1 – Las primeras elecciones de la era post-Rutte
Mark Rutte fue elegido por primera vez jefe del gobierno holandés el 14 de octubre de 2010, y ha ocupado el cargo desde entonces. Tal récord de longevidad convierte actualmente al primer ministro holandés en el segundo jefe de gobierno más longevo de Europa después de Viktor Orbán. Sacando provecho de la posición de su partido, Partido Popular por la Libertad y la Democracia (VVD), ubicado en el centro del espectro político del país, Rutte ha gobernado en diversas configuraciones de alianzas: primero formó un gabinete con los demócrata-cristianos y la tolerancia parlamentaria de la extrema derecha (2010-2012), luego obtuvo la mayoría gracias a una gran coalición con los socialdemócratas (2012-2017), para finalmente formar una alianza con tres partidos liberales y los demócrata-cristianos en dos periodos (2017-2021 y luego 2021-2023). El VVD tiene ahora tres escaños más en el Parlamento (34) que en su primera legislatura (31).
Durante sus cuatro mandatos, Rutte se ha forjado una imagen de pragmático y dispuesto a cerrar acuerdos de diversa índole para consolidar su posición a nivel interno, pero también ha mostrado ser un atlantista convencido y de línea dura en cuestiones presupuestarias europeas. Sin embargo, esta gran influencia y un éxito político innegable, se ha visto acompañada, sobre todo en los últimos años, por una serie de crisis que han mermado seriamente la reputación del gobierno holandés.
El episodio más llamativo de esta serie de eventualidades, «la crisis de los subsidios familiares para el cuidado de los niños (toeslagenaffaire), salió a la luz a finales de 2020. Entre 2013 y 2019, más de 25 mil familias fueron condenadas a devolver subsidios que habían recibido regularmente. En muchos casos, se alegaron errores administrativos menores para justificar la devolución. Pero también se denunció un elevado número de procedimientos arbitrarios, a menudo basados en sospechas infundadas. Una proporción especialmente elevada de estos casos afectaba a familias inmigrantes o de origen inmigrante, lo que revelaba una discriminación sistemática en el seno de la administración. El asunto provocó la caída del tercer gobierno de Rutte en enero de 2021.
Los últimos 18 meses del cuarto gabinete lidereado por Rutte estuvieron marcados por las tensiones entre los socios de la coalición gobernante, que culminaron con la caída del gobierno a mitad de su periodo el 7 de julio debido a desacuerdos en la política de asilo. El propio Rutte anunció que no se presentará a la reelección. Ahora corre el rumor que tomará el relevo de Jens Stoltenberg al frente de la OTAN en 2024. Así pues, aunque es poco probable que su influencia en la escena europea disminuya, su sucesión abre una fase crucial en la política holandesa.
2 – El Nuevo Contrato Social, ¿el futuro de la centroderecha holandesa?
El exdiputado demócrata-cristiano Pieter Omtzigt, pieza clave en la descubrimiento y exposición de «la crisis de los subsidios familiares para el cuidado de los niños» y figura ascendente en la política holandesa desde 2021, es uno de los favoritos para suceder a Mark Rutte. El hombre que fundó el partido Nuevo Contrato Social (NSC) en 2023 ha cimentado parte de su popularidad en su oposición a los excesos de la mayoría anterior que, sin embargo, incluía a su propio partido. Al hacerlo, ha provocado la ira de Rutte y sus aliados, que han hecho varios intentos por destituirlo. La filtración en la primavera de 2021 de un memorándum de negociación que decía «Posición Omtzigt: [buscarle una] función en otro lugar» estuvo a punto de hacer fracasar la coalición de gobierno. A partir de entonces, Omtzigt no ha podido contener sus ataques contra su propio bando, primero internamente y luego de forma más abierta, creando finalmente su propio partido.
