Puntos claves
- Antes del inicio de la operación Am Kalavi, la estrategia iraní se basaba en una doctrina híbrida que combinaba la disuasión balística, la latencia nuclear y el apoyo regional a través de proxies. Es este delicado equilibrio el que Israel ha tratado de romper.
- El análisis detallado de los actos de guerra que tuvieron lugar entre Israel e Irán del 13 al 24 de junio ofrece varias lecciones: si bien la defensa antimisiles no puede sustituir por completo a la disuasión nuclear, ha demostrado su eficacia frente a la potente estrategia incremental desplegada por los sistemas de misiles iraníes. Pero Teherán sigue disponiendo de una capacidad de disuasión convencional relativa.
- Si bien la posibilidad de que Irán se dote de armas nucleares se ha retrasado unos meses gracias a los ataques israelíes y estadounidenses, el riesgo de que otros países intenten convertirse en potencias nucleares es cada vez mayor, lo que resulta aún más difícil de contrarrestar, ya que la proliferación podría estar impulsada, esta vez, por aliados de Estados Unidos.
La BITD iraní antes del ataque del 13 de junio: estrategia híbrida e integración sin alianza con Moscú (Julia Tomasso)
1 — Artesh, AFGS, Pasdaran: un gran ejército híbrido y obsoleto
El líder supremo se apoya en dos estructuras para dirigir y coordinar las fuerzas armadas: el Estado Mayor General (AFGS), encargado de la estrategia militar, y el cuartel general central de Jatam-al Anbiya, responsable de las operaciones conjuntas. Estas dos estructuras regulan a su vez el funcionamiento de tres pilares: el ejército regular (Artesh), el Cuerpo de los Guardianes de la Revolución (Pasdaran) y el Mando de las Fuerzas de Orden (LEC).
El Artesh es el ejército regular de Irán, encargado de defender el territorio nacional. Comprende fuerzas terrestres, aéreas y navales, así como una fuerza de defensa aérea. Por su parte, los Pasdaran son una fuerza militar ideológica destinada a proteger el régimen y sus valores revolucionarios. Cuenta con sus propias fuerzas terrestres, navales y aeroespaciales, así como con unidades especiales como las milicias Basij, la fuerza Al-Qods y los servicios de inteligencia.
Dado que estos diferentes actores obedecen a lógicas de mando distintas y no necesariamente coordinadas, es difícil evaluar su eficacia operativa y, por lo tanto, comparar el ejército iraní con otras fuerzas de la región.
Según las cifras del Military Balance 2025, 1 Irán dispondría de la mayor fuerza armada de la región en número, con unos 610.000 efectivos en activo, de los cuales 350.000 pertenecen al Artesh y 190.000 a los Guardianes de la Revolución, lo que sitúa al país por delante de Egipto (438.500 efectivos) y Arabia Saudita (257.000 efectivos).
Esta superioridad numérica oculta importantes carencias en materia de capacidad, especialmente en los ámbitos naval y aéreo. La marina iraní tiene capacidades limitadas, mientras que el arsenal aéreo sigue dependiendo de aviones estadounidenses (como el F-14) de los años setenta y noventa, hoy obsoletos y anticuados.
Según el Military Balance, el presupuesto oficial de defensa de Irán para el año 2024 asciende a 8.040 millones de dólares, calculado sobre la base del tipo de cambio oficial. Si bien el de 2025 aún se desconoce, los medios de comunicación oficiales iraníes hablan de un aumento del 200 %. 2 En comparación, el presupuesto militar de Israel supera los 33.000 millones de dólares, el de Arabia Saudita los 71.000 millones y el de los Emiratos Árabes Unidos supera los 20.000 millones. Ante esta disparidad presupuestaria, Irán compensa con una doctrina híbrida que combina la guerra asimétrica, los proxies, el despliegue de milicias afiliadas y el uso táctico de la disuasión balística.
Es precisamente esta estrategia la que Israel ha tratado de desactivar con su ataque del 13 de junio.
2 — La BITD iraní: ¿cuántas divisiones?
Desde la Revolución Islámica de 1979 y la guerra entre Irán e Irak (1980-1989), Teherán ha convertido la autonomía industrial en un imperativo estratégico.
La base industrial y tecnológica de defensa (BITD) iraní se ha estructurado progresivamente en torno a un potente núcleo estatal. Este último está compuesto por organismos como el Ministerio de Defensa (MODAFL), la Organización de Industrias Aeroespaciales (AIO) y las industrias aeronáuticas (HESA).
