{"id":83330,"date":"2025-11-14T10:08:08","date_gmt":"2025-11-14T09:08:08","guid":{"rendered":"https:\/\/legrandcontinent.eu\/es\/?p=83330"},"modified":"2025-11-14T10:08:12","modified_gmt":"2025-11-14T09:08:12","slug":"brainrot-geopolitica-de-la-realidad-rota","status":"publish","type":"post","link":"https:\/\/legrandcontinent.eu\/es\/2025\/11\/14\/brainrot-geopolitica-de-la-realidad-rota\/","title":{"rendered":"\u00abBrainrot\u00bb: geopol\u00edtica de la realidad rota"},"content":{"rendered":"\n

El mundo que nos rodea se vuelve vertiginoso, parece incomprensible, pero no es in\u00fatil intentar describirlo y analizarlo. Para apoyar la primera redacci\u00f3n independiente de una revista europea,<\/em> suscr\u00edbete al Grand Continent<\/em><\/a><\/p>\n\n\n\n

A nuestro alrededor, las opiniones expresadas en las redes sociales \u2014desde \u00abdesahogos\u00bb virales hasta videos repugnantes y alucinaciones generadas por inteligencia artificial procedentes de usuarios privados de todo el mundo\u2014 parecen determinar por completo el discurso pol\u00edtico.<\/p>\n\n\n\n

En las democracias liberales, los gobiernos se ven ahora obligados a recurrir a pol\u00edticas miopes e ineficaces para intentar contener el torrente de opiniones forjadas por los afectos.<\/p>\n\n\n\n

Las emociones han tomado el relevo de la realidad.<\/p>\n\n\n\n

El problema no radica simplemente en la irracionalidad o la naturaleza intr\u00ednsecamente corrosiva de las redes sociales.<\/p>\n\n\n\n

La desaparici\u00f3n de los espacios comunes que antes serv\u00edan de mediadores de opiniones y daban poder al colectivo ha abierto una profunda brecha: la realidad se resquebraja.<\/p>\n\n\n\n

Si no se repara, esta brecha podr\u00eda provocar un colapso.<\/p>\n\n\n\n

El ciclo de irrealidad en internet podr\u00eda volverse incontrolable.<\/p>\n\n\n\n

\u00bfC\u00f3mo hemos llegado a esta situaci\u00f3n?<\/p>\n\n\n\n

Un nuevo mal del siglo: la nebulosa del resentimiento<\/strong><\/h2>\n\n\n\n

La historia que vamos a contar comienza en Rusia.<\/p>\n\n\n\n

Estamos en la d\u00e9cada de 1860. El protagonista an\u00f3nimo de Los cuadernos del subsuelo<\/em> de Dostoievski, <\/em>generalmente llamado de forma lapidaria \u00abel hombre del subsuelo\u00bb, es un antiguo funcionario de San Petersburgo, carcomido por el resentimiento.<\/p>\n\n\n\n

Mezquino, autodestructivo y hostil a los proyectos de los utopistas racionalistas de su \u00e9poca \u2014los socialistas que imaginan que sus recetas traer\u00e1n la salvaci\u00f3n a las masas\u2014, elige vivir en un mundo interior, subterr\u00e1neo, donde el afecto prima sobre la raz\u00f3n.<\/p>\n\n\n\n

En su mundo, son las intensidades precognitivas de los sentimientos \u2014la ira, el miedo, la humillaci\u00f3n, la esperanza\u2014 las que prevalecen, las que moldean el pensamiento y la acci\u00f3n incluso antes de que se articulen plenamente como ideas.<\/p>\n\n\n\n

El hombre del subsuelo, que se proclama \u00abenfermo\u00bb y \u00abrencoroso\u00bb, <\/span>1<\/sup><\/a><\/span><\/span> se complace as\u00ed en un resentimiento mezquino.<\/p>\n\n\n\n

Busca la pelea por cualquier cosa y se rebela furiosamente contra la realidad, llegando a exigir, en un esfuerzo de voluntad que triunfa sobre la raz\u00f3n, que dos m\u00e1s dos sean cinco: \u00ab\u00bfQu\u00e9 me importan las leyes de la naturaleza y la aritm\u00e9tica cuando, por alguna raz\u00f3n, no me gustan esas leyes o que \u00abdos m\u00e1s dos sean cuatro\u00bb?\u00bb.<\/p>\n\n\n\n

Siempre que puede, elige la maldad en lugar de la racionalidad.<\/p>\n\n\n\n

Pero por muy peligrosa y violenta que pueda parecer, la rebeli\u00f3n del hombre del subsuelo contra la modernidad nunca sale de su peque\u00f1o apartamento de San Petersburgo.<\/p>\n\n\n\n

Su locura furiosa es ignorada en p\u00fablico: intenta vengarse de un insulto percibido vistiendo un abrigo sofisticado y empujando al supuesto transgresor, que ni siquiera se da cuenta. Su rebeli\u00f3n es insignificante fuera de su propia voluntad. Su malicia es corrosiva para su propia personalidad, pero sigue siendo limitada, confinada a los chismes, las disputas de taberna y, sobre todo, al mon\u00f3logo privado.<\/p>\n\n\n\n

El entorno digital actual ha trastocado el mundo del hombre del subsuelo.<\/p>\n\n\n\n

Los pensamientos violentos, la rabia y el ego\u00edsmo, que antes se rumiaban en soledad, ahora pueden proyectarse instant\u00e1neamente en vastas redes globales que alimentan tanto la opini\u00f3n p\u00fablica como la pol\u00edtica mundial.<\/p>\n\n\n\n

Los afectos ya no est\u00e1n limitados, sino amplificados: se ponen inmediatamente en circulaci\u00f3n, se retoman y se reflejan en el discurso mundial como si fueran de sentido com\u00fan.<\/p>\n\n\n\n

Nuestros reg\u00edmenes pol\u00edticos parecen enfrentarse hoy a una nueva ola de \u00abhombres del subsuelo\u00bb malintencionados que, en la era de los tel\u00e9fonos inteligentes, son capaces de ahogar el discurso p\u00fablico para configurar una pol\u00edtica de la irracionalidad.<\/p>\n\n\n\n

En un \u00e9ter digital cada vez m\u00e1s ca\u00f3tico, no faltan ejemplos impactantes de este fen\u00f3meno.<\/p>\n\n\n\n

Veamos uno.<\/p>\n\n\n\n

En septiembre de 2025, el financiero y multimillonario Bill Ackman retuitea en X \u2014el antiguo Twitter\u2014 un video viral de Shabana Mahmood, la nueva ministra del Interior brit\u00e1nica. <\/span>2<\/sup><\/a><\/span><\/span><\/p>\n\n\n\n

El mensaje original, en el estilo ret\u00f3rico incendiario que se ha convertido en el lenguaje vehicular de la plataforma, insin\u00faa que la ministra hab\u00eda pedido \u00abglobalizar la Intifada\u00bb.<\/p>\n\n\n\n

