- Con cuatro mandatos que suman 7 años y 8 meses, Shinzō Abe es el primer ministro que más tiempo ha permanecido en Japón desde que se creó el cargo en 1885. Habiendo muerto relativamente joven para un político japonés (a los 67 años), sus múltiples escándalos, controversias, así como su programa económico iniciado a su regreso al poder en 2012, lo han convertido en una figura central de la historia reciente de Japón.
- Tras su asesinato, el 8 de julio, se le rindió un homenaje cuatro días después durante un funeral personal al que asistieron sus familiares. Hoy se celebra un funeral de estado oficial, al que asistirán numerosos líderes internacionales, como Kamala Harris, Narendra Modi, Anthony Albanese, Justin Trudeau y Nicolas Sarkozy.
- Sin embargo, según las últimas encuestas, la mayoría de los japoneses no aprueban estos acontecimientos. De hecho, son pagados en su totalidad por el Estado (unos 12 millones de euros), mientras que la costumbre en Japón es que el partido del Primer Ministro contribuya a los costes. En la mayoría de los casos, sólo el funeral imperial es pagado exclusivamente por el Estado.
- Por ello, varios abogados cuestionan la legalidad de dicho funeral de Estado para el ex Primer Ministro. Además, el legado de Abe y las recientes revelaciones sobre su proximidad a la controvertida Iglesia de la Unificación (el llamado «secta Moon») están aumentando el resentimiento. En el centro de Tokio, varios manifestantes salieron a la calle para exigir la cancelación del funeral de Estado.
- Este escándalo revive las polémicas que han marcado los distintos mandatos de Shinzō Abe. Sus siete años en el poder se caracterizaron por sus ideales nacionalistas, su fracaso a la hora de enmendar la Constitución pacifista del país para dotarlo de un ejército, el semifracaso de su programa económico destinado a impulsar la demanda interna y su gestión de Covid-19.
- En un texto publicado tras el anuncio de la dimisión de Shinzō Abe, Guibourg Delamotte escribió en nuestras columnas sobre el pensamiento japonés: «La visión japonesa del mundo tiene, por tanto, una dimensión más geopolítica hoy que durante los años 90 e incluso durante la Guerra Fría, cuando el pensamiento estratégico se limitaba a anticipar una invasión soviética desde el Norte (Hokkaido) y a fomentar la Alianza con Estados Unidos.