El verdadero manifiesto del movimiento trumpista

«Vivir en un nuevo mundo/Con un alma antigua».

El manifiesto del movimiento que acaba de llevar a Donald Trump a la Casa Blanca no es un artículo de periódico ni un gran discurso, sino una canción country — Rich Men North of Richmond— publicada en Youtube por un cantante casi anónimo en aquel momento, Oliver Anthony, hace poco más de un año. Escuchada millones de veces, casi desconocida en Europa, reúne todos los temas que estructuran la nueva coalición trumpista.

Para comprender a Trump en 2024, hay que escucharla y leer entre líneas.

Autor
Baptiste Roger-Lacan, Marin Saillofest
Portada
© Oliver Anthony

Hace poco más de un año, el 8 de agosto de 2023, Oliver Anthony publicó en su canal de YouTube el video de una canción original titulada Rich Men North of Richmond. De pie en un bosque, rodeado de sus perros, este antiguo trabajador temporal —que acababa de mudarse unos meses antes con su familia a una parcela de 36 hectáreas para criar ganado— era el portavoz de un Estados Unidos oprimido, condenado a trabajar muchas horas por un salario que apenas le alcanzaba para sobrevivir. En aquel momento, la inflación estaba en su nivel más bajo de los últimos dos años y medio, pero millones de estadounidenses seguían sufriendo los efectos de la fuerte subida de los precios en 2021 y 2022.

Rich Men North of Richmond fue un éxito inmediato. La música, que se reprodujo cientos de millones de veces, impulsando a Oliver al número uno de la lista Billboard Hot 100, resonó especialmente entre la clase trabajadora estadounidense. Los temas de las letras, el perfil de Oliver Anthony —un completo desconocido hasta entonces—, la coyuntura económica y las crecientes dificultades de decenas de millones de estadounidenses para llegar a fin de mes han convertido esta música en el himno de todo un movimiento. Ahora que Donald Trump acaba de ser elegido presidente para un segundo mandato, Rich Men North of Richmond vuelve a escucharse en streaming y resurge entre los votantes republicanos.

En gran parte olvidada por la mayoría de los votantes durante una campaña trastocada por el intento de asesinato de Trump y la retirada tardía de Biden, Rich Men North of Richmond resurgió en octubre en un town hall del entonces candidato republicano en Oaks, Pensilvania. Dos personas acababan de desmayarse entre el público debido al calor, y Trump se quedó en el escenario tras sugerir que se cambiara la tradicional sesión de preguntas y respuestas por una de sus actividades favoritas: oír música. Durante 39 minutos, Trump se balanceó en silencio al ritmo de sus canciones favoritas. Al mismo tiempo, los paramédicos intervinieron en la sala para evacuar a las dos personas que se habían desmayado.

Rich Men North of Richmond ocupó un lugar destacado en la lista de reproducción del republicano, intercalada entre An American Trilogy, de Elvis Presley, y November Rain, de Gun N’ Roses, al son de la cual Trump decidió finalmente abandonar el escenario. La música de Oliver Anthony fue también el único tema contemporáneo, la única canción cuya letra iba unida a un significado eminentemente político a sólo 22 días de las elecciones. Tras su victoria en las urnas, es muy probable que Rich Men North of Richmond sea añadida por Trump a la lista de canciones que reserva para sus invitados en las recepciones de Mar-a-Lago, Florida, o en su club de golf de Bedminster, Nueva Jersey.

Aunque la letra de Anthony no es aplicable a Trump —que recibió de su padre el equivalente a unos 400 millones de dólares al comienzo de su carrera—, se ha convertido en el himno de gran parte de su electorado. En su mayoría blancos —aunque Trump ha mejorado notablemente su puntuación entre los votantes hispanos y afroamericanos— que viven en zonas rurales, desindustrializadas y alejadas de los centros económicos que son el verdadero pulmón de Estados Unidos, los votantes de Trump eligieron al candidato republicano no porque pueda presumir de ser «uno de ellos», sino porque se han dejado seducir por su retórica de ruptura. El Estados Unidos de Oliver es también el Estados Unidos de Vance, el primero de la generación millennial en ser elegido vicepresidente. En Hillbilly Elegy, Vance retrató a una sociedad olvidada, desatendida por las élites de Washington, demócratas y republicanos por igual. Inicialmente opuesto a Trump, Vance, por su parte de extracción popular, se ha rendido desde entonces al candidato republicano, reconociendo su capacidad casi mística para hablar a un Estados Unidos que descubrió por primera vez en 2015, a sus casi 70 años.