La \u00abprueba\u00bb adjunta es un viejo video que no muestra nada por el estilo.<\/p>\n\n\n\n

Recontextualizado, este video se suma a la serie de temores expresados por Ackman en su hilo de noticias sobre el conflicto entre Israel y Palestina.<\/p>\n\n\n\n

Independientemente de la validez de este conflicto y de las opiniones pol\u00edticas de Mahmood y Ackman, la prisa de este \u00faltimo por compartir un mensaje irracional, en el que las pruebas presentadas ni siquiera intentaban respaldar la afirmaci\u00f3n que se acababa de hacer, parece encarnar lo que algunos podr\u00edan llamar una nueva era de lo que se ha denominado brainrot<\/em>, <\/span>3<\/sup><\/a><\/span><\/span> literalmente, \u00abpodredumbre\u00bb, una nueva enfermedad del cerebro.<\/p>\n\n\n\n

Este t\u00e9rmino se refiere a la idea de que la sobreexposici\u00f3n a \u00abcontenidos superficiales y repetitivos\u00bb en las redes sociales \u2014amplificados por los tonos apocal\u00edpticos de la IA\u2014 habr\u00eda acortado patol\u00f3gicamente nuestra capacidad de atenci\u00f3n y reducido las capacidades de nuestro cerebro.<\/p>\n\n\n\n

Sin embargo, el mensaje de Ackman en las redes sociales no parece ser una mentira en el sentido habitual del t\u00e9rmino. Tampoco es \u00abdesinformaci\u00f3n\u00bb en sentido estricto.<\/p>\n\n\n\n

A pesar de la evidente absurdidad del contenido, Ackman parece totalmente sincero en lo que comparte.<\/p>\n\n\n\n

Diagnosticar esto como brainrot <\/em>equivale a reciclar una obviedad perezosa <\/span>4<\/sup><\/a><\/span><\/span> seg\u00fan la cual los votantes \u00abmal informados\u00bb \u2014los \u00abdeplorables\u00bb de Trump, atrapados en la caverna de Plat\u00f3n\u2014 son los responsables de los males de la pol\u00edtica.<\/p>\n\n\n\n

\n \n \r\n \r\n \r\n \r\n \r\n \r\n \r\n \r\n <\/picture>\r\n \n
El entorno digital actual ha trastocado el mundo del hombre del subsuelo.<\/figcaption>\n <\/a>\n<\/figure>\n\n\n

Vivimos en una simulaci\u00f3n<\/strong><\/h2>\n\n\n\n

Este diagn\u00f3stico nos parece err\u00f3neo.<\/p>\n\n\n\n

Ackman es un hombre que ha tenido mucho \u00e9xito en la vida. No es est\u00fapido. Su mente no est\u00e1 minada por las pantallas. Su cerebro no est\u00e1 enfermo. No es una v\u00edctima pasiva del brainrot<\/em>.<\/p>\n\n\n\n

Su tuit es m\u00e1s bien sintom\u00e1tico de una transformaci\u00f3n m\u00e1s profunda del espacio pol\u00edtico.<\/p>\n\n\n\n

Esta transformaci\u00f3n podr\u00eda describirse de la siguiente manera: la frontera entre los sentimientos privados y el discurso p\u00fablico se ha derrumbado.<\/p>\n\n\n\n

Los impulsos irracionales y maliciosos que antes exist\u00edan en la soledad ahora circulan a gran escala, transformando r\u00e1pidamente el campo pol\u00edtico gracias a su viralidad.<\/p>\n\n\n\n

En otra \u00e9poca, cuando las redes medi\u00e1ticas estaban dominadas por \u00e1rbitros centralizados del discurso, como los Estados y los conglomerados, el mensaje de Ackman habr\u00eda permanecido \u00aben el subsuelo\u00bb.<\/p>\n\n\n\n

Pero en la atm\u00f3sfera malsana de las redes sociales, donde las reacciones instintivas, los comportamientos gregarios de odio y las emociones prevalecen sobre la raz\u00f3n \u2014como si la maldad dostoievskiana precediera a la racionalidad\u2014, solo hicieron falta dos semanas despu\u00e9s de su publicaci\u00f3n para que el mensaje fuera visto por 2,5 millones de personas.<\/p>\n\n\n\n

Hoy en d\u00eda, un hombre culto y pr\u00f3spero como Ackman \u2014su fortuna ronda los 10.000 millones de d\u00f3lares\u2014 no es el \u00fanico que se presta al juego.<\/p>\n\n\n\n

Si \u00e9l publica un aluvi\u00f3n de mensajes con argumentos poco s\u00f3lidos e irracionales, pero que inspiran gran confianza debido a sus supuestos v\u00ednculos con el poder, cualquiera puede hacerse con el meg\u00e1fono de las redes sociales y, a diferencia del hombre del subsuelo cuyo resentimiento se limitaba a una s\u00f3rdida buhardilla de San Petersburgo, difundir su rencor al mundo entero.<\/p>\n\n\n\n

A su vez, los responsables pol\u00edticos y los medios de comunicaci\u00f3n reaccionan cada vez m\u00e1s a esta atm\u00f3sfera malsana como si ocultara algo real, alimentando as\u00ed la respuesta en l\u00ednea en un ciclo sin fin de afectos.<\/p>\n\n\n\n

Un discurso roto se renueva sin cesar.<\/p>Ian Garner<\/cite><\/blockquote><\/figure>\n\n\n\n

La realidad es sustituida por la emoci\u00f3n que responde a la emoci\u00f3n; en palabras de Dostoievski, el resentimiento da paso a m\u00e1s resentimiento.<\/p>\n\n\n\n

La pol\u00edtica se gu\u00eda entonces por una forma prerracional de reproducci\u00f3n del texto: lo que parece una actuaci\u00f3n para el p\u00fablico en l\u00ednea se incorpora a la realidad de manera performativa. <\/span>5<\/sup><\/a><\/span><\/span><\/p>\n\n\n\n

En la d\u00e9cada de 1980, Jean Baudrillard sugiri\u00f3 que la realidad se duplicaba progresivamente en capas, cuya erosi\u00f3n tambi\u00e9n se produc\u00eda por etapas.<\/p>\n\n\n\n

En primer lugar, un primer mapa pod\u00eda reflejar el territorio real; luego, un nuevo mapa, basado en el primero, lo ocultaba y deformaba; despu\u00e9s, otro mapa cortaba los v\u00ednculos con cualquier realidad subyacente.<\/p>\n\n\n\n

Entonces solo quedaba el mapa sin el territorio, autorreferencial, flotando libremente, una copia sin original.<\/p>\n\n\n\n

