La semana pasada, mientras las delegaciones europeas se encontraban en Washington para mantener consultas con sus homólogos estadounidenses, los responsables de la administración Trump les indicaron que, para 2027, Europa deberá ser capaz de asumir por sí sola «la mayor parte de las capacidades de defensa convencional de la OTAN».

De lo contrario, Washington podría retirarse de algunos mecanismos de coordinación de la defensa de la Alianza.

  • Estas capacidades «convencionales» incluyen recursos militares no nucleares que van desde la inteligencia hasta los misiles.
  • El plazo parece, a priori, arbitrario y podría reflejar la opinión de algunos responsables del Pentágono, pero no necesariamente la de la Casa Blanca.
  • A finales de noviembre, el embajador estadounidense ante la OTAN, Matthew Whitaker, expresó su deseo de que Alemania asumiera el mando supremo de las fuerzas aliadas (SACEUR), un cargo que tradicionalmente ha ocupado un estadounidense. Según varias fuentes europeas, 2027 es una fecha límite considerada «poco realista», sobre todo porque algunas capacidades requieren algo más que inversiones financieras y voluntad política.
  • Además, el suministro de cierto material militar sofisticado tarda una media de tres años, lo que haría imposible alcanzar la fecha de 2027.

Este plazo no es sorprendente, teniendo en cuenta las declaraciones de Donald Trump durante los últimos años sobre el «reparto de la carga» dentro de la OTAN. En febrero, en Múnich, el vicepresidente estadounidense J.D. Vance declaró «que es importante, en el marco de una alianza común, que los europeos tomen el relevo mientras Estados Unidos se centra en las regiones del mundo que se encuentran en grave peligro».

Estas declaraciones parecen seguir una doble lógica:

  • Por un lado, trasladar la cooperación en materia de seguridad del marco de la OTAN a asociaciones bilaterales que favorezcan a los países europeos alineados políticamente con la Administración Trump. Esto es lo que se desprende, en particular, de la nueva estrategia de seguridad nacional estadounidense, en la que la Casa Blanca afirma querer «fortalecer las naciones sanas de Europa Central, Oriental y Meridional mediante vínculos comerciales, ventas de armas, colaboración política e intercambios culturales y educativos»;
  • Y, al mismo tiempo, transformar la presencia militar estadounidense en Europa, el paraguas nuclear y el intercambio de información en un servicio de pago, siguiendo el modelo de un «servicio de seguridad».

Los países de la OTAN se comprometieron este verano, durante la cumbre de La Haya, a dedicar el 5% de su PIB a gastos de defensa de aquí a 2035, lo que supone un esfuerzo adicional anual de 510.000 millones de euros para los miembros europeos de la alianza.

  • Esta cifra supone un aumento de 12 puntos con respecto al periodo 2015-2019 (52%).