Los polacos han votado hoy en la primera vuelta de las elecciones presidenciales. Las encuestas a pie de urna coinciden en líneas generales con las últimas encuestas previas a las elecciones, pero dan una ventaja menor de la prevista al candidato en cabeza.

  • En primer lugar, los polacos han situado a Rafał Trzaskowski, actual alcalde liberal de Varsovia y candidato de la Coalición Cívica (KO, PPE), coalición de centro-derecha de la que procede el primer ministro Donald Tusk. Trzaskowski ha obtenido el 30,8% de los votos según la encuesta IPSOS publicada por la cadena TVP Info.
  • El alcalde de Varsovia se enfrentaría en la segunda vuelta a Karol Nawrocki, historiador y hasta ahora director del Instituto de Memoria Nacional, respaldado por el partido nacional-conservador Ley y Justicia (PiS, CRE), que obtuvo el 29,1% de los votos.
  • En tercer lugar, y por lo tanto no clasificado para la segunda vuelta, se encuentra Sławomir Mentzen, candidato de la coalición de extrema derecha Confederación, que habría obtenido el 15,4% de los votos, mientras que en marzo alcanzaba hasta el 19% de las intenciones de voto, antes de caer en picado a medida que se acercaban las elecciones.
  • Cabe destacar el cuarto puesto del candidato antisemita de extrema derecha Grzegorz Braun, que se sitúa por delante del presidente del Sejm Szymon Hołownia y de los candidatos de izquierda.

Los resultados definitivos se esperan para esta noche. Para la segunda vuelta, todas las encuestas publicadas hasta el viernes daban ganador a Trzaskowski, aunque la diferencia se ha reducido últimamente. Si bien los votantes de centro y de izquierda deberían inclinarse más por Trzaskowski, las transferencias de votos de los votantes de la Confederación son los que más pueden ganar los dos candidatos.

El presidente polaco es el jefe del Estado, pero no tiene funciones legislativas directas y no representa al país en las instituciones internacionales, que es la función del primer ministro. Sin embargo, tiene derecho de veto sobre numerosos proyectos de ley, puede aplazar la adopción de una ley —en particular las leyes financieras— y sigue siendo el jefe de las Fuerzas Armadas, en un país que pretende destinar el 5% de su PIB a la defensa en 2025. Como figura del poder ejecutivo, es también la cara visible del país en el extranjero.