Sobre la base de esta red cerrada, impermeable a las influencias externas, la industria de defensa iraní se ha construido progresivamente sobre un equilibrio entre técnicas de bajo costo, innovación frugal y optimización de los recursos, lo que ha permitido a Teherán compensar en parte su aislamiento tecnológico.
La BITD iraní integra hoy en día una amplia gama de sistemas de armas.
Produce de forma relativamente autónoma misiles balísticos (Fateh-110, Qiam, Jorramshahr), misiles de crucero (Soumar), drones (Shahed-136, Mohajer-6), sistemas tierra-aire (Bavar-373) y radares.
Irán compensa su debilidad presupuestaria con una doctrina híbrida, que combina la guerra asimétrica, los proxies, el despliegue de milicias afiliadas y el uso táctico de la disuasión balística.
Julia Tomasso
La puesta en servicio en mayo de 2025 del misil Qassem Bassir, dotado de un sistema de guía electroóptico, ilustra los avances realizados en el ámbito de la guerra electrónica.
Esta relativa autonomía industrial se basa en varias técnicas desarrolladas desde hace 46 años: la ingeniería inversa (o reverse engineering), la modularidad y un importante recurso a componentes civiles. Gracias a las técnicas de ingeniería inversa, Irán ha podido desarrollar el dron Shahed-171, inspirado en el RQ-170 estadounidense. El régimen analiza, reproduce y adapta los sistemas extranjeros a sus necesidades. Muchos de ellos incorporan componentes occidentales adquiridos a través de redes offshore o plataformas comerciales. La modularidad de los sistemas también permite reutilizar los componentes, lo que refuerza la eficiencia industrial. Así, un mismo motor puede equipar varios tipos de drones. Por último, el uso creciente de la impresión 3D (o additive manufacturing) abre nuevas perspectivas, en particular para la fabricación local de piezas complejas.
No obstante, estos avances deben matizarse.
La BITD iraní sigue dependiendo de algunas importaciones críticas, en particular para las plataformas complejas. Entre 2023 y 2024, Irán solo recibió unos pocos aviones Yak-130 de Rusia y firmó contratos para adquirir Su-35, aún pendientes de entrega. Por lo tanto, su flota aérea es débil y limitada.
Esta dependencia también se refleja en la electrónica: los componentes esenciales para la navegación, el guiado o las comunicaciones (FPGA, GPS, DSP) proceden en su mayoría de Europa o Estados Unidos, lo que hace que la BITD iraní sea especialmente vulnerable a los embargos y sanciones vigentes.
3 — Irán-Rusia: drones y cooperación estratégica sin alianza
En enero de 2025, el régimen iraní presentó 1.000 nuevos drones estratégicos capaces, según representantes del gobierno, de alcanzar Israel y las diferentes bases estadounidenses en la región.
Pero el contraste entre el uso intensivo de los drones iraníes por parte de Rusia en Ucrania y su uso limitado por parte de Irán contra Israel plantea interrogantes.
En realidad, se explica por dos factores principales, tanto geográficos como técnicos.
Mientras que el teatro ucraniano se presta especialmente bien al uso de drones tácticos —las distancias a recorrer a ambos lados de la línea del frente son relativamente cortas—, Irán e Israel están separados por miles de kilómetros, lo que hace mucho más complejo cualquier ataque directo con drones.
Aunque los drones iraníes Shahed-129 o Shahed-149 tienen una gran autonomía, su radio de acción es limitado: unos 1.700 kilómetros para uno y 1.300 kilómetros para el otro. Solo unos pocos modelos, como el HESA Karrar —derivado de un dron objetivo estadounidense de la década de 1970— ofrecen un alcance teórico suficiente para atacar el norte de Israel. Pero su uso sigue siendo puntual y depende de lanzamientos cerca del teatro de operaciones, a menudo a través de repetidores regionales.
Los Shahed-136 exportados a Rusia, por su parte, se utilizan poco en el contexto israelí-iraní, ya que tienen poca precisión y son más vulnerables a las defensas aéreas israelíes.
Además, Moscú ya dispone de los medios para desarrollar su propio modelo de dron inspirado en el Shahed. Sahara Thunder ha actuado como intermediario 3 para transferir a Rusia la tecnología, los kits de montaje y los conocimientos necesarios para producir los Shahed-136 a nivel local, bajo el nombre de Geran-2, en una fábrica explotada por la empresa Albatross, situada en Elabuga, en Tartaristán. Esta planta ha sido financiada mediante un acuerdo por valor de 1.400 millones de euros. Esta asociación pone de manifiesto la resistencia de las redes de suministro a pesar de las sanciones, pero también la capacidad de Rusia e Irán para reforzar la colaboración técnico-industrial con fines militares, incluso en ausencia de una alianza defensiva entre ambos países.
