Como en todas las izquierdas europeas, el tema que divide al Partido Laborista en el Reino Unido es la inmigración. Entre la izquierda metropolitana y los bastiones obreros del norte de Inglaterra, entre los defensores de los derechos universales y los partidarios de un socialismo arraigado, las líneas divisorias son antiguas. Sin embargo, solo una semana después de su importante derrota en las elecciones locales frente al partido populista de derecha de Nigel Farage, el 12 de mayo de 2025, el primer ministro Keir Starmer parece haber elegido bando. Flanqueado por varias banderas británicas, el primer ministro anunció una serie de medidas muy restrictivas y proclamó: «Cumpliremos lo que nos han pedido una y otra vez y recuperaremos el control de nuestras fronteras». 1
Este cambio de tono, sin duda estratégico, se inscribe en la continuidad de las medidas adoptadas por varios partidos de izquierda en Europa, en particular en Dinamarca.
Pero esta evolución reviste una importancia particular por una razón fundamental: a diferencia de este pequeño país escandinavo, el Reino Unido comparte con Francia o Italia un tamaño similar y un pasado marcado por la apertura cultural y política al mundo. Comprender las decisiones tomadas al otro lado del Canal de la Mancha podría alimentar la reflexión de la izquierda en Francia y en Europa sobre la cuestión migratoria.
Al igual que en toda la izquierda europea, el tema que divide al Partido Laborista en el Reino Unido es la inmigración.
Marc Le Chevallier y Renaud Large
La doctrina histórica de la izquierda sobre la inmigración
Históricamente, la izquierda nunca ha sido unánimemente favorable a la apertura incondicional de las fronteras. Ya en Karl Marx, la figura del trabajador extranjero no integrado se asocia al famoso «ejército industrial de reserva»: 2 una mano de obra excedentaria que el capital puede movilizar para ejercer presión a la baja sobre los salarios y dividir a los trabajadores. Al estudiar el mercado laboral inglés, Karl Marx observó los efectos de la mano de obra inmigrante irlandesa sobre la clase obrera inglesa:
«Debido a la creciente concentración de la propiedad de la tierra, Irlanda envía su excedente de población al mercado laboral inglés, lo que hace bajar los salarios y degrada la condición moral y material de la clase obrera inglesa. ¡Y lo más importante de todo! Cada centro industrial y comercial de Inglaterra cuenta ahora con una clase obrera dividida en dos bandos hostiles, los proletarios ingleses y los proletarios irlandeses. […] Este antagonismo es el secreto de la impotencia de la clase obrera inglesa, a pesar de su organización. Es el secreto gracias al cual la clase capitalista mantiene su poder. Y esta clase es perfectamente consciente de ello». 3
La inmigración, cuando escapa al control de los sindicatos y no va acompañada de derechos colectivos, se convierte en una palanca de deflación salarial. Esta intuición marxista encuentra eco en los trabajos del economista estadounidense de Harvard George Borjas, 4 que demuestra empíricamente que la inmigración no regulada puede perjudicar a los trabajadores locales menos cualificados, especialmente cuando los recién llegados no disfrutan de las mismas protecciones sociales o sindicales.
«Los datos (…) indican que la inmigración tiene un impacto significativo en los ingresos de los trabajadores nativos. En particular, un aumento del 10 % de la oferta de trabajadores en un grupo de competencias determinado reduce los salarios de los trabajadores de ese grupo entre un 3 % y un 4 %. Este efecto negativo es especialmente acusado entre las personas sin título de secundaria, que son las más propensas a competir con los inmigrantes por los puestos de trabajo». 5
Antes del giro neoliberal de los años ochenta, en la mayoría de los países occidentales, la demanda de apertura de las fronteras provenía principalmente de las organizaciones patronales, preocupadas por disponer de una mano de obra barata y constante. Por el contrario, muchos sindicatos, especialmente en Francia con la CGT, reclamaban una regulación estricta de los flujos migratorios y la presencia de los sindicatos en los órganos de selección de los trabajadores extranjeros. 6
La izquierda nunca ha sido unánimemente favorable a la apertura incondicional de las fronteras.
