El jueves por la noche, Israel lanzó contra Irán una operación de alcance histórico que podría cambiar profundamente la geopolítica de Oriente Medio. La redacción está movilizada para seguir esta secuencia sin precedentes. Para apoyar este trabajo independiente y recibir nuestros análisis en tiempo real, le pedimos que considere suscribirse al Grand Continent

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La operación de Israel contra Irán ha abierto un nuevo episodio de escalada en Oriente Medio. ¿Cuál es su análisis en caliente?

Todos nos hemos visto muy sorprendidos por este ataque, que los Emiratos Árabes Unidos han condenado rápidamente.

El ataque israelí contra Irán suscita una gran preocupación, al igual que el programa nuclear iraní. Pero, en nuestra opinión, estas cuestiones deben abordarse en un marco político y diplomático.

La región se enfrenta a dinámicas complejas, pero estamos convencidos de que deben abordarse por medios políticos y diplomáticos. La historia reciente nos ha demostrado que la fuerza bruta no es un instrumento adecuado para responder a los retos de Oriente Medio.

La principal incertidumbre hoy es el tipo de escalada que podría producirse y sus posibles repercusiones en toda la región.

Mientras proseguimos nuestros esfuerzos para resolver la cuestión israelí-palestina y la brutal guerra en Gaza, persisten otros focos de tensión, en particular en el Líbano y Siria, que son heridas abiertas. Lo último que necesita hoy la región es una escalada sin precedentes contra los responsables y las infraestructuras iraníes.

Es más urgente que nunca dejar atrás las soluciones militares para abordar problemas políticos complejos.

Vivimos un momento de extrema gravedad y profunda preocupación.

Lo último que necesita hoy la región es una escalada sin precedentes contra los responsables y las infraestructuras iraníes.

Anwar Gargash

¿Corre la región el riesgo de sumirse en un conflicto generalizado?

El recurso a soluciones militares no haría más que complicar aún más un contexto geoestratégico ya de por sí difícil.

Tras dos años de guerra en Gaza, no parece vislumbrarse ninguna salida. Lo que necesitamos es una hoja de ruta política capaz de aportar estabilidad, no una nueva escalada.

Las preocupaciones sobre el programa nuclear iraní no son nuevas; la cuestión preocupa a la comunidad internacional desde hace más de diez años.

El presidente Trump ha demostrado valentía al intentar abrir una vía de diálogo, aunque el camino sea difícil.

Los países del Golfo reafirman que una solución política por la vía diplomática sigue siendo la única salida viable.

No estoy seguro de que el ataque israelí pueda aportar ninguna solución.

El momento elegido es especialmente significativo, ya que mañana, 15 de junio, estaba prevista una nueva ronda de conversaciones entre Irán y Estados Unidos en Omán. ¿Es aún posible un acuerdo o está definitivamente comprometido?

Todo es incierto.

Una solución militar no permitirá responder a las grandes cuestiones que se plantean en la región.

El programa nuclear iraní es un motivo de gran preocupación. Hoy, al intentar resolver estas cuestiones por la fuerza, estamos volviendo al pasado. Pero las lecciones de Irak en 2003, al igual que la situación actual en Gaza, nos recuerdan constantemente que la fuerza por sí sola no basta. Nadie puede permitirse asumir el coste de una intervención militar con el objetivo de lograr una transformación geoestratégica. Es demasiado elevado.

Existe otra vía, y es la que han elegido los Emiratos Árabes Unidos: la de la diplomacia, el progreso humano y el desarrollo económico.

En este momento, es muy difícil tener una visión clara de la situación, ya que aún pueden surgir muchos escenarios en los próximos días. También es prematuro predecir lo que sucederá en las próximas dos semanas. No vemos cómo una escalada podría ser beneficiosa para la región —sino todo lo contrario—.

Pero aún es demasiado pronto para afirmar que la perspectiva de un acuerdo nuclear ha desaparecido tras el ataque israelí. Sería pura especulación. Seguimos evaluando el alcance de la reacción iraní.

Israel está actuando de forma táctica, pero sin una estrategia real.

Anwar Gargash

Algunos consideran que no se trata sólo de impedir que Irán adquiera armas nucleares, sino que el Gobierno de Netanyahu estaría buscando en realidad crear las condiciones propicias para un cambio de régimen: anoche, el primer ministro israelí hizo un claro llamamiento al levantamiento del pueblo iraní. ¿Comparte usted este análisis?

