Irán-Israel: Oriente Medio en guerra

¿Ha preparado un informe neoconservador la guerra entre Israel e Irán —y el apoyo estadounidense—?

Lo que estamos presenciando desde el viernes pasado entre Irán e Israel parece seguir meticulosamente las recomendaciones de un informe ampliamente desconocido.

Publicado por The Henry Jackson Society, un think tank neoconservador con sede en Londres, este texto expresa una aggiornamento sistemático de esta doctrina con respecto a Irán.

Si bien cabe dudar de su influencia directa, su lectura apunta a una paradoja: ¿está la administración de Trump, veinte años después de las guerras de George W. Bush, adoptando una doctrina neoconservadora en Medio Oriente?

Publicado por The Henry Jackson Society (HJS), un think tank neoconservador con sede en Londres, 1 Restoring Deterrence: Destabilising the Iranian Regime es un informe de 24 páginas fechado en mayo de 2024, 2 es decir, unas semanas después del ataque iraní contra territorio israelí, que siguió a una serie de operaciones de los servicios de seguridad y el ejército israelí contra espacios diplomáticos en Damasco y en territorio iraní.

El informe parte de un diagnóstico. La postura disuasoria de Estados Unidos frente a Irán ha fracasado: «La estrategia consistía en localizar el conflicto, evitar una escalada regional e impedir que estallara una guerra más amplia en Medio Oriente. Irónicamente, ha conducido a todo lo contrario. Al intentar impedir la guerra, Estados Unidos ha fomentado el estallido del conflicto».

Irán ha tomado la delantera marcando el ritmo, mientras que Estados Unidos se limita a reaccionar, perdiendo así la iniciativa estratégica. Los Acuerdos de Abraham, que pretendían establecer un marco de seguridad regional disuasorio, han reforzado sin duda la seguridad de Israel frente a los Estados suníes, pero no han impedido que Irán profundice su influencia geopolítica. En respuesta, Teherán ha estructurado una arquitectura de seguridad paralela: por un lado, una estrategia de «unificación de frentes» que coordina sus aliados armados en la región con una triple alianza con China y Rusia; por otro, un «cinturón de fuego» destinado a rodear a Israel y expulsar a las fuerzas estadounidenses del teatro de operaciones de Medio Oriente.

Según el autor, Washington habría permitido así al régimen de Teherán ampliar su influencia, desarrollar su programa nuclear y activar a sus aliados sin sufrir consecuencias reales.

El surgimiento de una guerra encubierta en conflicto abierto, así como el hecho de que Irán esté a punto de convertirse en una potencia nuclear, implicaría, por lo tanto, un cambio de estrategia, restableciendo un equilibrio de poder favorable a Estados Unidos e Israel.

Este informe puede leerse como la actualización más reciente de la doctrina neoconservadora, contra la que Donald Trump y otras figuras centrales de su administración habían decidido romper. En este sentido, es heredero de la posición de John Bolton, que había moldeado la política iraní de George W. Bush como responsable de la no proliferación entre 2001 y 2005, y cuya doctrina respecto a Irán podría resumirse en un famoso artículo de opinión que publicó en el New York Times unos años más tarde, en el que se oponía a las negociaciones que Barack Obama había iniciado con Irán: «To Stop Iran’s Bomb, Bomb Iran».

Estas posiciones también son compartidas por una serie de personalidades políticas influyentes, tanto del Partido Demócrata como del Republicano. Tom Cotton, senador republicano, explicaba por ejemplo su hostilidad hacia la estrategia puesta en marcha por Obama de la siguiente manera: «Una cosa que aprendí en el ejército es que, cuando tu adversario está de rodillas, hay que derribarlo y asfixiarlo hasta el final. Pero el presidente Obama les ha tendido la mano y ha ayudado a los ayatolás a ponerse en pie». 3 Estas posiciones parecen confirmar la estrategia anunciada en los últimos días por Donald Trump, que pide públicamente la rendición total «sin condiciones» de Irán. 4

Para poner en práctica esta doctrina, el informe recomienda acciones directas contra el régimen iraní, una doctrina que parece corresponder precisamente al desarrollo de la acción llevada a cabo por Israel desde el viernes: ataques en territorio iraní contra instalaciones del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica, ciberataques, ataques contra infraestructuras petroleras y nucleares, y la asociación explícita de los proxies de Teherán.

«Este informe expone con lucidez las razones por las que Estados Unidos e Israel deben adoptar ahora una estrategia más amplia y holística hacia Irán y sus proxies. Esto implicará que Israel amplíe su proyección de poder para atacar instalaciones iraníes en territorio iraní, lo que podría ir acompañado de reacciones desproporcionadas por parte de Estados Unidos destinadas a desestabilizar el régimen iraní, con el efecto paradójico de restablecer la disuasión».