Marc Le Chevallier y Renaud Large
En 1919, durante la conferencia de Berna, la gran mayoría de los sindicatos europeos, incluidos los franceses, británicos y alemanes, declararon:
«Cada Estado podrá limitar temporalmente la inmigración en períodos de depresión económica, con el fin de proteger tanto a los trabajadores autóctonos como a los emigrantes; cada Estado tiene derecho a controlar la inmigración en interés de la salud pública y a prohibirla durante un tiempo determinado; los Estados pueden exigir a los inmigrantes que sepan leer y escribir en su lengua materna, con el fin de proteger la educación popular y hacer posible la aplicación eficaz de la legislación laboral en los sectores industriales que emplean a trabajadores extranjeros; los Estados se comprometen a introducir leyes que prohíban la contratación de trabajadores para trabajar en el extranjero, con el fin de poner fin a los abusos de las agencias de colocación privadas. Se prohíbe el contrato de compromiso previo; los Estados se comprometen a elaborar estadísticas del mercado de trabajo a partir de los informes publicados por las Bolsas de Trabajo, e intercambian información a través de una Oficina Central Internacional. Estas estadísticas se comunicarán especialmente a los sindicatos de cada país».
El objetivo no era excluir, sino integrar plenamente a estos trabajadores en el mercado laboral nacional, evitar formas de explotación excesiva y garantizar la igualdad real en el acceso a los derechos.
El paradigma danés
Esta preocupación por la justicia social y la cohesión en el mundo del trabajo sigue siendo una referencia importante para quienes, en la izquierda, quieren articular la solidaridad internacional y la protección de las condiciones de trabajo.
El ejemplo contemporáneo de Dinamarca ilustra un enfoque socialdemócrata de la regulación migratoria cuyo objetivo declarado es preservar la cohesión social y el Estado del bienestar. Bajo la dirección de Mette Frederiksen desde 2019, los socialdemócratas daneses han adoptado una política migratoria estricta, que combina posiciones económicas de izquierda con medidas firmes en materia de inmigración. Este «paradigma danés» se basa en la idea de que la protección de las clases populares requiere un control riguroso de los flujos migratorios para evitar la presión sobre los salarios y los servicios públicos. 7 El entonces ministro de Inmigración, Mattias Tesfaye, fue uno de los artífices clave de esta política. Hijo de un refugiado etíope, defendía que los trabajadores poco cualificados eran los más afectados por la inmigración descontrolada. Esta orientación permitió a los socialdemócratas recuperar el apoyo de los votantes populares, al tiempo que reducía la influencia de la extrema derecha. Al integrar a los trabajadores inmigrantes en el tejido social y proteger al mismo tiempo los logros sociales, el modelo danés es un intento de articular la justicia social y el control migratorio.
Pero Dinamarca no es comparable a las grandes potencias europeas. De hecho, este es uno de los argumentos que se esgrimen con frecuencia para desvirtuar el «paradigma danés». Al ser un país pequeño, con 6 millones de habitantes, la presión migratoria es históricamente menor. Dinamarca, aunque cuenta con un extenso litoral, está más protegida por su posición septentrional. Por último, el país cuenta con un modelo social específico propio de Escandinavia.
El «paradigma británico» que se está configurando podría exportarse más fácilmente al resto de Europa que el modelo danés.
Marc Le Chevallier y Renaud Large
Por el contrario, el caso del Reino Unido ofrece lecciones muy diferentes para el continente europeo. Inglaterra, considerada aisladamente del Reino Unido, tiene características similares a las grandes potencias de Europa continental, como Alemania, Francia, Italia o España. Con 57 millones de habitantes, se sitúa en el mismo orden de magnitud demográfica que Italia —unos 60 millones— o Francia sin contar los territorios de ultramar. Desde el punto de vista geográfico, Inglaterra presenta una densidad urbana, una diversidad regional y una intensidad de movilidad interna similares a las de Alemania o España. En cuanto a la presión migratoria, Inglaterra se enfrenta a dinámicas similares a las de Francia o Alemania: una importante inmigración económica y familiar, debates recurrentes sobre la integración, campamentos informales de tránsito y una demanda de asilo sostenida. En cuanto a las fronteras, Inglaterra, al igual que Francia, España o Italia, cuenta con un extenso litoral —más de 3.000 kilómetros— que la convierte en un importante punto de acceso marítimo.
En otras palabras, el «paradigma británico» que se está configurando en torno a la política migratoria de Keir Starmer podría exportarse más fácilmente al resto de Europa que el modelo danés.
