{"id":6675,"date":"2022-08-14T20:01:14","date_gmt":"2022-08-14T19:01:14","guid":{"rendered":"https:\/\/legrandcontinent.eu\/es\/?p=6675"},"modified":"2022-08-14T20:02:20","modified_gmt":"2022-08-14T19:02:20","slug":"la-estructura-el-ornamento-y-el-tiempo-extranas-naves-venidas-de-otros-lados","status":"publish","type":"post","link":"https:\/\/legrandcontinent.eu\/es\/2022\/08\/14\/la-estructura-el-ornamento-y-el-tiempo-extranas-naves-venidas-de-otros-lados\/","title":{"rendered":"La estructura, el ornamento y el tiempo. Extra\u00f1as naves venidas de otros lados"},"content":{"rendered":"\n

En este enlace<\/a> encontrar\u00e1 los dem\u00e1s episodios de esta serie de verano en colaboraci\u00f3n con la revista Le Visiteur<\/a>.<\/em><\/p>\n\n\n\n

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\u00bfQu\u00e9 relaciones se pueden establecer entre estructura, ornamento y tiempo, tres t\u00e9rminos cuya asociaci\u00f3n no es del todo evidente? Si la estructura y el ornamento se asocian con frecuencia, es de hecho en un contexto de oposici\u00f3n entre ambas dimensiones de la arquitectura, una oposici\u00f3n que el Movimiento Moderno llev\u00f3 al l\u00edmite al optar por privilegiar la primera en detrimento de la segunda. \u00bfC\u00f3mo olvidar la condena sin paliativos de Adolf Loos al ornamento a principios del siglo XX <\/span>1<\/sup><\/a><\/span><\/span>? Sobre todo, la estructura y el ornamento no parecen tener una relaci\u00f3n evidente con la cuesti\u00f3n del tiempo. El cuestionamiento de los ideales estructurales heredados del siglo XIX y de la modernidad, as\u00ed como el frecuentemente mencionado \u00abretorno\u00bb de la ornamentaci\u00f3n bajo la influencia de las tecnolog\u00edas digitales, bien pueden apuntar a una crisis en la relaci\u00f3n de la arquitectura con la memoria y la historia, y demostrar, en cierto modo a contrario<\/em>, que la estructura y el ornamento tienen algo que ver con el tiempo. Este ser\u00e1 nuestro argumento en las siguientes p\u00e1ginas.<\/p>\n\n\n\n

En esta reflexi\u00f3n, queremos partir de la extra\u00f1a impresi\u00f3n de que muchos proyectos contempor\u00e1neos, a menudo estrechamente dependientes de los programas de dise\u00f1o asistido por computadora, no encajan en un r\u00e9gimen claro de historicidad. Que se entienda desde el principio que nuestra ambici\u00f3n no es ni condenar ni promover esta producci\u00f3n, sino m\u00e1s bien reflexionar sobre algunos de sus presupuestos fundamentales, explorar los l\u00edmites de tales presupuestos y, sobre todo, reflexionar sobre lo que revelan acerca de los problemas de la arquitectura en la era de su producci\u00f3n por medio de herramientas digitales.<\/p>\n\n\n\n

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Independence Day<\/figcaption>\n <\/a>\n<\/figure>\n\n\n\n\n
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Zaha Hadid, Phaeno Science Center, Wolfsburg, Alemania.<\/figcaption>\n <\/a>\n<\/figure>\n\n\n\n\n

Esos proyectos recuerdan en cierto modo a las naves espaciales venidas de galaxias lejanas que las novelas y pel\u00edculas de ciencia ficci\u00f3n describen llegando a nuestro planeta, muchas veces con intenciones hostiles. Esas naves parecen no tener edad, son nuevas o de una antig\u00fcedad tal que remite a lo inmemorial. Por supuesto, lo nuevo y lo in\u00e9dito dan a menudo la impresi\u00f3n de ser inmemoriales a la manera de la p\u00e1gina en blanco en la que no se ha escrito nada o de la que se ha borrado todo. Adem\u00e1s, la arquitectura siempre ha tenido una relaci\u00f3n por lo menos extra\u00f1a, incluso parad\u00f3jica, con el tiempo. Mientras llevaba las huellas del tiempo, se mostraba constantemente animada por el deseo de vencerlo en nombre de una memoria protegida de sus efectos. El deseo de preservar la memoria y de transmitirla a las generaciones futuras est\u00e1 en el origen de la noci\u00f3n de monumento, como sabemos <\/span>2<\/sup><\/a><\/span><\/span>.<\/p>\n\n\n\n