Aunque este informe no es influyente en sí mismo, pone de relieve una visión y una doctrina defendidas por varias redes influyentes y presentes en las más altas esferas del Estado, en particular en el gobierno de Benjamin Netanyahu. 5

Su lectura pone de manifiesto una paradoja: como en una especie de artimaña de la historia, ¿se está cumpliendo el escenario neoconservador de un choque entre Estados Unidos e Israel, por un lado, e Irán, por otro?

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La escalada en Medio Oriente parece inevitable, ya que Irán está a punto de convertirse en una potencia nuclear y, en consecuencia, intensifica su agresividad en varios escenarios de operaciones.

En las conclusiones de su informe (pp. 23-24), el autor adopta una postura determinista que descarta de entrada cualquier opción diplomática. La mención de la «inevitabilidad» prepara y justifica un razonamiento que conduce a la legitimidad de una acción militar. El umbral de acceso al poder nuclear es el criterio utilizado aquí para justificar un ataque preventivo directo. Este fue el criterio que se esgrimió públicamente cuando el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, lanzó la operación Am Kalavi. Sin embargo, según informó la CNN el 17 de junio, a diferencia de los servicios israelíes, los servicios de inteligencia estadounidenses consideraban que Irán aún estaba lejos de alcanzar esa capacidad. 6

Los intentos de Estados Unidos de contener localmente la amenaza iraní solo favorecerán una escalada más amplia y, en realidad, sirven a la estrategia iraní conocida como «el anillo de fuego», que permite a Teherán negar toda responsabilidad en los ataques llevados a cabo por sus proxies. Estados Unidos e Israel se verán obligados a adoptar una serie de respuestas contundentes que durante mucho tiempo han tratado de evitar, con el fin de impedir que el régimen iraní acceda al estatus nuclear.

El «anillo de fuego» es una expresión utilizada por algunos responsables israelíes para referirse a la estrategia de «cerco» de Israel por parte de Irán a través de sus proxies, como Hezbolá en el Líbano, las milicias chiitas en Irak o los hutíes en Yemen. Formulada por el general de división (retirado) Yaakov Amidror, antiguo jefe de la división de Investigación de los servicios de inteligencia militar israelíes. En una nota para el Instituto de Estrategia y Seguridad de Jerusalén, escribe que «el principio rector del anillo de fuego es claro: Irán se mantiene distante y ostensiblemente al margen, ya que no tiene ninguna responsabilidad directa en las acciones de estos elementos, y no hay forma de demostrar que es «la mano que mece la cuna». Irán es como un pulpo cuyo centro y cerebro no son responsables de las acciones de sus largos tentáculos, por lo que no hay ninguna posibilidad legítima de actuar contra él con una fuerza manifiesta». La eficacia de las operaciones israelíes destinadas a debilitar a estos proxies en Siria y Líbano, y la desintegración casi total del «Eje de la Resistencia» constituido durante los cuarenta y cinco años de existencia de la República Islámica, se inscriben así en una estrategia de desarticulación de la lógica del anillo de fuego.

Por otra parte, para impedir que Irán se convierta en una potencia nuclear y contrarrestar eficazmente su estrategia denominada «unificación de frentes», Estados Unidos e Israel deberían considerar medidas destinadas a desestabilizar el régimen iraní. Israel debería ampliar su capacidad de proyección de poder para atacar las instalaciones y el personal del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica (CGRI) en territorio iraní, con el fin de socavar la estabilidad del régimen.

Se trata de un cambio estratégico crucial con respecto a la lógica que prevalecía hasta que Irán enunció la doctrina de la nueva ecuación, que sacó a la luz una confrontación que hasta entonces se había librado en la sombra. El autor parece reconocer también que el objetivo de Israel y Estados Unidos con una operación de este tipo no sería crear un nuevo Estado liberal y democrático, como se utilizó para justificar la intervención en Irak en 2003, sino simplemente debilitar las estructuras del Estado hasta que no sea capaz de hacer daño. La mención de la ampliación de la «capacidad de proyección de poder» es llamativa a la luz de las primeras lecciones tácticas de la operación Am Kalavi: la selección precisa de objetivos y la decapitación relámpago de figuras clave del régimen están en consonancia con las recomendaciones de este informe.