Hoy en d\u00eda, retomando el vocabulario de Baudrillard, vivimos en la era de la simulaci\u00f3n: <\/span>6<\/sup><\/a><\/span><\/span> lo que decimos en el discurso pol\u00edtico ya no hace referencia a ninguna realidad. Las narrativas superan y sustituyen a lo real.<\/p>\n\n\n\n

Como ni el p\u00fablico ni los responsables pol\u00edticos prestan atenci\u00f3n a nada m\u00e1s que a la calidad afectiva de ambos lados de la ecuaci\u00f3n, nos seduce una existencia en la que dos m\u00e1s dos realmente pueden ser cinco.<\/p>\n\n\n\n

No es la aparici\u00f3n de una pol\u00edtica del afecto lo que distingue al siglo XXI de los dem\u00e1s: ya en el siglo pasado fue la causa de los terribles excesos del totalitarismo.<\/p>\n\n\n\n

Lo que cambia es que estamos asistiendo al nacimiento de una pol\u00edtica moldeada por infinitas capas de irrealidad afectiva y que, a su vez, las moldea.<\/p>\n\n\n\n

Todas las partes implicadas, gracias a la conectividad permanente y a la difusi\u00f3n mundial de las redes sociales, expresan su \u00abrencor\u00bb dostoievskiano hacia los dem\u00e1s.<\/p>\n\n\n\n

Lo que est\u00e1 en juego aqu\u00ed no es tanto el brainrot<\/em>, la \u00abenfermedad\u00bb que padecen los cerebros, como una forma corrupta de la realidad: una putrefacci\u00f3n generalizada.<\/p>\n\n\n\n

No se trata de una descomposici\u00f3n de las facultades, sino de una nueva forma de elaborar, compartir y cuestionar la realidad.<\/p>\n\n\n\n

El colapso discursivo no se limita a corromper las condiciones del debate; su incesante reproducci\u00f3n de irrealidades que se responden entre s\u00ed nos hace ignorar cuestiones fundamentales sobre las condiciones materiales <\/em>de ese debate.<\/p>\n\n\n\n

Apaciguar a la multitud viral: la pol\u00edtica sin la realidad<\/strong><\/h2>\n\n\n\n

Infraestructuras, educaci\u00f3n, sociedad: la realidad se resquebraja; un discurso roto se renueva sin cesar.<\/p>\n\n\n\n

Para ilustrar el ciclo discursivo que alimenta esta pol\u00edtica de simulaci\u00f3n, tomemos otro ejemplo aterrador: la reciente ola de discursos antiinmigrantes en Inglaterra.<\/p>\n\n\n\n

Se han organizado oleadas de peque\u00f1as manifestaciones, amplificadas por las redes sociales. Un pu\u00f1ado de personas en peque\u00f1as ciudades suburbanas alrededor de Londres \u2014nombres como Epping o Croydon no dir\u00e1n nada a la mayor\u00eda de las personas que no viven en el cintur\u00f3n periurbano de la capital brit\u00e1nica\u2014 se reunieron para manifestarse frente a los llamados \u00abhoteles para migrantes\u00bb que alojan a solicitantes de asilo. <\/span>7<\/sup><\/a><\/span><\/span><\/p>\n\n\n\n

En sus ciudades let\u00e1rgicas, estos peque\u00f1os grupos hacen eco del hombre del subsuelo que vive al margen.<\/p>\n\n\n\n

Sin embargo, las im\u00e1genes y las interpretaciones de tales manifestaciones, llenas del rojo cegador de los bengalas, del choque de las multitudes enfurecidas que lanzaban insultos, de la ola ondulante de banderas brit\u00e1nicas e inglesas, se propagaron r\u00e1pidamente por todo el mundo occidental.<\/p>\n\n\n\n

Los medios de comunicaci\u00f3n nacionales e internacionales se apresuraron a cubrir el asunto, mientras que los pol\u00edticos locales y nacionales reaccionaban en tiempo real en internet.<\/p>\n\n\n\n

Este concierto de reacciones ten\u00eda una cosa en com\u00fan. No se hablaba de lo que estaba pasando, sino de la representaci\u00f3n <\/em>viral de lo que estaba pasando.<\/p>\n\n\n\n

Gracias a internet, peque\u00f1as manifestaciones, alimentadas por un compromiso de proporciones virales y potenciadas por influencers de derecha, pod\u00edan convertirse en levantamientos nacionales.<\/p>\n\n\n\n

Lo que importaba era el valor afectivo de estos acontecimientos, no su realidad material.<\/p>\n\n\n\n

El gobierno se sinti\u00f3 obligado a reaccionar: una reorganizaci\u00f3n ministerial, un lenguaje cada vez m\u00e1s duro hacia los solicitantes de asilo y escenificaciones simb\u00f3licas.<\/p>\n\n\n\n

Entre estas \u00faltimas, se vieron discursos apelando al sentimiento nacional y entrevistas en los medios de comunicaci\u00f3n; el punto culminante fue la declaraci\u00f3n de la entonces ministra del Interior, Yvette Cooper, <\/span>8<\/sup><\/a><\/span><\/span> un comentario tan desconectado de la realidad como los tuits dignos de un cerebro enfermo de Bill Ackman: \u00abTengo banderas, pancartas con la cruz de San Jorge. Tambi\u00e9n tengo pancartas con la rosa blanca de York. Tengo banderas y manteles con la Union Jack, tenemos todo lo necesario\u00bb.<\/p>\n\n\n\n

Estos gestos, que ced\u00edan a la emoci\u00f3n, no reconoc\u00edan la realidad de las manifestaciones ni respond\u00edan a las quejas subyacentes: no ha habido ning\u00fan debate significativo, ni en el Parlamento ni en los numerosos peri\u00f3dicos brit\u00e1nicos, sobre el alcance real de la inmigraci\u00f3n ilegal, las solicitudes de asilo y los sistemas que la limitan, ni sobre el costo, las restricciones o los impactos del alojamiento con fondos p\u00fablicos.<\/p>\n\n\n\n

Sin embargo, la agenda p\u00fablica est\u00e1 cambiando, la frustraci\u00f3n se intensifica y se celebran nuevas manifestaciones: a mediados de septiembre se organiz\u00f3 en Londres una marcha por \u00abUnir el Reino Unido\u00bb (Unite the Kingdom<\/em>) en Londres; <\/span>9<\/sup><\/a><\/span><\/span> gracias a amplias redes de actores de todo el mundo y a la ayuda de im\u00e1genes generadas por IA, se amplific\u00f3 inmediatamente hasta alcanzar proporciones excesivas y ser presentada como la mayor manifestaci\u00f3n de la historia brit\u00e1nica.<\/p>\n\n\n\n

\n \n \r\n \r\n \r\n \r\n \r\n \r\n \r\n \r\n <\/picture>\r\n \n
Lo que est\u00e1 en juego aqu\u00ed no es la \u00abenfermedad\u00bb que padecen los cerebros, sino una forma corrupta de la realidad: una podredumbre generalizada.<\/figcaption>\n <\/a>\n<\/figure>\n\n\n

