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El objetivo de este método es comprender cómo se estructura la demanda electoral. ¿Qué esperan los votantes? ¿Cuáles son los temas más importantes para ellos? ¿Cuál es la lógica detrás de sus elecciones?
Las posiciones de los individuos sobre las grandes divisiones que atraviesan una sociedad son el factor más decisivo en sus procesos electorales. Así, las posiciones de los individuos en temas tan importantes y tan divisivos como los derechos de las mujeres, los derechos de la comunidad LGBT, la recepción de inmigrantes, la relación con extranjeros, las ayudas sociales para el bienestar, la Unión Europea, la distribución de riquezas o la pena de muerte son altamente predictivas en cuanto a sus preferencias políticas. Dichas posiciones son estables a mediano plazo: no se pasa de una posición fuertemente antiinmigrante a una posición proinmigrante en el transcurso de una campaña electoral, del mismo modo en el que no se pasa de una posición fuertemente antiabortista a una posición proabortista en un corto periodo de tiempo. Estas posiciones forman parte de sistemas de opinión asociados a identidades sociales y se caracterizan por un grado de inercia muy elevado.
Con base en este principio, el método aplicado por Cluster 17 pretende 1) identificar los principales clivajes que dividen a una sociedad y 2) situar a los individuos en relación con estos clivajes. Para ello, Cluster 17 hace una prueba basada en 30 medidas que fueron seleccionadas por ser altamente divisivas y para cubrir las principales cuestiones que dividen a la sociedad.
El tratamiento estadístico de las respuestas a la prueba de 30 medidas de división permite identificar grupos -los clusters– que comparten el mismo sistema de opiniones. Esta sensibilidad político-ideológica común hace que los votos de estos grupos se concentren en zonas electorales cercanas o contiguas. Este método permite comprender a detalle el espacio electoral de cada fuerza política, dónde se desarrolla la competencia entre los partidos políticos y cómo evoluciona el equilibrio de poder electoral.
También permite explicar los votos: ¿en qué segmentos, por ejemplo, se recluta el electorado del Fratelli d’Italia (FdI)? ¿Por cuál poder votaron antes? ¿Cuáles son los factores políticos e ideológicos que explican su elección a favor del FdI?
También nos permite identificar las coaliciones electorales subyacentes a los resultados de la votación. Ningún electorado es homogéneo ni mucho menos ni sociológicamente ni políticamente. Reunir millones de votos implica la capacidad de mantener juntos a grupos que ciertamente tienen posiciones que los unen, pero que también se caracterizan por temas que los dividen. El enfoque por clusters sirve precisamente para analizar estas coaliciones e identificar lo que mantiene unida a una coalición electoral, pero también para identificar lo que puede dividirla.
Por último, los sistemas de opinión no se distribuyen aleatoriamente en el espacio social. La edad, el nivel de educación, el nivel de ingresos y de riqueza, la ocupación, la relación con la religión y el origen son factores que condicionan las posibilidades de haber integrado un sistema de opinión en lugar de otro. Al utilizar sistemas de opinión como punto de partida, es posible identificar grupos (clusters) que no sólo son homogéneos en cuanto a sus valores y actitudes, sino que también tienen características demográficas, sociales y culturales muy marcadas. En el caso de Italia, algunos sistemas de opinión tienen incluso una dimensión geográfica muy pronunciada.
En resumen, los clusters corresponden a grandes segmentos político-ideológicos del electorado. Estos grupos no sólo comparten un sistema de opiniones común, sino también rasgos sociodemográficos dominantes. Representan el estado de la demanda electoral y permiten comprender mejor quién vota por quién y sus motivos.
¿Italia se mueve hacia la derecha?
