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Tras asesinar al secretario general del Hezbolá libanés, Hassan Nasrallah, el viernes 27 de septiembre, Tsahal ha continuado en los últimos días atacando a los líderes de los grupos terroristas que operan desde territorio libanés:

  • El jefe de Hamás en Líbano, Fatah Charif Abou Al-Amine, murió el domingo 30 de septiembre por la noche en un ataque aéreo cuando se encontraba en Al-Bass, en el sur de Líbano;
  • Tres jefes militares del Frente Popular para la Liberación de Palestina, organización terrorista, murieron en un ataque israelí en el centro de Beirut;
  • Tsahal anunció el lunes 30 de septiembre que durante la semana pasada había eliminado a los miembros de la cadena de mando de la rama de Hezbolá responsable de los ataques con misiles y cohetes contra territorio israelí1.

Se trata de la novena operación ofensiva del ejército israelí en Líbano —conocida como «Flecha del Norte»— desde la guerra de 2006. Aunque la escala de estas ofensivas difiere, los principios son similares: incapacitar a Hezbolá para atacar a Israel durante un periodo prolongado, atacando sus capacidades humanas y materiales.

Tras una primera fase caracterizada por los ataques aéreos, Tsahal se prepara para entrar en una segunda fase marcada por una incursión terrestre.

  • La fase inicial consiste en reducir las capacidades de ataque del enemigo y afectar en la medida de lo posible a su estructura de mando, lo que corresponde a la secuencia iniciada tras las explosiones de beepers en Líbano el 17 de septiembre.
  • Considerando que esto no era suficiente para proporcionar una mayor seguridad, Tsahal advirtió a la administración estadounidense el lunes 30 de septiembre que iba a lanzar una «operación terrestre limitada en Líbano». Ésta podría tener lugar «lo antes posible»2.
  • Según el analista militar Michel Goya, en tal escenario, la escala de la operación «depende de la compensación entre las pérdidas y el grado de destrucción que se desea infligir al enemigo».

El lunes, el ejército israelí inició incursiones limitadas al norte de la frontera con Líbano y en túneles construidos por Hezbolá3. El objetivo de estas operaciones es recabar información antes de enviar más tropas, vehículos blindados y equipos.

Comprometer tropas sobre el terreno es una apuesta arriesgada para Tsahal, que podría sufrir más bajas que en operaciones anteriores (120 muertos en 2006, 66 en 2014, 715 desde el 7 de octubre de 2023). Sin embargo, estas bajas son mucho mayores entre los enemigos de Israel.

  • Con un arsenal de cohetes y misiles de diverso alcance estimado en unas 150.000-200.000 unidades —frente a las 12.000 de 2006—, Hezbolá dispone de recursos considerables.
  • Sus combatientes están mejor entrenados y han adquirido una importante experiencia de combate en Siria. También son capaces de llevar a cabo operaciones combinadas.
  • En su primer discurso el lunes 30 de septiembre tras la muerte de Nasrallah, el número 2 de Hezbolá libanés, Naïm Qassem, declaró: «Nos enfrentaremos a cualquier eventualidad si Israel decide entrar por tierra, y estamos listos para enfrentarnos al enemigo si decide invadir»4.

El gobierno libanés se declaró dispuesto a aplicar la resolución 1701 del Consejo de Seguridad de la ONU, de agosto de 2006. Esto implicaría, en particular, la retirada de Hezbolá al norte del río Litani5. Como señaló Nathan Thrall en una entrevista publicada en mayo en nuestras páginas, esta resolución nunca se ha aplicado en su totalidad.