El Presidente Trump ha anunciado una pausa de 90 días en la implementación de los aranceles “recíprocos” en todo el mundo —salvo en China—. Sin embargo, esto no garantiza un acuerdo ni que sea compatible con la Unión. ¿Qué escenarios se plantean en este momento?
Me gustaría plantear tres apuntes.
Primero, España y la Unión Europea creemos en el libre comercio. El libre comercio es una parte imprescindible de la proyección que tiene Europa en el mundo y de su propia construcción como Unión basada en un mercado único que elimina barreras, crea estabilidad y prosperidad.
Segundo, con los Estados Unidos tenemos la relación comercial más amplia del mundo y lleva siendo mutuamente beneficiosa desde hace décadas para europeos y norteamericanos. Nosotros queremos que siga siendo así.
Tercero, una guerra arancelaria nunca tiene vencedores —empobrece a todos—. Por lo tanto, estos 90 días deben ser un momento para entablar una negociación basada en el diálogo en vista de un acuerdo que sea beneficioso para ambas partes y mantenga el espíritu de libre comercio entre Europa y Estados Unidos.
La línea roja es la integridad del mercado único y la defensa de nuestras empresas, nuestros trabajadores, nuestros agricultores y nuestros consumidores.
José Manuel Albares
Se apuesta por un acuerdo, pero entiendo que no un acuerdo a cualquier precio. ¿Cuáles son sus líneas rojas en las negociaciones con los Estados Unidos de Trump?
Nosotros —insisto— creemos en el libre comercio.
Existe una propuesta encima de la mesa que se basa en el principio de “cero-cero” aranceles y lo que busca, en lugar de crear barreras, es fomentar la mayor movilidad comercial posible y el menor coste posible para nuestros consumidores. Es un buen punto de partida para las negociaciones como ya ha anunciado la Comisión.
Por supuesto, la línea roja es la integridad del mercado único y la defensa de nuestras empresas, nuestros trabajadores, nuestros agricultores y nuestros consumidores. Eso lo debe tener claro el mundo entero.
En la preparación de todos los escenarios posibles, también se plantea el uso del llamado “instrumento anticoerción” por parte de la Comisión. Esta herramienta ofrece un amplio abanico de medidas inéditas en materia de comercio y soberanía. ¿España sería partidaria de su uso en caso de no llegar a un buen acuerdo?
España es partidaria de alcanzar soluciones dialogadas y negociadas. Si eso no fuera posible, deberemos responder proporcionalmente con la cabeza fría y serenidad —pero con firmeza—.
Europa tiene tanto los instrumentos como la voluntad política para hacerlo.
¿Esa voluntad incluiría el arma de anticoerción ?
No me gusta especular porque estamos además en un momento en el que, aunque sólo sea por esos 90 días, se abre una vía de negociación.
Pero que a nadie le quepa la menor duda, los instrumentos están ahí y si fuera necesario, la voluntad política para ello también.
Giorgia Meloni, la primera ministra italiana, está en Washington. ¿Considera que este viaje pueda ser útil y ella una interlocutora?
No tengo ninguna información ni ningún detalle sobre los motivos o la agenda del viaje.
Lo único que puedo decir es que todo lo que se pueda trasladar en beneficio del mercado único europeo, será bienvenido.
La semana pasada el Presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, viajó a China. A su vez, el secretario del Tesoro americano, Scott Bessent, advirtió que abrazar a Pekín sería como “cortarse el cuello”. Es una imagen violenta. ¿Existe en este momento un malentendido entre Madrid y Washington?
Ninguno.
Me gustaría recordar que yo mismo mantuve una conversación telefónica con mi homólogo Marco Rubio recientemente de manera muy cordial. El ministro de economía, Carlos Cuerpo, ha viajado a Washington para reunirse con el señor Bessent esta semana. El Presidente del Gobierno también mantuvo una conversación telefónica con el Presidente Trump que fue muy cordial.
España tiene una política exterior con identidad propia que defiende sus intereses y los intereses de Europa, pero sobre todo tiene una política exterior global, porque España tiene una historia, una lengua y una visión del mundo, que es global. Por lo tanto, nuestra política exterior se orienta en esa línea.