Estados Unidos e Israel deberían considerar claramente a los proxies iraníes —como Hamás, Hezbolá, Hezbolá al-Haq y los hutíes— junto con el régimen que los apoya. Estados Unidos debería intensificar su campaña contra los hutíes: el objetivo no debería limitarse a defender la navegación internacional, sino a reducir la capacidad operativa de los hutíes en el mar Rojo y atacar a sus líderes.

Los ataques contra los hutíes se han intensificado bajo el mandato de Trump e Israel ha demostrado la eficacia de esta estrategia al llevar a cabo con éxito varias operaciones estratégicas contra los proxies iraníes, en particular la eliminación del líder de Hezbolá, Hassan Nasrallah, en septiembre de 2024.

Además, los ataques contra Hamás en Rafah no deben considerarse una campaña separada de los ataques contra los hutíes en Yemen o de las operaciones contra los líderes del CGRI en territorio iraní. Este enfoque permitiría restablecer una disuasión creíble al demostrar a Irán que sus actividades maliciosas tienen consecuencias concretas.

La granularidad de los objetivos propuestos confiere a esta conclusión un carácter más operativo que estratégico. Esto plantea interrogantes sobre la verdadera intención del informe, en el que las recomendaciones —sin duda fruto de varias audiencias con personalidades militares o políticas— acaban confundiéndose con una hoja de ruta militar.

Esto podría traducirse, en particular, en:

  • La retirada de los portaaviones estadounidenses del golfo Pérsico, que es una zona estrecha y poco profunda; esto reduciría su vulnerabilidad frente a los drones, las minas y los misiles iraníes, al tiempo que enviaría una señal clara al régimen de Teherán sobre su propia exposición;

Este cambio de postura, de una presencia defensiva pasiva a una amenaza activa a distancia, implica señalar a Teherán que la ausencia física no es una retirada estratégica, sino una condición previa para ataques más impredecibles y potencialmente más letales, en todo el espectro. Quizás el autor no previó la rapidez con la que la cadena de mando iraní sería diezmada por el ejército israelí, ni el temor iraní a entablar una confrontación directa con Estados Unidos.

  • Ataques contra bases del CGRI, como la de los Pasdaran, así como contra altos responsables del CGRI en territorio iraní o en el extranjero;

El Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica ha sufrido grandes pérdidas desde el inicio de la operación Am Kalavi, ya que el cuartel general de la organización en Teherán ha sido objeto de ataques aéreos, según el ejército israelí. Se ha confirmado la muerte de 16 líderes del CGRI, entre ellos el comandante en jefe Hossein Salami.

  • Ciberataques contra infraestructuras críticas;

El grupo de hackers israelíes Predatory Sparrow lanzó el martes 17 de junio un ciberataque masivo contra el banco iraní Sepah, que financia, entre otros, los programas nucleares y balísticos del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica (CGRI).

  • Ataques contra instalaciones de producción de drones y misiles;
  • Ataque contra las infraestructuras petroleras de Irán, incluidas refinerías, unidades de procesamiento, oleoductos internos, terminales e instalaciones relacionadas con la exportación de hidrocarburos;

La infraestructura petrolera iraní, que se libró en gran medida de las primeras oleadas de ataques israelíes, ha sido blanco de disparos israelíes desde el sábado 14 de junio. El depósito de Shahran, situado en Teherán, fue uno de los principales objetivos, al igual que la refinería de Shahr-e Rey, al sureste de la capital iraní.

  • Ataques contra las capacidades de defensa aérea iraníes, incluidos aeródromos, centros de mando y control, así como baterías antiaéreas.

Una de las claves del éxito del ataque israelí en la noche del jueves al viernes fue el despliegue por parte de los servicios de inteligencia israelíes de una base de drones en territorio iraní, que sirvió para debilitar las defensas antiaéreas, preludio de los bombardeos que provocaron la muerte de numerosos generales iraníes y media docena de científicos nucleares.

Tal y como recomendaba el informe, los ataques con drones desde la base desplegada por el Mossad tuvieron como objetivo y alcanzaron directamente algunos sistemas de defensa antiaérea y lanzadores que amenazaban a Israel.

  • Ataque contra el programa nuclear iraní, incluidas las instalaciones de conversión y enriquecimiento de uranio.

En otro pasaje del informe, Seener llega incluso a mencionar, aunque de forma discreta, la opción nuclear. Así, recomienda ataques directos contra Irán, «incluidos los lugares que el régimen considera protegidos», y precisa: «La fuerza aérea israelí cuenta con aviones F35 y F15 con capacidad de tiro a larga distancia. Pero Israel también tiene misiles Jericó que nunca se han utilizado plenamente en un escenario de operaciones». 7 Los Jericó son misiles balísticos israelíes capaces de transportar ojivas nucleares, lo que parece recordar y sugerir el uso del adverbio «plenamente» («fully»).