En consonancia con su doctrina de soberanía, que privilegia la independencia y rechaza cualquier forma de coacción externa, el régimen iraní no ha querido entrar en una alianza militar con Rusia.
Julia Tomasso
A pesar de la firma de la asociación estratégica en enero de 2025, Moscú aún no ha entregado sus sistemas de defensa antimisiles S-400 a Teherán.
Sin embargo, dado que este acuerdo no contiene ninguna cláusula de asistencia militar mutua, este retraso no contradice los términos del acuerdo: en otras palabras, la cooperación ruso-iraní se basa más en convergencias tácticas que en una alianza militar formal.
Si bien Rusia ha condenado firmemente los ataques iraníes y estadounidenses, Moscú desea preservar su margen de maniobra regional y una posición de relativa neutralidad entre Teherán y Tel Aviv.
El conflicto entre Irán e Israel desvía la atención internacional de la guerra en Ucrania y una implicación directa en favor de Irán podría comprometer las relaciones de Rusia con las monarquías del Golfo, Egipto o Israel. Estas últimas, aunque se han distendido desde el 7 de octubre, no se han roto por completo.
Por parte iraní, el régimen tampoco ha parecido desear una alianza militar formal con Rusia. Esta elección es coherente con la doctrina iraní de soberanía, que privilegia la independencia y rechaza cualquier forma de coacción externa. Esta tradición, nacida de la Revolución Islámica de 1979, se reafirmó en 2005 en la Visión Nacional de 20 Años de la República Islámica de Irán para el amanecer del año solar 1404 [2025 d. C.], 4 aprobada por el ayatolá Jamenei.
Finalmente, las diferencias de enfoque frenan la construcción de una alianza entre ambos países, lo que no impide, sin embargo, proyectos bilaterales estructurantes, como el corredor de transporte norte-sur o las inversiones iraníes en el petróleo ruso. En 2022, Irán firmó acuerdos con Gazprom para proyectos de instalaciones de gas por valor de 40.000 millones de dólares.
A esto se suman consideraciones militares e industriales.
Rusia, sometida a un régimen de sanciones occidentales cada vez más estrictas, se ve obligada a tomar decisiones sobre sus exportaciones de armas. Se da prioridad a la producción nacional, en particular de drones iraníes Shahed-136, a través de su fábrica en Tartaristán.
El caso de los misiles S-300 lo ilustra bien: tras suspender este programa en 2010 bajo la presión de la ONU, Moscú finalmente entregó estos sistemas a Irán entre 2016 y 2017, pero no sin retrasos, tensiones diplomáticas y el desarrollo paralelo por parte de Teherán de su propio sistema Bavar-373.
Balística, antibalística y aérea (Etienne Marcuz)
4 — Los misiles y drones utilizados por Irán en la «guerra de los doce días»: comprender la estrategia «incremental» de Teherán
Si nos basamos en las declaraciones iraníes durante el conflicto, Teherán parece haber adoptado un enfoque incremental en sus ataques, anunciando en varias ocasiones la introducción de nuevos tipos de misiles a medida que avanzaba el conflicto.
Los drones, entre los que destacan los Shahed, solo contribuyeron de forma marginal a los ataques debido a su gran vulnerabilidad, ya que casi todos los enviados contra Israel fueron interceptados, probablemente incluso antes de entrar en el espacio aéreo del país.
En cuanto a los misiles, las oleadas de los primeros días habrían visto principalmente en acción a los Emad y Ghadr y sus derivados. Estos misiles de propulsión líquida y alcance medio —inferior a 2.000 kilómetros— son derivados del Shahab-3, a su vez derivado del No-Dong, un misil norcoreano desarrollado durante los años ochenta y noventa. Aunque diversas modernizaciones les han permitido aumentar su alcance y precisión, siguen siendo un objetivo relativamente fácil para el escudo antimisiles israelí debido a su trayectoria predecible y muy alta, lo que permite su destrucción fuera de la atmósfera mediante misiles de interceptación exoatmosféricos Arrow 3.
El uso prioritario de estos misiles, más fáciles de interceptar en las primeras fases del conflicto, podría explicarse tácticamente por el deseo de agotar el escudo antimisiles israelí para aumentar así las posibilidades de penetración de los sistemas más avanzados en una segunda fase.
