{"id":86405,"date":"2025-12-28T16:02:33","date_gmt":"2025-12-28T15:02:33","guid":{"rendered":"https:\/\/legrandcontinent.eu\/es\/?p=86405"},"modified":"2025-12-28T16:02:37","modified_gmt":"2025-12-28T15:02:37","slug":"por-que-hannah-arendt","status":"publish","type":"post","link":"https:\/\/legrandcontinent.eu\/es\/2025\/12\/28\/por-que-hannah-arendt\/","title":{"rendered":"\u00bfPor qu\u00e9 Hannah Arendt?"},"content":{"rendered":"\n
Tadeusz Borowski, superviviente de Auschwitz, dej\u00f3 escrito que le gustaba pensar que un d\u00eda \u00abtendremos el coraje de contar al mundo toda la verdad y llamarla por su nombre aut\u00e9ntico\u00bb <\/span>1<\/sup><\/a><\/span><\/span>.\u00a0<\/p>\n\n\n\n Ese anhelo \u2014decir lo insoportable aunque hacerlo sea peligroso\u2014 atraviesa la obra de quienes pensaron desde el derrumbe: Freud ante la pulsi\u00f3n de muerte que desgarraba Europa, Benjamin con su \u00e1ngel arrastrado por la tormenta del progreso, Zweig<\/a> escribiendo el epitafio de un mundo que se hund\u00eda y Brecht<\/a> haciendo del teatro un arma contra la barbarie. <\/p>\n\n\n\n Todos ellos fueron, a su manera, intelectuales en tiempos de oscuridad.<\/p>\n\n\n\n Hannah Arendt perteneci\u00f3 a esa genealog\u00eda. <\/p>\n\n\n\n Fue exiliada, despojada de ciudadan\u00eda, convertida en alguien sin derecho a tener derechos. Conoci\u00f3 la p\u00e9rdida del mundo com\u00fan antes de pensarla. Pero a diferencia de otros, no se refugi\u00f3 en la melancol\u00eda ni en la teor\u00eda pura. Eligi\u00f3 otra cosa: pensar con los pies en la plaza p\u00fablica, exponi\u00e9ndose al juicio de los dem\u00e1s. <\/p>\n\n\n\n Y pag\u00f3 el precio. <\/p>\n\n\n\n Cuando public\u00f3 su cr\u00f3nica del juicio a Eichmann, la tormenta que se desat\u00f3 sobre ella demostr\u00f3 que decir la verdad \u2014incluso en democracia, incluso entre los propios\u2014 puede ser un acto peligroso.<\/p>\n\n\n\n \u00bfQu\u00e9 puede decirnos hoy Arendt sobre el papel del intelectual? <\/p>\n\n\n\n Quiz\u00e1 esto: que el problema de nuestro tiempo no es solo la mentira, sino la erosi\u00f3n del mundo com\u00fan donde la verdad puede ser dicha y escuchada. <\/p>\n\n\n\n Y que frente a esa erosi\u00f3n, ni la restauraci\u00f3n del experto ni la demagogia populista ofrecen salida.<\/p>\n\n\n\n Una de las declaraciones que quedar\u00e1n grabadas en los anales de la posverdad fue la que pronunci\u00f3 Michael Gove, ferviente defensor del Brexit: \u00abEl Reino Unido ya est\u00e1 harto de expertos\u00bb. <\/p>\n\n\n\n Poco despu\u00e9s, el diputado Chris Heaton-Harris enviaba una carta a los vicerrectores de las universidades brit\u00e1nicas pidiendo una lista de los acad\u00e9micos que ense\u00f1aban sobre el Brexit. El Daily Mail<\/em> se encarg\u00f3 de pintarlas como \u00abuniversidades de traidores\u00bb. El ataque a la academia, al conocimiento y a la reflexi\u00f3n cr\u00edtica se hab\u00eda vuelto palpable.<\/p>\n\n\n\n A primera vista, la respuesta a este embate populista parecer\u00eda obvia: restaurar la figura del experto, devolverle su lugar en el espacio p\u00fablico. <\/p>\n\n\n\n Pero aqu\u00ed comienza el verdadero peligro. Si centramos el debate sobre la posverdad en la falta de una verdad objetiva que debe restablecerse, caemos en la trampa de creer que esa verdad es una jerarqu\u00eda que solo unos pocos pueden controlar. <\/p>\n\n\n\n Es lo que llamo la autocracia de la opini\u00f3n<\/em>: un modelo en el que se restringe la legitimidad de opinar a una \u00e9lite de expertos \u2014cient\u00edficos, fil\u00f3sofos, t\u00e9cnicos\u2014, deslegitimando las voces de quienes carecen de credenciales. <\/p>\n\n\n\n El efecto es an\u00e1logo al de una autocracia pol\u00edtica, pero aplicada al terreno del pensamiento. Como escribi\u00f3 John Stuart Mill, no es necesario un trono para creerse infalible: basta con la convicci\u00f3n de que uno puede decidir, sin apelaci\u00f3n posible, qu\u00e9 merece ser escuchado y qu\u00e9 debe ser silenciado.