Asia Septentrional

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Para hacer frente a la Rusia de Putin hay que comprender las fuentes ideológicas y las doctrinas del régimen que, al invadir Ucrania, ha declarado una guerra sin fin a Europa.

El principal de estos «productores de ideología» putiniana se llama Serguéi Karaganov.

Concede una entrevista exclusiva al Grand Continent.

En el «memorándum» dirigido a los ucranianos en Estambul, la Rusia de Putin expresa claramente sus condiciones para el fin de la guerra.

Mucho más que una apertura a la negociación, este documento es un ultimátum que enumera los pasos para la rendición de Ucrania, a la que el Kremlin —empantanado desde hace tres años en una guerra de invasión— sigue sin considerar un verdadero Estado.

Lo traducimos y comentamos línea por línea.

Una nueva idea está ganando terreno en la Rusia de Putin: provocar el auge económico y social de las periferias para cumplir el destino imperial de una expansión hacia la «Gran Eurasia».

Este extraño sueño ya tiene nombre: Siberización —incluso cuenta con su propio think tank—.

Como muestra de su importancia, el principal ideólogo de Putin, Serguéi Karaganov, hace eco de ella.

Desde el «segundo giro hacia Oriente» hasta el «Lebensraum climático», traducimos y comentamos su inquietante visión del futuro de Rusia.

Para la blogósfera rusa a favor de la guerra, el frágil inicio de las negociaciones entre Rusia y Ucrania en Estambul es el comienzo de la rendición.

En un giro sin precedentes desde el inicio de la guerra, los propagandistas radicales de Putin comienzan a dudar de su líder.

Guillaume Lancereau ha analizado cientos de publicaciones en Telegram y ve una tendencia que hay que seguir de cerca.

Ante Xi, al-Sissi, Lula, Vučić y los demás, Putin quería una puesta en escena espectacular: la de un nuevo éxito en una guerra eterna.

La guerra de hace ochenta años; la de hoy en Ucrania, la de mañana en Europa, la que nunca termina.

Entre las doce batallas de la Segunda Guerra Mundial que mencionó en su discurso, se encontraban tres ciudades ucranianas y otra rusa, que ahora forma parte del frente: Kursk.

Lo traducimos.

Hoy, en la Plaza Roja, con motivo del tradicional desfile del «Día de la Victoria», Vladimir Putin se presenta como el salvador de la «mayoría mundial» junto a Lula, Xi Jinping o su vasallo Lukashenko.

Para preparar a los rusos para este espectáculo, ha concedido una larga entrevista en televisión en un pseudodocumental al estilo de Hollywood. En él evoca su biografía, su legado y sus aspiraciones para Rusia. Un dispositivo bien engrasado, al estilo de Surkov: una puesta en escena dentro de la puesta en escena.

Lo traducimos.

«Nuestra pequeña barca, que navega en aguas turbulentas, debe permanecer siempre amarrada al gran barco ruso».

Mientras la Iglesia católica lloraba la muerte del papa Francisco, en Moscú, bajo el oro del Kremlin, el patriarca Kirill y el presidente ruso llevaban a cabo una especie de ritual teológico-político: la puesta en escena de la adhesión de la Iglesia serbia al «mundo ruso».

Poco notado en Occidente, este momento podría resultar decisivo.

El brazo armado de la próxima invasión es ahora la religión ortodoxa.

El próximo objetivo se anunció en Moscú el 22 de abril: tomar Belgrado.

«¡Que nada se interponga en la voluntad de nuestro pueblo!»

Al convertir la Pascua en «el día de la victoria» y articular un imaginario militar y heroico en torno a la resurrección de Cristo, el patriarca de Moscú y de toda Rusia ha vuelto a transformar su homilía pascual en una justificación teológico-política de la guerra librada por Putin.

Lo traducimos y comentamos el texto línea por línea.

Esta semana, el servicio de inteligencia exterior ruso (SVR) publicó una nota de estilo pseudocientífico en la que inscribía el acercamiento entre Rusia y Estados Unidos, liderado por Donald Trump y su profundo cambio de alianzas, en la continuidad de una larga historia fantasiosa.

El título lo dice todo: «Como hace 80 años, Moscú y Washington están unidos en la lucha contra un enemigo común: el ‘eurofascismo’».

Publicamos el texto íntegro.