Las elecciones de Bolivia de este domingo 17 de agosto enfrentan una convergencia en tres niveles relativos a la grave crisis que sufre el país: una política fragmentada e inestable, un colapso económico con inflación y falta de divisas, y una fuerte desconfianza ciudadana debido a la inseguridad, la corrupción y, sobre todo, la debilidad del sistema de justicia. La acumulación de estas tensiones augura desafíos profundos de gobernabilidad y cohesión social haciendo que los próximos comicios puedan ser un punto de inflexión.
El caso Evo Morales y la inestabilidad política
La inestabilidad política de Bolivia de los últimos cuatro años está marcada por el papel desempeñado en el sistema político por el expresidente Evo Morales —figura fundamental en la política del país en las últimas dos décadas—.
Ello se ha articulado en la feroz división dentro del partido gobernante Movimiento Al Socialismo (MAS) entre las facciones del presidente saliente Arce («arcistas») y de Morales («evistas»). Esta fragmentación ha obstaculizado la aprobación de leyes clave, el acceso a financiamiento externo —más de 1.100 millones de dólares estancados— y contribuye a una crisis institucional prolongada. La exclusión de Evo Morales, que desde el año pasado se enfrenta también a una seria crisis judicial, como candidato ha intensificado las protestas y el riesgo de violencia electoral de parte de los evistas que ahora promueven el voto nulo.
En efecto, el Tribunal Constitucional Plurinacional (TCP) emitió la sentencia 007/2025, declarando inconstitucional la reelección continua o discontinua e inhabilitándolo para ser candidato en 2025 con carácter definitivo. Morales calificó este fallo de “proscripción política” y argumentó que algunos magistrados estaban “autoprorrogados”. Simultáneamente, Morales enfrenta graves acusaciones penales referidas al menos a siete denuncias por abuso sexual a menores, incluyendo causas por estupro y trata de personas, una de las cuales motivó una orden de arresto y congelamiento de bienes, aunque él sostiene que se trata de una “guerra sucia política”.
Ante esta situación, Morales se ha refugiado en sus bastiones sociales, protegido por cocaleros en la zona del Chapare del departamento de Cochabamba, y ha impulsado movilizaciones exigiendo ser habilitado como candidato. Los enfrentamientos entre sus seguidores y la policía han derivado en violencia y generado pérdidas millonarias por el corte de caminos contribuyendo a la señalada profunda fragmentación del MAS.
La inestabilidad política de Bolivia de los últimos cuatro años está marcada por el papel desempeñado en el sistema político por el expresidente Evo Morales.
Manuel Alcántara y Franz Flores
Una crisis económica estructural
En términos de su economía, Bolivia atraviesa una crisis estructural. Los déficits fiscales son persistentes —cercanos al 7–8% del PIB—, las reservas internacionales están prácticamente agotadas —menos de 2.000 millones de dólares en total, y solo unos 47 millones en liquidez—, mientras que la inflación roza el 10% en 2025. Esto ha generado escasez de dólares, un mercado paralelo con tipo de cambio muy elevado y graves limitaciones para importar combustibles y otros insumos básicos. Aun contando con reservas potenciales de litio, la producción y exportación de este metal todavía está lejos de sustituir a las de gas y minerales.
Por otro lado, la inseguridad se manifiesta tanto en el entorno institucional como en la justicia seriamente dañada por la reforma implementada de elección popular de jueces.
La corrupción está profundamente enraizada: Bolivia ocupa bajos puestos en el índice de percepción de corrupción (133 de 180), lo que refleja un aparato estatal permeable a malas prácticas. El asesinato de Francisco Marupa, líder indígena defensor del territorio, muestra la intensificación de la violencia vinculada a la minería ilegal y el despojo de tierras, con deficiencias graves en la investigación y protección de comunidades vulnerables. Además, la crisis judicial de 2024 —si bien fue parcialmente resuelta con las elecciones judiciales de diciembre de 2024—, solo ha profundizado el vacío de legitimidad institucional.
En términos de su economía, Bolivia atraviesa una crisis estructural y la corrupción está profundamente enraizada.
Los comicios del 17 de agosto de 2025
En relación con la próxima cita electoral, Bolivia establece un marco claro normativo para sus elecciones: un sistema presidencial de doble vuelta, composición legislativa mixta y extensos requisitos legales para garantizar legitimidad, equilibrio y una participación electoral informada.
Presidente y vicepresidente son elegidos mediante sufragio universal, directo, igual, secreto, libre y obligatorio para un mandato de cinco años, reelegibles únicamente una vez de forma continua.