<\/p>\n\n\n\n Es lo que Arendt entendi\u00f3 mejor que nadie: la pol\u00edtica tiene su propio r\u00e9gimen de verdad. Maquiavelo no es Newton. Los asuntos humanos no se resuelven como ecuaciones.<\/p>M\u00e1riam Mart\u00ednez-Bascu\u00f1\u00e1n<\/cite><\/blockquote><\/figure>\n\n\n\n Tomemos la transici\u00f3n energ\u00e9tica como ejemplo. La ciencia puede decirnos que debemos abandonar los combustibles f\u00f3siles, pero \u00bfqui\u00e9n paga el coste? \u00bfLos trabajadores del carb\u00f3n en Asturias o en el norte de Francia? \u00bfLos pa\u00edses que a\u00fan no se han industrializado? Ah\u00ed la ciencia calla. Porque la respuesta no es t\u00e9cnica, sino pol\u00edtica: depende de c\u00f3mo queremos vivir juntos, de qu\u00e9 consideramos justo, de qui\u00e9n merece ser escuchado. Y esas preguntas no las resuelve un informe de expertos, sino la confrontaci\u00f3n de perspectivas en el espacio p\u00fablico. <\/p>\n\n\n\n Es lo que Arendt entendi\u00f3 mejor que nadie: la pol\u00edtica tiene su propio r\u00e9gimen de verdad. Maquiavelo no es Newton. Los asuntos humanos no se resuelven como ecuaciones. <\/p>\n\n\n\n Lo que est\u00e1 en juego no es descubrir una respuesta correcta que flota por encima de nuestras vidas, sino construir un mundo com\u00fan donde las distintas experiencias puedan confrontarse. Por eso, para Arendt, la pluralidad no es un obst\u00e1culo para la verdad pol\u00edtica: es su condici\u00f3n de posibilidad.<\/p>\n\n\n\n Consideremos otro ejemplo como el rearme europeo. Cuando se presenta el 5% del PIB en defensa como una necesidad t\u00e9cnica incuestionable, muchos ciudadanos se preguntan: \u00bfqui\u00e9n decide que ese dinero no vaya a sanidad o educaci\u00f3n? \u00bfY por qu\u00e9 esta decisi\u00f3n se toma en despachos cerrados, sin debate p\u00fablico? <\/p>\n\n\n\n El gobierno de los expertos siempre prepara el terreno para una insurrecci\u00f3n populista.<\/p>M\u00e1riam Mart\u00ednez-Bascu\u00f1\u00e1n<\/cite><\/blockquote><\/figure>\n\n\n\n Un lector escribi\u00f3 una carta a El Pa\u00eds<\/em> diciendo lo siguiente: \u00abSolo se puede entender esta peculiar demanda desde el punto de vista de quien produce y vende material b\u00e9lico\u00bb. <\/p>\n\n\n\n Ah\u00ed est\u00e1 el germen de la revuelta: cuando la pol\u00edtica se disfraza de t\u00e9cnica, los ciudadanos empiezan a sospechar. <\/p>\n\n\n\n \u00bfPor qu\u00e9 Trump sucedi\u00f3 a Obama, Meloni a Draghi, y por qu\u00e9 Marine Le Pen o Jordan Bardella podr\u00edan ocupar el lugar de Emmanuel Macron en 2027? Porque el gobierno de los expertos siempre prepara el terreno para una insurrecci\u00f3n populista. El rearme europeo, la pol\u00edtica migratoria, la crisis del euro: todos estos asuntos se han presentado como demasiado t\u00e9cnicos, demasiado importantes como para discutirlos p\u00fablicamente. Pero cuando las decisiones se retiran del debate democr\u00e1tico y se presentan como verdades t\u00e9cnicas, los ciudadanos sospechan que hay motivos ocultos. <\/p>\n\n\n\n \u00bfC\u00f3mo nos va a extra\u00f1ar entonces que el