Puntos claves
  • La opinión pública concede menos importancia a la soberanía en materia de IA que a las demás tecnologías estudiadas.
  • Más de la mitad de los encuestados en Europa y Estados Unidos —y algo más de un tercio en Japón— se muestran «cómodos» o «muy cómodos» con el uso de tecnologías proporcionadas por empresas extranjeras.
  • Más de la mitad de los encuestados afirman que estarían dispuestos a pagar más por una tecnología si fuera desarrollada, propiedad o explotada por una empresa nacional.
  • En Estados Unidos, la protección de los datos personales ocupa el primer lugar entre todas las políticas tecnológicas evaluadas (46 % de «fuerte apoyo»).

Por «soberanía tecnológica» se entiende la capacidad de un país o grupo de países para producir, controlar y proteger las tecnologías, los datos y los sistemas digitales frente a las actividades de empresas y gobiernos extranjeros.

Este principio, que ahora ocupa un lugar central en las políticas industriales y encabeza numerosas regulaciones, ha sido objeto de diversas iniciativas políticas en todo el mundo durante los últimos cinco años, desde la parte superior de la cadena tecnológica («tech stack») mediante la seguridad del suministro de materias primas críticas, hasta las infraestructuras de red y los semiconductores. Más recientemente, se ha dado una clara prioridad a la inteligencia artificial (IA) y a todas las tecnologías subyacentes.

En Estados Unidos, la relocalización de la producción de semiconductores y otras producciones tecnológicas figura en el programa de la segunda administración de Trump, que ya no descarta la adquisición de participaciones directas.

En la Unión Europea, la soberanía digital es uno de los pilares del segundo mandato de Ursula von der Leyen, mientras que en el primero la Comisión se centró en intervenciones normativas como la Ley de Servicios Digitales, la Ley de Mercados Digitales y la Ley de IA.

En el Reino Unido, se ha hecho hincapié en el refuerzo de las inversiones y las infraestructuras relacionadas con la IA; más aún, en Japón, los gobiernos aplican una política de seguridad económica de la que el sector tecnológico es uno de los componentes.

Pero, ¿qué hay de la opinión pública?

¿Refleja la atención que prestan los gobiernos y los responsables políticos a este tema las prioridades y actitudes de los votantes?

¿Qué grado de dependencia de empresas y gobiernos extranjeros estamos dispuestos a aceptar en el sector tecnológico?

Este es el objeto de un estudio realizado por FGS Global con una muestra representativa a nivel nacional compuesta por 3.022 adultos de seis países: Reino Unido, Estados Unidos, Japón, Francia, Alemania e Italia.

A continuación, presentamos las conclusiones que se pueden extraer.

1 — Una abrumadora mayoría apoya el principio de la soberanía tecnológica

Sensibilizada por las crisis actuales, la opinión pública presta mucha atención a este tema.

Más del 80 % de los encuestados en cada uno de los seis países considera que la soberanía tecnológica es un tema «bastante importante» o «muy importante»; una mayoría considera que su importancia ha aumentado incluso en los últimos doce meses.

El nivel de apoyo es elevado independientemente de la edad, el género y el nivel de educación, aunque con algunas diferencias: los hombres son más numerosos que las mujeres a la hora de considerar la soberanía tecnológica «muy importante» (56 % frente a 40 %), al igual que las personas de más edad (51 % para los mayores de 55 años, frente al 42 % para los menores de 35) y los titulados universitarios (52 % frente al 43 %).

2 — Una cuestión que no se ajusta a las divisiones políticas tradicionales

La atención prestada al tema también trasciende las diferencias políticas, con algunas variaciones.

En Japón, tanto los partidarios del Partido Liberal Democrático (PLD), en el poder, como los del principal partido de la oposición, el Partido Democrático Constitucional (PDC), muestran un alto nivel de apoyo (65 % y 57 %, respectivamente).

En otros lugares, el tema divide más.

Así, los partidarios de formaciones políticas de derecha, como Reform UK (61 %) o el Partido Republicano en Estados Unidos (73 %), se muestran más inclinados que sus adversarios de izquierda a considerar este principio «muy importante».

En Francia, los votantes de Renacimiento son sus defensores más fervientes (61 %), mientras que en Alemania, los votantes de la AfD se muestran mucho menos entusiastas que, por ejemplo, los de la CDU (46 % frente a 68 %).

3 — El apoyo a la soberanía tecnológica abarca toda la cadena tecnológica

Dado que ningún país tiene la capacidad de alcanzar una soberanía tecnológica total, al menos en el corto plazo, los gobiernos deben tomar decisiones sobre los segmentos de la cadena tecnológica («tech stack») que deben protegerse con prioridad.