Paralelamente a estos misiles vulnerables a las defensas antimisiles, las fuerzas armadas iraníes también han desplegado misiles aerobalísticos de propulsión sólida Haj Qassem —nombrado en honor al «mártir» Qassem Soleimani— y Jeibar Shaken. Su trayectoria «tensa» los lleva a permanecer en las capas altas de la atmósfera durante una parte significativa de su vuelo. Esta particularidad les permite permanecer más tiempo bajo el horizonte de los radares enemigos, pero también maniobrar lo suficiente como para no adoptar una trayectoria predecible, a diferencia de los misiles balísticos convencionales.
Estas dos características hacen que los misiles aerobalísticos sean objetivos más complejos de neutralizar para las defensas antimisiles. Además, el uso combinado de misiles balísticos y aerobalísticos obliga a los radares a buscar la amenaza en diferentes sectores del cielo.
A partir del 18 de junio, es decir, el sexto día de la guerra, cuando empezaron a surgir las primeras informaciones sobre el agotamiento de las reservas de interceptores israelíes, Irán utilizó nuevos tipos de misiles, desplegando tres tipos de armas.
El primero fue el Fatteh-1, calificado como hipersónico, aunque probablemente se trate de un misil aerobalístico cuya ojiva separable del propulsor está dotada de un pequeño sistema de propulsión que le permite mantener su velocidad durante más tiempo a pesar de la fricción de la atmósfera, al tiempo que le ofrece una mayor capacidad de maniobra que los misiles aerobalísticos convencionales. Se utilizó por primera vez en combate en octubre de 2024.
Teherán parece haber adoptado un enfoque gradual en sus ataques, anunciando en varias ocasiones la introducción de nuevos tipos de misiles a medida que avanzaba el conflicto.
Étienne Marcuz
El segundo fue el misil balístico de dos etapas y propulsión sólida Sejjil-2. Entrado en servicio en 2012, se trataba del primer uso en combate del misil de mayor alcance del arsenal iraní, con unos 2.500 kilómetros según las estimaciones disponibles. Aunque esto le confiere mecánicamente una mayor velocidad, no representa una amenaza mucho más grave para la defensa que otros misiles balísticos derivados del Shahab-3. Además, parece que se utilizó solo, con un único ejemplar lanzado, lo que convierte este lanzamiento en una operación esencialmente comunicativa.
El último misil introducido fue un sistema de submuniciones, cuyo vector exacto sigue sin determinarse. El uso de submuniciones tiene como objetivo teórico aumentar la superficie de destrucción del misil, lo que lo convierte, por ejemplo, en un arma ideal contra una base aérea. Si se lanzan al principio del vuelo, las submuniciones también pueden saturar las defensas antimisiles, que deben interceptar una veintena de objetos en lugar de uno solo. Sin embargo, esto se consigue a costa de una importante dispersión de las cargas, lo que aumenta aún más el riesgo de daños colaterales contra la población civil.
Si bien las sucesivas oleadas de misiles iraníes perdieron densidad durante el conflicto, el número de impactos parece haber aumentado.
A pesar del fuerte desgaste de sus lanzadores debido a las acciones ofensivas israelíes, la estrategia de ataques de Irán, que combina la saturación y la diversificación de los vectores, podría haber tenido cierto éxito en términos de penetración del escudo antimisiles, en detrimento de la población civil que vive cerca de los objetivos, aunque la evaluación de los daños en los objetivos de interés militar se ve dificultada por la censura vigente en el país.
Si bien esta guerra ha mermado considerablemente el arsenal de misiles balísticos iraníes, es probable que Teherán siga disponiendo de medios para atacar Israel, como lo demuestran las sucesivas oleadas de misiles lanzadas en las horas previas al alto al fuego.
Por último, algunos de los misiles más modernos no parecen haber sido utilizados durante el conflicto, como el misil balístico Jorramshar-4.
En este sentido, Irán sigue disponiendo, tras la guerra, de cierta capacidad de disuasión convencional.
5 — El escudo antimisiles israelí a prueba de los sistemas iraníes: ¿cómo ha funcionado la defensa israelí?
El rendimiento del escudo antimisiles israelí puede explicarse por dos factores principales: una superficie relativamente pequeña que defender, lo que permite una excelente cobertura radar, y una alta concentración de baterías de defensa antimisiles, combinada con un sistema defensivo integrado y multicapa.
