Nueva Caledonia se encuentra a 17.000 kilómetros de París, en el corazón de Oceanía y del arco melanesio, que también incluye las islas Fiyi, las islas Salomón, Vanuatu y Papúa Nueva Guinea. Marcada por una historia colonial compleja y coercitiva hacia el pueblo indígena canaco, Nueva Caledonia ha vivido un periodo de paz y prosperidad tras el Acuerdo de Matignon-Oudinot, en 1988, y el de descolonización de Numea, en 1998, que preveían una transferencia de competencias y un proceso de autodeterminación único en el mundo.

Posteriormente, se organizaron tres referéndums en 2018, 2020 y 2021, sin que el voto independentista lograra la mayoría, lo que sumió al archipiélago en una incertidumbre institucional que los socios políticos debían resolver. Esta búsqueda de consenso se vio obstaculizada por la ruptura de los «hilos del diálogo» entre los socios desde 2020 y por el mantenimiento en 2021 del tercer referéndum, impugnado y boicoteado por los independentistas, a pesar del contexto sanitario relacionado con el COVID-19. Las tensiones en torno a este tercer referéndum provocaron un rápido deterioro de la situación política.

Las posiciones entre independentistas y no independentistas pronto se revelaron irreconciliables: los primeros solo querían negociar bilateralmente con «la potencia administradora», mientras que los segundos presionaban al Estado para que reformara el cuerpo electoral de cara a las próximas elecciones provinciales, previstas para 2024. A partir de mayo de 2024, el territorio se vio marcado por un estallido de violencia, a raíz del proyecto de reforma constitucional que pretendía ampliar el censo electoral. La muerte de doce civiles y dos gendarmes exacerbó las divisiones étnicas en la sociedad caledonia. Estos disturbios también devastaron una economía ya muy frágil, provocando la destrucción de 500 empresas y una caída del PIB de entre el 10 % y el 15 %.

En este contexto nocivo y en un panorama político fragmentado, el Acuerdo de Bougival, firmado el 12 de julio de 2025 entre el Estado y dieciocho responsables políticos caledonios, apareció como una solución inesperada y potencialmente duradera, que permitiría el retorno a la estabilidad y la apertura de nuevas perspectivas para Nueva Caledonia, convertida en un Estado dentro de la República Francesa.

Aunque los asuntos exteriores son tradicionalmente competencia del Estado, este acuerdo incluye la transferencia de competencias en materia de diplomacia. Cabe recordar que Nueva Caledonia ya se beneficiaba del reparto de esta competencia en virtud del Acuerdo de Numea (1998), que le ha permitido desempeñar un papel cada vez más activo en la diplomacia regional y tener sus propios delegados regionales en las embajadas francesas de la región del Pacífico.

El acuerdo de Bougival 1 permite ir más allá, ya que el Estado « se compromete a apoyar una mayor representación del archipiélago en las organizaciones internacionales ». Paralelamente, «la Nueva Caledonia, consciente de los cambios geopolíticos, los riesgos de injerencia extranjera, los retos climáticos y la necesidad imperiosa de proteger su medio ambiente, se propone asumir plenamente su lugar en la región indopacífica, construyendo nuevas solidaridades regionales y ampliando su acción en la escena internacional, en estrecha colaboración con Francia».

Desde hace más de cuarenta años, el panorama político y electoral del archipiélago está estructurado por una «bipolarización» entre el independentismo y el antiindependentismo.

Paco Milhiet y Pierre-Christophe Pantz

Yves Lacoste 2 definió la geopolítica como «toda rivalidad de poderes sobre o por un territorio». En este caso, el acuerdo de Bougival parece ser la conjunción de dos escalas geopolíticas. A escala local, las recomposiciones políticas tras los disturbios de mayo de 2024 ilustran las «rivalidades de poder» y los conflictos étnicos que se han arraigado en el territorio desde hace más de cuarenta años. A escala regional, Nueva Caledonia se convierte en una pieza clave de la estrategia indopacífica francesa y despierta la codicia de las potencias regionales e internacionales.

