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En su intervención en la tribuna de la Asamblea General de las Naciones Unidas el 25 de septiembre, Volodimir Zelenski abrió su discurso evocando el recuerdo de la catástrofe nuclear de Chernobil, revivida por las amenazas del ejército ruso a la central de Zaporiyia en marzo de 2022.

Tras más de dos años y medio de guerra, la situación energética en Ucrania es crítica.

  • A finales de marzo, la empresa energética ucraniana VTEK —que opera decenas de plantas de producción de electricidad en todo el país— declaró que los ataques rusos habían destruido o dañado el 80% de su capacidad de producción en sólo un mes.
  • Esta cifra ha aumentado aún más en los últimos meses, y ahora se cree que 9 de cada 10 centrales eléctricas del grupo han sido dañadas o destruidas.
  • Por ello, una parte importante de los recursos financieros de VTEK (1 400 millones de euros en fondos propios desde principios de año) se dedica a reparar las centrales, a pesar del riesgo de que vuelvan a ser atacadas por falta de una defensa antiaérea adecuada.1

La Agencia Internacional de la Energía considera que Ucrania se prepara para el invierno más duro desde el inicio de la invasión rusa a gran escala en febrero de 2022. En un informe publicado en septiembre, estimaba que los daños y la destrucción de inviernos anteriores se habían visto compensados por un descenso de la demanda, un clima relativamente amable y un «gran esfuerzo colectivo para reparar las instalaciones dañadas y movilizar fuentes alternativas de suministro».2

  • Este año, Ucrania depende cada vez más de las tres centrales nucleares que le quedan y de las líneas de transmisión que las unen a las ciudades cercanas al frente.
  • Kiev depende cada vez más de sus vecinos para garantizar un flujo constante de electricidad, lo que contribuye al aumento de los precios en el sudeste de Europa.
  • En una carta dirigida al presidente de la Comisión Europea el viernes 13 de septiembre, el primer ministro griego Kyriákos Mitsotákis citaba explícitamente los ataques rusos a la red eléctrica ucraniana como responsables en parte de los elevados precios que pagan los consumidores europeos.

La situación energética del país, sobre todo en invierno, tiene una gran repercusión política en el conflicto actual. Una encuesta realizada el pasado mes de mayo mostraba que casi un tercio de los ucranianos está dispuesto a ceder territorio a Rusia para poner fin a la guerra. Al atacar la electricidad, las comunicaciones y la calefacción de la población ucraniana, Vladimir Putin pretende también socavar el apoyo a la política de defensa territorial del gobierno de Zelenski.