A este respecto, la opinión pública no muestra ninguna tendencia clara: en general, se muestra favorable a todas las tecnologías estudiadas, otorgando las puntuaciones más altas a los segmentos más conocidos, más visibles o que ya son objeto de políticas proactivas.

Así, las redes de telecomunicaciones obtienen las puntuaciones más altas, especialmente en Alemania y el Reino Unido, donde el 71 % y el 64 %, respectivamente, consideran que el tema es «muy importante».

Los satélites tienen una gran repercusión entre el público estadounidense (64 %), mientras que el público japonés se decanta por los semiconductores (51 %).

4 — La IA no es el principal motivo de preocupación

Sorprendentemente, a pesar de la atención política y mediática que ha recibido el tema en los últimos años, la opinión pública concede menos importancia a la soberanía en materia de IA que a otras tecnologías estudiadas, especialmente en Japón y en la Unión Europea (el 39 % y el 42 %, respectivamente, consideran que el tema es «muy importante»).

Aunque no hay que sobreinterpretar estos resultados —las respuestas siguen siendo en general favorables a la soberanía en materia de IA—, sugieren sin embargo que el énfasis puesto por los responsables políticos en esta cuestión aún no ha encontrado pleno eco en la opinión pública.

Esto podría reflejar el hecho de que el principal motor de la soberanía en materia de IA no son las elecciones de los consumidores, sino la garantía de un control nacional sobre la ola de infraestructuras que se avecina.

5 – Una opinión pública abierta al uso de tecnologías proporcionadas por empresas extranjeras

La confianza de los ciudadanos en la viabilidad de la implementación de la soberanía tecnológica de su país es significativamente mayor en Estados Unidos que en otros lugares.

En este tema, los estadounidenses muestran un nivel de confianza sin igual: casi un tercio está «totalmente de acuerdo» en que su país está preparado para hacer respetar la soberanía tecnológica, frente a, por ejemplo, solo el 6 % de los británicos.

Italia, Francia y Alemania se sitúan entre ambos extremos (con un 13 %, un 16 % y un 18 %, respectivamente).

Sin embargo, la opinión pública no se muestra hostil en general a que algunos elementos de la pila tecnológica procedan de otros países, sino que se muestra abierta y realista.

Aunque apoyan masivamente el principio de la soberanía tecnológica, más de la mitad de los encuestados en Europa y Estados Unidos —y algo más de un tercio en Japón— se muestran «cómodos» o «muy cómodos» con el uso de tecnologías proporcionadas por empresas extranjeras.

Así, el público japonés es el más cauteloso, mientras que los ciudadanos estadounidenses son los más confiados: el 4 % y el 23 %, respectivamente, se muestran «cómodos».

6 — La alianza y la independencia no se consideran incompatibles

La soberanía digital no significa necesariamente soberanía nacional: muchos están dispuestos a aceptar las tecnologías de países aliados frente a la competencia mundial.

Así, una mayoría de japoneses (54 %) afirma preferir apoyarse en alianzas para compartir la soberanía tecnológica en lugar de intentar competir en solitario.

Dentro de la Unión, la tendencia es similar en Alemania e Italia (54 % en ambos casos), pero no en Francia, donde ocurre lo contrario: una mayoría (54 %) prefiere el desarrollo del sector tecnológico nacional a la mutualización con otros países de la Unión (39 %).

7 – Sin consenso sobre los medios para ser más soberanos, la opinión pública está de acuerdo en gastar más

En medio de una coyuntura desfavorable para las finanzas públicas y de fuertes restricciones presupuestarias en varios de los países estudiados, la opinión pública apoya, sin embargo, el principio de medidas fiscales y presupuestarias para reforzar la soberanía tecnológica.

Más de la mitad de los encuestados afirman también que estarían dispuestos a pagar más por una tecnología si fuera desarrollada, propiedad o explotada por una empresa nacional.

En total, dos de cada cinco personas se muestran dispuestas a pagar al menos un 50 % más, cifra que asciende a una de cada dos personas en Estados Unidos.

El 17 % de los estadounidenses afirma incluso que estaría dispuesto a pagar hasta el doble del precio por productos y servicios tecnológicos locales, una cifra muy superior a la de los demás países estudiados (5 % de media).

Aunque estos datos deben interpretarse con cautela, sugieren que la elección entre reforzar la soberanía tecnológica y moderar los costos dará lugar a debate.

Sin embargo, en Europa, cuando hay que elegir entre esta y los servicios públicos, el apoyo a la primera es significativamente menor.

Por ejemplo, dos tercios de los italianos dan prioridad a los servicios públicos, 20 puntos más que sus homólogos estadounidenses o japoneses (41 % y 43 %, respectivamente).

8 – La soberanía tecnológica, un instrumento al servicio de otros objetivos estratégicos

Los defensores de la soberanía tecnológica suelen presentarla como un medio para garantizar la seguridad nacional.

