En China, Internet está desapareciendo
«Si Internet es el futuro de la civilización, nuestra generación no tendrá historia —porque Internet no habrá dejado rastro de nosotros—».
Durante mucho tiempo se pensó que Internet sería la más poderosa de las bibliotecas. La memoria exhaustiva de la humanidad. La web china, cuyos contenidos se producen y consumen ahora cada vez más desde los teléfonos, demuestra lo contrario: Internet no archiva nada. He Jiayan disecciona una revolución de consecuencias tan violentas como invisibles.
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- El Grand Continent •
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«Durante mucho tiempo pensamos que Internet era una memoria —pero no sabíamos que era la memoria de un pez—. En el espacio de una década, justo cuando se estaba haciendo cada vez más universal en términos de número de usuarios, Internet perdió más de un tercio de su contenido.
Para China, este colapso archivístico es aún más significativo. He Jiayan, periodista chino especializado en el sector de la web y las nuevas tecnologías, trabaja con archivos informáticos anteriores a Internet móvil. Demuestra que el endurecimiento político de China dista mucho de ser el factor principal de la desaparición de secciones enteras de la web. La autocensura y la carrera por la rentabilidad han provocado la desaparición de una enorme cantidad de información de los servidores. En un momento en que Internet móvil parece estar sustituyendo a la primera era de Internet, esta desaparición puede parecer poco visible —pero es absolutamente real—.
Más allá de la dimensión técnica, Jiayan advierte de la desaparición de una memoria compartida que forma parte de una cultura popular aún viva, confiada a servidores que se creían inmortales —y que hoy amenaza con derrumbarse—. Para toda una generación que construyó inmaterialmente su vida en Internet en los primeros veinte años del siglo XXI, existe un riesgo muy real de acabar con dos décadas sin memoria.
Empecemos con un pequeño experimento.
Si buscamos «Jack Ma» en Baidu y fijamos un periodo de referencia que vaya de 1998 a 2005, ¿cuántas informaciones aparecerán? ¿Serían 100 millones, 10 millones o 1 millón?
He planteado la pregunta a varios grupos y la opinión mayoritaria sigue siendo que el orden de magnitud estaría entre unos millones y unas decenas de millones. Al fin y al cabo, Internet es muy vasto. Jack Ma, el pintoresco ex empresario, debe de haber dejado muchas huellas.
De hecho, para una búsqueda en Baidu seleccionando el intervalo de fechas «22 de mayo de 1998 a 22 de mayo de 2005», el número total de resultados que contienen la expresión «Jack Ma» es 1.
Y este único resultado es en sí falso: al hacer clic en él, vemos que el artículo se publicó de hecho en 2021, es decir, fuera del periodo delimitado anteriormente. Si aparece en nuestra búsqueda, es sólo de forma inexplicable.
En otras palabras, si queremos conocer las experiencias de Jack Ma, sus relaciones, las discusiones sobre él, sus discursos o la historia de su empresa Alibaba durante este periodo, la cantidad de información bruta válida que obtenemos en Internet es nula.
¿Quizás se trate de un problema de Baidu? ¿Quizás la búsqueda sea más convincente utilizando Bing o Google?
Lo he intentado: estos dos sitios sí muestran resultados válidos —un poco más que Baidu—, pero sólo una decena. También hay más resultados no válidos que no entran dentro del periodo seleccionado, probablemente por una razón puramente técnica.
Esto plantea la cuestión de si es porque Jack Ma es controvertido en China por lo que estos resultados no se pueden consultar.
Eso sería cierto si se tratara sólo de Jack Ma. Pero también hice búsquedas para el mismo periodo sobre Ma Huateng, Lei Jun, Ren Zhengfei, e incluso Luo Yonghao y la hermana Fu Rong —que eran celebridades en Internet en ese momento— o Jay Chou y Li Yuchun —que eran estrellas de la música en ese momento—. Los resultados son similares.
He Jiayan cita a famosos empresarios chinos que forman parte de BATX, el equivalente a los GAFA chinos: Jack Ma es el famoso fundador de Alibaba, que desapareció repentinamente y ahora está exiliado fuera de China; Ren Zhengfei es el fundador y consejero delegado de Huawei Technologies; Ma Huateng, de Tencent Holdings; y Lei Jun, el fundador de Xiaomi. Lyo Yonghao y la hermana Fu Rong fueron blogueros famosos en China en la década de 2000.