Este escudo está formado por tres o incluso cuatro capas de interceptación complementarias cuyos datos se centralizan, constituyendo un «sistema de sistemas» y permitiendo una estrategia denominada «shoot-look-shoot». En caso de fallo en una interceptación, una capa inferior puede tomar el relevo. Este enfoque evita disparar varios interceptores simultáneamente contra un único objetivo para paliar un posible fallo y, por lo tanto, desperdiciar recursos valiosos, así como atacar los diferentes tipos de misiles atacantes donde son más vulnerables.
Las diferentes capas se distribuyen en franjas de altitud de la siguiente manera, cada una de ellas destinada a defender zonas más o menos amplias en función de la altura a la que se activan:
- La capa alta, denominada exoatmosférica, está activa por encima de los 100 kilómetros de altitud. Está destinada a interceptar los misiles o sus ojivas en la fase denominada balística, tanto en fase ascendente como descendente, fuera de la atmósfera, donde son más vulnerables debido a la previsibilidad de su trayectoria. Esta capa está formada por el Arrow 3 israelí, complementado por el SM-3 lanzado desde buques de guerra estadounidenses. Se trata de una defensa denominada «territorial», una batería —compuesta por 24 misiles listos para disparar— o un buque capaz de defender una zona del tamaño de un pequeño Estado como Israel, aunque el país cuenta con varias repartidas por su territorio.
- La capa intermedia —o «alta endoatmosférica»— está activa por encima de los 20 o 30 kilómetros de altitud hasta unos 100 kilómetros, aunque los datos exactos son clasificados. Se enfrenta a los vectores ofensivos enemigos antes de que entren en las capas más densas de la atmósfera, donde su capacidad de maniobra es mayor. Se trata de una capa muy exigente debido a las limitaciones térmicas relacionadas con la velocidad de evolución de los sistemas. Durante la guerra, los Arrow 2 israelíes y los THAAD estadounidenses se encargaban de las interceptaciones en la alta endoatmósfera para una defensa denominada «de zona» capaz de proteger una región israelí.
- La capa baja —o baja endoatmosférica— está activa por debajo de los 20 km de altitud. Intercepta los restos de las armas enemigas que han logrado atravesar las dos capas anteriores. El tiempo de reacción es muy reducido, ya que las ojivas solo pasan unos segundos en este tramo de altitud gestionado por los sistemas Fronde de David israelíes. Estas baterías proporcionan defensa puntual contra misiles balísticos y aerobalísticos y solo pueden proteger una zona de superficie reducida, como una pequeña ciudad o un barrio de una aglomeración como Tel Aviv. A nivel operativo, esta capa también puede enfrentarse a drones a larga distancia.
- La defensa terminal corre a cargo del Domo de Hierro. Aunque este sistema se diseñó inicialmente para interceptar cohetes de muy corto alcance lanzados por Hamás y Hezbolá, los videos amateur del conflicto 5 han mostrado que sus baterías habrían logrado interceptar una ojiva de misil balístico iraní, lo que demuestra la gran versatilidad del sistema israelí.
Este sistema multicapa integrado, junto con el rendimiento superior de sistemas como el Domo de Hierro, explica el éxito de la defensa antimisiles israelí.
Tras la guerra, Irán sigue disponiendo de cierta capacidad de disuasión convencional.
Étienne Marcuz
Sin embargo, su eficacia parece haber disminuido progresivamente durante el conflicto.
Esto puede explicarse por un stock ya muy solicitado en los meses previos al conflicto, en particular durante los ataques iraníes de abril y octubre de 2024, pero también por los ataques hutíes que han atacado con mucha regularidad el territorio israelí desde finales de 2023. La progresiva diversificación de los vectores iraníes mencionada anteriormente también podría haber contribuido a la ineficacia del escudo.
6 — Cómo Israel ha derrotado y perforado la defensa antiaérea de Irán
El rotundo éxito de la defensa antimisiles israelí debe ponerse en paralelo con el fracaso casi total de la defensa antiaérea iraní.
Hay varios factores que pueden explicarlo, entre los que destaca una campaña de neutralización de las defensas enemigas (SEAD) llevada a cabo con gran eficacia desde las primeras horas de la operación, que combinó ataques aéreos y operaciones especiales en profundidad gracias a drones operados por agentes infiltrados en territorio iraní.
Por otra parte, las debilidades del sistema defensivo iraní ya se habían puesto de manifiesto en 2024, cuando Israel neutralizó las cuatro baterías S-300 de origen ruso en dos ataques distintos, el primero en abril y el segundo en octubre. Ante la negativa de Rusia a vender a Teherán sistemas S-400 más modernos, estas baterías constituían la punta de lanza del sistema defensivo iraní.