El programa político del NSC se inscribe en la tradición de la democracia cristiana europea, pero hace especial hincapié en la necesidad de un «buen gobierno» y en la comparación sistemática de las «expectativas en relación con el Estado» y las «expectativas en relación con la sociedad», que, a su vez, hace eco de la idea contractualista. El partido propone una política migratoria más restrictiva, que incluya un máximo de 50 mil entradas por año (esta cifra ha sido rebasada todos los años desde 2016) y una reducción del número de estudiantes extranjeros, en particular restableciendo la prioridad de la enseñanza en neerlandés en las universidades. En materia medioambiental, adoptó una posición de compromiso que combina el desarrollo de la energía nuclear con objetivos claros de reducción de las emisiones de nitrógeno (criticadas por el peso que tiene la industria agrícola) y el acomodo con relación a la industria. La política europea del NSC está marcada por la continuidad: fortalecimiento de la defensa en el seno de la OTAN y apoyo a Ucrania, pero también rechazo a la transferencia de competencias y al federalismo fiscal al seno de la Unión, aunque manteniendo las normas del Pacto de Estabilidad y Crecimiento (PEC) europeo. Su programa pretende dar al Parlamento holandés el poder de vetar una ley europea contraria a cualquier tratado.
Los últimos sondeos sitúan al NSC a la cabeza, con entre 26 y 30 de los 150 escaños de la cámara baja del parlamento, por delante del VVD (entre 24 y 27 escaños).
3- El retorno del centro-izquierda y Frans Timmermans
El vicepresidente ejecutivo primero de la Comisión Europea desde el 1 de noviembre de 2014 hasta el 22 de agosto de 2023, Frans Timmermans, vuelve al primer plano de la política holandesa en estas nuevas elecciones. En Bruselas, el socialdemócrata ocupó sucesivamente la cartera de Derechos Fundamentales y el Pacto Verde. Ahora encabeza una lista conjunta entre su partido, el Partido Laborista (PvdA) y la Izquierda Verde (GL), y no oculta sus ambiciones de optar al puesto de primer ministro.
Los laboristas, conocidos durante mucho tiempo como uno de los dos partidos dominantes del centro holandés, quedaron reducidos a la categoría de partido secundario tras su gran coalición con el VVD de Rutte. El partido pasó del 24.8% de los votos en las elecciones de 2012 a solo el 5.7% en 2017, una gran sacudida. Aunque el PvdA nunca ha podido recuperar el nivel de 2012, sus resultados se han estabilizado e incluso han mejorado ligeramente en todas las elecciones nacionales y provinciales celebradas desde entonces. La Izquierda Verde, por su parte, se benefició inicialmente del hundimiento del PvdA antes de retroceder, a su vez, en 2021. La unión de ambos partidos ha dado lugar de nuevo a una fuerza de centro-izquierda capaz de tener un peso significativo en la escena política nacional. Su potencial de 22 a 25 escaños (o alrededor del 15%) en las próximas elecciones le convertiría en el tercer partido del reino, por debajo de los resultados históricos de los laboristas, pero muy por delante de la extrema derecha y de los demás partidos de izquierda.
Teniendo en cuenta los 5 a 7 escaños del Partido por los Animales (PvdD), los 4 a 5 escaños del Partido Socialista (SP) y los 15 a 20 escaños combinados de diversas formaciones que van desde la extrema izquierda a los social-liberales y los socialcristianos, los partidos a la izquierda del VVD deberían obtener un total de 50 a 60 escaños, es decir, un tercio del total. Aunque puede que esto no sea suficiente para que Timmermans lidere el próximo gobierno holandés, la alianza que él dirige podría liderar la oposición o desempeñar un papel destacado en una futura alianza en el centro. Tras una década de gran incertidumbre para el centro-izquierda, la posibilidad de una renovación ahora parece posible.
4 – Partido Ciudadano-Campesino: ¿una simple pausa o un movimiento duradero?
