabro rito apotropaico que utiliza para ahuyentar el insomnio. No es consciente de que, silenciosamente a su lado, con un pie atado al tobillo, Bárbara también se hace la dormida, pensando no en el final definitivo sino en la posibilidad de que su marido tenga una amante. Los días de Davide se deslizan entre el extremismo vegano de su mujer, la inquieta adolescencia de su hijo, un perro, dos gatos y las irritantes extravagancias del doctor Martinelli, su superior reacio a dar cabida al hijo de un neurocirujano tan destacado como lo había sido su padre. El sombrío panorama de esta vida burguesa y provincial, sin embargo, se ve perturbado por el ruido procedente del Laberinto, un club de dudosa reputación frecuentado por los conocidos de Lenci, vecino de Davide, que pone su mala música a todo volumen todas las noches. Mientras tanto, el hijo de este personaje grotesco, como los hay por docenas en los pequeños pueblos toscanos, entre bailes de verano y discotecas de la zona industrial, acaba de llegar a Lucca desde Australia, donde creció con su madre; un boomerang aborigen que Barbara encuentra una mañana en el jardín de su pequeña villa es la prueba.
Entre jóvenes pacientes con síndrome de Tourette y ancianos con Alzheimer, dos episodios harán tambalear las pocas certezas de Davide sobre el cerebro humano, aprendidas en los libros universitarios, lo que obliga al lector a preguntarse cómo reaccionaría él mismo.
En un restaurante donde tienen una cita para comer, Bárbara es acosada por un matón de aspecto amenazante: Davide presencia la escena y, como si estuviera paralizado, es incapaz de mover un solo músculo para ayudar a su mujer. Inmediatamente después, cuando otro comensal arregla las cosas mediante puñetazos a la antigua, Davide finge haber llegado tarde y no haber visto lo que pasaba para no tener que admitir que es un triste cobarde… o que su cerebro lo traicionó, incapaz de descodificar y procesar la escena de violencia que tenía delante, como los desgraciados que son atracados y son biológicamente incapaces de reaccionar, o como los que olvidan a su hijo en el coche en lugar de llevarlo al colegio sin ninguna explicación lógica.
Unos días más tarde, es Lenci quien amenaza a Davide, ordenándole que retire la denuncia por molestias nocturnas que había presentado, molesto por la música procedente de la discoteca, y aquí también el protagonista es incapaz de reaccionar. El estilo que utiliza Bacà para describir la escena es memorable: «Por un breve y aterrador momento, estuvo seguro de que iba a poner una mano en su pecho, rasgar su camisa y cavar con la uña del pulgar un pequeño hueco en la convergencia del esternón y las costillas; desde allí, insinuando sus dedos entre las miofibrillas flácidas, dividiendo sus cartílagos costales en un infierno escarlata de fluido y tejido seccionado, le arrancaría el corazón, imponiéndole el simple encanto narcótico de aquellos ojos azules nublados, el último ultraje, al que Davide sólo opondría una espectacular hemoptisis carmesí, en los horribles espasmos epilépticos de la agonía».
Si el mundo en el que vivimos es biológicamente una ilusión y las flores, los árboles, el cielo, el rostro de la mujer que amamos no son más que imágenes elaboradas por nuestra mente, entonces «el mundo es una arquitectura cenicienta y silenciosa de moléculas desprovistas de color, olor, sabor y temperatura, a partir de la cual cada cerebro humano configura su realidad mediante potenciales eléctricos destinados a crear sensaciones completamente diferentes de la sustancia viva y concreta de los hechos». Nova, de Fabrizio Bacà, finalista del premio Strega, es una novela escrita con un lenguaje denso y sofisticado sobre la traición más insoportable, la de nuestro cerebro, y al mismo tiempo una clave para intentar comprender la locura y la violencia que, de forma insospechada, emergen inesperadamente en el mundo para ridiculizarlo.