Al «salario sin valor» denunciado por Anthony, Trump promete un retorno a la prosperidad económica de los años cincuenta y sesenta. Frente a esa clase que «quiere controlarnos a todos», anuncia su intención de desmantelar el Estado federal y «drenar el pantano» de Washington y sus élites corruptas. Frente a los «impuestos hasta el final» de los demócratas, el presidente electo promete aplicar «importantes recortes fiscales para los trabajadores» y acabar con los impuestos sobre las propinas. Por último, mientras Anthony se ve obligado a «vivir en un mundo nuevo con el alma antigua», Trump promete una vuelta a los valores tradicionalistas y el fin del «wokismo» propugnado por los demócratas.

Vendo mi alma; trabajo todo el día;

Horas extra por un sueldo sin valor,

Para sentarme ahí, a perder el tiempo,

Y llegar a casa para ahogar todos mis tormentos.

La música country suele presentar a personajes de clases trabajadoras, ya sea en primera o tercera persona. En una publicación de Facebook del cantante, la información filtrada sobre su vida reforzó la sensación de que se trataba de una canción autobiográfica. Tras dejar la escuela en 2010, a los 17 años, Anthony obtuvo un diploma de bachillerato (GED). Trabajó en el sector industrial en Carolina del Norte y Virginia. En 2013, sufrió un accidente laboral, en una fábrica de papel de Carolina del Norte, que le fracturó el cráneo y lo dejó incapacitado para trabajar durante seis meses. Desde 2014 hasta 2023, trabajó en ventas externas en el sector manufacturero visitando fábricas y obras de construcción. Durante este tiempo, sufrió varios periodos de alcoholismo. En 2023, se instaló con su mujer y sus dos hijos en varias hectáreas de terreno para criar ganado. 

Es una pena que el mundo haya llegado a esto,

Para gente como tú, para gente como yo.

Si tan sólo pudiera despertar y ver que no es cierto,

Pero lo es, oh, sí, lo es.

Vivir en un mundo nuevo

Con un alma antigua:

Los ricos al norte de Richmond.

La referencia a Richmond no es al azar. Durante la Guerra Civil (1861-1865), Richmond fue la capital de la Confederación. Si el mensaje de Oliver Anthony va dirigido a las élites adineradas que no se preocupan por los verdaderos americanos, es sintomático que se encuentren «al norte» de la capital confederada. Aunque canta con un marcado acento sureño, está claro que juega con un intertexto histórico muy cargado. En términos más generales, la imagen de sencillez arraigada en la América rural y en la religión (cosa que retomaremos más adelante) que propone es una forma de reactivar el estereotipo de un Sur profundamente decente y cortés («los modales sureños» han sido objeto de numerosas apropiaciones, desde la Guerra de Secesión hasta nuestros días), totalmente opuesto a un Norte urbano, perturbador y violento. Cierto pensamiento paleoconservador ha hecho hincapié en el tradicionalismo sureño –o confederado– como forma de defender el localismo y los derechos de los Estados frente al desarrollo tiránico del Estado federal tras la Guerra Civil. 

Dios sabe que todos quieren controlarnos.

Quieren saber lo que piensas, lo que haces…

Creen que no lo sabes, pero yo sé que sí.

Tu dólar no vale nada y te cobran impuestos hasta el cuello

Por estos ricos al norte de Richmond.