En las elecciones provinciales de marzo de 2023, el Partido Ciudadano-Campesino (BBB) obtuvo una victoria parcial en todas las provincias de los Países Bajos. El acontecimiento tuvo el efecto de una auténtica revolución en la política regional holandesa: un partido reciente (2019), de orientación agraria y raíces predominantemente rurales, consiguió vencer por un amplio margen a todas las formaciones existentes, desde el centro-izquierda hasta la derecha. Como los parlamentos provinciales también eligen al Senado, la cámara alta del Parlamento holandés, la votación tuvo un efecto indirecto en la política nacional. El BBB obtuvo 16 de los 75 escaños (21%), frente a los 14 de la alianza GL-PvdA y los 10 del VVD. Tras las elecciones, parecía creíble la posibilidad de que el BBB formara parte del gobierno, o incluso que hubiera un gobierno dirigido por el BBB.
El BBB se fundó en oposición a la política medioambiental del gobierno. Tras una decisión del Consejo de Estado en 2019 que dictaminaba que las tolerancias de emisión de nitrógeno cerca de las zonas Natura-2000 eran ilegales, el reino se hundió en una «crisis de nitrógeno». Posteriormente, el gobierno adoptó una serie de medidas destinadas a reducir significativamente las emisiones de nitrógeno del sector agrícola, lo que provocó importantes protestas en las zonas rurales que en ocasiones se tornaron violentas. Aunque finalmente se retiraron algunas de las medidas, la ruptura entre ciertas comunidades agrícolas y rurales y el gobierno central, descrito como esencialmente urbano y ajeno a las realidades locales, se mantuvo. Fue en este contexto de defensa de los intereses agrícolas bajo el que se fundó el BBB en 2019, que inicialmente obtuvo sólo un escaño en las elecciones generales de 2021, antes de notar cómo su visibilidad aumentaba significativamente en 2021-2022. Desde su creación, el partido ha estado dirigido por Caroline van der Plas, periodista, locutora y antigua miembro de los demócrata-cristianos. Su ideología lo sitúa en el centro-derecha, con algunos elementos de retórica populista cuando se trata de defender las zonas rurales, pero lejos de la línea dura de los nacionalistas de derecha.
A principios de noviembre, el importante impulso del que se benefició el BBB en la primera mitad de 2023 parecía haber pasado su pico. El partido, muy comprometido con las cuestiones regionales, también podría tener dificultades para distinguirse en cuanto a su programa nacional. Con entre 9 y 12 escaños, ocupa actualmente el quinto lugar en los sondeos de opinión, por detrás del NSC, el VVD, la alianza PvdA-GL y el Partido por la Libertad (PVV) de Geert Wilders. Pero incluso con un resultado mucho más modesto que en las elecciones provinciales, el BBB, con el peso que aún conserva en el Senado, podría seguir teniendo mucha influencia en cualquier negociación gubernamental futura, sobre todo si ésta se desarrolla en el centro-derecha.
5 – El hundimiento de los demócrata-cristianos
La Llamada Demócrata-Cristiana (CDA) es actualmente el partido con más dificultades. Tras dos derrotas consecutivas en las elecciones generales de 2021 y en las provinciales de marzo de 2023, la visibilización de sus conflictos internos y la deserción del muy popular Pieter Omtzigt, los antiguos aliados de Mark Rutte se están quedando sin recursos. A esto se añade la salida de su principal candidato, el impopular ministro de Finanzas y luego de Asuntos Exteriores, Wopke Hoekstra, nombrado para suceder a Frans Timmermans en Bruselas a pesar de una gran protesta nacional. Mientras que la CDA obtuvo 14 escaños en las elecciones de 2021, en los próximos comicios podría ganar sólo 4, según los últimos sondeos.
Los pronósticos también indican un retroceso para el segundo partido demócrata-cristiano, la Unión Cristiana (CU), anclada en los círculos reformistas. Las posiciones más progresistas de la CU, el socio más pequeño de la coalición, relacionadas con cuestiones de migración fueron en parte responsables de la caída del Gabinete Rutte IV. Tras haber ocupado 5 escaños en las últimas 4 legislaturas, la CDU podría quedarse ahora con sólo 3 o 4.
Sólo el tercer y más pequeño partido cristiano, el Partido Político Reformado (SGP), se mantendría con 3 escaños. Se trata de un partido protestante ultraconservador cuyos votantes proceden principalmente de las zonas altamente religiosas del Bijbelbelt o “cinturón bíblico” holandés.