Al analizar videos de propaganda iraní, investigadores estadounidenses también lograron demostrar 6 que el sistema de defensa del país no estaba tan integrado como muchos creían. Los sistemas de armas de diseño local, presentados como equivalentes a sus homólogos rusos, tendrían capacidades inferiores.
A pesar de los ejercicios regulares de defensa antiaérea —el último conocido tuvo lugar a principios de 2025—, esta se derrumbó rápidamente, dejando el campo libre a las fuerzas aéreas israelíes, que, sin embargo, lamentaron la pérdida de tres drones de reconocimiento y ataque de largo alcance HERMES 900.
7 — Lecciones polemológicas para los misiles balísticos y la defensa antimisiles
Antes de los ataques iraníes de 2024, la eficacia de la defensa antimisiles frente a un ataque balístico saturante se consideraba, en el mejor de los casos, cuestionable y, en el peor, ineficaz.
Estos ataques y la breve guerra que acaba de terminar han demostrado lo contrario, aunque con ciertas limitaciones:
- El modelo israelí es difícilmente replicable a escala de un gran país y aún menos de un continente como Europa. Proteger un país como Francia requeriría inversiones muy importantes, fuera del alcance del contexto económico actual. El «Golden Dome» que quiere la administración de Trump para proteger el territorio estadounidense podría costar sumas astronómicas con un resultado muy incierto. En lugar de intentar proteger todo un país, parece preferible centrarse en las zonas más estratégicas, como las instalaciones de las fuerzas nucleares o los grandes centros de mando. La lógica detrás de tales dispositivos sería desalentar un ataque desarmador del adversario o, en su defecto, aumentar significativamente su costo.
- Si bien la defensa antimisiles ha demostrado un éxito innegable, su eficacia a largo plazo ha ido disminuyendo, lo que pone de manifiesto una vez más la necesidad de disponer de stocks importantes, ya que el costo de fabricación de un interceptor es más elevado que el de un misil balístico debido a su mayor complejidad. Por lo tanto, un escudo corre el riesgo de saturarse rápidamente y debe considerarse ante todo como un medio para evitar el chantaje de un adversario, permitiendo absorber un ataque limitado.
- Por último, los recientes éxitos de Israel han demostrado la eficacia de una defensa antimisiles a escala regional. Sin embargo, una defensa contra un ataque saturante de misiles de alcance intercontinental sigue siendo impensable por el momento, ya que la velocidad de evolución de los vectores es significativamente mayor y genera fuertes limitaciones tanto técnicas como operativas para el sistema defensivo.
Teniendo en cuenta estas limitaciones, la defensa antimisiles no puede sustituir por completo a la disuasión nuclear. Sin embargo, dados sus resultados, presenta una complementariedad interesante.
Si bien la defensa antimisiles ha demostrado un éxito innegable, su eficacia a largo plazo ha ido disminuyendo, lo que pone de manifiesto una vez más la necesidad de disponer de stocks importantes.
Étienne Marcuz
Lo mismo ocurre con los misiles balísticos y otros sistemas de ataque en profundidad (misiles de crucero, armas hipersónicas, drones, etc.), que han demostrado su pertinencia durante el conflicto ruso-ucraniano, aún en curso, incluso más que durante la guerra entre Israel e Irán.
Estos sistemas permiten infligir daños estratégicos al adversario atacando objetivos económicos (refinerías, industrias, etc.) o militares (bases aéreas, radares de alerta avanzada, etc.) sin cruzar el umbral nuclear.
Si Israel ha logrado neutralizar una parte significativa de los vectores iraníes, tanto Rusia como Europa se encontrarían rápidamente en dificultades ante ataques de este tipo. Dado que Rusia ya dispone de un arsenal considerable, es necesario que Europa se dote de armas similares para poder responder de manera proporcionada a un ataque ruso contra uno de sus miembros, al tiempo que protege sus infraestructuras más estratégicas con un sistema antimisiles multicapa e integrado. El European Long Range Strike Approach (ELSA) y la European Skyshield Initiative (ESSI) son solo un comienzo que aún debe concretarse.
La dimensión nuclear (Héloïse Fayet)
8 — El impacto de la guerra en el programa nuclear iraní
Tras más de diez días de ataques israelíes, principalmente en las instalaciones de Fordo, Natanz e Isfahán, así como los ataques estadounidenses de la operación Midnight Hammer llevada a cabo por B-2 y Tomahawk en esas mismas instalaciones, aún es difícil evaluar las consecuencias para los componentes del programa nuclear iraní. 7
Parece claro que parte de las centrifugadoras utilizadas por Irán para enriquecer uranio a diferentes niveles —hasta un 60 % en algunos emplazamientos— han sido destruidas por los ataques, a pesar de estar enterradas: según el director del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), estas centrifugadoras son extremadamente sensibles a los golpes, las vibraciones y el polvo, por lo que han sufrido daños.