populista de turno diga que es \u00e9l quien habla en nombre del pueblo frente a quienes pretenden silenciarlo? La trampa populista consiste en utilizar \u00abverdades alternativas\u00bb para simular pluralidad mientras el l\u00edder habla en nombre de una falsa comunidad homog\u00e9nea. <\/p>\n\n\n\n Pensemos en Trump y su insistencia en que las elecciones de 2020 fueron fraudulentas. No apelaba a los hechos, sino a algo m\u00e1s poderoso: la \u00abverdad del pueblo\u00bb. <\/p>\n\n\n\n Quien cuestionara esa verdad no era un adversario, sino un traidor, parte de una conspiraci\u00f3n de \u00e9lites contra la naci\u00f3n aut\u00e9ntica. <\/p>\n\n\n\n El populista no abre el debate: lo clausura. Habla en nombre del pueblo para que el pueblo no tenga que hablar.<\/p>M\u00e1riam Mart\u00ednez-Bascu\u00f1\u00e1n<\/cite><\/blockquote><\/figure>\n\n\n\n Y lo vimos tambi\u00e9n con el Brexit. Johnson no ofrec\u00eda datos, ofrec\u00eda indignaci\u00f3n. Sab\u00eda que la emoci\u00f3n es m\u00e1s f\u00e1cil de guiar que el argumento. Lo importante no era la verdad, sino la autenticidad: atreverse a decir lo que otros callan. <\/p>\n\n\n\n Cuando los nuevos aut\u00f3cratas dicen atreverse a decir la verdad contra un r\u00e9gimen de mentira organizada, lo que hacen es reducir la pluralidad de opiniones a una reacci\u00f3n emocional porque saben que la emoci\u00f3n es m\u00e1s f\u00e1cil de guiar. Pero esa autenticidad es una impostura. El populista no abre el debate: lo clausura. Habla en nombre del pueblo para que el pueblo no tenga que hablar. Y donde no hay conversaci\u00f3n, no hay mundo com\u00fan: solo la voz del l\u00edder y el eco de los suyos.<\/p>\n\n\n\n El problema, entonces, no es simplemente la falta de verdad. Es que hemos perdido el suelo com\u00fan donde las perspectivas pod\u00edan confrontarse, ese espacio intangible que, por un lado, nos une y, por otro, nos separa. Nos une porque compartimos una misma realidad; nos separa porque cada uno la ve desde su propia posici\u00f3n. Y esa diferencia no es un defecto: es la esencia misma de lo pol\u00edtico.<\/p>\n\n\n\n Para Arendt, el mundo solo existe como tal cuando se ve y se habla desde diferentes puntos de vista. El mundo solo se vuelve objetivo cuando hablamos sobre \u00e9l con otros. Es en la conversaci\u00f3n libre donde emerge la realidad compartida. Por eso la pol\u00edtica no busca la verdad como lo hace la ciencia. No se trata de descubrir una respuesta correcta que exista con independencia de lo que pensemos o hayamos vivido. Se trata de construir, entre todos, una realidad compartida. <\/p>\n\n\n\n Frente a la tecnocracia que retira las decisiones del debate y el populismo que lo simula, Arendt propone otra cosa: una pluralidad genuina, hecha de voces que se exponen al juicio de los dem\u00e1s sin pretender la \u00faltima palabra.\u00a0<\/p>M\u00e1riam Mart\u00ednez-Bascu\u00f1\u00e1n<\/cite><\/blockquote><\/figure>\n\n\n\n La verdad pol\u00edtica no se impone desde fuera de la experiencia humana: nace del conflicto, del desacuerdo y de la pluralidad. Cualquier intento de clausurar el debate \u2014venga del experto que dicta desde el p\u00falpito o del demagogo que habla en nombre del pueblo\u2014 destruye precisamente lo que pretende salvar. Sin conversaci\u00f3n, cada individuo queda atrapado en su subjetividad, y la realidad pierde su car\u00e1cter com\u00fan.