En Italia, no está permitido publicar sondeos durante las dos semanas previas a las elecciones. Sin embargo, nuestro estudio, realizado entre el 3 y el 5 de septiembre, al igual que todos los sondeos publicados durante este periodo, indicaba una clara victoria de la llamada coalición de «centro-derecha»: 44.1 % por la suma de sus partidos. Con este resultado, sería seguro que la coalición obtuviera la mayoría de los escaños en la Cámara de Diputados y el Senado. A pesar de su etiqueta electoral, los resultados de nuestro estudio confirman que esta coalición tiene en realidad un baricentro muy a la derecha. El partido de Giorgia Meloni conforma un 24.4 %. Luego, viene la Lega de Matteo Salvini, 11.3 %, y Forza Italia de Silvio Berlusconi con 8.4 %. Por lo tanto, la coalición de «centro-derecha» está ampliamente dominada por formaciones de derecha radical. Se caracterizan por sus posiciones antiimigrantes, euroescépticas y socialmente conservadoras y se acercan, a nivel internacional, a la Hungría de Viktor Orbàn o al Rassemblement National francés.
Ninguna fuerza política parece capaz de contrarrestar la anunciada victoria de la coalición neoconservadora italiana. El centro-izquierda, que aglutina principalmente el Partido Democrático (PD), +Europa y la izquierda radical (Aleanza Verdi Sinistra), así como una fracción sustancial de antiguos representantes electos del M5S, parece capaz de reunir aproximadamente un cuarto (más o menos amplio) de los votos, un resultado bastante similar al que obtuvo durante las últimas elecciones generales de 2018. En cuanto al Movimiento 5 Estrellas (M5S), podría resistir mejor de lo esperado al acercarse al 15 %, pero, pase lo que pase, obtendrá un resultado mucho menor que el excepcional que obtuvo en 2018: 32.7 %.
Transferencias de votos entre 2018 y 2022
Nuestro estudio nos permite entender cómo se produjo el trasvase de votos entre 2018 y 2022. Los dos elementos más importantes son la impresionante progresión en 4 años de Fratelli d’Italia, por un lado, y la caída del M5S, por otro. El partido de Giorgia Meloni podría subir unos veinte puntos, mientras que, al mismo tiempo, el M5S también podría caer casi veinte puntos. Esta evolución confirma el grado de volatilidad de los mercados electorales en casi todos los países europeos. Sin embargo, un análisis de esta evolución por grandes coaliciones revela más estabilidad de la que cabría esperar.
Ciertamente, el «centro-derecha» está progresando de forma clara: según nuestro estudio y, por lo tanto, sin tener en cuenta la dinámica del final de la campaña, avanzaría del 37 % de los votos en 2018 a cerca del 44 % en 2022. Estos 7 puntos adicionales, en el marco de un sistema electoral en el que el 37 % de los escaños se atribuyen al sistema de mayoría de votos, deberían asegurarle una mayoría de escaños. Este avance se produce principalmente a expensas del M5S: de hecho, los antiguos votantes del movimiento fundado por el cómico Beppe Grillo, en particular, son los que alimentan esta dinámica.
Evidentemente, esta progresión estimada (+16 %) no es suficiente para explicar el espectacular ascenso del Fratelli d’Italia, que podría multiplicar sus votos por 5 o 6 en 4 años. En realidad, el partido de Giorgia Meloni se alimenta principalmente de movimientos de votos dentro del electorado de la derecha. Así, captaría casi la mitad del voto leghista de 2018 (45 %) y un tercio del de Forza Italia, el movimiento liderado por Silvio Berlusconi. Paradójicamente, el éxito del «centro-derecha» podría ir acompañado de un declive más o menos pronunciado de dos de los tres principales socios de la coalición.
El «centro-izquierda» no ha conseguido crear ningún impulso real en 4 años y debería obtener un resultado bastante cercano al que tuvo en 2018. Debería reunir a una pequeña o gran parte del electorado italiano. El Partido Democrático consigue captar una parte importante de los votantes del M5S de 2018 (cerca del 15 %), pero está perdiendo por sí mismo una parte de su electorado (casi uno de cada seis votantes) en favor de la alianza centrista (Azione Italia Viva) de Carlo Calenda y Matteo Renzi. El resultado es un aumento que podría resultar muy limitado.
