1 — El bicentenario de la independencia de Bolivia y la unión nacional imposible

La primera vuelta de las próximas elecciones presidenciales, que se celebrarán este domingo 17 de agosto de 2025 —la segunda vuelta está prevista para el 19 de octubre—, se inscribe en un contexto particular: el de las celebraciones del bicentenario de la independencia del país, conseguida en 1825.

Sin embargo, no es momento para celebrar.

El país atraviesa una grave crisis energética y económica, marcada por la escasez de combustible y un déficit comercial en aumento. La dependencia de las importaciones, en particular de combustibles, debilita la estabilidad monetaria, mientras que los intentos de reactivación industrial o diversificación económica tienen dificultades para concretarse.

Aunque cabía esperar un amplio programa de conmemoraciones para los 200 años de la firma del acta de independencia el 6 de agosto de 1825, las celebraciones del bicentenario han sido discretas. Ni el impulso político ni el fervor popular han estado a la altura de las circunstancias.

Debilitado por el contexto económico y minado por divisiones internas, el gobierno no ha logrado imponer un discurso unificador en torno al bicentenario de esta nación multiétnica, dejando paso a divisiones sociales, regionales, étnicas y generacionales.

2 — ¿El fin de un modelo económico?

El modelo de crecimiento impulsado por las exportaciones de gas natural, que había permitido aplicar verdaderas medidas de redistribución social durante los 14 años del «proceso de cambio» liderado por el binomio Morales-García Linera, ya no es sostenible.

La reciente escasez de gasolina y diésel ha puesto de manifiesto una mayor dependencia de las importaciones de combustibles, así como un debilitamiento de la capacidad de refinación del país. La falta de divisas dificulta el pago de las importaciones esenciales, lo que pone en peligro la estabilidad económica y monetaria del país.

Las reservas internacionales, antes sólidas, parecen haberse derretido, y el banco central funciona bajo tensión. El déficit comercial se agrava, mientras que los proyectos de desarrollo del litio, que deberían reactivar la economía, no han pasado de la fase de anuncios desde que se orientaron hacia la extracción directa en 2021.

La economía informal, ya dominante, se ha extendido aún más en un contexto de muy alta inflación. Sobre el terreno, en los mercados o cerca de las gasolineras, las colas son testimonio de las frustraciones cotidianas que erosionan el vínculo entre el Estado, los ciudadanos y las organizaciones sociales.

3 — La autodestrucción del Movimiento al Socialismo (MAS)

Si bien el Movimiento al Socialismo (MAS), fundado por Evo Morales en 1997, contó durante mucho tiempo con un voto firme y leal, la escena política boliviana está hoy marcada por una profunda fragmentación del partido, hasta el punto de que algunos analistas han hablado de «suicidio político» o «autodestrucción» del MAS. 1

Cuando Evo Morales apoyó la candidatura de Luis Arce a la presidencia en 2020, la elección parecía estratégica: Arce estaba asociado al éxito económico de los años de Morales y parecía un tecnócrata leal.

Una vez en el poder, surgieron divergencias, especialmente en torno a decisiones económicas y nombramientos.

Desde 2023, la ruptura es definitiva. Morales declara su intención de presentarse como candidato en 2025, mientras que Arce da a entender que podría volver a presentarse.

En 2024, el partido se divide en dos bandos irreconciliables: por un lado, el expresidente Evo Morales, finalmente excluido de la carrera electoral por el Tribunal Constitucional, pero aún influyente y al frente de un aparato partidista paralelo, que hasta ahora no ha dado su apoyo a ningún candidato. El expresidente de Bolivia incluso llamó hace dos semanas a sus seguidores a votar en blanco o nulo.

Por otro lado, las figuras del actual gobierno, reunidas en torno al presidente Luis Arce y su vicepresidente, David Choquehuanca. Esta guerra fratricida ha llevado a una situación sin precedentes: ni Evo Morales ni Arce serán candidatos, pero su oposición ha dado lugar a dos candidatos que pretenden encarnar la izquierda popular y se reivindican cada uno del legado del proceso de cambio, al tiempo que cuestionan la legitimidad del otro bando. 2

Esta escisión ha sacado al MAS de su posición central, abriendo así el camino a una posible victoria de candidaturas centristas o conservadoras, lo que no habría sido posible en otros momentos.

4 – ¿Es el fin de un ciclo político?

En 2006, la llegada al poder de Evo Morales y del MAS (Movimiento al Socialismo) marcó una ruptura en la historia política boliviana.

Impulsado por un ciclo de reivindicaciones sociales que agitaba el país desde finales de la década de 1990, el MAS reivindicaba otra concepción de la nación: ya no mestiza y republicana, como quería el discurso «integracionista» del MNR (Movimiento Nacionalista Revolucionario) y de la Revolución Nacional (1952-1964), sino indígena y plurinacional.

La Constitución de 2009, que rebautiza al país como Estado Plurinacional de Bolivia, consagra esta nueva orientación.

El MAS ha recuperado fechas, palabras y lugares para construir un nuevo imaginario y producir una nueva memoria nacional.