Este ciclo repetitivo ilustra c\u00f3mo la realidad se destruye poco a poco.<\/p>\n\n\n\n

El debate pol\u00edtico se desvincula de la raz\u00f3n o la racionalidad, motivado por oleadas de demandas impulsadas por la emoci\u00f3n \u2014por el clamor de los \u00abhombres del subsuelo\u00bb que se agolpan en las redes sociales\u2014, mientras que esas mismas respuestas pol\u00edticas a menudo agravan los problemas que se supone que deben resolver, lo que provoca m\u00e1s indignaci\u00f3n, frustraci\u00f3n y violencia gregaria.<\/p>\n\n\n\n

As\u00ed es como el ciclo vuelve a empezar.<\/p>\n\n\n\n

Cuanto m\u00e1s fuerte es el clamor, m\u00e1s irracional es la indignaci\u00f3n, m\u00e1s parecen fracasar las pol\u00edticas. Los internautas piensan que al expresar su \u00abresentimiento\u00bb en las redes sociales, est\u00e1n ejerciendo un poder. Por el contrario, los gobiernos piensan que son ellos quienes dirigen los asuntos. En realidad, unos y otros est\u00e1n atrapados en un palacio de espejos: cada uno reacciona a lo que el otro muestra de sus emociones.<\/p>\n\n\n\n

La realidad no deja de existir por ello, solo que ya nadie la tiene en cuenta.<\/p>\n\n\n\n

Y los autoritarios son los primeros en haber comprendido c\u00f3mo explotar este ciclo de desintegraci\u00f3n.<\/p>\n\n\n\n

El d\u00eda en que nos volvimos hipernormales<\/strong><\/h2>\n\n\n\n

Esta historia tambi\u00e9n comienza en Rusia.<\/p>\n\n\n\n

Pero esta vez es la de Vladimir Putin.<\/p>\n\n\n\n

En la d\u00e9cada de 2000, Vladislav Surkov, entonces jefe de propaganda y eminencia gris de Putin, dise\u00f1\u00f3 un sofisticado sistema de pol\u00edtica teatral, basado en los m\u00e9todos modernos de entretenimiento y marketing<\/em> que tom\u00f3 prestados de la cultura popular occidental y del teatro de vanguardia: escenificaciones, relatos contradictorios y dramaturgia pol\u00edtica.<\/p>\n\n\n\n

Estas representaciones se difundieron primero a trav\u00e9s de los medios de comunicaci\u00f3n tradicionales controlados o dominados por el Estado, y luego a trav\u00e9s de toda una gama de medios digitales.<\/p>\n\n\n\n

Convertidas en un dispositivo a la medida de Rusia, acabaron saturando el campo de la percepci\u00f3n.<\/p>\n\n\n\n

La pol\u00edtica real y las decisiones racionales se reescribieron para adaptarse a la forma en que el Kremlin regula la informaci\u00f3n.<\/p>\n\n\n\n

Esto condujo a resultados desastrosos. Contar una buena historia se convirti\u00f3 a veces en algo m\u00e1s importante que salvar vidas.<\/p>\n\n\n\n

Esta metamorfosis de la realidad a trav\u00e9s del prisma de lo espectacular tuvo al menos un ejemplo dram\u00e1tico: la respuesta a la toma de rehenes en el teatro de Mosc\u00fa, donde el asalto de las fuerzas especiales con gas incapacitante provoc\u00f3 la muerte de m\u00e1s de un centenar de personas inocentes, bajo la mirada \u00e1vida de las c\u00e1maras de televisi\u00f3n del Kremlin. <\/span>10<\/sup><\/a><\/span><\/span><\/p>\n\n\n\n

A su vez, el debate p\u00fablico gir\u00f3 en torno a las reacciones instintivas al terrorismo, alimentando el apoyo a la violenta guerra en curso en Chechenia, a 1.500 kil\u00f3metros al sur.<\/p>\n\n\n\n

Estos espect\u00e1culos no eran \u00abfalsos\u00bb en el sentido de que fueran inveros\u00edmiles.<\/p>\n\n\n\n

Al contrario, funcionaron porque separaron el discurso pol\u00edtico de la realidad, sustituy\u00e9ndola por una puesta en escena de emociones con efecto cat\u00e1rtico: los telespectadores comunes pod\u00edan ver sus propias emociones en la pantalla.<\/p>\n\n\n\n

No importaba que el asalto fuera preciso y selectivo, siempre y cuando hubiera un asalto, siempre y cuando pasara algo.<\/p>\n\n\n\n

Ante sus pantallas, los ciudadanos de la Federaci\u00f3n Rusa eran testigos y consumidores de un espect\u00e1culo retransmitido en directo<\/a>.<\/p>\n\n\n\n

El desarrollo de la interactividad digital en la comunicaci\u00f3n pol\u00edtica proporcion\u00f3 a los herederos de Surkov la receta para dar a la mayor\u00eda la ilusi\u00f3n de que formaban parte del drama.<\/p>\n\n\n\n

Esta apariencia de participaci\u00f3n se ha vuelto mucho m\u00e1s convincente que antes: hoy en d\u00eda, las redes sociales dan a los usuarios rusos la impresi\u00f3n de que est\u00e1n moldeando su propio mundo al suscribirse, comentar, dar \u00abme gusta\u00bb y compartir sus opiniones y gustos. <\/span>11<\/sup><\/a><\/span><\/span><\/p>\n\n\n\n

Por supuesto, no hacen nada de eso: la esfera de las redes sociales rusas es un mundo ficticio, cuidadosamente construido y alimentado por el Kremlin.<\/p>\n\n\n\n

Al controlar las redes sociales gracias a la propiedad de las plataformas y los algoritmos, el Estado es capaz de dar a los rusos de a pie la sensaci\u00f3n de que tienen el control de su vida privada.<\/p>\n\n\n\n

De este modo, el Kremlin crea una apariencia de autonom\u00eda que, en este Estado neototalitario, no tiene ninguna realidad.<\/p>\n\n\n\n

Mientras se celebraban manifestaciones contra la inmigraci\u00f3n en Londres y el estadounidense Bill Ackman interven\u00eda en el debate brit\u00e1nico sobre la inmigraci\u00f3n, se filmaba a fieles ortodoxos desfilando en Mosc\u00fa. <\/span>12<\/sup><\/a><\/span><\/span><\/p>\n\n\n\n

El video se difundi\u00f3 ampliamente en l\u00ednea, tanto en Rusia como en el extranjero.<\/p>\n\n\n\n

A primera vista, la marcha parec\u00eda ser una verdadera movilizaci\u00f3n de fervor religioso por parte de los ciudadanos; esas pancartas y s\u00edmbolos ocupaban un espacio performativo de apariencia espont\u00e1nea, el de la devoci\u00f3n femenina por la tradici\u00f3n religiosa en apoyo a la guerra en curso contra Ucrania.<\/p>\n\n\n\n