Hemos visto en numerosas ocasiones que, cuando un país se siente atacado, el nacionalismo tiende a intensificarse. No se puede descartar este escenario.

El fondo de su pregunta coincide con lo que ya he señalado: no se puede redibujar la región mediante la fuerza y la confrontación. Quizás se puedan resolver algunos problemas a corto plazo, pero eso generará otros al menos igual de graves.

Hay que mirar la historia de Oriente Medio y aprender de los últimos veinte años. El uso de la fuerza militar no es una solución inmediata ni duradera.

Esto es lo que me preocupa profundamente de la evolución de la situación.

Anwar Gargash, en el centro, rodeado por el asesor de Trump, Jared Kushner, y el jefe del Consejo de Seguridad Nacional israelí, Meir Ben-Shabbat, justo después del anuncio de los Acuerdos de Abraham, en Abu Dabi, el 31 de agosto de 2020.

Antes del 7 de octubre, Israel y el mundo árabe parecían embarcados en un proceso sin precedentes de reconocimiento y normalización. ¿Ha llegado a su fin este acercamiento?

Los Emiratos Árabes Unidos condenaron firmemente el ataque de Hamás del 7 de octubre. Al mismo tiempo, hemos sido testigos de una respuesta israelí desproporcionada que ha provocado la destrucción masiva de Gaza. Lo que nos decepciona profundamente es que no se haya propuesto ninguna visión para el futuro.

¿Qué debería pasar al día siguiente?

Por el momento, la guerra continúa. Lugares que ya habían sido bombardeados vuelven a serlo, y las poblaciones desplazadas de un campamento a otro viven ahora en tiendas de campaña. Cerca de 55.000 palestinos han perdido la vida.

Los Emiratos Árabes Unidos apoyan la creación de un Estado palestino, y no somos los únicos, existe un amplio consenso árabe. Es la piedra angular de cualquier solución. Aunque las tierras que podrían albergar este Estado han sido devastadas por el ejército israelí, creemos firmemente que es la única solución política a este conflicto.

Pero, ¿cuál es la visión de la parte israelí? No se ha presentado ninguna. La idea que circula de trasladar a los palestinos a tierras lejanas es una quimera que agita el primer ministro Netanyahu por razones ideológicas. Una medida así sería inaceptable para el mundo árabe. No va a suceder.

Cuando firmamos los Acuerdos de Abraham, uno de nuestros principales objetivos era ayudar a la población de Gaza a través de nuestra relación con Israel. Hoy, la reputación de estos acuerdos está profundamente mancillada por un conflicto que dura ya más de dos años. El pueblo palestino tiene derecho a un Estado independiente y seguro. Independientemente de lo que algunos afirmen, ya sea factible o no, no hay alternativa. Yo nunca la he visto.

Israel debe comprender que su relación con el mundo árabe está estrechamente ligada a la perspectiva política que ofrece al pueblo palestino.

Anwar Gargash

Durante mis conversaciones con varias asociaciones judías independientes del Gobierno israelí, muchos me han expresado su solidaridad y su preocupación. Varios me han dicho que la situación actual no refleja el conjunto de Israel, sino las decisiones de un Gobierno en el poder.

Israel debe comprender que su relación con el mundo árabe está estrechamente ligada a la perspectiva política que ofrece al pueblo palestino.

El primer ministro Netanyahu no ha dado ninguna señal de que esté considerando seriamente la solución de dos Estados. ¿Cuál es su objetivo final?

Mi primer temor —y no quiero sacar conclusiones precipitadas— es que Israel se embarque en una dinámica de escalada.

Mi segunda preocupación se refiere a las posibles repercusiones a largo plazo. Israel actúa de forma táctica, pero sin una estrategia real. Tomemos el ejemplo de Siria. Con el nuevo régimen sirio se presentaba una oportunidad sin precedentes para normalizar las relaciones, demostrando que Israel no tenía intención de ser un enemigo. No se aprovechó.

Al fin y al cabo, hay que recordar una obviedad: el Gobierno de Netanyahu es el Gobierno que está hoy en el poder en Israel y tenemos que tratar con el poder establecido.

La región ya se enfrenta a demasiadas complicaciones que no necesita —está tratando de pasar página—. No queremos que nos devuelvan constantemente al pasado, a conflictos que estamos tratando de superar.