La incursión ucraniana lanzada el 6 de agosto sorprendió al mando ruso, que aún no parece capaz de frenar el avance de Kiev. Las imágenes geolocalizadas publicadas el miércoles 21 de agosto muestran que el ejército ucraniano ha avanzado hacia el sur hasta Russkaya Konopelka, al este de la «bolsa» abierta en el óblast de Kursk1.

  • Entre las tropas desplegadas para contrarrestar la incursión, el Estado Mayor ruso movilizó combatientes de sus Fuerzas Aeroespaciales (VKS). Entre ellos hay ingenieros, mecánicos y operadores de radar2.
  • También se han redesplegado al óblast de Kursk pequeñas unidades que combaten en Ucrania. Entre ellas figuran elementos del 1er Ejército de Tanques de la Guardia, unidades chechenas y el cuerpo de voluntarios de Donbass3.
  • La incapacidad del mando ruso para responder eficazmente a la incursión se debe al despliegue de gran parte de sus fuerzas en el frente ucraniano y a las decisiones adoptadas por el coronel general Alexander Lapin, responsable de supervisar la seguridad en el óblast de Kursk.
  • Según el Wall Street Journal, Lapin desmanteló en primavera el consejo cívico-militar encargado de la seguridad en el óblast de Kursk. En ausencia de este órgano, los organismos y ministerios centrales «se empujaron» para responder a la operación4.

Volodímir Zelenski declaró hace unos días que quería crear una «zona tampón» dentro del óblast de Kursk para combatir los ataques rusos transfronterizos, sugiriendo que Kiev quería ocupar permanentemente una parte del territorio ruso, que potencialmente sería menor que los 1.300 km² que reclama actualmente. Ante este objetivo, y sin medios reales en la actualidad para recuperar los territorios conquistados, Moscú desea preparar a su población para esta «nueva realidad».

  • Según fuentes próximas al Kremlin, las autoridades rusas prevén que los combates en el óblast de Kursk duren varios meses.
  • Para alejarse de la narrativa de choque y derrota táctica —reflejada en la incapacidad del Estado ruso para proteger sus fronteras— que ha prevalecido hasta ahora, el Kremlin quiere que «la población vea lo que está ocurriendo no como una desviación, sino como una nueva norma, aunque temporal»5.
  • Esta nueva línea se habría justificado en parte por una reciente encuesta de opinión que indica un aumento significativo de la ansiedad tras la incursión en el óblast de Kursk —que se encuentra en su nivel más alto desde octubre de 2023—6.

La incursión ucraniana en Kursk también parece plantear serias dudas sobre el número de tropas rusas disponibles. Según fuentes familiarizadas con las discusiones en curso en el Kremlin y el Ministerio de Defensa ruso, la operación ucraniana «podría obligar a Rusia a considerar una nueva movilización»7. Por el momento, Vladimir Putin se ha negado a ordenar una nueva oleada de movilización, temiendo que pudiera provocar importantes protestas.