Pero el programa nuclear iraní no se limita a las centrifugadoras.
Una de las cuestiones clave que sigue sin resolverse por el momento es el estado de las reservas de uranio enriquecido por Irán, en particular el producido en Fordo. Según fuentes estadounidenses e iraníes, antes de los ataques estadounidenses contra Fordo se tomaron precauciones para transportar más de 400 kilogramos de uranio enriquecido al 60 % a un lugar aún desconocido. En esta forma, el material no presenta una alta radioactividad y, por lo tanto, puede escapar a algunos rastreadores. Por sí solo, este stock no es suficiente para fabricar un arma nuclear funcional: se necesitarían otras etapas técnicas, en particular el mecanizado del uranio metálico, la investigación en detonantes y la creación de gases específicos, serían necesarios para Irán si el líder supremo decidiera dotar a su país de un arma, decisión que, al parecer, no había tomado antes de los ataques israelíes, aunque Irán disponía de toda la capacidad técnica para dar ese paso.
Si bien las acciones israelíes y estadounidenses han permitido ralentizar el avance técnico del programa nuclear iraní y debilitar algunos componentes clave, sigue siendo posible una reconstrucción.
Héloïse Fayet
Por último, estos ataques han dañado otros dos componentes del programa: los científicos y el arsenal balístico.
De hecho, hasta la fecha, más de una decena de científicos que participaban en el programa nuclear iraní han sido neutralizados por Israel. Si bien la transmisión de técnicas es crucial en un programa, es difícil destruir toda la cadena industrial, por lo que es probable que los conocimientos técnicos sigan existiendo. En cuanto a los misiles balísticos, varios cientos habrían sido destruidos en ataques israelíes muy selectivos, algunos de ellos con doble capacidad de carga, es decir, que podrían haber sido equipados con una ojiva nuclear si Irán la hubiera fabricado.
En total, las acciones israelíes y estadounidenses han permitido ralentizar el avance técnico del programa nuclear iraní, al tiempo que han debilitado algunos componentes clave, pero la reconstrucción sigue siendo posible.
9 — El futuro de la estrategia nuclear de Irán
Los ataques estadounidenses e israelíes ponen de manifiesto el fracaso de un aspecto fundamental de la estrategia de disuasión convencional de Irán: 8 la latencia nuclear, es decir, la capacidad de fabricar un arma nuclear en pocos meses.
Este estatus de «umbral nuclear» era, en efecto, uno de los tres pilares, junto con la red del Eje de la Resistencia —el conjunto de milicias afines a Irán, cuya capacidad de actuación ha sido muy mermada por Israel desde el 7 de octubre, y el arsenal balístico iraní, que ha mostrado sus límites (véanse los puntos 6 y 7 supra).
Todo parece indicar que Israel y Estados Unidos consideraron que el riesgo de proliferación tras los ataques era un precio aceptable a pagar.
Sin embargo, esta estrategia podría resultar peligrosa e incluso contraproducente.
Ante este fracaso compartido por los iraníes, Teherán parece inclinarse en un primer momento por cuestionar el régimen de no proliferación, al considerar que se trata de una «injusticia» nuclear.
Según su interpretación del TNP, las instalaciones nucleares iraníes que eran objeto de acuerdos de salvaguardias con el OIEA no podían ser objeto de ataques militares: Israel y Estados Unidos, dos potencias nucleares, habrían atacado ilegalmente las instalaciones nucleares —oficialmente utilizadas con fines estrictamente pacíficos— de un Estado que no posee armas nucleares. El Parlamento iraní se ha pronunciado a favor de la salida de Irán del TNP, lo que podría ser contraproducente para Irán: 9 de hecho, si Teherán desea seguir convenciendo a la comunidad internacional de que su programa respeta estrictamente el TNP, le convendría más permanecer dentro del tratado, aunque solo fuera para participar en las discusiones y presentar denuncias oficiales ante el organismo.
Los ataques estadounidenses e israelíes ponen de manifiesto el fracaso de un aspecto fundamental de la estrategia de disuasión convencional de Irán: la latencia nuclear.