6 – Los liberales en apuros
En anteriores legislaturas, el espacio liberal holandés se dividía principalmente entre el VVD de Mark Rutte, situado en el centro-derecha y con la postura económica más conservadora, y los Demócratas 66 (D66), un partido de centro que combina una postura económica liberal con un programa progresista en cuestiones sociales y culturales. Mientras el VVD desempeñaba el papel que en la mayoría de los países europeos ocupan los partidos conservadores de centro-derecha, el D66 podía pactar alternadamente con el centro-derecha o con la izquierda, según el tema. En los gobiernos de Rutte III y IV, el D66 defendió posiciones más flexibles que sus socios en temas como la migración y la integración europea. En conjunto, estas posiciones sitúan al D66 en el centro-izquierda del espectro político holandés. En comparación con el VVD, el electorado del D66 es, en promedio, más joven, mejor educado, más urbano, más femenino y con mayores ingresos.
A estos dos partidos se ha unido recientemente Volt, un partido federalista, social-liberal y paneuropeo. Su electorado es bastante similar al del D66, con una sobrerrepresentación aún mayor de las generaciones urbanas más jóvenes. El partido cuenta actualmente con sólo 2 escaños en la Cámara Baja, y este año ha obtenido 2 escaños en la Cámara Alta.
A diferencia de Volt, que sigue en fase de crecimiento, los otros dos partidos históricos del liberalismo holandés atraviesan dificultades. El VVD tiene que gestionar la sucesión de su líder histórico y se enfrenta, en este contexto, a la competencia de dos caras conocidas: Pieter Omtzigt a su derecha y Frans Timmermans a su izquierda. El D66, gran vencedor de las elecciones de 2017 y nuevamente en alza en 2021, debe hacer frente ahora a la erosión de su electorado. También han tenido que renunciar a su candidato favorito en la pasada legislatura, Sigrid Kaag, quien anunció su retiro de la política en 2023, alegando las presiones y amenazas recibidas tras la pandemia de Covid-19 –aunque antes de su retirada, la líder liberal ya había perdido la mayor parte de su popularidad y potencial electoral–. En estas elecciones, la lista del VVD estará encabezada por Dilan Yeşilgöz, actual ministra de Justicia y Seguridad. Si el VVD gana las elecciones, podría ser la primera mujer y la primera ciudadana naturalizada en encabezar el gobierno holandés. El D66 eligió a Rob Jetten, ministro de Clima y Energía del gobierno saliente y estrecho colaborador de Sigrid Kaag, para encabezar su lista.
Los sondeos de opinión sugieren que el VVD podría obtener entre 26 y 28 escaños y quedar en primero o segundo lugar. Yeşilgöz tiene así serias posibilidades de suceder a Rutte al frente del gobierno. Sin embargo, el VVD perdería entre 6 y 8 escaños respecto a su resultado de 2021. Para el D66, las pérdidas podrían ser aún mayores: de los 24 escaños que tiene actualmente, sólo podría conservar entre 6 y 8. Por último, Volt ganaría entre 3 y 5 escaños, frente a los 2 que tiene actualmente.
7 – Sin gran impulso para la extrema derecha
En comparación con el resto de Europa, el sistema político holandés es conocido por el importante y rápido crecimiento que experimentaron los nacionalistas euroescépticos y antiislamistas del PVV de Geert Wilders entre 2005 y 2010. La extrema derecha alcanzó, desde entonces, grandes resultados en las votaciones. Incluso tuvo un acuerdo de tolerancia parlamentaria con el gobierno de Rutte I entre 2010 y 2012. A partir de 2017, el espacio de la extrema derecha se amplió con el desarrollo del Foro para la Democracia (FVD) de Thierry Baudet, a partir de una agenda nacionalista-conservadora y antieuropea que mostró durante la pandemia del Covid-19 su porosidad con una serie de narrativas conspiratorias. Los conflictos en el seno del FVD han dado lugar desde entonces a JA21, que defiende posiciones cercanas a un conservadurismo más tradicional, y al liberal-conservador y euroescéptico Belang van Nederland (BVNL).