El segundo resultado importante debería ser el fuerte descenso del M5S. La forma en la que los antiguos votantes de Cinco Estrellas se están redistribuyendo es, en sí misma, muy interesante, ya que nos informa sobre el carácter eminentemente transversal del movimiento de Beppe Grillo. Si hay una organización que merezca llamarse catch all party, ésa es el M5S. Su antiguo electorado se dispersa en todas las direcciones sin excepción: se dirige exactamente en las mismas proporciones hacia Fratelli d’Italia (15 %) y hacia el PD (15 %), pero también hacia los centristas de Azione e Italia Viva (6 %), así como hacia los euroescépticos de Italexit (6 %), hacia la Lega (3 %) y hacia la izquierda ecologista y radical de Europa Verde (3 %). Esta dispersión muestra hasta qué punto el M5S había logrado reunir una coalición electoral profundamente transversal y heterogénea y, por lo tanto, naturalmente difícil de mantener unida, sobre todo, a la hora de ejercer responsabilidades de gobierno.
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Tres grandes clivajes estructuran el electorado italiano
Para comprender esta evolución y la forma en la que se distribuyen los votos, nuestro método de análisis se basa en grandes clivajes que oponen a los votantes italianos. Nuestra prueba se basa en 30 medidas de escisión (véase el recuadro sobre los clusters). Permite identificar tres clivajes principales.
1. Un primer gran clivaje opone a votantes pro-UE, antiautoridad y proinmigrantes con votantes proautoridad, euroescépticos, antiextranjeros y antiinmigrantes.
2. Un segundo gran clivaje opone a votantes más redistributivos, entre el Norte y el Sur, con votantes antiredistributivos (con frecuencia, son del Norte).
3. Un tercer gran clivaje opone a un electorado secularizado, resistente a la influencia del cristianismo y sus valores, con un electorado cristiano, que apoya las normas y valores del cristianismo.
1) El clivaje identidad/autoridad es el más discriminante
Este clivaje divide a la sociedad italiana profundamente y, con frecuencia, de forma radical, como ocurre en la mayoría de las democracias occidentales. El tema de los inmigrantes es central en este clivaje, junto con la cuestión de la presencia de extranjeros y su lugar en la sociedad italiana. Este amplio clivaje incluye la cuestión europea. El euroescepticismo ha progresado mucho en Italia y las franjas del electorado hostiles hacia los inmigrantes suelen ser también muy críticas con la UE. Por último, es interesante observar que, en Italia, las posiciones sobre cuestiones de identidad y soberanía están fuertemente asociadas a cuestiones de severidad y autoridad. Una cuestión como la de la pena de muerte forma parte, pues, de ese gran clivaje, al igual que la cuestión del presidencialismo y, más generalmente, de la exigencia de autoridad. En resumen, este primer gran clivaje enfrenta a los «progresistas»/antiautoritarios con los «identitarios»/proautoritarios.
El posicionamiento de los italianos sobre las medidas que alimentan este primer gran clivaje permite captar las oposiciones, muy radicales con frecuencia, que atraviesan actualmente al electorado sobre estas diferentes cuestiones. En vísperas de las elecciones generales, una mayoría del electorado se muestra hostil hacia los migrantes hasta el punto de aceptar el uso de «la fuerza» para impedir su entrada a Italia en embarcaciones clandestinas. En una cuestión relacionada, también hay una clara mayoría que no quiere simplificar el acceso a la ciudadanía italiana para los ciudadanos extracomunitarios. También es impresionante observar que, en uno de los países fundadores de la UE, considerado eurófilo durante mucho tiempo, 4 de cada 10 votantes italianos ahora están a favor de salir del euro.
Por último, el cuestionamiento del sistema parlamentario italiano y el rechazo al sistema de partidos alimentan también una demanda de autoridad y de transformación radical: casi tres cuartas partes de los italianos están a favor de un presidencialismo fuerte (una de las reformas promovidas por el centro-derecha) y 4 de cada 10 italianos estarían a favor de «abolir el parlamento y sustituirlo por una asamblea de ciudadanos elegidos al azar». Cabe señalar que el presidencialismo adquiere un significado diferente en Italia, ya que se refiere a una tentación fascista ligada a la historia del país. Como veremos, sobre esta exigencia de autoridad y, más aún, sobre el rechazo a la inmigración y la defensa de la identidad italiana, así como en un fuerte distanciamiento de la UE, se está construyendo la amplia coalición electoral que se dispone a llevar al poder al «centro-derecha».