No es aceptable que Irán se alinee con Rusia y China en el marco del «eje de la resistencia» mientras suministra drones a Moscú. Del mismo modo que Irán «unifica los frentes», Estados Unidos debería adoptar la misma lógica y sancionar tales iniciativas.

En este caso, la estrategia iraní de «unir los frentes» debe volverse en su contra, asociando a cada proxy con Teherán. De hecho, Israel ha eliminado sistemáticamente los principales elementos del eje de la resistencia: decapitación de Hezbolá, campaña de destrucción sistemática de Hamás en Gaza. Mientras tanto, en Damasco, el régimen de Assad ha sido derrocado.

El terrorismo patrocinado por Irán en una zona determinada debería recibir una respuesta estadounidense en otra, incluso en suelo iraní.

El régimen iraní debe comprender que su implicación en Ucrania justificará ataques contra los representantes del CGRI en el Líbano y en Irán.

Rusia e Irán firmaron el pasado 17 de enero, tres días antes de la toma de posesión de Trump, una importante asociación estratégica global que incluye varios ámbitos y una amplia cooperación en materia militar, económica y cultural. Sin embargo, no se trata de una alianza militar. Si bien no se ha confirmado la presencia de fuerzas iraníes en territorio ucraniano, Rusia ha comprado a Irán la tecnología para fabricar drones Shahed, fundamentales en la guerra contra Ucrania.

La mención de Ucrania al final del documento puede parecer sorprendente: sirve a una visión maximalista del compromiso según la cual Estados Unidos, por apoyar el esfuerzo bélico ucraniano, debería «sancionar» militarmente a Irán por su suministro de drones a Rusia.

Como es sabido, el apoyo a Ucrania no es un motivo invocado por Trump para respaldar la operación israelí.

Una campaña de respuestas desproporcionadas a las actividades maliciosas de Irán podría lograr el efecto deseado: contener al régimen iraní y establecer líneas rojas.

Al menos en apariencia, Seener se limita a recomendar la «desestabilización» para «establecer líneas rojas», sin pedir abiertamente un cambio de régimen en el informe. ¿Podemos plantear la hipótesis de que la realidad está superando las previsiones más optimistas de este informe hasta el punto de reintroducir la noción de «cambio de régimen» en Medio Oriente, un auténtico tabú tras el fracaso de la política estadounidense, especialmente en Irak y Afganistán?

Además, una estrategia destinada a desestabilizar el régimen también acabaría debilitando la participación de Irán en el «eje de la resistencia», cuyo objetivo es perturbar escenarios externos como Ucrania y cuestionar el orden internacional liberal.

Notas al pie
  1. «Rightwing think tank pulls funds for Commons groups after disclosure row», The Guardian, 30 de diciembre de 2014.
  2. Barak M. Seener, Restoring Deterrence: Destabilising the Iranian Regime, Londres: The Henry Jackson Society, Centre for New Middle East, mayo de 2024. Su autor, Barak M. Seener, investigador sénior del HJS, antiguo analista del RUSI y fundador de Strategic Intelligentia, es considerado un especialista en cuestiones de seguridad en Medio Oriente. Este antiguo asesor de inteligencia de HSBC aboga desde hace tiempo por un cambio de régimen en las redes sociales.
  3. «A Conversation on the Iran Nuclear Deal With Senator Tom Cotton», Council on Foreign Relations, 3 de octubre de 2017.
  4. «Donald Trump not seeking ceasefire but wants ‘complete give-up’ by Iran», The Guardian, 17 de junio de 2025. Y su post en TruthSocial del mismo día.
  5. Entre los nombres que aparecen en la sección de agradecimientos del informe —lo que sugiere que han contribuido al proyecto editorial o intelectual— cabe destacar la presencia de Alan Mendoza (fundador y director ejecutivo de la Henry Jackson Society), Joshua London (director de asuntos públicos del Instituto Judío para la Seguridad Nacional Estadounidense) y Aliona Hlivco (fundadora y directora general del St. James’s Foreign Policy Group), personas afiliadas a la red neoconservadora, cada una desde un polo distinto: el atlantismo británico, el lobby proisraelí estadounidense y el activismo antiautoritario postsoviético.
  6. Katie Bo Lillis y Zacharie Cohen, «Israel says Iran was racing toward a nuclear weapon. US intel says it was years away», CNN, 17 de junio de 2025.
  7. Barak M. Seener, Restoring Deterrence: Destabilising the Iranian Regime, Londres: The Henry Jackson Society, Centre for New Middle East, mayo de 2024, p. 21.
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