Una geopolítica interna en plena recomposición

Desde hace más de cuarenta años, el panorama político y electoral del archipiélago está estructurado por una «bipolarización» 3 entre el independentismo y el antiindependentismo. Esta situación se asemeja a lo que Philippe Subra denomina «geopolítica local», 4 ya que «lo que está en juego es el uso y el control de un territorio disputado por actores con intereses contradictorios». La geografía electoral permite analizar la evolución de esta rivalidad por la conquista y el control de las instituciones en Nueva Caledonia en un contexto de descolonización.

Desde el acuerdo de Numea de 1998, la geopolítica electoral presenta tres características principales. La primera es la persistencia de la bipolaridad independentista/no independentista y su corolario: la ausencia de alternativas y de partidos no alineados. 5 La cuestión de la independencia siempre ha monopolizado los debates, relegando a un segundo plano las cuestiones sociales, económicas y medioambientales.

Desde hace más de cuarenta años, el panorama político y electoral del archipiélago está estructurado por una «bipolarización» entre el independentismo y el antiindependentismo. © AP Photo/Charlotte Antoine-Perron

La segunda es la escasa evolución de la relación de fuerzas electorales a lo largo de las diferentes elecciones. De hecho, el resultado acumulado de los independentistas solo ha aumentado 2,18 puntos en 20 años, pasando del 40 % en 1999 al 42,4 % en 2019. De manera similar, el resultado no independentista se ha mantenido prácticamente constante, pasando del 59 % en 1999 al 59,5 % en 2014. La evolución del resultado en el referéndum sobre la independencia es notable, ya que pasó del 43,3 % al 46,74 % a favor de la independencia, lo que supone un aumento excepcional de 3,44 puntos en dos años.

El proyecto de reforma constitucional relativo a la ampliación del derecho de voto actuó como catalizador de la explosión de violencia que se desató en Gran Numea a partir del 13 de mayo de 2024.

Paco Milhiet y Pierre-Christophe Pantz

Por último, el voto en Nueva Caledonia está vinculado al origen étnico de las personas. Este vínculo se ha reforzado con los referéndums. La brecha entre independentistas y no independentistas corresponde casi perfectamente con las divisiones étnicas y geográficas. Las provincias del Norte y de las Islas de la Lealtad son territorios independentistas y canacos, mientras que la provincia del Sur, y sobre todo el Gran Númea, es un territorio no independentista. En el Gran Númea, donde los canacos son cada vez más numerosos, existe una correlación entre la presencia de una importante población canaca en un barrio y los resultados electorales con tendencia independentista.

Estas tres características explican el estancamiento político y el fracaso de la «apuesta por la inteligencia» ideada por Jean-Marie Tjibaou para superar las divisiones políticas y étnicas, ya que ninguno de los bandos ha logrado hacer evolucionar las líneas políticas. Solo dos variables han permitido que evolucione este equilibrio de poder: la dinámica demográfica y la apertura del electorado. En Nueva Caledonia, esta «ley del número», 6 que lleva a las comunidades a contarse, permite comprender por qué la cuestión de los contornos del electorado es tan delicada, como lo demuestra el intento de reforma constitucional de mayo de 2024.

Fragmentación política y electoral

En esta situación de estancamiento político, el tercer referéndum de autodeterminación de diciembre de 2021, boicoteado por los independentistas, se saldó con la victoria del bando no independentista con el 96,5 % de los votos y una abstención del 56,13 %. Desde entonces, se ha roto el diálogo tripartita entre el Estado, los no independentistas y los independentistas.

En este contexto, el proyecto de reforma constitucional relativo a la ampliación del derecho de voto actuó como catalizador de la explosión de violencia que se desató en Gran Numea a partir del 13 de mayo de 2024.

En efecto, aprobada por el Senado en abril de 2024 y posteriormente por la Asamblea Nacional en mayo de 2024, esta reforma preveía la inclusión de unas 25.000 personas más —12.441 nativos y 13.400 residentes desde hacía al menos diez años— en las listas provinciales. Para los no independentistas, se trataba de una medida de justicia democrática para reequilibrar una situación en la que una quinta parte de la población caledonia estaba excluida del voto provincial en 2024, frente al 8 % en 1998, en el momento del Acuerdo de Numea.