En realidad, este espacio est\u00e1 sometido a un estricto control.<\/p>\n\n\n\n

Los ciudadanos rusos consumen estas im\u00e1genes en l\u00ednea en un torbellino difuso de contenidos reciclados, difundidos sin control en cada hilo de noticias. Todo el mundo alimenta este flujo, desde los influencers hasta los comentaristas que se dirigen a la \u00abbase\u00bb, pasando por los pol\u00edticos y las vastas redes de bots y trolls.<\/p>\n\n\n\n

El brainrot<\/em> no est\u00e1 en nosotros<\/em>, sino entre nosotros<\/em>.<\/p>Ian Garner<\/cite><\/blockquote><\/figure>\n\n\n\n

En esta atm\u00f3sfera malsana, en la que se reacciona por instinto, la marcha en s\u00ed y su recepci\u00f3n se vuelven \u00abpopulares\u00bb.<\/p>\n\n\n\n

Lo importante no es tanto la manifestaci\u00f3n en s\u00ed como sus repercusiones.<\/p>\n\n\n\n

Las im\u00e1genes difundidas en las redes sociales suscitan debates, empat\u00eda e incluso indignaci\u00f3n hacia quienes no participan: nuevos ciclos de afectos, cada uno creando su propio bucle.<\/p>\n\n\n\n

Esta segunda vida del evento desencadena a su vez nuevas oleadas de reacciones a trav\u00e9s de im\u00e1genes y memes.<\/p>\n\n\n\n

Finalmente, se produce una acci\u00f3n pol\u00edtica del Estado en favor de sus propios objetivos tradicionalistas, moralistas y militaristas.<\/p>\n\n\n\n

La pol\u00edtica y el discurso emanan de una realidad escenificada; la actuaci\u00f3n produce las mismas reacciones que la sustentan.<\/p>\n\n\n\n

Esto es lo que Vladislav Sourkov hab\u00eda comprendido intuitivamente: la pol\u00edtica mediatizada no tiene por qu\u00e9 ser una cuesti\u00f3n de verdad o mentira; puede ser simplemente la orquestaci\u00f3n de un ciclo sin fin de escenificaciones que parecen aut\u00e9nticas.<\/p>\n\n\n\n

Si el ciclo es lo suficientemente cre\u00edble, la maquinaria lo suficientemente rodada y el dispositivo lo suficientemente ingenioso, el afecto acaba sustituyendo por completo a la racionalidad.<\/p>\n\n\n\n

En nuestra \u00e9poca, el hombre del subsuelo tiene la impresi\u00f3n de que su voz no se limita a su buhardilla, sino que, por el contrario, adquiere un significado simb\u00f3lico capaz de llegar a todo el mundo; esta apariencia de poder puede entonces empezar a despertar la imaginaci\u00f3n de los dirigentes y los dirigidos.<\/p>\n\n\n\n

La mediatizaci\u00f3n surkoviana tiene as\u00ed su origen en el mundo \u00abhipernormalizado\u00bb <\/span>13<\/sup><\/a><\/span><\/span> del final de la era sovi\u00e9tica, donde una fantas\u00eda abiertamente reconocida cubre la realidad, mientras que la gente com\u00fan sigue con su vida cotidiana.<\/p>\n\n\n\n

\n \n \r\n \r\n \r\n \r\n \r\n \r\n \r\n \r\n <\/picture>\r\n \n
La realidad no ha dejado de existir, solo que ya nadie la tiene en cuenta.<\/figcaption>\n <\/a>\n<\/figure>\n\n\n

Sin embargo, esta mediatizaci\u00f3n va m\u00e1s all\u00e1 hoy en d\u00eda, y ah\u00ed radica el punto crucial: en este simulacro, tanto los poderosos como las masas comienzan a perder de vista los l\u00edmites, d\u00f3nde comienza y d\u00f3nde termina la realidad.<\/p>\n\n\n\n

En Occidente, y aunque nuestro hemisferio se crea firmemente anclado en la racionalidad, los autoritarios en ciernes adoptan cada vez m\u00e1s esta estrategia para tomar el poder y mantenerlo.<\/p>\n\n\n\n

La l\u00f3gica surkoviana se ha banalizado en el funcionamiento de las plataformas, los medios de comunicaci\u00f3n y los actores pol\u00edticos de toda Europa y Am\u00e9rica del Norte, en particular entre los multimillonarios de extrema derecha que se han enriquecido gracias a las nuevas tecnolog\u00edas. <\/span>14<\/sup><\/a><\/span><\/span><\/p>\n\n\n\n

Pero el fen\u00f3meno va m\u00e1s all\u00e1 de los tecno-reaccionarios<\/a>.<\/p>\n\n\n\n

En un Occidente que, a diferencia de Rusia, disfruta de libertad de expresi\u00f3n, el problema surge del movimiento de \u00abrencor\u00bb que sale de un espacio aislado; luego entra en la corriente de la pol\u00edtica mundial y las propuestas concretas, y luego sale de ella.<\/p>\n\n\n\n

Bill Ackman, el gobierno brit\u00e1nico y los manifestantes antiinmigraci\u00f3n del Reino Unido se imaginan a s\u00ed mismos participando en procesos pol\u00edticos significativos; del mismo modo, los hombres en la sombra, los pol\u00edticos poderosos y los comentaristas intelectuales se imaginan a s\u00ed mismos participando en una pol\u00edtica significativa, pero sus propuestas circulan ante todo en l\u00ednea.<\/p>\n\n\n\n

De este modo, desempe\u00f1an un papel en un ciclo que es ante todo un espect\u00e1culo, en el sentido que le daba Surkov: tambi\u00e9n contribuyen a escribirlo.<\/p>\n\n\n\n

Bajo la superficie, la realidad \u2014que se descuida y sobre la que ya no se tiene control\u2014 sigue desmoron\u00e1ndose.<\/p>\n\n\n\n

Todos estamos atrapados en este ciclo en el que ninguna etapa es posible sin la otra. Incluso aquellos de nosotros que nos consideramos ajenos y a salvo \u2014intelectuales, expertos, responsables pol\u00edticos\u2014 nos dejamos llevar por la corriente, sin siquiera darnos cuenta de que la realidad est\u00e1 en otra parte.<\/p>\n\n\n\n

No se trata solo de individuos cuyo cerebro est\u00e9 roto<\/a>.<\/p>\n\n\n\n

El brainrot<\/em> no est\u00e1 en nosotros<\/em>, sino entre nosotros<\/em>.<\/p>\n\n\n\n

No es simplemente un \u00abproblema de las redes sociales\u00bb que se pueda resolver tomando el control de los gigantes de Silicon Valley, si es que eso fuera posible.<\/p>\n\n\n\n