2) El segundo clivaje combina cuestiones redistributivas y antisistema con una fuerte dimensión Norte/Sur
La segunda línea de fractura se refiere a cuestiones de clivaje como la oposición entre pueblo y élites, los partidarios de la redistribución y los opositores a la asistencia, pero también como el Sur frente al Norte. Enfrenta a los votantes no sólo en función de su relación con el sistema y las élites (políticas o económicas), sino también en cuestiones fiscales (gravar a los más ricos) y de redistribución, incluso en su dimensión geográfica entre el Norte y el Sur. Así, este clivaje opone segmentos de la población con actitudes antisistema, que exigen la redistribución y que residen con mayor frecuencia en el Sur, con grupos que exigen orden y estabilidad, que son hostiles a los impuestos y a la asistencia, que se oponen a toda forma de ayuda para el Sur y que, naturalmente, residen en el Norte por lo general. Este segundo eje ayuda a entender por qué la política italiana aún tiene una fuerte dimensión geográfica y, en particular, por qué el «centro-derecha» probablemente alcance su punto álgido en el Norte, mientras que el M5S probablemente sea más resistente en el Sur.
Este segundo clivaje también está fuertemente alimentado por medidas como la abolición del parlamento y su sustitución por una asamblea de ciudadanos aleatoria, la salida del euro, la construcción de centrales nucleares, que pueden interpretarse, aquí, como la manifestación de un subclivaje antisistema frente a uno a favor del orden y la estabilidad.
3) El tercer gran clivaje se organiza en torno a los valores y la relación con la religión católica
Italia, como todos los países europeos, está inmersa en un proceso de secularización. Sin embargo, nuestro estudio revela que el clivaje alrededor de la religión aún es muy estructural y tiene un impacto significativo en las orientaciones políticas. Esta situación difiere realmente a la de Francia, donde esta cuestión no ha desaparecido, pero es menos intensa. Esto puede deberse, en parte, a que, en Francia, hay aproximadamente la mitad de no creyentes que en Italia: sólo el 26 % de «no creyentes» de nuestra muestra.
Las medidas que más inciden en este tercer clivaje son las que atañen directamente al lugar de la religión en la sociedad italiana: suprimir la hora de religión católica en la escuela o incluir una referencia a las raíces cristianas de Italia en la Constitución del país. Sin embargo, las posturas sobre estos temas van lógicamente de la mano de opiniones firmes sobre cuestiones sociales importantes: posturas sobre el aborto o la adopción por parte de parejas homosexuales, por ejemplo. Es interesante observar que, si bien la adhesión al catolicismo va acompañada de un punto de vista conservador sobre cuestiones sociales (aborto, homosexualidad), también va acompañada de un punto de vista que podría calificarse de «misericordioso» en cuanto a penas y severidad: los católicos son más proclives a mejorar las condiciones de las cárceles y a oponerse a la reinstauración de la pena de muerte.
También es interesante observar que existe una fuerte correlación entre el catolicismo y las medidas pro-Mezzogiorno, lo que confirma que la influencia de la religión católica aún es más fuerte en el sur del país. En resumen, este tercer clivaje opone a votantes apegados a la influencia de la religión católica en la sociedad italiana, conservadores en términos de moral y sexualidad, pero menos represivos y ubicados en el Sur por lo general, con votantes secularizados o incluso antirreligiosos, más progresistas en cuestiones sociales, pero también, para algunos de ellos, más represivos, y que viven en el Norte por lo general.
Los 16 clusters del electorado italiano
Nuestro método (véase el recuadro «método de agrupamiento o de clustering») consiste en reunir a los votantes que compartan posiciones comunes en el lado de los principales clivajes que acabamos de describir. Llamamos «cluster electoral» a un grupo de votantes que se posicionan en los mismos lados de los diferentes clivajes y que presentan el mismo nivel de radicalidad (o, por el contrario, de moderación) en estos diferentes temas.
En el caso de Italia, como en el de Francia, identificamos 16 clusters. Para una presentación detallada de estos grupos, remitimos al lector a las fichas detalladas de dichos grupos. Sin embargo, su presentación abreviada permite comprender mejor las principales coaliciones electorales presentes y la explicación detrás de sus fortunas o desventuras 1.