Así, el 2 de agosto, antiguo «Día del Indio» instaurado por el MNR, se convirtió en el «Día de la Revolución Agraria, Comunitaria y Productiva». El indio deja así de aparecer como un sujeto problemático que hay que integrar para ser definido como un actor histórico de pleno derecho. La pertenencia étnica y la reivindicación lingüística, durante mucho tiempo sinónimos de discriminación, pueden ahora movilizarse como activos.

Hoy en día, esta retórica de la descolonización parece haber perdido su poder movilizador. Las generaciones jóvenes reclaman ahora derechos, servicios, trabajo y una ecología realista, más allá de los símbolos.

Sin embargo, a pesar de la actual crisis del MAS y del relativo desgaste de la retórica descolonizadora, Bolivia sigue profundamente marcada por el ciclo político iniciado en 2006. El proceso de cambio transformó profundamente el país, abriendo un campo de posibilidades simbólicas y políticas que sin duda no podrá cerrarse por completo.

La propia idea de un Estado plurinacional, el reconocimiento constitucional de las naciones y pueblos indígenas, la generalización de ciertas prácticas comunitarias en la gestión pública o la legitimación de formas de soberanía popular han redefinido los contornos de la ciudadanía y el poder.

Este desplazamiento del centro de gravedad de lo político —de las élites urbanas hacia los mundos indígenas, sindicales y populares— ha modificado de forma duradera el imaginario colectivo.

Como en toda restauración, los candidatos de la oposición buscan reescribir el pasado: frente a lo que describen como el fracaso global del proceso de cambio, sería necesario un nuevo orden. Sin embargo, aunque hoy en día es controvertida, se ha institucionalizado una cierta gramática de la descolonización, y ningún candidato serio puede concebir hoy un proyecto nacional sin tenerla en cuenta.

Les candidats ont participé à un débat à Santa Cruz le 1er août. De droite à gauche : Andrónico Rodríguez (AP), Pavel Aracena Vargas (ADN), Samuel Doria Medina (Alianza Unidad), Rodrigo Paz Pereira (PDC), Eduardo del Castillo (MAS), Jorge « Tuto » Quiroga (Libre), Jhonny Fernández (UCS Alianza Fuerza del Pueblo), Manfred Reyes Villa (APB Súmate).

5 – ¿Quiénes son los candidatos? Divisiones y movilización de las elecciones presidenciales

La izquierda boliviana, que había sabido imponer un discurso mayoritario durante casi dos décadas, ha entrado en campaña dividida y debilitada. El Movimiento al Socialismo (MAS), fundado por Evo Morales y representado por el actual presidente Luis Arce, tiene como candidato, tras la renuncia de Arce a la reelección, a Carlos Eduardo del Castillo. Este último era ministro del gobierno (equivalente a ministro del Interior, ministro de Gobierno) y el miembro más joven del equipo presidencial. Le acompañará Milán Berna, candidato a la vicepresidencia y líder de la Confederación de Sindicalistas Campesinos (CSUTCB).

Sin embargo, el candidato más destacado de la izquierda sigue siendo Andrónico Rodríguez, que durante mucho tiempo ha evolucionado en los círculos cercanos a Evo Morales. Aunque no ha podido recuperar las siglas del MAS, se ha presentado con Alianza Popular (AP). Presidente del Senado desde 2020 y distanciado de Morales desde que aceptó presentarse, afirma encarnar una tercera vía: ni el MAS tradicional, ni la oposición conservadora de derecha. Su proyecto alternativo lo llevaría a cabo junto a Mariana Prado Noya, exministra de Planificación y Desarrollo, muy criticada por su supuesta frivolidad y su incapacidad para representar a los sectores populares, como vicepresidenta.

Ante esta recomposición dentro de un partido muy fracturado, el bloque de la oposición unida Alianza Unidad presenta a Samuel Doria Medina como candidato a la presidencia. Este empresario multimillonario, exministro de Planificación y Coordinación (1991-1993), es considerado una figura moderada de la oposición centrista y encabeza las encuestas. Su vicepresidente sería José Luis Lupo, economista y exministro en varias ocasiones. En el contexto actual de crisis económica e inflación, Doria Medina es percibido como un posible baluarte, con un programa de reformas económicas radicales «en 100 días» que constituye el elemento central de su campaña.

La oposición al MAS también está marcada por la tercera candidatura, liderada por Jorge «Tuto» Quiroga, expresidente (2001-2002) y vicepresidente (1997-2001). Este candidato conservador es el líder del partido Alianza Libre, formado en diciembre de 2024 tras romper con la coalición opositora. Lo acompañará Juan Pablo Velasco, candidato a la vicepresidencia, procedente del sector privado y representante de una renovación generacional.

Asimismo, Manfred Reyes Villa es candidato oficial con su partido APB Súmate. Exmilitar, fue alcalde de Cochabamba de 1994 a 2000 y reelegido en 2021. Ha rechazado cualquier alianza con los partidos tradicionales. Es una figura polémica pero influyente del centro-derecha. Propone un proyecto conservador liberal, centrado en la reactivación a través de la confianza, el sector privado y una mayor descentralización. Su compañero de fórmula, candidato a la vicepresidencia, es Juan Carlos Medrano, un joven concejal de Santa Cruz de la Sierra que se ha impuesto en la esfera pública gracias a su papel de denunciante. El binomio se presenta como una tercera vía entre una izquierda dividida y las derechas tradicionales.