Si se observan los últimos sondeos, el impulso de la extrema derecha parece, esta vez, bastante limitado. El PVV podría obtener entre 17 y 19 escaños, frente a los 17 actuales; el FVD entre 4 y 5, frente a los 8 actuales; JA21 2, frente a los 3 actuales; y BVNL como máximo un escaño. En conjunto, esto representa entre 23 y 27 escaños, es decir, el 18% de los escaños de la Cámara Baja. En el Senado, los tres primeros partidos tienen 9 escaños (12%), una proporción aún menor.
8 – La fragmentación, una constante del sistema político holandés
El sistema parlamentario holandés se ha caracterizado durante mucho tiempo por la presencia simultánea de un gran número de partidos que representan a diferentes segmentos del electorado. Hasta el siglo XX, la «pilarización» (Verzuiling) histórica se basaba principalmente en las divisiones religiosas entre los electorados católico y reformado. Desde entonces, la influencia de las cuestiones puramente religiosas ha disminuido, pero no así la fragmentación del sistema político. Otras divisiones –en particular la oposición entre zonas urbanas y rurales y entre generaciones, y las posiciones sobre la inmigración y la Unión Europea– han pasado a primer plano, dando lugar a la aparición de nuevos partidos que han podido entrar al Parlamento. En el siglo XXI, la fragmentación ha aumentado aún más, y las elecciones de 2021 se saldaron con la cifra récord de 17 partidos representados en la Cámara Baja. El sistema netamente proporcional utilizado en las elecciones no tiene un umbral mínimo para acceder al parlamento, lo que permite que los partidos políticos más pequeños estén representados.
La actual Cámara Baja está compuesta por dos partidos liberales, tres partidos cristianos, tres partidos nacionalistas de derecha, cuatro partidos ecologistas de izquierda y centro-izquierda, y otros cinco partidos pequeños. Entre esos cinco partidos hay un partido federalista europeo (Volt), un partido rural (BBB), un partido que representa los intereses de los jubilados (50PLUS) y dos partidos (DENK y BIJ1) especialmente implicados en la defensa de los intereses de las personas de origen inmigrante. El electorado de estos partidos es geográfica y socialmente muy heterogéneo. Al mismo tiempo, la cultura parlamentaria holandesa, familiarizada con la deliberación y capaz de negociar coaliciones a veces complejas, es capaz de producir gobiernos viables bajo tal contexto.
De los partidos actualmente representados en el Parlamento, 50PLUS y BIJ1 podrían perder sus últimos escaños en las próximas elecciones. El número de partidos en la Cámara Baja pasaría entonces de 15 a 17. Sin embargo, esta situación no significa una reducción de la fragmentación del escenario político, ya que una decena de partidos parecen capaces de participar, con mayor o menor probabilidad, en la formación del próximo gobierno. En conjunto, se espera que los liberales y la izquierda obtengan entre 30 y 35 escaños cada uno, la extrema derecha y el NSC unos 30 escaños cada uno, el BBB y los partidos cristianos unos diez cada uno, y los demás partidos unos 5 escaños en total.
9 – Las opciones de gobierno
Para alcanzar una mayoría parlamentaria de 76 escaños, son posibles numerosas combinaciones. Los tres candidatos favoritos no han descartado ninguna colaboración entre ellos, y los debates electorales han sido hasta ahora relativamente cordiales. Con la marcha de Mark Rutte y la aparición de nuevas fuerzas políticas, la secuencia de eventos parece favorable a nuevos acuerdos políticos.
En el centro-derecha, podría darse una convergencia programática relativamente natural entre el NSC, el VVD y el BBB. Queda por ver si los equilibrios que surgirán de las elecciones del 22 de noviembre permitirán a una o varias personalidades obtener la legitimidad necesaria para llevar a cabo las negociaciones con serenidad. De hecho, una coalición NSC-VVD-BBB se ajustaría en parte a la política de los gabinetes de Rutte, aunque adoptando una línea indudablemente más restrictiva en cuestiones migratorias y europeas y renovando sustancialmente el personal político dirigente.
