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El Presidente Trump ha prometido una nueva edad de oro para Estados Unidos. En Europa, sin embargo existe un zeitgeist de declive y pérdida de competitividad. ¿Qué balance hace?

El orden global que ha regido el mundo desde hace 80 años, basado en la cooperación, las reglas comunes y el multilateralismo, ha sido beneficioso para Europa pero aún más para Estados Unidos: el dólar es la moneda global desde Bretton Woods —eso ya por sí aventaja a la economía estadounidense—. Lo mismo cabe decir de la Organización Mundial del Comercio y del marco financiero internacional. Estados Unidos desempeñó un papel central en la creación de estas instituciones porque también se benefició de ellas.

En Europa, debemos seguir anclados a nuestros valores y principios, nos interesa mantener y preservar el comercio basado en reglas y la cooperación internacional articulando soluciones beneficiosas para todos. 

Este es el planteamiento de Europa, y debemos mantener el rumbo aprovechando nuestras fortalezas —somos una potencia comercial y económica—. Concebimos las relaciones con nuestros socios como una fuente de prosperidad para ambas partes:  Nuestro mercado único es un caso sin parangón en el mundo.

Debemos seguir anclados a nuestros valores y principios.

NADIA CALVIÑO

El presidente Trump considera que el mundo estaría aprovechándose de Estados Unidos y que los aranceles son la herramienta ideal para imponer un nuevo equilibrio. Trump ya ha indicado que impondrá aranceles a la Unión. ¿Debemos hacer frente —o doblegarnos—?

Debemos dejar de tratar las relaciones internacionales como un juego de suma cero. en el que para ganar alguien tiene que perder, y viceversa. Nuestro interés es buscar resultados que contribuyan a un mundo más próspero, sostenible y seguro. Estados Unidos es nuestro socio estratégico y la relación transatlántica es importante. La Unión y Estados Unidos tienen que trabajar juntos y mantener una relación positiva. 

Pero no podemos ser ingenuos. 

Como europeos, necesitamos reforzar nuestra autonomía estratégica. No podemos seguir dependiendo estratégicamente de otras partes del mundo en materia de energía, microprocesadores y tecnología, seguridad y defensa. Esto nos hace vulnerables. 

¿Significa eso que tenemos que ser duros con Estados Unidos?

Tenemos muchas fortalezas a nuestro favor. 

Nuestros acuerdos comerciales y nuestro mercado único nos convierten en una superpotencia. Nuestras universidades y centros de investigación son de primer nivel. Nuestra industria es de primera categoría. Debemos mantenernos firmes y seguir siendo un faro de prosperidad, no sólo en términos económicos, sino también de valores. Nuestra unidad es nuestra fuerza. 

Muchos de nuestros socios en todo el mundo nos piden, como Unión Europea, que nos mantengamos firmes en la defensa del orden multilateral basado en normas, porque es la mejor manera de preservar la estabilidad mundial y la prosperidad económica. 

Recientemente hemos firmado el acuerdo con Mercosur, que incluye a una gran economía como Brasil. Hemos reforzado nuestros lazos económicos con México, estamos reanudando las negociaciones con Malasia y queremos hacer lo mismo con la India. 

Estamos enviando un mensaje claro al mundo: la Unión está abierta a los negocios —estamos dispuestos a colaborar de forma constructiva y en aras de asociaciones mutuamente beneficiosas—. Y nuestros socios están respondiendo. 

Nuestro objetivo es reducir la burocracia y la carga reguladora de instituciones, empresas y ciudadanos.

NADIA CALVIÑO

Ursula von der Leyen hizo eco de ese mensaje en su discurso ante los embajadores de la Unión Europea: cuando se trata de acuerdos comerciales, la Unión Europea estará dispuesta a sentarse a la mesa siempre que exista un interés mutuo. ¿Estamos ante una Unión más transaccional?

Escuchando de primera mano a la presidenta von der Leyen y al presidente del consejo europeo Antonio Costa, mi impresión es que harán de ello una prioridad. 

Nuestros socios aprecian el hecho de que tratar con nosotros significa prosperidad y seguridad compartidas. Una Unión Europea fuerte también fortalece a nuestros socios. 

La Comisión Europea presentó recientemente su «Brújula de la Competitividad», cuyo objetivo es hacer que la Unión sea más eficiente y reduzca la carga burocrática. A escala mundial, el presidente Trump podría desencadenar una carrera en materia de regulación. ¿Puede la Unión seguir siendo competitiva en estas condiciones?

Nuestro objetivo es reducir la burocracia y la carga reguladora de las instituciones, las empresas y los ciudadanos. Eso está claro. Y debemos hacerlo si queremos alcanzar y acelerar nuestros objetivos estratégicos. 

¿Significa esto, por ejemplo, dar marcha atrás respecto a los objetivos del Pacto Verde?

La transición verde es el motor clave de una industria más productiva y competitiva, por lo que debemos redoblar nuestros esfuerzos en este ámbito. También es esencial para nuestra seguridad y autonomía estratégica. Tenemos que invertir en energías limpias e infraestructuras energéticas, y eso es lo que estamos haciendo en el Banco Europeo de Inversiones.

Para alcanzar nuestros objetivos y fomentar las necesarias inversiones verdes, tenemos que reajustar ciertas normas..