Héloïse Fayet
Paralelamente, Irán ya ha cuestionado sus acuerdos con el OIEA, ya que el Parlamento ha votado a favor de suspender la cooperación con el Organismo y de detener todas las inspecciones de las instalaciones nucleares. De hecho, Teherán acusa al director del Organismo, Rafael Grossi, de estar detrás de los ataques israelíes y estadounidenses por haber publicado un informe «sesgado» sobre el programa nuclear iraní a principios de junio y acusar a Irán de no cumplir plenamente sus compromisos con el OIEA y el TNP. 10
Si bien Israel parece haber utilizado su propia información sobre los avances del programa para justificar su ataque, es evidente que este informe ha sido instrumentalizado por algunos partidarios de Israel para no criticar las acciones cinéticas del Estado hebreo. Tal cuestionamiento de las relaciones entre Irán y el OIEA sería dramático para el seguimiento del programa iraní, cuyas instalaciones ya son mucho más difíciles de acceder —y, por lo tanto, más complejas de vigilar— debido a los ataques.
Aunque siempre es posible volver a la mesa de negociaciones, ello requeriría importantes concesiones por parte de Irán y, sobre todo, un nivel de confianza entre las partes que hoy por hoy no es alcanzable.
Teherán critica duramente a los países europeos que forman parte del JCPOA y que, al menos políticamente, apoyaron los ataques israelíes en los primeros días, lo que pone profundamente en tela de juicio la pertinencia del formato E3+Irán.
Contrariamente a lo que no ha dejado de afirmar, tampoco es seguro que Donald Trump sea capaz de impedir la reanudación de los ataques israelíes. Al mantenerse relativamente neutral durante la secuencia, Moscú se ha reservado quizás un margen de maniobra para una futura mediación, aunque nada indica por el momento que esta vaya a tener más éxito.
En cualquier caso, es posible que Irán intente ahora relanzar su programa nuclear de forma mucho más clandestina y subterránea, asumiendo el riesgo de nuevos ataques en su territorio y tratando de purgar el régimen de posibles espías o activos israelíes, lo que podría tener consecuencias dramáticas para la población y en términos de seguridad y protección nuclear.
10 — ¿Es el fin de la no proliferación?
Las acciones militares israelíes y estadounidenses, que se suman a las numerosas sanciones impuestas a Irán, pueden provocar dos tipos de reacciones opuestas entre los candidatos a la proliferación nuclear.
Por un lado, estos Estados podrían considerar que son incapaces de soportar tal presión militar y económica y que el beneficio de una hipotética arma nuclear no merecería la pena. En ese caso, les resultaría más rentable desarrollar al máximo sus fuerzas convencionales y tratar de unirse a una alianza nuclear. Esta fue, por ejemplo, la opción elegida por muchos países europeos a principios de la década de 1960, cuando la perspectiva de unirse a la OTAN y beneficiarse de las garantías del TNP se consideró más atractiva que continuar con un programa atómico.
Por otro lado, el fracaso de la disuasión mediante la latencia nuclear podría empujar a otros Estados a arriesgarlo todo, considerando que solo un arma nuclear podría protegerlos eficazmente de una agresión por parte de otro Estado nuclear, especialmente si las alianzas nucleares se debilitaran o en caso de inferioridad convencional frente al adversario. Luchar contra esta estrategia es aún más complejo si se tiene en cuenta que los candidatos a la proliferación son hoy en día en su mayoría aliados y socios de Estados Unidos, en particular Corea del Sur, que ha manifestado en varias ocasiones su interés por reactivar su programa nuclear nacional, o Arabia Saudita, que sin embargo está menos avanzada desde el punto de vista técnico. En Europa también se está debatiendo la necesidad de replantearse la disuasión ampliada estadounidense.
Además de la posible salida de Irán del TNP, la falta de consideración del presidente estadounidense por las normas internacionales resulta especialmente preocupante: sus declaraciones según las cuales Estados Unidos podría apoyar la proliferación en Corea del Sur porque ello le permitiría retirar las tropas estadounidenses desplegadas en el país no pueden sino debilitar aún más la no proliferación, 11 esencial para la estabilidad estratégica.
Notas al pie
- IISS, « The Military Balance », 2025.
- Fuente: Irna News.
- Omar Al-Ghusbi y Conrad Rousseau, «Airborne Axis: Inside The Deal That Brought Iranian Drone Production To Russia», C4ADS, 2025.
- Disponible aquí en inglés.
- Thomas Schlijper en X.
- Sam Lair y Jeffrey Lewis, «Iran’s (Not So) Integrated Air Defenses at Natanz», Arms Control Wonk, 19 de mayo de 2025.
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