En un país fracturado por Sendero Luminoso, el vals peruano puede salvar al país, o al menos inspirar la idea y la manera de ese rescate. Es esta intuición -y la utopía, tema tan caro a Vargas Llosa- lo que impulsa a Toño Azpilcueta, cuya historia se entrelaza con la de la música criolla al ritmo de esta idea: es en los bajos fondos de Lima, entre las ratas y las grietas de la violencia, donde nace el «aporte más sublime del Perú al mundo».
Publicamos un adelanto exclusivo de la nueva -y última- novela del Nobel peruano, Le dedico mi silencio.