En el origen del problema se encuentra la muy debatida cuesti\u00f3n de la creciente desconfianza hacia los centros de poder, aquellos que tradicionalmente impulsaban las pol\u00edticas y dominaban el discurso sobre ellas.<\/p>\n\n\n\n

En los pa\u00edses de la OCDE en 2023, solo el 39 % de los ciudadanos declaraba confiar en su gobierno nacional, <\/span>15<\/sup><\/a><\/span><\/span> y solo el 41 % pensaba que los gobiernos se basaban en los mejores datos disponibles para tomar sus decisiones pol\u00edticas. Las cifras relativas a la confianza en los medios de comunicaci\u00f3n tradicionales \u2014el espacio en el que se desarrolla el discurso pol\u00edtico, que a su vez da forma a la pol\u00edtica y a las formas de gobierno\u2014 son igualmente desastrosas. Por supuesto, la confianza no puede sino ser d\u00e9bil cuando los temas de la agenda se elaboran para responder a un torbellino de emociones.<\/p>\n\n\n\n

Al mismo tiempo, y especialmente desde que la pandemia de COVID-19 aceler\u00f3 la transici\u00f3n hacia una sociedad totalmente en l\u00ednea, la alienaci\u00f3n social se ha vuelto m\u00e1s palpable: seg\u00fan Ofcom, en el Reino Unido, los adultos pasan ahora m\u00e1s de cuatro horas al d\u00eda en l\u00ednea, lo que supone un aumento de m\u00e1s de 40 minutos con respecto a 2023. En el caso de los j\u00f3venes, la cifra es a\u00fan mayor.<\/p>\n\n\n\n

El intercambio de videos y la mensajer\u00eda dominan la comunicaci\u00f3n interpersonal diaria, la vida profesional y el consumo de informaci\u00f3n.<\/p>\n\n\n\n

Es f\u00e1cil se\u00f1alar un brainrot<\/em> que afectar\u00eda al cerebro de algunas personas y sugerir que todos nos estamos volviendo m\u00e1s vulnerables a la irrealidad. Invocada con la tediosa autoridad de los datos m\u00e9dicos, esta nueva enfermedad del siglo parece proporcionar tanto el diagn\u00f3stico como el tratamiento de los males de nuestra \u00e9poca, mientras legiones de periodistas publicados, expertos acad\u00e9micos y supuestos l\u00edderes de opini\u00f3n \u2014hombres y mujeres celebrados por su perspicacia\u2014 se entregan p\u00fablicamente a fantas\u00edas y conspiraciones tan alejadas de la realidad emp\u00edrica que la raz\u00f3n y el conocimiento parecen haberse vuelto \u2014bajo el peso de la \u00abm\u00e1quina de esc\u00e1ndalos\u00bb que es Twitter\u2014 totalmente accesorios. <\/span>16<\/sup><\/a><\/span><\/span><\/p>\n\n\n\n

Desde esta perspectiva, las personas comunes y corrientes que somos, con nuestro cerebro com\u00fan y corriente, deber\u00edamos sentirnos abrumadas por el peso de los algoritmos que utilizan las redes sociales.<\/p>\n\n\n\n

Sin embargo, contrariamente a lo que algunos proponen, <\/span>17<\/sup><\/a><\/span><\/span> la soluci\u00f3n no es eliminar o limitar las redes sociales. Si nos basamos en la experiencia de los Estados autoritarios, esto resultar\u00eda imposible de implementar en Occidente. <\/span>18<\/sup><\/a><\/span><\/span><\/p>\n\n\n\n

Hombres sin lugar: la sociedad del subsuelo<\/strong><\/h2>\n\n\n\n

\u00bfPor qu\u00e9 la pol\u00edtica que se desarrolla en l\u00ednea se ha vuelto tan atractiva?<\/p>\n\n\n\n

Aqu\u00ed es donde resulta \u00fatil la par\u00e1bola de Dostoievski sobre el hombre del subsuelo.<\/p>\n\n\n\n

Hoy en d\u00eda, el tiempo que pasamos en l\u00ednea ha sustituido progresivamente a la vida c\u00edvica y social que se desarrolla en el mundo f\u00edsico.<\/p>\n\n\n\n

Al igual que el protagonista de Dostoievski, vivimos y trabajamos solos con nuestros pensamientos, en espacios vitales reducidos y con cada vez menos contactos sociales. Nuestros tel\u00e9fonos inteligentes han sustituido los v\u00ednculos que ten\u00edamos con los lugares y las realidades que nos rodean.<\/p>\n\n\n\n

Sin embargo, mientras que el hombre del subsuelo reconoce que los pensamientos irracionales que alberga son vanos, nuestra participaci\u00f3n incesante en estos ciclos de emociones transmitidas en l\u00ednea ha llegado a forjar un simulacro de acci\u00f3n pol\u00edtica.<\/p>\n\n\n\n

Disfrutamos de una sensaci\u00f3n<\/em> de poder que, por lo dem\u00e1s, est\u00e1 ausente en la pol\u00edtica democr\u00e1tica moderna, que m\u00e1s bien nos da la impresi\u00f3n de estar marginados, de ser ignorantes e impotentes.<\/p>\n\n\n\n

La realidad, ignorada por los responsables pol\u00edticos y las pol\u00edticas p\u00fablicas, descuidada por las multitudes que viven en el torbellino de la socializaci\u00f3n en l\u00ednea, est\u00e1 a punto de resquebrajarse: ya no es m\u00e1s que una distracci\u00f3n que nos aleja de una existencia \u00aben el subsuelo\u00bb, que es la que parece tener sentido.<\/p>\n\n\n\n

En este sentido, como sujetos pol\u00edticos modernos, sufrimos inconscientemente la rabia maliciosa del hombre del subsuelo mientras nos imaginamos que somos los Quijotes de hoy.<\/p>\n\n\n\n

No caemos en la locura por estupidez, sino porque hemos le\u00eddo demasiado en una habitaci\u00f3n solitaria.<\/p>\n\n\n\n

Solo con sus novelas de caballer\u00edas, el Don Quijote de Cervantes<\/a> se dej\u00f3 seducir por un mundo fant\u00e1stico a pocos pasos del mundo real: se puso a luchar contra molinos de viento mientras sus propias tierras quedaban abandonadas. A diferencia del sujeto pol\u00edtico del final de la era sovi\u00e9tica, e incluso del sujeto tal y como lo concibe Surkov, somos Quijotes que hemos perdido por completo el contacto con la realidad.<\/p>\n\n\n\n

La decadencia de las instituciones y los espacios que antes estabilizaban la realidad \u2014ofreciendo tanto a los \u00abhombres del subsuelo\u00bb un medio para compartir sus pensamientos como a los dem\u00e1s para responder a ellos\u2014 es mucho m\u00e1s significativa para la corrosi\u00f3n generalizada que describo que la aparici\u00f3n de las redes sociales.<\/p>\n\n\n\n