El sistema electoral exige el 50% más uno de los votos válidos. Si ningún binomio alcanza esa cifra, se requiere al menos un 40% de los votos con una ventaja mínima del 10% sobre el segundo; de lo contrario, se realiza una segunda vuelta. El Tribunal Constitucional en 2025 reafirmó lo establecido en la Constitución actual que impone límites estrictos: un máximo de dos mandatos, continuos o discontinuos —y un tope de diez años en el cargo—.
Los requisitos para ser candidato incluyen: ser boliviano de origen, tener al menos 35 años, estar inscrito en el Registro Electoral y ser postulado por un partido o agrupación reconocida. No pueden postular quienes tienen condenas penales, ni quienes ejercen cargos públicos sin renunciar con antelación, ni parientes cercanos de autoridades en funciones.
En cuanto al Poder Legislativo, la Asamblea Legislativa Plurinacional está compuesta por dos cámaras integradas por 130 diputados y por 36 senadores.
Funcionamiento del sistema electoral
Los diputados se eligen mediante un sistema mixto: la mitad (65) por circunscripciones uninominales y la otra mitad por listas plurinominales departamentales, incluyendo escaños especiales para representantes indígenas o campesinos, todos tomando en cuenta la la paridad y alternancia de género en las listas de postulantes.
Los senadores son elegidos por listas partidarias, cuatro por cada departamento, mediante representación proporcional. Diputados y senadores se eligen también por un período de cinco años y los requisitos para ser legislador son similares a los del Ejecutivo: estar en el Registro Electoral y contar con postulación avalada por partido o agrupación legalmente registrada, aunque la edad para ser senador requiere tener al menos 35 años y 25 para diputados. Se aplican las mismas inhabilitaciones que al Ejecutivo.
La ley del régimen electoral promulgada en 2010 no establece obligatoriedad alguna para participar en los debates. Empero para las elecciones de este año, los candidatos presidenciales y vicepresidenciales han asistido al llamado de gremios de empresarios, de organizaciones de la sociedad civil y de los medios de comunicación.
El Órgano Electoral planificó la realización de dos debates, el primero llevado a cabo el 1 de agosto y el segundo el 12 de este mes. Estos foros sirvieron para que cada candidato diera a conocer su propuesta electoral.
Después de veinte años de una rara estabilidad política en la historia del país con resultados contradictorios, el panorama que se abre es de muy marcada incertidumbre e inestabilidad.
Manuel Alcántara y Franz Flores
Los candidatos a la presidencia
Los candidatos opositores se centraron en una crítica al prolongado periodo de gobierno del MAS de casi 20 años. A la vez se centraron en su promesa de sacar al país de la crisis económica en base a la promoción de inversiones y a la eliminación de gastos superfluos de un Estado cuya burocracia ha crecido mucho en el último tiempo. Entre ellos no hubo mayores diferencias salvo algunos insultos o salidas de tono.
Por su parte, los candidatos de izquierda, todos provenientes del tronco del MAS, trataron de mostrarse como la cara renovadora de la política. Acusaron a los candidatos opositores de planificar una política económica pro-mercado y de proponer políticas de supresión de los bonos y subsidios que fueron centrales en la gestión anterior. Sin embargo, los diferencia su postura respecto a Evo Morales: Del Castillo acusó a Morales de causar, con sus movilizaciones sociales, el descalabro económico actual. Por el contrario, Rodríguez se mostró como heredero del legado de Morales a pesar de haber desobedecido a éste con su postulación presidencial. El segundo foro convocado por el Órgano Electoral el pasado día 12 al cual solo asistieron tres candidatos con baja expectativa electoral, los demás justificaron su ausencia alegando que estaban en actos de cierre de campaña.
A lo largo del proceso se llevaron a cabo tres encuestas realizadas por las firmas encuestadoras: Ipsos Ciesmori, Captura Consulting y Spie SRL. La evidencia de la fragmentación del oficialismo quedó de manifiesto pues, luego de dos décadas, las mismas están encabezadas por dos candidatos de la oposición, Samuel Doria y Tuto Quiroga, aunque con muy bajo respaldo puesto que ambos no han superado, en promedio, el 20% de la intención de voto.
Quien partía con grandes expectativas era Andrónico Rodríguez, actual presidente del Senado, pero no pudo mantener su relativo tirón inicial ya que partió con un 14% de preferencia y bajó al 6% en el último estudio de opinión electoral. Eduardo Del Castillo, candidato oficialista no pudo superar el 3% de los votos, lo que pone en riesgo de perder la personería jurídica del MAS-IPSP.
Con todo, la alta cifra del 19% de los indecisos, abre la interrogante sobre cuál será su voto el 17 de agosto.
Con todo, la alta cifra del 19% de los indecisos, abre la interrogante sobre cuál será su voto el 17 de agosto.
Manuel Alcántara y Franz Flores
¿Un “voto oculto”?