Del New Labour al Blue Labour: la evolución de la doctrina migratoria laborista
Bajo el mandato de Tony Blair (1997-2007), el New Labour adoptó una línea liberal en materia de inmigración, considerada como una palanca económica y cultural.
En 2004, su gobierno decidió abrir inmediatamente el mercado laboral británico a los ciudadanos de los países de Europa del Este que se incorporaban a la Unión (Polonia, Lituania, etc.), sin periodo transitorio. Esta decisión provocó una inmigración masiva —más de 600.000 personas en dos años— justificada por la necesidad de mano de obra y la voluntad de modernización. 8 Blair también puso en marcha el Highly Skilled Migrant Programme en 2002 y apoyó a los estudiantes extranjeros.
Con Gordon Brown (2007-2010), el tono cambió ligeramente. En 2008 introdujo un sistema de puntos para los trabajadores no europeos, inspirado en el modelo australiano, y afirmó la prioridad de los «British jobs for British workers», una fórmula criticada entonces por su tono nacionalista. 9 Mantuvo una política globalmente abierta, al tiempo que insistió en la integración y las competencias económicas.
Ed Miliband (2010-2015) supuso un paréntesis innovador en la doctrina laborista sobre el tema. En un discurso de 2012, reconoció que el Partido Laborista «se había equivocado» al minimizar el impacto de la inmigración, especialmente en los salarios de los trabajadores poco cualificados. 10 Prometió limitar el recurso a la mano de obra extranjera en el sector público, impuso pruebas de inglés más estrictas para los inmigrantes y propuso reforzar los controles sobre la explotación de los trabajadores extranjeros, con el fin de reconectar al Partido Laborista con las clases populares preocupadas por los efectos de la globalización. El auge de la corriente Blue Labour, impulsada por Lord Maurice Glasman en la década de 2010, fue síntoma de una toma de conciencia: las clases populares, apegadas a la seguridad, las fronteras y la pertenencia cultural, se alejaban de un Partido Laborista percibido como elitista y alejado de la realidad. Hoy en día, la influencia recuperada del Blue Labour es evidente en el gabinete de Starmer, especialmente en materia de política migratoria.
Este paréntesis termina con la toma del control del partido por Jeremy Corbyn (2015-2020), cuya línea vuelve a ser más abierta y favorable a los derechos de los migrantes. Critica las políticas restrictivas de los conservadores, como las «hostile environment policies» de Theresa May, y defiende la libertad de circulación, incluso después del Brexit. 11 Sin embargo, la victoria del Leave en 2016 sitúa al Partido Laborista ante una contradicción: su electorado está profundamente dividido entre las grandes ciudades proeuropeas y los antiguos bastiones obreros favorables a un control más estricto de la inmigración. Corbyn intentó conciliar estas líneas proponiendo en 2019 un sistema «justo y basado en las necesidades económicas», sin renunciar explícitamente a la libertad de circulación. 12 Pero esta ambigüedad se convierte en un lastre: el Partido Laborista parece incapaz de adaptarse a la nueva realidad surgida del Brexit, en la que la soberanía migratoria se ha convertido en una exigencia fundamental para gran parte del electorado. La vaguedad de la posición laborista —negativa a defender plenamente el cierre, sin afirmar tampoco una línea clara de apertura— contribuye a su debacle electoral en 2019. El Brexit pone de manifiesto las dificultades del Partido Laborista para definir una doctrina migratoria clara y coherente en un Reino Unido en transformación.
El auge de la corriente Blue Labour, impulsada por Lord Maurice Glasman en la década de 2010, fue síntoma de una toma de conciencia: las clases populares, apegadas a la seguridad, las fronteras y la pertenencia cultural, se alejaban de un Partido Laborista percibido como elitista y alejado de la realidad.
Marc Le Chevallier y Renaud Large
Keir Starmer o la posibilidad de una izquierda post-Brexit
Al inaugurar el primer gobierno laborista tras el Brexit, Starmer debe inventar una nueva gramática de la izquierda sobre el tema migratorio.
En cuanto tomó posesión, anuló el polémico plan de expulsión a Ruanda, calificando esta política de «muerta y enterrada». 13 En su lugar, creó el Border Security Command, una unidad que coordina los esfuerzos de la Immigration Enforcement, el MI5, la Border Force y la National Crime Agency para luchar contra las redes de traficantes que facilitan el paso ilegal del Canal de la Mancha.