Las 7 sensibilidades de la coalición de «centro-derecha»
La coalición de «centro-derecha» es la más grande. Se basa en 7 agrupaciones: 2 de centro-derecha y 5 de derecha radical. Esto es desproporcionado con respecto a la coalición electoral de centro-izquierda, que sólo tiene 3 grupos realmente cautivos.
Estos 7 grupos votan más del 60 % por los candidatos de «centro-derecha» e incluso más del 79 % por 4 de ellos. Desde el punto de vista de su orientación electoral, dos de estos grupos son más «centristas»: Conservadores-Moderados y Antiasistencia. Los otros cinco son claramente más radicales: Tradicionalistas, Euroescépticos, Nortistas, Autoritarios e Identitarios. Como toda coalición electoral, la coalición italiana de «centro-derecha» es relativamente heterogénea desde el punto de vista social y cultural y, en consecuencia, existen líneas divisorias en su seno. Así, dos de sus componentes, los antiasistencia y los tradicionalistas, son grupos antiguos y cristianos en los que están sobrerrepresentados los miembros de la burguesía económica del norte de Italia. Otros grupos están dominados por las clases medias: los Conservadores-Moderados, los Autoritarios y los Identitarios, que suelen ser de mediana edad y tienen ingresos superiores a la media, pero tienen relativamente pocos títulos. Sin embargo, la coalición también incluye grupos compuestos por trabajadores de clase obrera y por empleados: los Euroescépticos y, aún más, los Nortistas, que se caracterizan por su perfil de clase baja, pero también profundamente descristianizado.
El análisis de clusters nos permite comprender cómo una coalición de este tipo, compuesta por grupos de perfiles sociales y culturales diversos e incluso, en algunos aspectos, opuestos entre sí (élites económicas y trabajadores del Norte, por ejemplo), puede aglomerarse en torno a una misma oferta electoral y mantenerse unida.
En el caso de Italia, claramente, el primer clivaje, el de las cuestiones de identidad y de autoridad, es el que permite el éxito del «centro-derecha». En casi todos los temas que alimentan este clivaje, los 7 grupos de la coalición se alinean en las mismas vertientes y con un nivel de radicalidad comparable. Éste es el caso, en particular, de una de las cuestiones más discriminatorias, la del bloqueo sistemático de embarcaciones de inmigrantes, incluso por la fuerza: todos los clusters de la coalición están de acuerdo en este punto, al menos el 66 % y, por lo general, casi el 100 %. La hostilidad hacia la inmigración es, por lo tanto, uno de los fundamentos de la coalición. Lo mismo ocurre con la cuestión del acceso a la ciudadanía para ciudadanos extra comunitarios. En otro registro, todos los clusters son hostiles hacia la idea de «transferir más poder a la UE».
Por último, también existe un fuerte consenso sobre la perspectiva de elegir al presidente de la República por sufragio universal directo y darle más poder. En todas estas cuestiones, el electorado de «centro-derecha» está unificado: sólo hay diferencias de grado entre un ala más burguesa y moderada (Antiasistencia, Conservadores Moderados, incluso Tradicionalistas) y un ala más popular y radical (Euroescépticos, Nortistas, Autoritarios e Identitarios). La coalición también está unida por el rechazo a ciertas medidas consideradas como asistenciales para unos o de ayuda a «extranjeros» para otros. Como resultado, la entrega de ciudadanía se rechaza casi por unanimidad, a excepción del cluster popular de los Euroescépticos, que está más dividido al respecto.