Si el minarquismo –la idea de una limitación absoluta del Estado– está en el corazón del pensamiento libertario, también existe en la nebulosa paleoconservadora: en cualquier caso, los dos movimientos tienen varios puntos de convergencia. Uno de los temas más recurrentes en este discurso, destacado en la canción, es el de la opresión fiscal, decidida por personalidades distantes. A menudo, se presenta como una lucha, esencialmente, americana y lo ha sido desde la Guerra de Independencia: es bastante revelador que el movimiento populista insurrecto que transformó el partido republicano a partir de 2009 se llamara Tea Party

Si los políticos pensaran en los menores

Y no en menores en una isla remota…

Señor, hay gente en la calle que no tiene nada que comer

Y los obesos que se atiborran de prestaciones sociales…

Este fragmento ha sido el más debatido en Estados Unidos. Las dos primeras líneas juegan con una homonimia más clara en inglés: miner y minor. Es una referencia muy explícita al caso de Jeffrey Epstein, propietario de una isla privada en las Islas Vírgenes americanas, donde abusó sexualmente de numerosas adolescentes. La prolongada protección concedida para el financiero, así como su suicidio en prisión han alimentado un fuerte resentimiento contra las élites, presentadas como criminales e intocables. Algunos comentaristas también han sugerido que Oliver Anthony se refería, implícitamente, a las teorías conspiracionistas de QAnon, que explicaban que ciertos líderes demócratas secuestraban a niños para extraerles sangre.

Dios, si mides 1.60 m y pesas 136 kilos,

Los impuestos no deberían pagar tus bolsas de caramelos.

Los jóvenes se meten seis pies bajo tierra

Porque este maldito país no deja de aplastarlos.

Aquí, Oliver Anthony se refiere, posiblemente, a la epidemia de sobredosis de opiáceos y de suicidios que afecta a Estados Unidos desde hace varias décadas. Sin embargo, la canción también critica el Estado de bienestar por convertir a los americanos en beneficiarios de ayudas sociales. Aquí, encontramos un tema común en todo el partido republicano: el dinero público gravaría injustamente la espalda de los trabajadores americanos y contribuiría a borrar el valor del trabajo. 

Señor, ¡qué vergüenza que el mundo haya llegado a esto!

Para gente como tú, para gente como yo,

Si tan sólo pudiera despertar y ver que no es cierto,

Pero lo es, oh, sí, lo es.

Esta referencia a Dios –la segunda de la canción– tampoco es aleatoria. En su autobiografía, Oliver Anthony explicaba que, hacía muy poco, había redescubierto su fe. Pocos días después de que «Rich Men North of Richmond» se hiciera viral, dio un concierto en un mercado cerca de su casa, ante un público mucho más numeroso de lo habitual. Para abrir el espectáculo, Oliver Anthony sacó una Biblia y leyó el salmo 37 (sobre la redención de los pecados). Este regreso al cristianismo fue muy comentado en el ámbito conservador, que lo vio como una señal más de que el cantante podía encajar en su mundo. 

Vivir en un mundo nuevo

Con un alma antigua:

Los ricos al norte de Richmond.

Dios sabe que todos quieren controlarnos.

Quieren saber lo que piensas, lo que haces…

Creen que no lo sabes, pero yo sé que sí.

Tu dólar no vale nada y te cobran impuestos hasta el cuello

Por estos ricos al norte de Richmond.

Una vez más, este fragmento hace eco de las teorías libertarias y paleoconservadoras. A partir de la Guerra de Secesión y, más aún, después de la Segunda Guerra Mundial, el Estado americano habría abandonado los valores sobre los que se fundó a favor del control y de la vigilancia de sus ciudadanos. Estas ideas fueron objeto del libro de Robert Nozick de 1974: Anarchy, State, and Utopia. Con la afirmación de estar influido por Locke, Kant y Hayek, defendió una visión de la reducción del Estado aún más radical que la de Hayek. Las últimas páginas del libro elogian a las comunidades que logran ser completamente autónomas de un Estado opresor. En su música, como en lo que describe de su vida, Oliver Anthony parece ser bastante cercano a esta aspiración. 

Vendo mi alma; trabajo todo el día.

Horas extras por un sueldo sin valor.

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