Al mismo tiempo, una parte de los independentistas rechazó esta reforma con el argumento de que pondría en tela de juicio el Acuerdo de Numea y conduciría a la marginación de los canacos en el Congreso y en el gobierno local. La creación de una célula de coordinación de acciones sobre el terreno (CCAT) por parte de la Unión Caledonia (UC) tenía por objeto amplificar la oposición a esta reforma.

La fragmentación política del bando independentista ha complicado la búsqueda de un acuerdo consensuado sobre el futuro institucional de Nueva Caledonia.

Paco Milhiet y Pierre-Christophe Pantz

Los disturbios de mayo de 2024 que siguieron provocaron una profunda recomposición del panorama político y dieron lugar a una situación paradójica para el bando independentista en 2024. 7 A pesar del éxito electoral en las elecciones legislativas de junio-julio de 2024, en las que los independentistas obtuvieron por primera vez la mayoría a escala territorial (53 %), lo que hizo posible la elección de Emmanuel Tjibaou como diputado, esto no se tradujo en un fortalecimiento de su poder institucional. Por el contrario, los independentistas sufrieron un importante retroceso institucional en el segundo semestre de 2024 con la pérdida de la presidencia del Congreso en agosto de 2024 y la pérdida de la presidencia del gobierno en diciembre de 2024.

Este cambio se explica por la posición de Éveil Océanien, partido no alineado, con solo tres representantes en el Congreso, pero indispensable para formar una mayoría, que se acercó a los no independentistas tras los disturbios.

Al mismo tiempo, el bando independentista se ha fragmentado tras una escisión en el Frente de Liberación Nacional Canaco y Socialista (FLNKS) entre sus dos principales ramas, la Unión Caledonia (UC), considerada más intransigente (sobre todo por su papel en la CCAT), y la Unión Nacional para la Independencia (UNI) (Palika, UPM), considerada más moderada.

La fragmentación política del bando independentista ha complicado la búsqueda de un acuerdo consensuado sobre el futuro institucional de Nueva Caledonia. Esta situación era aún más preocupante dado que el archipiélago se enfrenta a una crisis socioeconómica y financiera de una magnitud sin precedentes, marcada por un endeudamiento público excesivo (más del 500 % del PIB tras los préstamos contraídos) y una destrucción masiva de empleo. En el contexto de un acuerdo anticipado, las implicaciones financieras y sociales de la dependencia desempeñaron un papel crucial en la reanudación de las negociaciones en febrero de 2025, bajo la supervisión del ministro de Estado de Ultramar, Manuel Valls.

Bougival, un frágil compromiso, ¿hacia una recomposición del equilibrio de poder geopolítico?

Sin embargo, en este contexto posterior a los disturbios y tras un periodo de cuatro años de ruptura del diálogo, nada hacía presagiar que el Estado lograría reunir a independentistas y no independentistas en una misma mesa de negociaciones.

Desde febrero de 2025, el ministro de Estado para los Asuntos de Ultramar multiplicó sus visitas a Nueva Caledonia para mantener conversaciones bilaterales y luego trilaterales, siempre confidenciales y a puerta cerrada.

Durante un viaje en mayo de 2025 y tras la celebración de un cónclave de varios días en Deva, el ministro fracasó por primera vez en su intento de alcanzar un consenso sobre su proyecto de acuerdo de «soberanía con Francia», cercano al concepto de independencia-asociación. 8 En ese momento, dos delegaciones no independentistas (Rassemblement-LR, Loyalistes), que representan a 19 de los 54 miembros del Congreso de Nueva Caledonia, se pronunciaron en contra de dicho proyecto.

Este acuerdo de Bougival, celebrado entre el Estado y dieciocho representantes políticos neocaledonios, tanto independentistas como no independentistas, consagra una solución política basada en una organización institucional duradera, que prevé la creación de un estatuto sui generis de «Estado de Nueva Caledonia».