Otra variante sería una coalición que combinara dos de los tres principales partidos de centro-derecha con uno o más partidos cristianos o el D66. Este podría ser el caso, en particular, si el VVD obtuviera malos resultados o el BBB un gran resultado: una coalición conservadora que excluyera al partido del exprimer ministro volvería a ser entonces una posibilidad.
En otros casos, el partido de centro-izquierda de Frans Timmermans podría formar parte del próximo gobierno. Este podría ser el caso si el NSC quisiera evitar un acuerdo con el VVD en favor de un nuevo formato de alianza, o si la alianza PvdA-GL ganara las elecciones y tomara la iniciativa de formar gobierno. Mientras que la cuestión del Estado de derecho y la buena administración debería acercar a las dos formaciones, los acuerdos podrían ser mucho más difíciles de alcanzar en cuestiones climáticas y migratorias, en las que las listas defienden posiciones opuestas. A menos que el VVD obtenga un resultado muy débil, es poco probable que una coalición en la que participen el centro-izquierda y el NSC tenga mayoría absoluta, por lo que tendría que buscar socios entre los partidos cristianos o los centristas.
Si gana, Timmermans también podría intentar formar gobierno en el centro-izquierda. Sin embargo, tal maniobra podría ser aritméticamente complicada: aunque un acuerdo con el D66, el Volt y la CU parece lo más probable, esos tres partidos juntos sólo obtendrían unos 15 escaños en el mejor de los casos. Incluso si participaran DENK, el PvdD y el SP (un escenario puramente hipotético dada su complejidad), el centro y la izquierda sólo obtendrían unos 60 escaños en el mejor de los casos, según las últimas encuestas. Por tanto, tal posibilidad sólo podría considerarse en caso de una sorpresa durante la noche electoral.
La participación directa o indirecta de la extrema derecha en el gobierno no está prevista por el momento. Pieter Omtzigt ha descartado hasta ahora cualquier coalición con el PVV, por considerar que no defendía suficientemente el Estado de derecho.
En conjunto, el peso significativo del VVD, el NSC y la alianza PvdA-GL, que obtendrían unos 80 escaños, así como los 30 escaños «perdidos» de la extrema derecha, que probablemente quedará excluida del futuro gobierno, parecen obligar al menos a dos de los tres primeros partidos a formar una alianza en el seno del futuro ejecutivo. El equilibrio entre el VVD y el NSC, el resultado del BBB y el de la alianza PvdA-GL serán los tres indicadores clave a vigilar la noche electoral.
10 – Un sistema político dinámico
Tras una década bajo el liderazgo de Mark Rutte y con la aparición de dos nuevos grandes partidos, las elecciones holandesas del 22 de noviembre serán de las más abiertas de este año electoral. El papel de la extrema derecha puede ser secundario. En toda su diversidad, el sistema de partidos holandés produce y permite la coexistencia de discursos políticos muy heterogéneos, que van desde el animalismo hasta el fundamentalismo protestante y el nacionalismo, pasando por diferentes matices de liberalismo social, democracia cristiana, conservadurismo promercado y socialdemocracia ecologista. También ha demostrado su capacidad para aportar innovaciones políticas que van más allá de los populismos conocidos, como fue el caso, en formas muy diferentes, de Omtzigt, el BBB, Volt y DENK. Tras una serie de escándalos, la voluntad declarada de los principales actores de luchar por el Estado de derecho y el parlamentarismo, evitar atajos extremistas y preservar la posibilidad de compromiso debería ser tranquilizadora.
A escala europea, sin embargo, la posición de un gobierno de Omtzigt sobre la inmigración y el principio de preeminencia puede plantear problemas. Un control demasiado estricto del BBB sobre las políticas medioambientales también podría abrir una secuencia de hechos compleja. Sin embargo, lo más probable es que las posiciones actuales de los partidos se vean moderadas por las próximas negociaciones, que probablemente se desarrollen en el centro o centro-derecha; las propuestas menos consensuadas podrían ser eliminadas.
Primeros resultados el 22 de noviembre por la noche en la página del Grand Continent.