Por poner sólo un ejemplo, los actuales requisitos de información no tienen en cuenta una gran proporción de inversiones verdes, como los préstamos al sector público, a las PYMES y fuera de la Unión. Si tenemos en cuenta el modelo de negocio del BEI y de los bancos nacionales de desarrollo —que se basa precisamente en los préstamos—, una norma de este tipo no fomenta la financiación verde. Por eso hemos enviado una carta conjunta a la Comisión pidiéndole que revise estos requisitos para que sean más adecuados e incentiven realmente la financiación verde.

¿Podemos decir que Pacto Verde fue bien intencionado pero mal concebido?

Miremos mejor al futuro. El momento de actuar es ahora, y tenemos que preguntarnos cómo podemos avanzar. 

Necesitamos mercados integrados, movilizar inversión y normas adecuadas. Seamos pragmáticos: el Pacto Verde ha entrado en una nueva fase. 

Empezó con una visión y unos objetivos; ahora se guía por las nuevas tecnologías y los intereses de las empresas. La mayoría de las empresas europeas cree que la transición verde es una gran oportunidad. Más del 60% de las empresas europeas están invirtiendo y han invertido en la transición verde. Esto significa que la ven como una oportunidad que hay que aprovechar. Nuestro trabajo es apoyarlas en este proceso, y eso es precisamente lo que estamos haciendo en el BEI, pidiendo una mayor integración del mercado y ajustando algunas de estas normas. 

Más allá de los debates públicos y las consideraciones políticas, veo que las empresas se están comprometiendo con la transición verde y avanzando hacia un nuevo modelo industrial más sostenible y eficiente. Para ser competitivos, necesitamos la energía más barata y limpia —y en muchos casos, la más limpia es también la más barata—. Todo el mundo está de acuerdo en que tenemos que reducir nuestra dependencia de los combustibles fósiles: Rusia es el ejemplo de una dependencia energética que ha resultado perjudicial para Europa. 

Seamos pragmáticos: el Pacto Verde ha entrado en una nueva fase.

NADIA CALVIÑO

Por eso necesitamos diversificar nuestras fuentes de energía, seguir desarrollando las energías renovables, integrar nuestro mercado energético y promover más interconexiones y redes. El objetivo es hacer que las PYMES sean más eficientes desde el punto de vista energético y descarbonizar la industria pesada: este es el camino en el que estamos.

La semana pasada, 19 Estados miembros pidieron al BEI que desempeñe un papel más importante en materia de defensa y sugieren que revise la lista de operaciones excluidas dentro de su mandato para uso militar. Ursula von der Leyen declaró tras una reunión informal de los Jefes de Estado y de Gobierno de la Unión esta semana que está convencida de que el BEI jugará su papel. ¿Cómo?

Me alegra que los líderes europeos apoyen firmemente nuestro planteamiento proactivo en este ámbito.

En 2024, reforzamos nuestro apoyo a la industria europea de seguridad y defensa duplicando nuestra inversión anual en este sector hasta los 1.000 millones de euros. Hemos ampliado significativamente las inversiones elegibles en proyectos y tecnologías de doble uso para incluir la protección de fronteras, la movilidad militar, las infraestructuras críticas, el desminado y la descontaminación, el espacio, la ciberseguridad, las tecnologías anti inhibidores, los equipos e instalaciones militares, los drones, la protección de las infraestructuras de los fondos marinos y la investigación.

Estamos llevando a cabo un análisis constante del mercado para garantizar que nuestros instrumentos financieros están correctamente calibrados y evaluar si es necesario modificar las normas que rigen la elegibilidad de nuestros préstamos. Colaboramos estrechamente con los gobiernos de la Unión y las principales partes interesadas para identificar proyectos emblemáticos. Y tenemos previsto duplicar de nuevo la inversión en seguridad y defensa en 2025, hasta alcanzar la cifra récord de 2.000 millones de euros. También puedo decirle que estamos estudiando una cartera de 14 proyectos concretos que deberían aprobarse en los próximos meses. Seguiremos reforzando nuestro apoyo, preservando al mismo tiempo la capacidad de financiación del Banco de acuerdo con el mandato unánime del Consejo Europeo.

La integración de los mercados y la inversión deben ir de la mano.

NADIA CALVIÑO

Estados Unidos pretende invertir 500.000 millones de dólares con el sector privado para financiar la «revolución de la IA». El avance del DeepSeek chino ha causado conmoción. El pasado mes de octubre, el BEI presentó a los ministros de finanzas europeos un paquete de medidas destinadas a impulsar la innovación y facilitar la salida a bolsa de nuevos actores innovadores. ¿Cuál ha sido la reacción hasta ahora?

En el BEI estamos adoptando un planteamiento audaz al incrementar la proporción de actividades de mayor riesgo en apoyo de la innovación, y actualmente colaboramos con la Comisión en el desarrollo de tecnologías clave —desde las tecnologías verdes hasta la salud, pasando por los microprocesadores, la inteligencia artificial, la computación cuántica y la supercomputación—. No se trata sólo de invertir: también es esencial promover una mejor integración de los mercados para que las ideas, tecnologías y empresas nacidas en la Unión puedan desarrollarse en Europa. 

Integración e inversión deben ir de la mano.

Debemos hacer más por unificar los mercados de capitales en toda la Unión, ya que ello facilitará la inversión a gran escala. 

Si avanzamos en este terreno, los campeones europeos tendrán todas las herramientas que necesitan para quedarse y crecer en Europa, impulsando nuestra competitividad y productividad. Y lo que es más importante, nos situará en una posición fuerte en el mundo de hoy y de mañana.

Ahora es el momento de actuar.