Paco Milhiet y Pierre-Christophe Pantz

Aunque Manuel Valls logró reanudar el diálogo entre todos los componentes políticos del archipiélago, no consiguió superar las divergencias existentes, lo que dejó a Nueva Caledonia en un punto muerto.

Ante esta situación, el presidente Emmanuel Macron ha tomado la iniciativa de convocar una nueva cumbre para el futuro de Nueva Caledonia en Bougival, en Yvelines, a partir del 2 de julio de 2025. Considerada como una «última oportunidad» para llegar a un acuerdo, esta cumbre proponía una nueva hoja de ruta y examinar opciones como una amplia autonomía, un Estado federado o un Estado asociado.

Tras diez días de intensas negociaciones en un clima tenso y difícil, todas las delegaciones aceptaron concesiones significativas para llegar a un compromiso político denominado «la apuesta por la confianza», en referencia a la «apuesta por la inteligencia» de Jean-Marie Tjibaou, que prevaleció en los acuerdos de Matignon-Oudinot en 1988.

Este acuerdo de Bougival, celebrado entre el Estado y dieciocho representantes políticos neocaledonios, tanto independentistas como no independentistas, consagra una solución política basada en una organización institucional duradera, que prevé la creación de un estatuto sui generis de «Estado de Nueva Caledonia» dentro del conjunto nacional francés e inscrito en la Constitución de la República Francesa. También introduce el reconocimiento de una nacionalidad caledonia, indisociable de la nacionalidad francesa, que permite a los caledonios beneficiarse de la doble nacionalidad.

Pocas semanas después de la ratificación de este acuerdo político, surgieron protestas durante el regreso de las delegaciones al territorio. Estas críticas, a veces expresadas con virulencia, cuestionaban la legitimidad y la viabilidad de dicho compromiso. La Unión Caledonia (UC), una de las principales formaciones independentistas del FLNKS, desautorizó la firma que, sin embargo, habían estampado sus tres representantes. Por su parte, el FLNKS rechazó el acuerdo el sábado 9 de agosto de 2025.

Al día de hoy, los opositores al acuerdo (en particular la UC-FLNKS) representan 14 de los 54 diputados del Congreso, mientras que los 40 miembros restantes se muestran favorables.

Manuel Valls ya anunció que tiene la intención de continuar con el proceso de concretar el acuerdo 9 y de asociar a todas las fuerzas políticas caledonias a un comité de redacción. Sin embargo, el proceso aún es largo y está plagado de obstáculos. En efecto, el acuerdo debe someterse a votación de los caledonios en febrero de 2026 e implica modificaciones constitucionales y orgánicas que deberán ser votadas por el Parlamento francés a partir del otoño de 2025.

No obstante, el discurso inaugural del presidente del FLNKS, Christian Tein, durante el congreso extraordinario del FLNKS del 9 de agosto de 2025, puso de manifiesto su intención de impedir la celebración de esta consulta referendaria: «No permitiremos que se organice una consulta sobre este proyecto. Utilizaremos todas nuestras fuerzas y todas las formas de lucha a nuestro alcance para que este texto no se someta a votación».

Si esta oposición frontal de la Unión Caledonia-Frente Nacionalista Caledonio confirma y aclara la fragmentación preexistente en el seno del movimiento independentista, la viabilidad de este acuerdo se plantea con acuidad. El consenso obtenido en las elecciones de Bougival parece ahora caduco y asistimos al surgimiento de una mayoría transpartidista a favor de este acuerdo. ¿Será suficiente para garantizar la supervivencia del acuerdo?

Esta pregunta no puede disociarse de la dinámica geopolítica regional, ya que la estabilidad del territorio trasciende la simple escala local.

Tras diez días de intensas negociaciones en un clima tenso y difícil, todas las delegaciones aceptaron concesiones significativas para alcanzar un compromiso político denominado «la apuesta por la confianza». © Eric TSCHAEN-POOL/SIPA

Nueva Caledonia en el gran juego geopolítico del Indo-Pacífico

El 5 de mayo de 2018, en Numea, Emmanuel Macron oficializó las ambiciones de Francia en el Indo-Pacífico: «Francia es una gran potencia del Indo-Pacífico (…), creo en esta nueva estrategia que debemos llevar a cabo y que debe estar en el centro de nuestra ambición colectiva». 10

La inestabilidad política crónica de la colectividad complica el proceso de integración regional de Francia y compromete su estatus de potencia en la región.