Ante el auge del partido populista de Nigel Farage, Reform UK, y los decepcionantes resultados en las elecciones locales y legislativas parciales de mayo de 2025, Starmer anunció una serie de reformas destinadas a reducir significativamente la migración neta.
Entre las medidas clave figuran la ampliación del periodo necesario para obtener la residencia permanente de cinco a diez años, el refuerzo de los requisitos lingüísticos y educativos para los visados de trabajadores cualificados, la prohibición a los proveedores de servicios sanitarios de contratar trabajadores extranjeros, la introducción de tarjetas de identidad digitales para los extranjeros, la priorización de la residencia para los migrantes que contribuyen a través de impuestos, servicios públicos o empleos altamente cualificados, el establecimiento de un vínculo directo entre la formación de los trabajadores nacionales y el recurso a mano de obra extranjera en determinados sectores, condicionando esta última a la puesta en marcha efectiva de la primera. Starmer defendió estos cambios como necesarios para la cohesión social y la sostenibilidad económica, inspirándose en el paradigma danés.
Keir Starmer afirma que la inmigración masiva no es un fenómeno sufrido, sino el producto directo y «deliberado» del modelo económico conservador.
Marc Le Chevallier y Renaud Large
Estas reformas han suscitado críticas desde diversos ámbitos políticos.
Miembros del Partido Laborista han expresado su preocupación por un posible alejamiento de los valores progresistas, mientras que los partidos de la oposición han advertido de los efectos negativos en sectores como la sanidad y la educación. Por otra parte, grupos de defensa de los derechos de las minorías han denunciado una retórica considerada estigmatizante, en particular cuando Starmer declaró que el Reino Unido corría el riesgo de convertirse en una «isla de extranjeros». 14
En un país con una larga historia de apertura al mundo como el Reino Unido, ¿cómo ha justificado el primer ministro británico sus medidas?
Para la izquierda, la inmigración es ante todo una cuestión económica
Para comprender la crítica de la izquierda a la inmigración en el Reino Unido, no se puede ignorar un elemento central: el país es uno de los más liberales de Europa y presenta uno de los índices de desigualdad social más elevados.
Esta situación no ha dejado de deteriorarse en los últimos quince años.
Los conservadores han aplicado sin moderación su programa, sumiendo a millones de personas en la pobreza crónica.
Como consecuencia, cada vez más británicos se han visto excluidos del mercado laboral, en gran parte debido a enfermedades de larga duración, tanto físicas como mentales. Ante la falta de apoyo de los servicios públicos, una parte cada vez mayor de la población queda marginada, mientras que el mercado laboral sigue bajo presión.
En este contexto, Keir Starmer afirma que la inmigración masiva no es un fenómeno sufrido, sino el producto directo y «deliberado» del modelo económico conservador. Calificando a los conservadores de «partido del mercado sin regulación», los acusa de haber privilegiado la facilidad de contratar mano de obra extranjera en lugar de «hacer el trabajo difícil de la formación profesional […] de la reforma del sistema social […] de las oportunidades para nuestros jóvenes». 15 En otras palabras, solo la inmigración masiva habría permitido mantener en pie una economía basada en el abandono de millones de sus propios ciudadanos.
Ante esto, los laboristas reclaman una respuesta de izquierda basada en una visión moral del trabajo.
En el nuevo discurso laborista, el control de la inmigración sería una palanca para la solidaridad y la justicia social.
Marc Le Chevallier y Renaud Large
Como partido de los «trabajadores», 16 el Partido Laborista tendría, según Starmer, el deber moral de devolver la oportunidad de trabajar a los marginados. Inspirándose en las reflexiones de la corriente Blue Labour, el partido insiste en la centralidad del trabajo no solo como medio de subsistencia, sino como fundamento de la dignidad humana. Como resume el exdiputado laborista Jon Cruddas: «El trabajo prima sobre el capital, por lo que es necesario establecer protecciones para frenar los ataques a la dignidad humana, en particular el desempleo, las desigualdades salariales, la precariedad laboral y los cambios tecnológicos». 17
Desde esta perspectiva, limitar la inmigración no es un repliegue identitario, sino un enfrentamiento político con el modelo ultraliberal de los conservadores. Es un acto de ruptura, un intento de recuperar el control de las condiciones económicas en beneficio de los más vulnerables. Por ello, a partir del verano de 2024, el gobierno laborista quiso establecer un vínculo directo entre la formación de los trabajadores nacionales y el recurso a mano de obra extranjera en determinados sectores, haciendo que este segundo aspecto fuera estrictamente condicional al primero. El objetivo es claro: obligar a las empresas a invertir en capital humano nacional antes que en mano de obra barata.