En el caso de la búsqueda de Lei Jun, tras probar diferentes sitios web, diferentes nombres de personas y diferentes periodos de tiempo, descubrí un fenómeno sorprendente. Casi todos los archivos de sitios web chinos que eran populares en aquella época —como NetEase, Sohu, SMTH BBS, Xizi Hutong, Keyhole Forum, Tianya Club, RenRen Network, Sina Blogs, Baidu Tieba— han desaparecido. Una gran cantidad de contenidos de sitios web personales también ha desaparecido durante un largo periodo, y la mayoría de los sitios web incluso han desaparecido durante todos los periodos. La única excepción es Sina.com, donde aún se puede encontrar información de hace más de diez años, pero en cantidades bastante limitadas. Más del 99,9999% del contenido ha desaparecido.
Estamos ante un problema preocupante: la Internet china se está colapsando inevitablemente, y los contenidos que existían antes de la aparición de la Internet móvil han desaparecido casi por completo.
Durante mucho tiempo pensamos que Internet era una memoria —pero no sabíamos que era la memoria de un pez—.
En los dos últimos años, he llegado a la clara convicción de que la cantidad de información que se puede encontrar en Internet disminuye a un ritmo vertiginoso cada año. No hace mucho, todavía podía encontrar ciertas fuentes originales. Eso se ha vuelto gradualmente imposible. Todavía podía encontrar discursos de los protagonistas o artículos que habían escrito —y luego no los encontré—. Todavía podía ver muchas entrevistas o vídeos en línea —y poco a poco se fueron borrando—.
Es como si hubiera aparecido un nuevo tipo de monstruo, devorando páginas web a lo largo de la historia, engulléndolas desde el pasado hasta el presente, primero en pequeños bocados, luego en grandes, devorando toda la Internet china —cinco años por aquí, diez años por allá—.
Cuando echemos la vista atrás, veremos que todo lo que existía en la Internet china antes de la creación del móvil —ya sea un portal, el sitio oficial de una organización, una página web personal, foros públicos, blogs de Sina, posts de Baidu, documentos, fotos, música, vídeos, etc.— habrá desaparecido.
Recuerdo que hace más de diez años cambiaba de ordenador porque mis fotos y artículos comprimidos se almacenaban en un servidor. Unos años más tarde, descubrí que todo el servidor había desaparecido. Yo utilizaba Hotmail y luego desapareció todo. También escribía mensajes en RenRen y MySpace… todo ha desaparecido.
Pensábamos que Internet podía salvarlo todo. Resulta que no puede salvar nada.
¿Por qué ha ocurrido esto?
Creo que hay dos razones principales.
La primera es económica.
Un sitio web requiere ancho de banda, una sala de servidores, personal para gestionarlo y mantenerlo, así como una cantidad significativa de costes de regulación y mantenimiento. Si tiene un valor estratégico —por ejemplo, informar a una empresa sobre sus actividades— o un valor de tráfico a corto plazo —por ejemplo, si siempre hay gente que viene a ver el sitio de vez en cuando— y si al mismo tiempo las cuentas de la empresa no van mal, entonces habrá una razón para mantener vivo el sitio.
Pero si la empresa está de capa caída y no tiene más dinero, todo el sitio que gestiona simplemente morirá. Renren es un buen ejemplo.
Desde un punto de vista operacional, si una página web no es visitada por unas personas a lo largo del año, se convertirá en una carga para la empresa, y lo más racional desde un punto de vista económico será eliminarla, aunque la empresa no tenga problemas financieros. Los primeros años de Sohu; el sitio de NetEase, cuyo contenido se perdió en lo esencial; y la desaparición colectiva de los foros alojados en Tianya son buenos ejemplos.
En segundo lugar, razones reglamentarias.
En general, la regulación en Internet aumenta progresivamente y se hace más estricta. Los contenidos que antes podían existir legalmente ya no cumplen los requisitos reglamentarios; y los contenidos que antes podían existir en la zona gris han pasado a la zona roja. Todos estos contenidos se eliminan directamente.
También hay casos en los que la polarización de la opinión pública se ha acentuado con el tiempo y en los que contenidos que eran «perfectamente normales» se han vuelto muy sensibles a los ojos de la opinión pública. Aunque no sea ilegal, puede intensificar el conflicto y crear confusión, hasta el punto de que el regulador puede pedir su retirada.
Más allá de las autoridades oficiales, los internautas enfadados actúan a veces como moderadores o, por el contrario, como creadores de opinión. Pueden sacar de las sombras algo que alguien publicó de pasada hace más de diez años, aferrarse a ello y ciberacosar al autor hasta su «muerte social».
En China, por tanto, el efecto más importante de la regulación no es tanto lo que hacen los reguladores o los ataques de los internautas enfadados como la «autocensura» que provocan en empresas y particulares.