Paco Milhiet y Pierre-Christophe Pantz

Primer presidente francés en conceptualizar una estrategia indo-pacífica, Emmanuel Macron se adhiere a una construcción geopolítica elaborada desde principios del siglo XXI por varios gobiernos, en particular el de Estados Unidos. 11 Tras los discursos pronunciados en la India y Australia a principios de año, el presidente de la República expuso por primera vez en Numea la visión indopacífica en el territorio nacional. Esta elección no es casual. Nueva Caledonia, una comunidad estratégica situada en el corazón del océano Pacífico, se encuentra en mayo de 2018 en vísperas de un primer referéndum de autodeterminación que será decisivo para su futuro institucional. Al reafirmar la importancia estratégica de los territorios de ultramar, el presidente de la República definió las líneas generales de una nueva ambición geopolítica que incluye a las poblaciones de ultramar, más allá de los temas divisorios de la política interior.

Sin embargo, siete años después de este discurso inaugural, tras tres referéndums de autodeterminación, dos viajes presidenciales a Numea y un periodo de disturbios devastadores para la economía de la comunidad, ya no se habla tanto de geoestrategia en relación con Nueva Caledonia como de evolución estatutaria, reforma constitucional y reactivación económica. Prueba de ello es que el término «indopacífico» solo aparece una vez en las trece páginas del proyecto de acuerdo de Bougival, frente a las veintidós veces que figuraba en el discurso de Numea de 2018.

Así, si bien Nueva Caledonia sigue siendo un elemento estructurante de las ambiciones francesas en la región indopacífica debido a sus características geopolíticas, la inestabilidad política crónica de la colectividad complica el proceso de integración regional de Francia y compromete su estatus de potencia en la región.

«Guijarro» angular de la estrategia francesa en el Indo-Pacífico

Situada en el mar del Coral, en el Pacífico Sur, a unos 1.200 km al este-noreste de las costas australianas (isla Fraser) y a 1.500 km al norte-noroeste del extremo septentrional de Nueva Zelanda, Nueva Caledonia ocupa un lugar central en una Oceanía en plena recomposición geopolítica, en el centro de grandes rivalidades internacionales. 12

Con más de 16.000 km2 de superficie, la «Gran Tierra» es la isla principal del archipiélago y la más extensa de Francia en términos de superficie terrestre. Con más de 1 400 000 km2, la zona económica exclusiva (ZEE) del archipiélago representa cerca del 13 % de la ZEE francesa, la segunda más importante del mundo. Ahora bien, esta ZEE contiene riquezas biológicas, minerales y energéticas. Hoy en día, se presta especial atención a los nódulos y sulfuros polimetálicos, así como a las costras cobaltíferas, ricas en metales estratégicos (en particular, las tierras raras).

Nueva Caledonia también permite a la diplomacia francesa participar en la arquitectura multilateral regional.

Paco Milhiet y Pierre-Christophe Pantz

Si bien las técnicas de extracción no son rentables por el momento, las recientes decisiones de China y Estados Unidos demuestran la importancia que las grandes potencias conceden a la explotación de los recursos mineros submarinos: el 22 de febrero de 2025, China firmó un acuerdo con las Islas Cook para explorar los recursos mineros de su ZEE; Donald Trump firmó un decreto el 24 de abril de 2025 para acelerar la explotación de los recursos de las grandes profundidades.

También en tierra firme, Nueva Caledonia es rica en materias primas, con el 7 % de las reservas mundiales de níquel. A pesar de la crisis que atraviesa el sector, la comunidad sigue siendo el cuarto productor mundial de este metal, que se utiliza en la composición de numerosas aleaciones metálicas y aceros inoxidables, así como en las baterías de los vehículos eléctricos. La producción metalúrgica representa el 90 % de las exportaciones del territorio y da empleo a 12.000 personas, es decir, casi el 20 % de la población activa.