Los tres son políticos que ya ocuparon cargos de poder en la década de 1990 y que marcan un retorno a la política tradicional anterior a Evo Morales. Con un inicio muy discreto, pero aparentemente remontando en las encuestas, el exalcalde de Tarija y senador Rodrigo Paz Pereira (hijo del expresidente Jaime Paz), del Partido Demócrata Cristiano (PDC), se presenta con un antiguo capitán de policía, Edman Lara, como candidato a la vicepresidencia.

A estos partidos se suman una serie de binomios que, aunque muy por debajo en las encuestas, complican aún más la diversidad de líneas políticas: el partido Morena, liderado por Eva Copa (alcaldesa de El Alto), con Jorge Richter. Recientemente han anunciado su retirada de la carrera presidencial, aunque sus nombres y su partido aparecerán en las papeletas. También se encuentra el partido ADN – Libertad y Progreso, liderado por Pavel Aracena Vargas (ingeniero), con Víctor Hugo Núñez, así como el partido UCS Alianza Fuerza del Pueblo, liderado por Jhonny Fernández (alcalde de Santa Cruz), con Leopoldo Chui (abogado, candidatura aún pendiente de validación).

6 – ¿Qué dicen las encuestas? Análisis del estado de fuerzas

A pesar de las diferencias entre departamentos, las encuestas publicadas desde junio situaban, a nivel nacional, a Samuel Doria Medina (Alianza Unidad) a la cabeza de las intenciones de voto, entre el 19 % y el 21 %. Jorge «Tuto» Quiroga le seguía de cerca con entre un 16 % y un 18 %, mientras que Andrónico Rodríguez se estancaba entre el 13 % y el 15 %. 3

Pero el pasado 8 de agosto, una encuesta publicada por El Deber (realizada a 2.500 personas en todos los departamentos del país) mostraba por primera vez a «Tuto » Quiroga a la cabeza, con un 24,45 % de la intención de voto, por delante de Samuel Doria Medina, con un 23,64 %, seguido de Rodrigo Paz Pereira (9,10 %) y dejando a Andrónico Rodríguez con un 8,46 %. 4

Sin embargo, la historia de estas encuestas ya ha demostrado una tendencia a subestimar casi sistemáticamente el voto rural y comunitario, que durante mucho tiempo se ha mantenido muy favorable al MAS, lo que le ha permitido ganar las elecciones de 2005, 2009, 2014 y 2020 en primera vuelta.

Por otra parte, a medida que se acerca la primera vuelta de las elecciones de este domingo, también están aumentando considerablemente las intenciones de voto en blanco o nulo. Han pasado del 17 % en junio a más del 20 % en julio, 5 sin contar a los «indecisos».

Las intenciones de voto en blanco, nulo o indeciso superan, por tanto, el porcentaje obtenido por cada candidato, lo que demuestra una desconfianza o desilusión ante las opciones propuestas, pero también el éxito de la estrategia de Evo Morales. Este último, al haber llamado a votar en blanco o nulo, sin duda reivindicará la paternidad de esta estrategia.

Estos datos ofrecen sobre todo una fotografía parcial de un terreno electoral volátil, en el que una gran parte de la población boliviana, aún silenciosa, determinará la segunda vuelta.

Los resultados de este domingo darán una idea de unas elecciones aún muy inciertas, que se celebran en un contexto de bicentenario y de batalla entre diferentes narrativas y proyectos nacionales, mientras el país está oficialmente proclamado Estado Plurinacional de Bolivia desde 2009.

Este electorado flotante o contestatario podría decidir la segunda vuelta, o incluso al ganador, movilizándose masivamente a favor de un bando, aunque ningún candidato ni partido ha impuesto aún un discurso aglutinador.

Las próximas elecciones no solo decidirán quién gobernará, sino también qué discurso nacional prevalecerá.

Notas al pie
  1. Fernando Molina, «La autodestrucción del MAS boliviano», Nueva Sociedad 316, marzo-abril de 2025.
  2. La candidatura de Carlos Eduardo del Castillo, cercano al presidente saliente, como candidato oficial del MAS, se enfrentó a la de Andrónico Rodríguez, durante mucho tiempo cercano a Evo Morales, quien decidió presentarse ante la imposibilidad de este último de ser candidato, sin embargo, no recibió el apoyo del expresidente boliviano.
  3. Lourdes Molina Rea, « Elecciones 2025 : Analistas observan el fin de una hegemonía del voto », El Deber, 18 de junio de 2025.
  4. Lourdes Molina Rea, «Tuto Quiroga supera por primera vez a Samuel Doria Medina en la intención de voto», El Deber, 8 de agosto de 2025.
  5. Álvaro Rosales Melgar, « Última encuesta de UNITEL: Samuel y Tuto siguen liderando y se perfila una histórica segunda vuelta en octubre », Unitel, 10  de agosto de 2025.