<\/p>\n\n\n\n Frente a la tecnocracia que retira las decisiones del debate y el populismo que lo simula, Arendt propone otra cosa: una pluralidad genuina, hecha de voces que se exponen al juicio de los dem\u00e1s sin pretender la \u00faltima palabra. <\/p>\n\n\n\n No el experto que dicta ni el l\u00edder que encarna, sino ciudadanos que piensan juntos. Esa es la v\u00eda Arendt.<\/p>\n\n\n\n Es conocido que Hannah Arendt desconfiaba de los intelectuales. <\/p>\n\n\n\n No se trataba solo de sus ideas, sino de su falta de responsabilidad: demasiadas veces se desentend\u00edan de las consecuencias de lo que escrib\u00edan o dec\u00edan, como si pensar fuera un acto sin peso en la realidad. <\/p>\n\n\n\n Fue en la Alemania de los a\u00f1os treinta<\/a> donde esa desconfianza se volvi\u00f3 convicci\u00f3n. Arendt fue testigo de c\u00f3mo muchos intelectuales se mantuvieron al margen, pasivos, o incluso justificaron el ascenso del nazismo, creyendo quiz\u00e1 que el \u00abesp\u00edritu de la \u00e9poca\u00bb los absolver\u00eda.<\/p>\n\n\n\n Despreciaba a los fil\u00f3sofos convencidos de estar dotados para comprender su tiempo, porque ve\u00eda en ellos una peligrosa inclinaci\u00f3n a la abstracci\u00f3n: mirar desde lejos, teorizar desde arriba, mientras el mundo ard\u00eda abajo. <\/p>\n\n\n\n Compart\u00eda con Orwell un profundo recelo: para el autor brit\u00e1nico, los intelectuales no eran figuras heroicas; depend\u00edan del dinero, del confort, de la seguridad. Pod\u00edan cambiar de opini\u00f3n seg\u00fan soplara el viento. Y en esa l\u00ednea resuena la frase de Upton Sinclair: \u00abEs dif\u00edcil lograr que un hombre entienda algo cuando su salario depende de que no lo entienda\u00bb.<\/p>\n\n\n\n Arendt nunca crey\u00f3 que la pol\u00edtica necesitara ser salvada por la verdad de un experto. No porque las verdades morales o pol\u00edticas no existieran, sino porque no pod\u00edan imponerse desde arriba: deb\u00edan surgir entre nosotros, en el espacio compartido que abrimos cuando conversamos. La pol\u00edtica no se basa en una verdad revelada, sino en la construcci\u00f3n conjunta de un mundo com\u00fan. <\/p>\n\n\n\n Y sin embargo, ella misma fue una intelectual p\u00fablica. \u00bfC\u00f3mo resolvi\u00f3 esa tensi\u00f3n? <\/p>\n\n\n\n Quiz\u00e1 la respuesta est\u00e9 en su modo de intervenir: no como quien posee la verdad, sino como quien se expone al juicio de los dem\u00e1s. Lo demostr\u00f3 con su cr\u00f3nica del juicio a Eichmann. <\/p>\n\n\n\n Como ella misma sab\u00eda \u2014y pag\u00f3 en carne propia\u2014, en tiempos de lealtades tribales, decir la verdad no es solo un acto de lucidez: es un acto de peligro.<\/p>M\u00e1riam Mart\u00ednez-Bascu\u00f1\u00e1n<\/cite><\/blockquote><\/figure>\n\n\n\n All\u00ed no escribi\u00f3 para consolar ni para fortalecer identidades heridas. Escribi\u00f3 para entender, aunque eso significara romper tab\u00faes. No disfraz\u00f3 los hechos en nombre de una causa, por noble que fuera.<\/p>\n\n\n\n La reacci\u00f3n fue fulminante. <\/p>\n\n\n\n Buena parte de la intelectualidad jud\u00eda le dio la espalda. Se le reproch\u00f3 ser una jud\u00eda que renegaba de su condici\u00f3n, una moralista fr\u00eda, m\u00e1s preocupada por los procedimientos que por las v\u00edctimas. Todo esto le llovi\u00f3 por atreverse a mirar de frente una tragedia que a\u00fan dol\u00eda demasiado, y por hacerlo desde la independencia de juicio, no desde la pertenencia a ning\u00fan bando.<\/p>\n\n\n\n
\r\n <\/picture>\r\n \n El callej\u00f3n sin salida del reinado de los expertos<\/h2>\n\n\n\n
\r\n <\/picture>\r\n \n
\r\n <\/picture>\r\n \n Los l\u00edmites de los intelectuales<\/h2>\n\n\n\n