Nueva Caledonia también permite a la diplomacia francesa participar en la arquitectura multilateral regional: la sede de la Comunidad del Pacífico, asociación regional de 26 Estados, se encuentra en Numea desde 1947. Francia también organiza cumbres regionales en el territorio caledonio, como la Cumbre Francia-Oceanía de 2009 y, más recientemente, la reunión de ministros de Defensa del Pacífico Sur de 2024.

Si bien la colectividad caledonia goza de un estatuto de autonomía ampliada, confirmado e incluso ampliado por el acuerdo de Bougival, el Estado sigue siendo competente en materia de defensa. Las Fuerzas Armadas de Nueva Caledonia (FANC), además de sus misiones de servicio público —protección de los espacios marítimos, lucha contra la pesca ilegal, misiones de soberanía, evacuaciones sanitarias, inserción profesional de los jóvenes a través del servicio militar adaptado—, organizan y participan en ejercicios militares multilaterales, cooperan con los países vecinos en materia de seguridad civil y contribuyen a la ayuda humanitaria cuando se producen catástrofes naturales en la región.

Sin embargo, a pesar de una diplomacia proactiva, el discurso indopacífico de Francia se ve a menudo atrapado entre las ambiciones geopolíticas que buscan legitimar su presencia y una comunidad regional favorable a las reivindicaciones independentistas en las colectividades francesas.

¿Factor de integración regional o carga diplomática?

Históricamente, Francia mantiene relaciones turbulentas con algunas organizaciones regionales, en particular con el Foro de las Islas del Pacífico (PIF), la principal institución multilateral de Oceanía.

Criticada por su legado colonial, sus ensayos nucleares y el caso del Rainbow Warrior, Francia ha estado excluida durante mucho tiempo de los foros regionales y de cualquier proceso de integración regional. Peor aún, por iniciativa del PIF y de algunos de sus miembros (las Islas Salomón, Nauru, Tuvalu y Samoa, entre otros), la Asamblea General de la ONU volvió a incluir a Nueva Caledonia en la lista de territorios por descolonizar en 1986, y luego a la Polinesia Francesa en 2013.

La diplomacia francesa se ha mostrado muy activa para mejorar su imagen: ayuda al desarrollo, papel pionero en la lucha contra el calentamiento global, asistencia humanitaria, establecimiento de estatutos de autonomía muy desarrollados en Nueva Caledonia y la Polinesia Francesa. Estos esfuerzos dieron como resultado que, en 2016, ambas colectividades se convirtieran en miembros de pleno derecho del PIF.

Sin embargo, la ambición regional y los esfuerzos diplomáticos de Francia se ven cada vez más comprometidos por la crisis política que atraviesa Nueva Caledonia. Tras los disturbios de mayo de 2024, varios dirigentes de las islas del Pacífico, incluidos algunos miembros del PIF, expresaron su apoyo a las reivindicaciones independentistas canacas y criticaron la gestión del proceso de descolonización por parte de Francia.

A principios del siglo XXI, el Pacífico oceánico vuelve a ser una zona geopolítica en el centro de las cuestiones internacionales, en particular en el contexto de la creciente rivalidad entre China y Estados Unidos.

Paco Milhiet y Pierre-Christophe Pantz

Por ejemplo, el secretario general del PIF, Henri Puna, declaró «no estar sorprendido» por la crisis caledonia, que, en su opinión, es el resultado de «una situación deteriorada desde la celebración del tercer referéndum boicoteado por los canacos». 13 El entonces primer ministro de Vanuatu, Charlot Salwai, afirmó «apoyar al FLNKS contra el proyecto de ley constitucional que pretende descongelar el censo electoral». 14 Esta reacción del jefe del Ejecutivo de Ni-Vanuatu es simbólica, ya que Vanuatu, antiguo condominio franco-británico y único Estado francófono del Pacífico oceánico, era el centro de la estrategia francesa en la región.

