El Behemoth nazi: Franz Neumann por Theodor W. Adorno

Franz Neumann fue testigo, opositor y uno de los intérpretes más sutiles del régimen nazi. En el Estado alemán conquistado por Hitler, no vio un bloque monolítico, sino su contrario: el desorden, el caos, «el antagonismo más salvaje de las fuerzas en juego» donde «la voluntad política se formaba a través de la competencia salvaje de los grupos de presión sociales más poderosos», como dice Theodor W. Adorno en el impactante texto que hoy publicamos.

Europa ante el fascismo — 2/9

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El Grand Continent
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La «catedral de la luz» diseñada por el arquitecto nazi Albert Speer. Nuremberg, 1937.

Franz Neumann es una figura central pero poco conocida de la Escuela de Fráncfort, autor de uno de los libros más importantes sobre el régimen nazi, disponible en francés en Klincksieck: Béhémoth: structure et pratique du national-socialisme 1933-1944, traducido por Gilles Dauvé con la colaboración de Jean-Louis Boireau. 1

Esta obra, a la vez esencial y poco conocida, ofrece una interpretación paradójica del régimen nacionalsocialista; lo describe como un sistema caótico marcado por el desorden y la anarquía, al tiempo que pretendía imponer su hegemonía sobre vastos territorios.

Nacido en 1900 en la Silesia polaca en el seno de una familia de judíos asimilados, activista político de izquierda, partidario de la República de Weimar, pensador marxista y abogado especializado en derecho laboral, fue detenido por los nazis en cuanto tomaron el poder en 1933. Consiguió escapar a Gran Bretaña, desde donde emigró a Estados Unidos en 1936. Se incorporó al Instituto de Investigación Social, donde trabajó con Horkheimer, Marcuse y Fromm.

Este texto de Theodor W. Adorno es el prefacio a la publicación de los escritos políticos y sociológicos de Franz Neumann en la colección del Instituto de Investigación Social, que él dirigía. Ofrece una síntesis y concluye con estas palabras: «Es a través del contenido de su teoría política y social, y no a través de frases retóricas, como la obra de Franz Neumann constituye el más firme alegato en favor de un humanismo integral».

La publicación de los escritos políticos y sociológicos de Franz Neumann en la colección del Instituto de Investigación Social es a la vez un deber y una necesidad. Un deber, porque durante sus años de emigración a Nueva York, Neumann fue uno de los miembros fundamentales del Instituto, y permaneció cerca de él tras su regreso a Fráncfort. Si hubiera sido posible hacer realidad el proyecto de darle un puesto digno de él, el de profesor en Berlín, donde había trabajado y enseñado antes de la dictadura de Hitler, no cabe duda de que ello le habría llevado a colaborar estrechamente con el Instituto de Fráncfort, cuyos objetivos seguían siendo los suyos. Esta esperanza se vio truncada por un accidente verdaderamente absurdo durante un viaje de vacaciones a Suiza. Hoy, tras su muerte, el Instituto no tiene otra forma de mostrar su solidaridad que contribuir a mantener viva la obra científica de Neumann.

En términos humanos, la necesidad de salvar a Neumann del olvido va más allá de este deber. Su carácter era más bien reservado. Su pasión se expresaba casi siempre en intereses objetivos, especialmente el compromiso político. Rara vez hablaba de sí mismo; cuesta imaginárselo abriéndose a un amigo. Hombre cuyo genio y profesión nunca lo negaron como jurista, podía evocar un racionalismo, dar una impresión de frialdad a pesar de su temperamento de hombre que argumenta y suplica con ardor. Esta impresión era errónea, del mismo modo que su forma de dedicarse a la política presuponía impulsos humanos que Neumann ocultaba, ya fuera deliberadamente o por compulsión psicológica.