Estados Unidos es nuestro aliado natural e histórico, también el de los europeos y tenemos un vínculo transatlántico que es absolutamente una relación única en el mundo —y que España quiere preservar y mantener—. Eso no quita que también miremos hacia otros socios como puede ser el Mercosur, el continente africano, India o China.
¿No se sienten en el punto de mira de Estados Unidos?
En absoluto.
Todos los contactos oficiales que hemos tenido, en mi caso tanto con Marco Rubio como con el general Kellogg, han sido muy cordiales. La relación es de total cordialidad.
¿Cómo definiría usted la relación entre España y China? ¿Es Pedro Sánchez el líder de referencia de los chinos respecto a Europa?
En estos momentos el mundo está más necesitado que nunca de voces como la que representa la política exterior de España —voces de equilibrio, voces de diálogo, voces que tiendan puentes—. El mundo no puede ir hacia nuevas guerras frías. Debe ir hacia un multilateralismo avanzado, tranquilo, donde cualquier diferencia se pueda resolver a través del diálogo.
Vemos cómo existe en estos momentos una multipolaridad muy agresiva en muchos puntos del planeta, la guerra ha vuelto con fuerza como una forma de resolver conflictos entre pueblos y Estados; lo vemos en Gaza y en Ucrania. España y su política exterior representan lo contrario.
La Unión debe ser un poder moderador, un poder de equilibrio, una potencia que proyecte paz, multilateralismo y valores democráticos. Así es como España conduce su política exterior con identidad propia.
El mundo no puede ir hacia nuevas guerras frías.
José Manuel Albares
¿No temen que China identifique a España como el eslabón débil de la Unión?
Absolutamente no y le aseguro que no es el caso.
¿Por qué tres visitas a China en dos años?
No sólo se trata de España. La Presidenta de la Comisión y el Presidente del Consejo irán en junio a China. Los líderes de Francia, de Alemania han ido a China en viajes bilaterales y estoy seguro de que volverán a ir.
La política exterior de España es una política global, porque España es un país con una visión global del planeta. Y por eso nuestra voz se escucha en Washington, en Pekín y en Bruselas, porque nuestra influencia es global, porque el mundo en estos momentos necesita diálogo —y necesita tener socios—. Todos necesitamos tener socios en todos los puntos del planeta.
Si alguien cree que puede realizar una política exterior global sin hablar con China, o sin hablar con Estados Unidos, con el Mercosur, con África o India, se equivoca totalmente.
China no ve en España un país hostil. ¿No les preocupa que esto se confunda con cierta debilidad?
En absoluto.
No se trata de China, España no es hostil a ningún país ni a ninguna región del planeta.
España hace frente a aquellos que violan la Carta de las Naciones Unidas, aquellos que creen que la guerra es un instrumento legítimo para alcanzar sus fines, a aquellos que intentan cercenar los valores democráticos en los que creemos.
España defiende las mismas ideas y valores ya sea en Bruselas, en Kiev, en Gaza, en Pekín o en Washington. Tenemos una política exterior con identidad propia, pero que es coherente y eso nos da una presencia y un peso en el mundo.
Pocas veces la voz de España ha sido tan valorada y tan escuchada en una geografía tan amplia de países.
Antes del viaje a Pekín, ¿coordinaron su mensaje con la presidenta de la Comisión, por ejemplo?
Se habló previamente, por supuesto, con la presidenta de la Comisión, aunque la política exterior de cada país la marca el propio país. Insisto, todo se enmarca dentro de la normalidad.
Desde luego, Vladimir Putin no está dando ningún signo de querer un alto el fuego.
José Manuel Albares
El Presidente del Gobierno español durante su viaje a China habló de una relación basada en el respeto y el beneficio mutuo cada uno desde su visión. Sin embargo, vemos que los últimos datos económicos muestran un déficit comercial entre China y la Unión en aumento. La relación está escorada en favor de China. ¿Será esa la prueba de fuego, un reequilibrio en los próximos trimestres?
Hay un diálogo con China a distintos niveles.
Asuntos globales como la lucha contra el cambio climático o las cuestiones relacionadas con el Consejo de Seguridad para la paz y la estabilidad mundial. Existe un diálogo también con el resto de los países del sudeste asiático. No olvide que el viaje a China se incluye dentro de una gira más amplia con Vietnam que también resultó muy productiva.