Las críticas fueron en general moderadas, especialmente por parte de Australia y Nueva Zelanda, dos actores regionales importantes, que se limitaron a hacer llamados a la calma y elogiaron el acuerdo de Bougival. Sin embargo, la presencia francesa en la región sigue siendo motivo de tensión y los disturbios persistentes han empañado la imagen de París como socio regional estable y fiable. Esta situación ofrece a algunos actores de las relaciones internacionales la oportunidad de reafirmar su interés estratégico por Nueva Caledonia.

Aunque la región ha sido considerada durante mucho tiempo como un «lago americano», China lleva varias décadas desarrollando su influencia en ella, y sus estrategias de influencia en la zona están bien documentadas. ©AP Photo/Bullit Marquez

Un territorio estratégico en la encrucijada de ambiciones estratégicas contrapuestas

A principios del siglo XXI, el Pacífico oceánico vuelve a ser una zona geopolítica en el centro de las cuestiones internacionales, en particular en el contexto de la creciente rivalidad entre China y Estados Unidos. Aunque la región ha sido considerada durante mucho tiempo como un «lago estadounidense», China lleva varias décadas desarrollando su influencia en ella, y sus estrategias de influencia en la zona están bien documentadas. Manipulación de la narrativa nacional, influencia económica, relevo de la diáspora, ayudas al desarrollo, diplomacia de cartera destinada a limitar cualquier influencia de Taiwán, participación y organización de diálogos multilaterales, cooperaciones políticas y militares bilaterales: son algunos de los medios utilizados por Pekín para reforzar su presencia. La gira diplomática del ministro de Asuntos Exteriores de la República Popular China (RPC), Wang Yi, en 2022 por ocho Estados de la región, culminada con una cumbre regional en las islas Fiyi, confirma este creciente interés.

Nueva Caledonia no es ajena a este fenómeno, especialmente en el sector del níquel, un mercado mundial en el que los grandes grupos chinos ejercen una influencia significativa. 15 La RPC ha sido durante mucho tiempo el principal mercado de exportación. Sin embargo, en 2024 las exportaciones a China se redujeron significativamente (-65,4 %). Además, la asociación entre un operador caledonio (SMSP) y la empresa china Yichuan Nickel Industry para crear una planta de pirometalurgia para tratar el níquel en la ciudad de Yangzhou no llegó a buen puerto y se abandonó a principios de 2023.

A diferencia de la Polinesia Francesa, no existe una comunidad china establecida y estructurada en Nueva Caledonia. Si bien en la prensa se especula en ocasiones con la posibilidad de una «Nueva Caledonia china» en caso de salida francesa, la presencia china en la comunidad sigue siendo modesta por el momento. Para Pekín, la situación económica y política de Nueva Caledonia es una cuestión secundaria, pero su creciente influencia en algunos países vecinos (Islas Salomón, Vanuatu, Tonga) es testimonio de su creciente influencia regional.

Por parte estadounidense, la comunidad es codiciada por algunos grandes grupos estadounidenses. Por ejemplo, en 2021, la empresa Tesla, de Elon Musk, firmó un acuerdo de suministro de níquel con un operador caledonio para controlar la producción de baterías para vehículos eléctricos. Más recientemente, Google y su socio Subcom se han interesado por la comunidad en el marco de la iniciativa Pacific Connect, para conectar el cable submarino de Nueva Caledonia Gondwana-2 a la futura red de cables submarinos transpacíficos. 16 Este interés geoeconómico se ha traducido en el ámbito político. Con el fin de recuperar una zona de influencia tradicional, el gobierno estadounidense también ha invitado al presidente del gobierno de Nueva Caledonia, figura del movimiento independentista, Louis Mapou, a Washington para las cumbres insulares de los países del Pacífico en 2022 y 2023, para gran disgusto del gobierno francés.

Por otra parte, el interés por Nueva Caledonia no se limita a la rivalidad entre China y Estados Unidos. Otros actores tienen intereses en la zona y buscan desarrollar su influencia. El último ejemplo es Azerbaiyán, que aprovecha la situación de Caledonia para resolver su disputa con Francia, socio histórico de Armenia. Así, a través de la ONG «Grupo de Iniciativa de Bakú», creada en 2021, Azerbaiyán apoya los movimientos independentistas de las antiguas colonias francesas con el fin de exacerbar los separatismos regionales e insulares en la región. Se ha invitado a Bakú a representantes independentistas canacos y polinesios para firmar acuerdos de cooperación con el Parlamento azerí. Algunos, como el exministro del Interior Gérald Darmanin, incluso han insinuado que el régimen de Bakú apoyó directamente a los alborotadores durante los acontecimientos de mayo de 2024. 17

De forma más modesta, Rusia y Turquía también se han hecho eco en ocasiones de posturas decolonialistas, criticando la soberanía francesa en Nueva Caledonia.