Su actitud reservada en la vida privada contrastaba llamativamente con sus actos. Pocas veces he conocido a un hombre cuya apariencia y naturaleza, tal como se manifestaban en su actividad, divergieran hasta tal punto. No creo exagerar si digo que Franz Neumann, a quien conocí desde el comienzo de nuestros estudios universitarios, probablemente desde 1921, era el hombre más generoso que he conocido. Poseía una inteligencia aguda y clarividente, que nunca explotó en beneficio propio. Incluso en las difíciles condiciones de los primeros años de la emigración a Londres –él y yo pasamos juntos la tarde del 30 de junio de 1934 en Londres– tendía a dar hasta el último céntimo para otros que lo necesitaban más que él. No sólo la avaricia, sino también la preocupación por el mañana le eran totalmente ajenas. Además, este abogado con apariencia de burgués acomodado no tenía el rasgo distintivo del burgués: beneficiarse por cuenta propia.

Esto es lo que motivó su compromiso específico de apoyar una obra a la que renunció, por nobleza de espíritu, a realizar por cuenta propia.

Encarnaba el tipo de estudioso que –a pesar del más vivo interés objetivo por los problemas y de un sentido extremo de la responsabilidad intelectual– no se siente satisfecho hasta haber comprendido definitivamente la cuestión en su conjunto. La necesidad de objetividad, que encontró formulada en un planteamiento verdaderamente científico, lo hizo rechazar totalmente cualquier engreimiento o búsqueda de un resultado definitivo.

Por eso prefería las memorias o los informes de investigación que dejar una obra sin tocar hasta el punto de que pudiera parecer inacabado. Si le hubieran hecho una pregunta sobre el tema, lo habría descartado con razón, bajo una dimensión de pesimismo metodológico. Cómo suceden las cosas —a efectos de la autorracionalidad interna—. En su introducción a la colección, Helge Pross explica cómo uno de los capítulos sobre la República de Weimar y los círculos, es el trabajo más profundo y preciso sobre el nacionalsocialismo, no conocido y no actuado, en Alemania, por sus méritos, si se prescinde del círculo más estrecho de especialistas. En vista de la persona y de la obra, es una tarea mucho más necesaria, en relación con todo lo que se ha defendido, volver a llamar la atención sobre Neumann en la República Federal de Alemania.

La idea del Behemoth, característica de la estructura de todo lo que pensó y escribió, es sumamente original, radicalmente opuesta a todas las representaciones superficiales de un fascismo monolítico. Uniéndose a los estudios de Otto Kirchheimer y Arkadij Gurland, demuestra que el Estado nacionalsocialista, totalmente unitario según su propaganda, era en realidad pluralista, y en el sentido terrible del término. La voluntad política estaba determinada por la feroz competencia entre los grupos de presión sociales más poderosos. Neumann fue quizá el primero en revelar que la consigna de integración, uno de los ejes de la ideología fascista, podía tener en realidad divergencias, a saber, la disgregación de la sociedad en grupos divergentes, establecidos de forma externa y burocrática. De estas divergencias, capaces de aportar soluciones por sí mismas, en favor de las masas, surge lo que se canta en loor. Debemos a Neumann la convicción de que lo que hay detrás de una fórmula es destruir y discurrir, no sólo una frase habitual, todo lo humano, sino inmanentemente, dentro del propio sistema; él descubrió que el fascismo desintegra lo que pretende salvar. En un momento en que la consigna de «fuerzas constructivas y positivas» corre de nuevo el peligro de apelar a la mayoría, la teoría de Neumann, según la cual el supuesto monolitismo de las formas autoritarias de gobierno oculta dolorosamente el antagonismo más salvaje de las fuerzas en juego, es de la mayor actualidad. Incapaz de reproducirse mediante el «libre juego», la sociedad se descompone en una pluralidad bárbara y difusa, lo contrario de la diversidad reconciliada que sólo sería un estado digno de la humanidad. Neumann vislumbró en qué consistía realmente la cosmovisión irracionalista de la que se revestían los nacionalsocialistas.

El contenido de la teoría política y social de Franz Neumann, más que su retórica, es el argumento más sólido a favor de un humanismo integral.

Theodor W. Adorno – Frankfurt, enero de 1967.

Notas al pie
  1. Disponible en español en el Fondo de Cultura Económica, Behemoth. Pensamiento y acción en el nacional-socialismo, 1943, en traducción de Vicente Herrero y Javier Márquez.
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