Nadie sabe si el contenido de un sitio web o una palabra pronunciada por alguien provocará la muerte de esa persona dentro de varios años. Así que la mejor manera de sobrevivir es eliminar todas estas «bombas de relojería» potenciales, es decir, cerrar el sitio web o borrar todo el contenido.
Por supuesto, hay muchas otras razones para la desaparición de páginas web antiguas.
Poco después de la disolución de la antigua Yugoslavia, desaparecieron todos los contenidos web alojados bajo el nombre de dominio internacional «.yu», abreviatura de Yugoslavia. Otro ejemplo es la desaparición de sitios de música y películas que antes se podían descargar fácilmente, debido al refuerzo de la protección de los derechos de autor. Algunas organizaciones e individuos, por razones puramente personales, simplemente no quieren seguir mostrando su información al público, por lo que cierran sus sitios web oficiales o sus páginas personales.
Pero estas razones son secundarias y localizadas.
La desaparición sistemática y a gran escala de los contenidos de Internet en su conjunto se debe principalmente a las leyes económicas y a la autocensura.
Básicamente, es como si los contenidos de Internet —como la vida misma— se rigieran por la teoría de la evolución. Sólo tiene un criterio para existir: atraer la mayor atención posible al menor coste posible.
Cuando el contenido es capaz de atraer suficiente atención y el coste de mantener ese contenido —incluidos el coste económico, el coste de la regulación y el coste de luchar contra la regulación— es bajo, es probable que ese contenido sobreviva en Internet. Es probable que incluso cambie de soporte: por ejemplo, de texto a imagen, de imagen fija a imagen en movimiento, de imagen en movimiento a vídeo y, en el futuro, quizá de vídeo bidimensional a vídeo holográfico tridimensional, etc. La plataforma que sirve de vehículo a estos contenidos también cambiará. Pasaremos de los portales a los foros, los blogs personales, el microblogging y, en el futuro, quizás a una plataforma de la que aún no sabemos nada.
Cuando los contenidos ya no puedan atraer suficiente atención o el coste de mantenerlos sea demasiado elevado, desaparecerán de Internet. La desaparición colectiva de la Internet tradicional, con los ordenadores como terminales de navegación y las páginas web como medios de comunicación, es simplemente el resultado inevitable de esta «competencia evolutiva por la información».
Darwin nos enseñó que la clave de la evolución biológica era la «selección natural, la supervivencia del más apto». La clave de la evolución de los contenidos de Internet es «la competencia por la información, la selección de la atención». Debido al efecto de red, esta competencia es diez mil veces más feroz que en la naturaleza, diez mil veces más cruel. Internet tradicional no provocará la extinción de una sola especie, sino la de casi todos los contenidos.
Con cada nueva generación de Internet, la antigua, atada a una estructura obsoleta, se derrumbará. Este es el destino de todos los sitios web y de todos sus contenidos.
Si Internet es el futuro de la civilización, nuestra generación no tendrá historia, porque Internet no habrá dejado rastro de nosotros.
«Sin historia». ¿Es tan importante?
Por supuesto que sí.
Para escribir un artículo sobre Shao Yibo, he intentado por todos los medios hacerme con el vídeo original de la aparición de Shao Yibo en el programa «Boshi Tang» en 2007, así como con los posts publicados por su esposa, Bao Jiaxin, en el sitio web Baby Tree, publicados hace unos años bajo el seudónimo de «Wen Ai Mummy». No he conseguido encontrarlos —y ahora sólo puedo lamentarlo—.
Aunque el artículo «El polvo rojo ha olvidado a Shao Yibo» sigue siendo muy popular —con más de 700.000 lectores y 20.000 retweets en sólo una semana—, estoy bastante seguro de que debo haberme perdido información muy importante y de que la calidad del artículo habría sido mejor si hubiera tenido acceso a esa información.
Puede que usted esté pensando: «esto sólo es útil para investigadores y editores como He Jiayan, yo no escribo artículos así y no es que me afecte».
¿De verdad?
Si ya no podemos acceder a todos los discursos de Jack Ma, a todos los artículos de Ren Zhengfei, My Father and Mother y The Spring River Flows East y a todos los posts de Duan Yongping en Bola de Nieve, ¿no se sentiría un poco triste?
He Jiayan se refiere aquí a lugares comunes de la cultura popular china. Ren Zhengfei es el consejero delegado de Huawei, My Father and Mother es una película romántica estrenada en 2013 y The Spring River Flows East es una película de 1947 considerada un clásico del cine chino.
Me dirán que son insensibles.
Entonces, si ya no podemos buscar el número de Huang Zheng, si ya no podemos ver mensajes de Zhang Yiming o Wang Xing, ¿no sentirá un poco de pesar?