La evolución institucional representada por el Acuerdo de Bougival también podría inspirar a otros territorios del Indo-Pacífico francés. Es el caso de la Polinesia Francesa, una colectividad que goza de un estatus de autonomía comparable al de Nueva Caledonia y donde actualmente gobierna un presidente independentista.

El Acuerdo de Bougival y julio de 2025, que inicialmente traían consigo esperanzas, revelan también las tensiones persistentes del bando independentista y ponen de relieve los límites de los compromisos políticos en un panorama político fragmentado, marcado por profundas divisiones históricas e identitarias.

A escala regional, la colectividad sigue siendo para Francia el centro de su estrategia indopacífica. Sin embargo, la incertidumbre política del territorio y la fragilidad del acuerdo pueden debilitar su imagen y su influencia en los foros multilaterales, en beneficio de potencias rivales.

La continuidad del acuerdo dependerá, por tanto, de la capacidad de los actores para mantener el equilibrio interno y de su aptitud para adaptarse a las reconfiguraciones geopolíticas externas.

Notas al pie
  1. «Un accord pour l’avenir de la Nouvelle-Calédonie», Gouvernement, 12 de julio de 2025.
  2. Yves Lacoste, «Définir la géopolitique», Vie Publique, 2019.
  3. Robert Bertram, «Bipolarisation politique de la Nouvelle-Calédonie depuis 1975», l’Harmattan, 2012.
  4. Philippe Subra, «Géopolitique locale, territoires, acteurs, conflits», Armand Colin, 2016.
  5. Con la excepción, en 2019, del Éveil Océanien —partido no alineado— con tres representantes elegidos en el Congreso (de un total de 54).
  6. Gilbert David, Dominique Guillaud, Patrick Pillon. «La Nouvelle-Calédonie à la croisée des chemins 1989-1997», Société des Océanistes, IRD, 1999.
  7. Pierre-Christophe Pantz, «Nouvelle-Calédonie : l’impasse et l’inquiétude, un an après les émeutes», The Conversation, mayo de 2025.
  8. Léa Havard, «Nouvelle-Calédonie : qu’est-ce que l’ « indépendance-association » au cœur des débats sur l’avenir de l’archipel ?», The Conversation, junio de 2025.
  9. «Je ne me résigne pas, le FLNKS peut encore s’inscrire dans la voie de l’accord», LNC, 30 de julio de 2025.
  10. Emmanuel Macron, Déplacement en Nouvelle-Calédonie, Elysée, 2018.
  11. Paco Milhiet, «Géopolitique de l’Indo-Pacifique, enjeux internationale, perspectives françaises», Le Cavalier bleu, 2021.
  12. Sémir Al Wardi, Jean-Marc Regnault, «L’Océanie convoitée», CNRS édition, 2017.
  13. «New Caledonia violence “unfortunate” but Pacific islands Forum secretary-general is not surprised», Radio New Zealand, 15 de mayo de 2024.
  14. «Le Vanuatu réaffirme son soutien au FLNKS contre le projet de loi constitutionnelle»Témoignages, 18 de mayo de 2024, 2024.
  15. Anne-Marie Brady, «Quand la Chine frappe à la porte de la Nouvelle-Calédonie», IRSEM, étude n°122, 2025.
  16. «Câbles sous-marins : Google débarque à Nouméa, cœur des préoccupations sécuritaires françaises dans l’Indo-Pacifique», Intelligence Online, 24 de abril de 2024.
  17. «Darmanin accuse l’Azerbaïdjan d’ingérence dans les émeutes», Le Figaro, 16 de mayo de 2024.