Así reinterpretado, el control de la inmigración no sería un fin en sí mismo ni un repliegue sobre sí mismo, sino más bien, en el nuevo discurso laborista, una palanca para la solidaridad y la justicia social.
Recuperar el control: la cuestión de la soberanía en la izquierda
Para el gobierno de Starmer, el auge del populismo se explica en gran medida por el sentimiento de impotencia que experimenta una parte cada vez mayor del electorado ante un mundo que percibe como caótico e incontrolable. El universo que nos rodea ya no parece controlable: es incomprensible y, por lo tanto, aterrador.
Para muchos votantes tentados por el voto Reform UK, hace casi cuarenta años que sufren, sin poder hacer nada, los efectos de una desindustrialización brutal. La inmigración, legal o ilegal, se convierte entonces, en su percepción, en el símbolo más visible de esta pérdida de control sobre su destino. No es tanto la presencia de los inmigrantes lo que les preocupa, sino la impresión de que las decisiones se toman sin ellos y no para ellos.
Starmer es muy consciente de este sentimiento de caos. Cuando comenta las cifras de inmigración neta para 2023 —cerca de un millón de personas—, no habla simplemente de estadísticas, sino de percepción política: «No es el control, es el caos». 18
Los intentos del Partido Laborista por reposicionarse en materia de inmigración podrían estar alienando a su base tradicional sin atraer por ello a los votantes de Reform UK.
Marc Le Chevallier y Renaud Large
En este sentido, el endurecimiento de las normas migratorias no sería solo una respuesta cuantitativa, sino ante todo un gesto político destinado a mostrar a los votantes que pueden recuperar el control sobre cuestiones que, hasta ahora, les eran totalmente ajenas. Como afirma en su discurso: «No es solo una cuestión de cifras», sino también una forma de honrar el espíritu del Brexit: «Cumpliremos lo que nos han pedido una y otra vez y recuperaremos el control de nuestras fronteras». 19
El control migratorio sería, por tanto, una cuestión de justicia social y de soberanía democrática, ya que la izquierda no solo tiene la vocación de garantizar la igualdad de ingresos, sino, ante todo, la igualdad de poder. Se trataría de devolver a los ciudadanos la sensación de que, colectivamente, pueden influir en las grandes dinámicas que configuran su vida cotidiana. Desde este punto de vista, el control de los flujos migratorios no contradice los valores de la izquierda, sino que es una prolongación coherente de los mismos.
Efectos políticos limitados… por ahora
Sin embargo, las declaraciones de Keir Starmer sobre la inmigración no han tenido los efectos electorales esperados para el Partido Laborista.
Según una encuesta de YouGov publicada en mayo de 2025, su índice de popularidad ha caído a un mínimo histórico, con solo un 23 % de opiniones favorables frente a un 69 % desfavorables, lo que supone un saldo de -46, el más bajo jamás registrado para él. Este descenso es especialmente acusado entre los votantes laboristas de 2024, de los cuales el 50 % expresa ahora una opinión desfavorable hacia él, frente al 33 % del mes anterior. 20
Al mismo tiempo, el apoyo a Reform UK, liderado por Nigel Farage, ha alcanzado máximos históricos.
Una encuesta de Freshwater Strategy/City AM indica que el partido cuenta ahora con un 32 % de la intención de voto, superando al Partido Laborista, que se sitúa en un 22 %. Este avance se atribuye en parte a la percepción de que Reform UK adopta una postura más firme en materia de inmigración, un tema que preocupa al 43 % de los votantes, solo por detrás de la inflación y el costo de la vida. 21
Así, a pesar de los esfuerzos del Partido Laborista por atraer a los votantes de Reform UK, los resultados son decepcionantes. Una encuesta de YouGov revela que solo el 4 % de los votantes de Reform UK se plantea votar al Partido Laborista, mientras que el 79 % descarta la posibilidad. Además, el 80 % de los votantes de Reform UK percibe a Starmer como proinmigración, a pesar de sus recientes anuncios restrictivos. Estos datos sugieren que los intentos del Partido Laborista de reposicionarse en materia de inmigración podrían alejar a su base tradicional sin atraer a los votantes de Reform UK. 22
Esta discrepancia entre el mensaje político enviado y la recepción electoral inmediata recuerda una ley tácita de la política contemporánea: los efectos de la comunicación son instantáneos, pero la credibilidad no se decreta, se construye.
