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Las retiradas, que redujeron el número de triangulares a 94 —frente a los 306 de la noche de la primera vuelta— constituyen la primera etapa de un frente republicano, que puede (o no) tener continuidad en las urnas. En esta fase, la principal incógnita sigue siendo la transferencia de votos y la participación.

Suponiendo que el 50% de los electores de izquierda y de centro decidan hacer el dique votando a un candidato opuesto a RN, obtendríamos la siguiente asamblea:

En tal hipótesis, ningún grupo tendría mayoría absoluta y ninguna fuerza parecería acercarse lo suficiente a la mayoría relativa como para tener influencia. La hipótesis de una «gran coalición» sin RN y sin LFI podría recuperar credibilidad.

  • Queda por ver si, en tal hipótesis, las negociaciones sobre un programa de gobierno basado al menos en la reconstrucción nacional podrían permitir alcanzar un compromiso y evitar la censura.

Sin embargo, las precauciones habituales y la incertidumbre sobre la movilización nos obligan a ensayar un escenario: el de un frente republicano deteriorado en las urnas. Si reducimos a la mitad las transferencias de votos, obtenemos la siguiente configuración:

  • Como vemos, con 267 escaños, el bloque de extrema derecha (RN, RN+LR, EXD) se acercaría a la mayoría absoluta y, por tanto, sería capaz de ejercer influencia política. Esta coalición tendría así 17 diputados más que la mayoría presidencial en la Asamblea antes de la disolución del 9 de junio.

Una constante: el perfil de esta XVII legislatura sería en cualquier caso inédito por su muy fuerte tripartición, en línea con nuestras proyecciones iniciales.