Los israelíes parecen haber establecido su supremacía aérea en gran parte del país, lo que les permite atacar un número importante de objetivos en territorio iraní.

  • En los escenarios previstos antes del conflicto, se pensaba que sólo lograrían una superioridad aérea local y temporal para abrirse camino hasta las instalaciones nucleares, lo que sólo habría sido posible con el apoyo estadounidense.
  • Con el éxito de la operación especial del primer día, su aviación tiene ahora vía libre para operar en el cielo iraní con aviones no furtivos e incluso drones. 
  • Por lo tanto, pueden tomarse el tiempo necesario para atacar una lista de objetivos mucho más amplia que los únicos emplazamientos nucleares, lo que probablemente harán para debilitar aún más al régimen y esperar un levantamiento popular.

A pesar del rotundo éxito que representa la situación actual desde el punto de vista táctico, también presenta una limitación importante en el objetivo declarado de destruir el programa nuclear iraní: Teherán se ha preparado durante mucho tiempo para un ataque aéreo.

  • Por lo tanto, la mayoría de las instalaciones han sido diseñadas y construidas para soportar los disparos de las municiones de que dispone Israel. Además, por el momento, no parece que se hayan atacado las infraestructuras subterráneas; los ataques contra las instalaciones nucleares se han limitado a los edificios en superficie.
  • De hecho, la participación directa de Estados Unidos parece indispensable para atacar estas infraestructuras, ya que es el único país que dispone de bombarderos pesados capaces de transportar municiones que puedan penetrar a suficiente profundidad para dañarlas.

A falta de este apoyo estadounidense, Israel dispone de otras opciones, pero ninguna de ellas está exenta de inconvenientes significativos:

  • Ataques sucesivos en el mismo lugar, como se hizo para eliminar a Hassan Nasrallah, pero este método podría ser más difícil de aplicar para destruir una infraestructura.
  • Ya probada en Siria, la opción de un ataque de fuerzas especiales directamente sobre los emplazamientos nucleares también podría contemplarse ahora que el espacio aéreo está abierto a los aviones israelíes, pero los riesgos de una operación de este tipo son especialmente elevados y las posibilidades de éxito limitadas.
  • Dada la determinación demostrada por Israel en su campaña hasta ahora y su disposición a asumir importantes costes políticos en la consecución de sus objetivos estratégicos, un último recurso podría ser un ataque nuclear táctico contra las instalaciones nucleares subterráneas.
  • Por último, como han demostrado los dos últimos años, no hay que descartar la posibilidad de una nueva sorpresa estratégica israelí: se desconoce cuántas cartas le quedan aún en la manga al Mossad.

Por lo tanto, Israel tiene dos teorías de victoria que no parece poder alcanzar por sí solo:

  • O bien atacar con precisión las instalaciones nucleares para destruir el programa y eliminar la amenaza que representa, lo que parece imposible sin Estados Unidos o sin tropas sobre el terreno.
  • O bien derrocar al régimen atacando diversos objetivos, pero esto depende sobre todo de la población iraní y de los grupos separatistas, que por el momento no parecen moverse.

Israel puede permitirse esperar, pero una ventaja táctica, incluso decisiva, siempre acaba perdiéndose si no se aprovecha para lograr un éxito estratégico.

  • Los iraníes acabarán encontrando adaptaciones tácticas o maniobras diplomáticas para contrarrestar la supremacía aérea israelí, ya sea presionando a los Estados fronterizos para que cierren sus espacios aéreos o adaptando sus procedimientos de lanzamiento de misiles.
  • Las reservas de munición y la capacidad mecánica de los aparatos israelíes no son ilimitadas y la continuación de la operación puede suponer unos costes cada vez mayores para el aparato militar israelí.

Sea cual sea el camino elegido, Israel mantiene la iniciativa y debe actuar rápidamente para desbloquear la situación.

Las opciones de Irán para salvar las apariencias

Tras haber perdido uno tras otro su red de proxies regionales, sin haber logrado coordinar una respuesta simultánea contra Israel, la estrategia global del régimen de los ayatolás parece estar profundamente cuestionada.

  • La falta de inversión en capacidades convencionales, en particular en una fuerza aérea y una defensa antiaérea moderna, en beneficio de grupos paramilitares, ha resultado ser una apuesta perdedora.
  • La única herramienta que parece mantener parte de su eficacia es el arsenal de misiles balísticos que ha golpeado en varias ocasiones el territorio israelí. Sin embargo, su efecto militar es por el momento limitado debido a las numerosas interceptaciones por parte de la defensa antimisiles israelí. Además, no está claro cuánto tiempo podrán continuar estos ataques si la aviación de Tsahal prosigue su campaña de persecución sistemática de los lanzadores.
  • Para maximizar el efecto de este arsenal, Irán podría recurrir a objetivos geográfica y militarmente accesibles, como los países del Golfo o las bases estadounidenses en Irak. Sin embargo, estos son precisamente los objetivos que menos interés tiene Irán en atacar, para evitar una implicación directa de Estados Unidos en el conflicto.

Cualquier escalada por parte de Irán se ve también complicada por el hecho de que todos los responsables políticos susceptibles de tomar una decisión de este tipo se encuentran permanentemente al alcance de los ataques israelíes.

Una aceleración del programa nuclear en la situación actual, que parece posible si las instalaciones subterráneas permanecen intactas, tampoco supondría una salida a la crisis.

  • Ya se trate de un ensayo nuclear en su territorio o de un ataque nuclear contra Israel, el resultado más probable sería una alineación masiva de los países occidentales con Israel, lo que acentuaría aún más el aislamiento del régimen.
  • De hecho, sería muy difícil para Irán establecer una disuasión nuclear en la situación actual, ya que su principio básico ya se ha puesto en tela de juicio, dado que el país ya ha sido atacado en su propio territorio.
  • Esto es tanto más cierto si se tiene en cuenta que, según los servicios de inteligencia israelíes, las reservas de material activo antes del inicio de los ataques sólo bastaban para fabricar una decena de bombas en un escenario ideal.

Todo ello deja la negociación como la mejor salida al conflicto para el régimen iraní. Sin embargo, aceptar entrar en negociaciones mientras Israel bombardea el país los colocaría en una posición de extrema debilidad. Por lo tanto, es probable que el régimen intente prolongar el enfrentamiento contando con el agotamiento de las fuerzas armadas israelíes y la ausencia de intervención estadounidense, con el fin de obtener el cese de los ataques como condición para la reanudación de las negociaciones.