Para la izquierda británica, la inmigración ya no es un tabú, pero tampoco es un tótem. Es objeto de un arbitraje permanente entre el pragmatismo electoral, las limitaciones económicas y la fidelidad a los valores históricos del partido.
Marc Le Chevallier y Renaud Large
Hoy en día, el Partido Laborista puede parecer oportunista o en desacuerdo con parte de su base histórica, lo que hace que la transición de imagen sea aún más delicada. Sin embargo, si los hechos siguen a las palabras y se mantiene una línea coherente a lo largo del tiempo, es posible que esta estrategia dé sus frutos a largo plazo. La izquierda británica, considerada durante mucho tiempo ingenua o laxa en materia de migración por algunos segmentos del electorado popular, podría recuperar la atención si logra demostrar paciencia estratégica. Por lo tanto, se necesitará mucho más que un discurso o un anuncio contundente para que los votantes de Reform UK reconsideren su posición. Según la máxima consagrada, «un político piensa en las próximas elecciones y un estadista en la próxima generación». Lo que está en juego no es tanto una operación de seducción inmediata como una rehabilitación profunda de la competencia percibida del Partido Laborista en materia de asuntos de soberanía.
En este caso, regular sin caer en la xenofobia y controlar sin romper con el humanismo son retos a los que debe enfrentarse el Partido Laborista en el poder a largo plazo.
Notas al pie
- PM remarks at Immigration White Paper press conference: 12 May 2025.
- Karl Marx, El Capital, Libro I, c. 25.
- Karl Marx y Friedrich Engels, Correspondance, tomo 10 (1869-1870), París, Éditions sociales/Gallimard, 1984 citado en Bassem Asseh y Daniel Szeftel, «La gauche et l’immigration. Retour historique, perspectives stratégiques», Fondation Jean Jaurès, 24 de enero de 2024.
- Ver George J. Borjas, Immigration Economics, Cambridge, MA, Harvard University Press, 2014.
- George J. Borjas, «The Labor Demand Curve Is Downward Sloping: Reexamining the Impact of Immigration on the Labor Market», Quarterly Journal of Economics, Vol. 118, No. 4 (Nov. 2003), pp. 1335–1374.
- Ver Bassem Asseh y Daniel Szeftel, «La gauche et l’immigration. Retour historique, perspectives stratégiques», Fondation Jean Jaurès, 24 de enero de 2024.
- Ver Renaud Large, Ambitieux sur les retraites, ferme sur l’immigration : le modèle social-démocrate danois (2016-2022), Fondation Jean-Jaurès, 12 de enero de 2023.
- Nicholas Watt, Patrick Wintour, «How immigration came to haunt Labour: the inside story», The Guardian, 24 de marzo de 2015.
- Deborah Summers «Brown stands by British jobs for British workers remark», The Guardian, 30 de enero de 2009.
- Labour Press, Ed Miliband speech to IPPR, 22 de junio de 2012.
- «Britain’s Corbyn rejects call for EU immigration curbs at party conference», Euractiv, 29 de septiembre de 2016.
- General election 2019: Jeremy Corbyn rules out ‘arbitrary’ immigration target – BBC News
- Sir Keir Starmer confirms Rwanda plan ‘dead’ on day one as PM – BBC News
- David Miller, «Keir Starmer’s “island of strangers”», The New Statesman, 17 de mayo de 2025.
- PM remarks at Immigration White Paper press conference
- Peter Walker, «‘Working people’ definition is work in progress for No 10», The Guardian, 25 de octubre de 2024.
- The Dignity of Labour – Together For The Common Good
- PM remarks at Immigration White Paper press conference
- Ibid.
- Dylan Difford, «Keir Starmer falls to lowest net favourability rating on record, while positivity towards Nigel Farage and Reform UK rises», YouGov, 16 de mayo de 2025.
- Fonie Mitsopoulou, «Reform UK tops latest City AM poll as Nigel Farage’s approval ratings climb», City AM, 13 de mayo de 2025.
- Matthew Smith, «Who thinks Keir Starmer is anti-immigration?», YouGov, 21 de mayo de 2025.