También llama la atención la cifra de votos blancos y nulos que en conjunto llegan al 20%, más aún cuando Evo Morales ha ordenado a sus seguidores que voten nulo este domingo. Esto ha dado lugar a pensar que existe un “voto oculto”, que puede llegar a contradecir la capacidad predictiva de los sondeos de opinión. Más aún cuando se realizan por internet y no llegan a los sectores rurales, bastiones electorales tradicionales del MAS.
El régimen electoral boliviano no tiene previsto el financiamiento a los partidos políticos. Por tanto, el Tribunal Supremo Electoral no puede fiscalizar las fuentes y uso de los recursos. Esto hace difícil establecer el nivel de gasto económico de los partidos en la campaña electoral. La mayoría de los candidatos han señalado que su presupuesto llega como máximo a un millón de dólares. Sin embargo, esto contradice la evidencia de los costos, donde figuran asesores electorales cuyo parámetro de remuneración sobrepasa el millón de dólares y tiene una presencia en los medios de comunicación tradicionales —televisión y prensa— como en las redes sociales que puede fácilmente llegar a costar 5 millones de dólares.
También llama la atención la cifra de votos blancos y nulos que en conjunto llegan al 20%, más aún cuando Evo Morales ha ordenado a sus seguidores que voten nulo este domingo.
Manuel Alcántara y Franz Flores
Los programas
Respecto de los programas, los candidatos opositores han remarcado sus afectos con la ideología liberal y de libre mercado y por tanto su fuerte desapego con un modelo económico estatista al que han identificado como ineficiente, corrupto y tranca. También es notable que los candidatos opositores hablen de la posibilidad de contraer acuerdo con los organismos financieros internacionales (FMI, BM) para salir de la crisis económica causada por la ya referida escasa oferta de dólares en el mercado cambiario.
Lo contrario pasa con los candidatos que provienen del MAS, tanto Rodríguez como Del Castillo postulan el anticapitalismo y el antimperialismo como los ejes en torno a los cuales rigen sus programas de gobierno. Se muestran como la fuerza, según ellos, capaz de detener la ola reaccionaria y hasta fascista que portarían los candidatos de la oposición. Con todo hablan de reconducir el proceso de cambio que habría llevado no solo a la división del MAS sino a la propia crisis económica.
En otros asuntos como la seguridad ciudadana, el medio ambiente y el sistema de justicia existe coincidencia en el poco avance que se ha tenido en las anteriores gestiones. Se propone modernizar y mejorar el servicio policial con mayor equipamiento y personal.
Los candidatos que provienen del MAS hablan de reconducir el proceso de cambio que habría llevado no solo a la división del MAS sino a la propia crisis económica.
Manuel Alcántara y Franz Flores
En el plano del medioambiente la propuesta gira en torno al control de la quema de bosques causada por los chaqueos, así como una mayor supervisión a las empresas mineras, sobre todo a las cooperativas. Desde los partidos opositores se postula controlar la producción de hoja de coca y una presencia del estado en zonas donde se da el contrabando y la producción de sustancias controladas en zonas como el Chapare y Llallagua. Esto no está claro en los candidatos provenientes del MAS que no han incluido estos temas en sus programas de gobierno.
El fin de un ciclo político
Bolivia vive un final de ciclo político que puede generar un cambio en el partido en el poder.
Si lo que anuncian las encuestas termina por ratificarse en la próxima jornada electoral, candidatos opositores como Samuel Doria y Tuto Quiroga irán a la segunda vuelta, lo que marcaría un giro a la derecha —histórico luego de dos décadas de hegemonía del MAS—.
No es de desdeñar que la nueva generación de políticos, que nacieron en las filas del MAS y que hoy tercian en elecciones, carecen del carisma y la experiencia de su histórico líder.
Manuel Alcántara y Franz Flores
Aunque las causas de este desplome político pueden deberse a las dificultades en el cambio de liderazgo y a la pésima gestión del actual mandatario Luis Arce, no es de desdeñar que la nueva generación de políticos, que nacieron en las filas del MAS y que hoy tercian en elecciones, carecen del carisma y la experiencia de su histórico líder.
De hecho, no han podido controlar y retener el apoyo, otrora monolítico y militante, de las organizaciones sociales rurales y urbanas. De todos modos, se abre un escenario complejo para el nuevo gobierno que iniciará su andadura en noviembre próximo con un congreso muy fragmentado y que deberá recurrir a complicadas alianzas políticas para superar una crisis económica cuyas medidas inevitablemente generarán malestar social.
Después de veinte años de una rara estabilidad política en la historia del país con resultados contradictorios, el panorama que se abre es de muy marcada incertidumbre e inestabilidad.