Si bien la opinión pública parece compartir esta visión en los países encuestados, también la relaciona con otros objetivos, como la creación de empleo y el crecimiento económico.

En el Reino Unido, Alemania y Japón, la opinión pública es especialmente sensible a esta relación: el 76 %, el 76 % y el 74 %, respectivamente, cree que la soberanía estimula el empleo más de lo que lo debilita.

Por su parte, la innovación tecnológica obtiene puntuaciones más bajas, ya que se asocia menos a estas cuestiones de soberanía. En todos los países estudiados, excepto en Italia, una mayoría se declara a favor de dar prioridad a la segunda en detrimento de la primera, con una media del 53 %.

Por el contrario, los ciudadanos consideran que la protección de sus datos personales es un componente clave de la soberanía tecnológica: dos tercios de los encuestados estiman que la soberanía tecnológica protege los datos personales de los ciudadanos, tanto en los países que cuentan con una legislación completa en la materia —como la Unión Europea, Japón y el Reino Unido— como en Estados Unidos, donde no existe a nivel federal un equivalente al RGPD europeo.

9 – Grandes expectativas respecto al Estado

En los seis países estudiados, una amplia mayoría apoya las políticas públicas destinadas a reforzar la soberanía tecnológica.

Se favorecen las medidas de localización (70 % de apoyo), la resiliencia de las cadenas de suministro (73 %) y las iniciativas destinadas a estimular la inversión privada (71 %).

Más allá de esta homogeneidad, lo que más llama la atención es el consenso sobre el papel central que deben desempeñar los gobiernos en la implementación de la soberanía tecnológica, y la idea de que esta responsabilidad no debe recaer únicamente en el sector privado.

También hay una opción que cuenta con un apoyo significativo: dar prioridad a los proveedores locales en las normas de contratación pública para favorecer la soberanía. Aproximadamente tres cuartas partes de los encuestados en Estados Unidos y Europa están a favor, y más de la mitad en Japón.

Esta tendencia se aplica a todo el espectro político, con un nivel de adhesión especialmente elevado entre los partidos tradicionales de centro-derecha y centro-izquierda, como los conservadores en el Reino Unido (81 %), la CDU y el SPD en Alemania (72 % y 73 %) o el Partido Demócrata (PD) en Italia (66 %).

En Estados Unidos, el 60 % de los votantes republicanos apoya firmemente las políticas de compras públicas («Buy American»), frente a solo el 25 % de los votantes demócratas.

10 – Una opinión pública bastante favorable a la desregulación, excepto en lo que respecta a la protección de datos

La opinión pública apoya el objetivo de «simplificar» la regulación de las tecnologías, con niveles de apoyo especialmente elevados en Italia, Francia y Estados Unidos.

Sin embargo, los ciudadanos están mucho más divididos en lo que respecta a la protección de datos.

Así, casi la mayoría se opone a cualquier desregulación en este ámbito en el Reino Unido, Alemania e Italia, con un 60 %, un 48 % y un 48 %, respectivamente.

En Estados Unidos, la protección de datos personales ocupa el primer lugar entre todas las políticas tecnológicas evaluadas (46 % de «fuerte apoyo»).

En materia de IA, el Reino Unido es una excepción: los británicos muestran un apoyo neto a su desregulación, entre 30 y 60 puntos inferior al de otros países; sin embargo, estas opiniones varían considerablemente según la afiliación política y la edad: los votantes jóvenes (37 % de apoyo neto entre los 18 y los 34 años) y los conservadores (42 %) se muestran más favorables a la desregulación, mientras que los votantes de más edad —con una diferencia del 5 % entre los mayores de 55 años— y los partidarios del Partido Laborista (2 %) son mucho menos favorables.

Los votantes de Reform UK (14 %) se acercan a los laboristas en lo que respecta a la IA, a pesar de su claro apoyo al principio general de la desregulación (53 %), lo que sugiere una especial cautela con respecto a esta nueva tecnología.

Lejos de mostrarse mayoritariamente a favor de un repliegue proteccionista, los encuestados muestran una comprensión matizada de la soberanía tecnológica. A pesar de la fuerte convergencia en cuanto a la prioridad que debe darse a una mayor soberanía, siguen existiendo divisiones sobre el sector que debe defenderse en primer lugar, entre las herramientas de IA, los semiconductores y la protección de los datos personales.

Más allá de las diferencias locales, esta encuesta refleja la penetración del tema de las dependencias tecnológicas en la opinión pública occidental: también muestra que los esfuerzos que podría exigir este resurgimiento de la soberanía a veces entran en conflicto con las agendas nacionales; la contribución económica de los ciudadanos a este objetivo es un punto de tensión destacado.