La estabilidad pol\u00edtica de la posguerra occidental se manten\u00eda gracias a lo que el soci\u00f3logo Ray Oldenburg denominaba \u00abterceros lugares\u00bb: bibliotecas, clubes juveniles, bares, salas sindicales, campos deportivos.<\/p>\n\n\n\n

Las bibliotecas, los parques, los centros juveniles y los espacios comunes forman parte de nuestra pol\u00edtica de seguridad. Constituyen baluartes contra una forma de guerra no lineal y no cin\u00e9tica.<\/p>Ian Garner<\/cite><\/blockquote><\/figure>\n\n\n\n

En estos lugares, la gente com\u00fan pon\u00eda a prueba sus ideas, revisaba sus desacuerdos o sus puntos de convergencia; tambi\u00e9n practicaba el arte de la ciudadan\u00eda apoy\u00e1ndose en la esfera p\u00fablica burguesa, la que hab\u00eda surgido en Europa en el siglo XIX y legitimado la democracia.<\/p>\n\n\n\n

Seg\u00fan la visi\u00f3n de Habermas, <\/span>19<\/sup><\/a><\/span><\/span> estos lugares antiguos \u2014caf\u00e9s, salones, clubes\u2014 fomentaban la persuasi\u00f3n mediante la raz\u00f3n y la argumentaci\u00f3n, en lugar de la coacci\u00f3n y el espect\u00e1culo.<\/p>\n\n\n\n

Sin embargo, en los \u00abterceros lugares\u00bb del siglo XX, se atribuy\u00f3 a las emociones individuales un papel m\u00e1s amplio en la esfera p\u00fablica; se reconocieron como una valiosa fuente de sentimientos leg\u00edtimos, aunque fueran moderados.<\/p>\n\n\n\n

El hombre del subsuelo pod\u00eda comprometerse con una sociedad abierta, hacer o\u00edr su voz en las estructuras de poder \u2014organizaciones pol\u00edticas, comunidades, redes locales\u2014 que informaban claramente al poder nacional.<\/p>\n\n\n\n

As\u00ed es como se configuraba colectivamente la realidad.<\/p>\n\n\n\n

Desde la crisis financiera mundial, la austeridad y la privatizaci\u00f3n han despojado a gran parte de esta infraestructura.<\/p>\n\n\n\n

Hasta el punto de ruptura.<\/p>\n\n\n\n

En Gran Breta\u00f1a, la financiaci\u00f3n gubernamental de las instituciones locales se redujo casi un 30 % entre 2010 y 2024. <\/span>20<\/sup><\/a><\/span><\/span> M\u00e1s de 800 bibliotecas p\u00fablicas han cerrado sus puertas desde 2010, as\u00ed como al menos un millar de centros juveniles e innumerables pubs y salas comunitarias. Los antiguos clubes de trabajadores han desaparecido pr\u00e1cticamente. <\/span>21<\/sup><\/a><\/span><\/span> Solo queda un panorama social vaciado de su esencia, en el que los ciudadanos pasan m\u00e1s tiempo socializando y conversando con entidades ficticias en l\u00ednea que con sus vecinos.<\/p>\n\n\n\n

La p\u00e9rdida de estos espacios cotidianos explica en parte el \u00e9xito de un sentimiento sordo, el de que \u00abtodo va mal\u00bb, amplificado por los autoritarios en gran parte de Europa y Am\u00e9rica del Norte, en Francia, <\/span>22<\/sup><\/a><\/span><\/span> Ruman\u00eda, <\/span>23<\/sup><\/a><\/span><\/span> Polonia <\/span>24<\/sup><\/a><\/span><\/span> y Canad\u00e1, <\/span>25<\/sup><\/a><\/span><\/span> entre otros lugares. Para quienes desean librar una guerra informativa, se trata de un terreno f\u00e9rtil, <\/span>26<\/sup><\/a><\/span><\/span> al igual que para quienes buscan orquestar, para sus propios fines, esta simulaci\u00f3n de acci\u00f3n pol\u00edtica.<\/p>\n\n\n\n

Los usuarios de las redes sociales de hoy en d\u00eda no son est\u00fapidos. No son v\u00edctimas pasivas de un brainrot <\/em>generalizado.<\/p>\n\n\n\n

Est\u00e1n desorientados y privados de poder porque la arquitectura comunitaria que antes anclaba la realidad y la producci\u00f3n de poder en la realidad local se ha deteriorado.<\/p>\n\n\n\n

En un mundo virtual, las cocinas, las salas de estar y los dormitorios, que antes eran los lugares privilegiados para el debate, se han convertido en los nuevos \u00abterceros lugares\u00bb.<\/p>\n\n\n\n

\n \n \r\n \r\n \r\n \r\n \r\n \r\n \r\n \r\n <\/picture>\r\n \n
La velocidad y la magnitud con la que se degrada la realidad son desalentadoras. El cinismo es barato; el apetito por el espect\u00e1culo parece inagotable.<\/figcaption>\n <\/a>\n<\/figure>\n\n\n

En ausencia de laboratorios comunitarios donde se puedan desarrollar ideas privadas, las plataformas digitales siguen siendo la \u00fanica \u00e1gora disponible.<\/p>\n\n\n\n

La separaci\u00f3n entre lo privado y lo p\u00fablico se difumina a medida que las redes digitales introducen al individuo en lo que a veces se denomina el \u00abmercado mundial de ideas\u00bb.<\/p>\n\n\n\n

El \u00abtercer lugar\u00bb digital puede proporcionar una conexi\u00f3n, pero no puede proporcionar estabilidad; sin un puente com\u00fan entre las reacciones emocionales y el foro p\u00fablico, entre el individuo y el colectivo, entre los que carecen de poder y los que lo tienen, cada queja se convierte en existencial, general y fuente de divisiones.<\/p>\n\n\n\n

El hombre del subsuelo prospera en internet porque nada puede frenarlo.<\/p>\n\n\n\n

Por lo tanto, la tarea que incumbe a los gobiernos, independientemente de su escala, no es restaurar una edad de oro fantaseada en la que el debate fuera racional, ni retirarse de lo digital. Se trata de anclarlo en una vida comunitaria renovada: reconstruir los lugares y los rituales donde los afectos se enfrentan a resistencias, donde la realidad puede volver a construirse juntos y donde la gente com\u00fan constituye una forma de poder pol\u00edtico.<\/p>\n\n\n\n

Sin estos anclajes, agravamos la tormenta.<\/p>\n\n\n\n

Nos hundimos en el v\u00f3rtice de la realidad rota.<\/p>\n\n\n\n

Nos volvemos vulnerables a cada delirio, a cada manipulaci\u00f3n.<\/p>\n\n\n\n

El siglo XXI no estar\u00e1 determinado \u00fanicamente por algoritmos. Estar\u00e1 determinado por nuestra capacidad para inventar nuevas formas de anclaje, tan eficaces como lo son esos algoritmos.<\/p>\n\n\n\n