Me dirá que tampoco siente pena.
Si un día, Zhihu desaparece como Tianya Forum, Douban se desvanece como RenRen, B-site se vacía como Sina Blog —¿no se sentirá un poco triste?—.
Si un día, las páginas web de su bloguero favorito muestran que «el autor ha decidido mostrar sólo la mitad de las entradas del año» o que «este blog ya no está visible», si a menudo lee que «esta cuenta ha sido bloqueada», que «el contenido no se puede mostrar», si busca cierta información en Shake Voice o Xiaohongshu, y los resultados muestran que «el autor ha borrado todo el contenido»…
¿No le entristecerá, aunque sólo sea por un momento?
Las generaciones de la Internet tradicional, nacidas en los años 70 y 80, ya no pueden encontrar su historia. Sus huellas casi han desaparecido.
La nueva generación aún puede mantener en privado los mensajes de sus círculos de amigos, pero incluso éstos son cada vez más «visibles sólo durante tres días». Mensajes efímeros —hasta que todo desaparece—.
Lo único que sigue produciendo contenidos frenéticamente es el marketing en cascada.
Pero en el futuro, es una apuesta segura que incluso estos mensajes de marketing acabarán desapareciendo.
Si algo es importante para nosotros y está desapareciendo, ¿hay alguna forma de salvarlo?
Algunas personas lo han intentado.
En Estados Unidos existe un sitio web llamado Internet Archive, que en chino se traduce como «互联网档案馆» y conserva un gran número de páginas web originales. Pero al intentar utilizarlo, las páginas web chinas originales se guardan muy mal. Es muy difícil de usar, y las funciones de búsqueda son bastante primitivas e ineficaces. En definitiva, cuantitativamente hablando, no han salvado gran cosa.
Desde un punto de vista técnico, no debería ser difícil hacer copias de seguridad de todas las páginas web de la Internet china hasta el auge de la Internet móvil en los últimos diez años. Y el coste no sería elevado. Al fin y al cabo, comparada con la actual era video-hegemónica de Internet, esta era de páginas web limitadas gráficamente es insignificante en términos de espacio.
La cuestión es quién podrá hacerlo, e impulsado por qué.
Las empresas no lo harán. No redundaría en su interés comercial.
El gobierno podría crear un archivo que conservara todas las páginas, igual que construye bibliotecas y museos. ¿Pero gastaría dinero en ello? No parece haber otra razón que preservar la historia. Pero incluso si el gobierno lo hiciera, no supondría ninguna diferencia para los internautas comunes y corrientes, porque estos archivos requerirían un inmenso tratamiento de datos personales y sólo serían accesibles para unos pocos, precisamente para evitar cualquier abuso de estos datos.
Además, aunque algún organismo estuviera dispuesto a hacerlo, ya sería demasiado tarde. Tras el auge de Internet móvil, según una estimación aproximada, más del 99% de los contenidos tradicionales de la Internet china tradicional deberían haber desaparecido.
En cierto modo, los artículos que he escrito han contribuido a preservar la historia de sus temas. Si no hubiera escrito sobre ellos, gran parte de esa historia ya sería imposible de encontrar en línea. Sin embargo, no se trata de información original, sino de información de segunda mano que he consolidado.
Hoy, de todos los grandes acontecimientos que han tenido lugar en la primera década de este siglo, de todas las celebridades que han dejado una profunda huella, la información que aún se puede encontrar en la Internet china es casi siempre información de segunda mano editada por medios de comunicación pure player —o incluso información que ha sido repetida y republicada muchas veces y que hace tiempo que ha cambiado completamente de su forma original—.
Los reportajes originales, los vídeos originales, los discursos originales, las observaciones originales de los internautas, los comentarios originales —todo eso ha desaparecido—.
Dentro de unos años, toda esta información de segunda mano también habrá desaparecido. Es como si estos acontecimientos nunca hubieran ocurrido. Como si esas personas nunca hubieran existido.
No queda más remedio que aceptar la realidad.
En la era de Internet, los primeros veinte años del siglo XXI serán veinte años sin archivos históricos.
Si aún hoy se puede ver información antigua en la Internet china, es sólo el último destello del crepúsculo.
Si a uno le atrapa su naturaleza efímera, puede que suspire como Fausto en su lecho de muerte implorando al momento: «¡Para, eres tan hermoso!».
Pero ese resplandor pronto será engullido por el tiempo y caerá al vacío —al mismo tiempo que su exclamación—.
No hay escapatoria.
Casi todo lo que ve y crea ahora —este artículo, esta plataforma— acabará ahogándose en el vacío.