Sin embargo, la coalición parece dividida en otros temas y, por tanto, potencialmente más frágil. Es el caso, por ejemplo, de la «salida del euro». Esta perspectiva tiene el amplio apoyo del ala más radical (Euroescépticos, Nortistas, Autoritarios, Identitarios), pero el profundo rechazo de los clusters más burgueses y moderados. Así, el 96 % de los antiasistencia son hostiles al respecto. En otras palabras, la cuestión europea, si se cristaliza en el euro, puede dividir o incluso hacer pedazos esta coalición electoral, al igual que la relación con el sistema, que opone grupos populistas muy antielitistas con grupos mucho más moderados que exigen orden y estabilidad. De forma más global, el segundo y tercer clivajes dividen la coalición de «centro-derecha». Sin entrar en detalles, las cuestiones sociales (aborto, derechos de los homosexuales) y el lugar de la religión oponen a clusters muy cristianos (Antiasistencia, Tradicionalistas, Euroescépticos, Identitarios) con grupos descristianizados y mucho más liberales en términos de moral (Autoritarios y Nortistas). Del mismo modo, el segundo clivaje ve a clusters proredistribución y pro-Mezzogiorno (Euroescépticos y Autoritarios) opuestos a grupos antiasistencia y más bien antisur (Antiasistencia y Nortistas, por ejemplo).
La izquierda reducida a 3 clusters
La baja puntuación registrada por la izquierda y el centro-izquierda hace cuatro años debería confirmarse el 25 de septiembre. Nuestro método nos permite ver que no se trata de un problema de comunicación ni de un problema de reparto y ni siquiera de un efecto coyuntural, sino, mucho más profundamente, de una base electoral disponible muy reducida. La izquierda se reduce ahora a tres clusters: los Progresistas Radicales, los Socialdemócratas y los Socialcristianos. Estos tres grupos tienen características comunes: una baja proporción de personas de mediana edad, es decir, trabajadores, y una sobrerrepresentación de jóvenes y personas mayores; una presencia masiva de titulados universitarios; una sobrerrepresentación de profesiones calificadas y de categorías superiores… En definitiva, los grupos de izquierda corresponden a clases medias y altas con empleo y formación.
La principal diferencia entre estos clusters radica en la relación con la religión: los Progresistas Radicales y los Socialdemócratas están fuertemente descristianizados, mientras que el tercer cluster es, en cambio, cristiano (y, por ello, incluye a pocos jóvenes). En la mayoría de los clivajes, los clusters de izquierda muestran un alto nivel de homogeneidad. Éste es el caso, en particular, del clivaje identitario, en el que estos tres grupos adoptan posiciones promigrantes, pro-UE y antiautoritarias: muestran su apego al sistema parlamentario. Por otro lado, están más divididos en el tercer clivaje, debido a su relación diferente con la religión católica. Asimismo, existen diferencias en algunas cuestiones económicas: los Progresistas Radicales claramente se oponen más al mercado que los otros dos clusters.
Sin embargo, el principal problema de la izquierda no reside tanto en sus divisiones, que son limitadas, sino en su dificultad para encontrar un público más amplio. Nuestro método muestra que ha perdido en gran medida el contacto con los grupos más jóvenes y/o más populares. Esta evolución puede deberse a la fuerza actual de la brecha identitaria. Como hemos visto, muchas agrupaciones populares se sitúan en gran medida en el lado antimigrante, anti-UE, pero también antiparlamentario del clivaje, que es el más decisivo actualmente. Por lo tanto, se oponen totalmente a lo que propone la izquierda italiana hoy. La moderación de la izquierda explica también su dificultad para captar a ciertos grupos jóvenes o populares menos apegados a cuestiones identitarias que los de la coalición de centro-derecha, pero que siguen atraídos por la oferta electoral del M5S. Las Cinco Estrellas responden mejor a sus actitudes antisistema y a su demanda de política social.
¿Qué queda de la coalición M5S?
Nuestra encuesta indica que el M5S probablemente perderá cerca de la mitad de sus votantes en comparación con las elecciones de 2018. El problema para la izquierda italiana es que la relativa resistencia del Movimiento 5 Estrellas se encuentra, en gran medida, en los clusters que espera incorporar a su propia coalición.
De hecho, es dentro de los grupos más demandantes de políticas sociales y más antisistema donde el M5S resiste mejor, a fortiori cuando estos grupos se inclinan por la izquierda en cuanto a posiciones sobre la división identitaria y la división de valores sociales y religiosos. Por lo tanto, el M5S se mantiene fuerte entre los Antisistema, un cluster joven, progresista, prosocial y radical. Dentro de este grupo, la competencia con el centro-izquierda es intensa. El M5S también se mantiene fuerte entre los Progresistas Radicales, lo que confirma que el centro-izquierda tiene dificultades para reunir a grupos para los que representa una oferta demasiado moderada. Por último, el M5S también se mantiene bien en los grupos que están fuera del clivaje izquierda/derecha, en los populares, en los que están a favor de la justicia social, en los antisistema, y en los que están principalmente en el Sur: Nacional-Populares y Suristas.
