El domingo 26 de mayo, el ejército israelí bombardeó una zona destinada a los palestinos desplazados cerca de la ciudad de Rafah, en el sur de la Franja de Gaza, matando al menos a 45 personas. Ayer, martes 28 de mayo, la Defensa Civil Palestina acusó a Tsahal de causar la muerte de otros 21 civiles en la «zona humanitaria» de al-Mawasi, afirmación que Israel niega.

  • El viernes pasado, la Corte Internacional de Justicia ordenó a Israel «el cese inmediato de las operaciones militares en Rafah» y la apertura del paso fronterizo para permitir la entrega de ayuda de emergencia, tras la acusación de Sudáfrica de haber violado la Convención sobre el Genocidio1.
  • A pesar de las nuevas medidas provisionales del Tribunal, Tsahal envió tanques al centro de Rafah por primera vez el martes 28 de mayo2.
  • El primer ministro israelí, Benyamin Netanyahu, calificó de «trágico error» el ataque en el que murieron 45 civiles, al tiempo que declaraba que «seguiría luchando» hasta la victoria sobre Hamás3.

Las imágenes de desolación causadas por el ataque israelí del 26 de mayo han provocado una ola de indignación en todo el mundo.

  • A mediodía del miércoles 29 de mayo, 51 países habían reaccionado públicamente al ataque israelí del 29 de mayo: 30 países lo condenaron claramente y 21 deploraron el coste humano del ataque o pidieron la protección de la población civil, sin condenar a Israel.
  • Estados Unidos reiteró el «derecho» de Israel a luchar contra Hamás4, mientras que el ministro británico de Asuntos Exteriores, David Cameron, pidió un acuerdo para liberar a los rehenes y «trabajar por un alto el fuego sostenible a largo plazo»5.
  • Francia, Reino Unido, Japón, Canadá y Holanda deploraron el ataque, pero no se opusieron frontalmente a las acciones del gobierno israelí.
  • El Ministerio de Asuntos Exteriores chino declaró que Pekín estaba «muy preocupado» por la operación militar israelí en Rafah, e «insta» a Israel a poner fin a su ofensiva6.