Lo que est\u00e1 en juego no es solo cultural o accesorio.<\/p>\n\n\n\n

La Europa de la posguerra cultiv\u00f3 en su d\u00eda la propiedad colectiva del poder, gracias a su capacidad para mantener una visi\u00f3n com\u00fan de la realidad, basada en instituciones que daban prioridad a las pruebas, la deliberaci\u00f3n y un procedimiento fijo, sin negar las emociones individuales ni reducirlas a simple \u00abbasura\u00bb. Hoy en d\u00eda, las narrativas virales y los movimientos alimentados por memes superan a la deliberaci\u00f3n burocr\u00e1tica, las operaciones de verificaci\u00f3n de hechos, entre otros procesos. Los actores externos explotan f\u00e1cilmente esta vulnerabilidad: las operaciones de informaci\u00f3n rusas y chinas prosperan en esta realidad fracturada.<\/p>\n\n\n\n

Mientras tanto, nuestros propios pol\u00edticos parecen incapaces de reconocer la farsa que est\u00e1n ayudando a construir.<\/p>\n\n\n\n

Sufrimos inconscientemente la rabia maliciosa del hombre del subsuelo mientras nos imaginamos que somos los Quijotes de hoy.<\/p>Ian Garner<\/cite><\/blockquote><\/figure>\n\n\n\n

Reconstrucci\u00f3n o descomposici\u00f3n<\/strong><\/h2>\n\n\n\n

El reto para Europa no es simplemente desacreditar m\u00e1s r\u00e1pidamente las narrativas falsas o moderarlas mejor.<\/p>\n\n\n\n

Se trata de tener en cuenta la transformaci\u00f3n de las condiciones mismas en las que se puede mantener la realidad.<\/p>\n\n\n\n

La inversi\u00f3n en infraestructuras sociales deber\u00eda considerarse una estrategia tan vital para la supervivencia de la democracia como una alianza militar.<\/p>\n\n\n\n

Las bibliotecas, los parques, los centros juveniles y los espacios comunes no son un bien costoso e in\u00fatil. Forman parte de nuestra pol\u00edtica de seguridad. Son baluartes contra una forma de guerra no lineal y no cin\u00e9tica.<\/p>\n\n\n\n

Ciertamente, la fantas\u00eda cuasi m\u00e9dica del brainrot <\/em>tiene algo de tranquilizador, de reconfortante: preserva la fe en la soberan\u00eda del esp\u00edritu individual; la fe en que lo que est\u00e1 roto puede restaurarse, con suficiente disciplina o una desintoxicaci\u00f3n de las pantallas.<\/p>\n\n\n\n

Pero el problema es m\u00e1s profundo. Es evidente que vivimos en una realidad <\/em>rota.<\/p>\n\n\n\n

\u00bfC\u00f3mo repararla?<\/p>\n\n\n\n

Sin duda, no pensando con nostalgia en los buenos viejos tiempos ni rechazando toda existencia digital.<\/p>\n\n\n\n

El genio ya ha salido de la l\u00e1mpara y revolotea sobre nosotros. Y gran parte de lo que aporta \u2014verdaderos v\u00ednculos sociales, <\/span>27<\/sup><\/a><\/span><\/span> movilidad, nuevas solidaridades\u2014 no puede ni debe rechazarse en bloque.<\/p>\n\n\n\n

Lo que m\u00e1s amenaza la era digital es la posibilidad de echar ra\u00edces: de ralentizar, de reunirnos, de poner a prueba las palabras y los sentimientos frente a la resistencia y la reacci\u00f3n de los dem\u00e1s, de recuperar la fricci\u00f3n que permite que los hechos tomen forma y que las ficciones cuenten un mundo en el que queremos vivir.<\/p>\n\n\n\n

No hay ninguna raz\u00f3n para que los socialdem\u00f3cratas no apoyen la construcci\u00f3n de \u00abterceros lugares\u00bb digitales <\/span>28<\/sup><\/a><\/span><\/span> en torno a las comunidades de proximidad como baluarte contra el declive democr\u00e1tico; ya existen modelos de redes sociales descentralizadas ampliamente disponibles. <\/span>29<\/sup><\/a><\/span><\/span><\/p>\n\n\n\n

Reconstruir estos espacios no ser\u00e1 f\u00e1cil. Sin duda, no resolver\u00e1 todos los problemas que afligen a las democracias liberales en nuestros a\u00f1os veinte.<\/p>\n\n\n\n

La velocidad y la magnitud con la que se degrada la realidad son desalentadoras.<\/p>\n\n\n\n

El cinismo es barato; el apetito por el espect\u00e1culo parece inagotable; sin embargo, las consecuencias de esta opci\u00f3n deber\u00edan asustarnos a\u00fan m\u00e1s: una pol\u00edtica a la deriva, vulnerable a todos los delirios y manipulaciones, incapaz de nombrar y afrontar la realidad, sumida en los ecos interminables del \u00abrencor\u00bb dostoievskiano.<\/p>\n\n\n\n

Al final del relato de Dostoievski, el antih\u00e9roe se descompone en su s\u00f3rdida vivienda. El hombre del subsuelo deja que su propia persona<\/em> se pudra: \u00abTodos estamos desacostumbrados a la vida, todos cojeamos, en mayor o menor medida. Estamos tan desacostumbrados a ella que, a veces, sentimos una especie de repugnancia por la vida real, y por eso odiamos que nos la recuerden\u00bb.<\/p>\n\n\n\n

Aceptando su sombr\u00edo destino, permanece solo, \u00abmedio muerto por el sufrimiento moral\u00bb, inclinado sobre un manuscrito inacabado e inacabable.<\/p>\n\n\n\n

Es porque ignoramos el verdadero problema por lo que estamos amenazados. Un fen\u00f3meno ampliamente interpretado como polarizaci\u00f3n pol\u00edtica y brainrot <\/em>reproduce a gran escala el destino del hombre del subsuelo, agotado hasta la extenuaci\u00f3n.<\/p>\n\n\n\n

Un mundo de emociones maliciosas surge tanto desde la cima como desde la base, desde la periferia y desde el coraz\u00f3n del poder.<\/p>\n\n\n\n

Los incesantes ataques que genera responden a los gritos de un adversario imaginario.<\/p>\n\n\n\n

La pol\u00edtica del vac\u00edo aleja cada vez m\u00e1s a la sociedad subterr\u00e1nea del mundo real.<\/p>\n\n\n\n

La realidad a\u00fan no ha desaparecido por completo del horizonte, pero cada vez es m\u00e1s dif\u00edcil de discernir.<\/p>\n","protected":false},"excerpt":{"rendered":"

Nacida en internet, una sociedad subterr\u00e1nea est\u00e1 contaminando el mundo.<\/p>\n

\u00bfC\u00f3mo reparar la realidad?<\/p>\n

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