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Los centristas
La debilidad del «centro-izquierda» italiano se ve acentuada por la existencia de una oferta centrista autónoma que capta parte de su electorado potencial. También, en este punto, el enfoque de clusters permite identificar dónde es más intensa la competencia entre la oferta encarnada por Carlo Calenda y Matteo Renzi, la coalición de centro-izquierda y, en menor medida, la coalición de centro-derecha. Azione e Italia Viva capta una parte importante (27 %) de uno de los grupos de centro-derecha, el Anti-Assistani, que, como vimos antes, representaba el ala más acomodada, pero también la más moderada de la coalición. También atrae, como es lógico, a una fracción de los Moderados, un grupo equidistante de la izquierda y la derecha italianas. Sin embargo, también consiguió ganarse a una parte importante de los clusters Socialdemócratas y Socialcristianos, lo que confirma que la existencia de este «tercer polo», como se le llama en Italia, representa un último factor de debilidad para el centro-izquierda italiano. Este último no puede reunir a los radicales, atraídos por el M5S, ni a todos los moderados, captados, en parte, por Azione e Italia Viva.
Conclusión
El análisis por clusters revela una sociedad muy derechizada ideológicamente, lo que hace que se explique mejor el ascenso al poder de Giorgia Meloni y, antes que ella, de Matteo Salvini. En este sentido, la coalición que está a punto de llegar al poder tiene algunas similitudes con la coalición trumpiana: trabajadores muy antiinmigración, burguesía antiasistencia, sectores reivindicativos del proteccionismo y la autoridad, etc. Esta radicalidad de los votantes será un verdadero reto para el gobierno. La radicalidad de los votantes será un verdadero desafío para el probable gobierno de Giorgia Meloni; también sus ejes de división, en particular, en el ámbito económico, donde se oponen una exigencia de igualdad de grupos populares de derecha y un liberalismo económico muy fuerte entre los Antiasistencia y los Tradicionalistas. Cabe señalar que esto también ocurre en Europa y en cuestiones sociales (aborto, adopción por parte de parejas homosexuales, etcétera). La crisis económica en la que está a punto de sumirse Italia no será una tarea fácil de gestionar para este gobierno, menos con la incorporación de muchos diputados nuevos a las listas de Fratelli d’Italia.
El estudio también revela las debilidades estructurales de la izquierda encarnada por el PD, que ha alienado al extremo a las categorías más populares del país, ahora cautivas de la derecha y del M5S. La incapacidad del PD para hablar a los clusters populares y antisistema explica su débil progresión entre 2018 y 2022: el partido no ha sido capaz de ir más allá de su estrecha base.
Por otro lado, nuestro estudio permite comprender mejor el M5S, su fuerte transversalidad en 2018 y las razones por las que su coalición inicial no sobrevivió a la prueba de participación en el gobierno. Esta fuerza es ahora, cada vez más, el partido del Sur y de los jóvenes que sienten el declive. Las Cinco Estrellas han podido, en efecto, poner en discurso las reivindicaciones de igualdad social y los impulsos antisistema que actúan entre estas categorías, pero es poco probable que recuperen su transversalidad inicial.
Por último, la clusterización de Italia reveló profundas diferencias en relación con la situación en Francia: el peso de la religión cristiana, la ausencia de un electorado musulmán significativo, un envejecimiento más avanzado, el grado extremo de divorcio entre la izquierda y las clases trabajadoras… No faltan las diferencias. También nos ayudan a entender por qué la RN perdió la segunda ronda de elecciones presidenciales en Francia y por qué Italia debería tener un líder postfascista en unos días, a pesar de las diferencias en el sistema electoral.
Notas al pie
- Las fichas detalladas están disponibles en el sitio de Cluster 17.