Existen por supuesto asuntos bilaterales y eso incluye alcanzar una balanza comercial más equilibrada y la capacidad de abrir nuevos mercados para las empresas españolas y europeas en China.
El fin de semana pasado tuvo lugar un terrible ataque causando exclusivamente víctimas civiles en la ciudad de Sumy, en Ucrania. ¿Qué sentido tiene hablar de un cese al fuego bajo estas condiciones?
Desde luego, Vladimir Putin no está dando ningún signo de querer ese alto el fuego.
Lo que ha demostrado este terrible ataque es que Rusia mantiene su estrategia de terror. Dos misiles balísticos contra una ciudad en pleno domingo, un domingo de Ramos, causando exclusivamente víctimas civiles, lo único que demuestra es una crueldad inédita que va además en contra del derecho internacional humanitario.
Vemos quién quiere la paz y quién quiere la guerra.
El presidente Zelenski, que ha puesto encima de la mesa un alto el fuego incondicional, quiere la paz. Y quien quiere la guerra es quien la empezó, quien la está continuando y quien está empleando tácticas dilatorias para no aceptar el alto al fuego: Vladimir Putin.
Lo que tenemos que hacer el resto de los países de la comunidad internacional y muy claramente los europeos, es usar toda nuestra fuerza diplomática para obligar a Rusia a aceptar ese alto el fuego, que tiene que ser un primer paso hacia una paz justa y duradera.
El presidente Trump describió el ataque como un “terrible error”. ¿Es un crimen de guerra?
Sin duda alguna. Va contra el derecho internacional humanitario, es un ataque directo contra civiles.
Llegados a este punto, sólo quedan dos caminos para forzar a Rusia a sentarse a la mesa de negociaciones: aumentar la presión en el frente y las sanciones. ¿Apoyaría España un nuevo paquete de sanciones en mayo?
España es favorable a seguir incrementando las sanciones hasta que no llegue esa paz justa y duradera. Sin duda, apoyaríamos un nuevo paquete de sanciones a nivel europeo.
España reconoció a Palestina como Estado el año pasado y ha mantenido una actitud crítica con respecto al gobierno de Israel. Esta semana se ha reunido con sus homólogos de la Autoridad Palestina. ¿En qué punto se encuentra la solución que proponía de dos pueblos, dos Estados?
Cuenta con toda nuestra voluntad política. Así lo manifestaremos durante la conferencia de las Naciones Unidas prevista en junio que España contribuyó a poner en pie y que busca una alianza mundial en torno a la solución de los dos Estados. Este es el momento. No debemos esperar más; es el momento de poner en pie un Estado palestino viable, junto a un Estado de Israel, en el que ambos se garanticen mutuamente paz y properidad.
Esa es la fórmula. Todos lo sabemos. Un Estado palestino con Gaza y Cisjordania bajo el control de una única Autoridad Nacional Palestina, con su capital en Jerusalén Éste, que se reconozcan mutuamente Israel y Palestina, y que el que el resto de países árabes que todavía no lo han hecho reconozcan a Israel.
Quien quiere la guerra es quien la empezó, quien la está continuando y quien está empleando tácticas dilatorias para no aceptar el alto al fuego: Vladimir Putin.
José Manuel Albares
Sin embargo, Donald Trump ha hablado de una Gaza convertida en un resort turístico y brindó su apoyo público al primer ministro israelí Benjamín Netanyahu recientemente. ¿Qué le hace pensar que pueda lograr sus objetivos?
Antes que nada me gustaría señalar que estamos ante una catástrofe humanitaria terrible, absolutamente contraria al derecho internacional. Nosotros rechazamos de manera rotunda el desplazamiento forzoso de los palestinos gazatíes que además sería totalmente contrario al derecho internacional.
En ambos lados hay socios para la paz. La Autoridad Nacional Palestina es nuestro socio para la paz en Palestina. Y estoy seguro de que encontraremos a los interlocutores adecuados cuando llegue el momento apropiado.
Yo nunca me voy a resignar a que la guerra sea la forma natural de relacionarse entre los pueblos de Oriente Medio. Nunca me voy a resignar a que los palestinos estén, por alguna especie de maldición divina, condenados a ser eternamente un pueblo de refugiados. Por lo tanto, seguimos trabajando en ello.