Desde la m\u00e1s alta antig\u00fcedad hasta la modernidad, desde las pir\u00e1mides hasta los rascacielos, se podr\u00edan multiplicar los ejemplos de monumentos que han tratado de vencer al tiempo para poder transmitir intactos los mensajes que les asignaron sus creadores. Pero as\u00ed como esos monumentos buscaban trascender las condiciones que precedieron su nacimiento, todos ellos captaron algo esencial de la \u00e9poca y la sociedad que los concibi\u00f3. Al hacerlo, contribuyeron a sentar las bases de una historia formada por sucesivas \u00e9pocas de la humanidad que acumulan huellas construidas a modo de sedimentaci\u00f3n artificial de materiales, formas y signos que podr\u00edan compararse con una colecci\u00f3n de documentos, o incluso con una biblioteca. Un arquitecto como L\u00e9on Vaudoyer lo entendi\u00f3 bien. La c\u00e9lebre frase de su amigo Hippolyte Fortoul, que hizo suya, \u00abla arquitectura es la verdadera escritura de los pueblos\u00bb <\/span>3<\/sup><\/a><\/span><\/span>, se refer\u00eda precisamente a esa capacidad de los monumentos para documentar las sucesivas edades de la humanidad, fundando as\u00ed la posibilidad de la historia.<\/p>\n\n\n\n

Llegados a este punto, cabe preguntarse qu\u00e9 hay de nuevo en la situaci\u00f3n actual. Al fin y al cabo, los proyectos que deben mucho a la era digital no hacen m\u00e1s que expresar un cierto n\u00famero de verdades de su tiempo, el nuestro, al referirse al cat\u00e1logo de tecnolog\u00edas disponibles, pero tambi\u00e9n a la cultura de la que forman parte, la cultura de la era digital que impregna tanto la literatura como el cine, la arquitectura y la m\u00fasica. Desde este punto de vista, el \u00abparametricismo\u00bb de Patrik Schumacher puede asemejarse efectivamente a un \u00abestilo\u00bb, como sugiere insistentemente el socio de Zaha Hadid, en la medida en que se refiere al modelo de producci\u00f3n y a un cierto n\u00famero de obsesiones de la arquitectura contempor\u00e1nea <\/span>4<\/sup><\/a><\/span><\/span>.<\/p>\n\n\n\n

\u00bfQu\u00e9 hay de nuevo hoy en comparaci\u00f3n con ayer? La respuesta est\u00e1 en una especie de indiferencia ante la cuesti\u00f3n del paso del tiempo y las generaciones futuras. Ya no tratamos de superar el tiempo y, as\u00ed, esbozar las condiciones de posibilidad de la historia dejando huellas que puedan ser descifradas por otros. Ya no respondemos al desaf\u00edo del tiempo. Es como si ya no se planteara la cuesti\u00f3n del futuro.<\/p>\n\n\n\n

Un presente perpetuo<\/strong><\/h2>\n\n\n\n

En Culture num\u00e9rique et architecture<\/em>, intentamos relacionar el extra\u00f1o par\u00e9ntesis de una cuesti\u00f3n que desde hace tiempo forma parte de la arquitectura, al menos en su definici\u00f3n occidental, con una serie de fen\u00f3menos, algunos de los cuales son caracter\u00edsticos de la disciplina mientras que otros son el resultado de una din\u00e1mica m\u00e1s general <\/span>5<\/sup><\/a><\/span><\/span>. A la cabeza de esto \u00faltimo est\u00e1 el tiempo social sin perspectivas claras que parece imponerse desde la televisi\u00f3n hasta el internet, un tiempo saturado de acontecimientos que se suceden sin perfilar necesariamente una evoluci\u00f3n, como si la historia estuviera indefinidamente suspendida en favor de un presente eterno o de un futuro tan cercano a lo que conocemos que parece una simple intensificaci\u00f3n de las condiciones actuales. Por supuesto, ese tiempo indefinidamente ralentizado, o esa actualidad en intensificaci\u00f3n perpetua, s\u00f3lo parece conducir a la cat\u00e1strofe final de un planeta al que las acciones irreflexivas del hombre volvieron inhabitable. Pero la perspectiva del apocalipsis no sustituye a la historia, sino que contribuye a su abolici\u00f3n en nuestras conciencias saturadas de acontecimientos en serie y de amenazas que bloquean el horizonte.<\/p>\n\n\n\n

En medio de un presente que parpadea con los fuegos de la actualidad, fuegos que son tanto m\u00e1s vivos cuanto que destacan sobre un fondo de pesadas nubes de tormenta, la forma arquitect\u00f3nica tiende a asimilarse a un acontecimiento que es a la vez t\u00e9cnico y art\u00edstico. M\u00e1s profundamente a\u00fan, se vuelve an\u00e1logo de una forma de acci\u00f3n. Antes de llegar a la eficiencia energ\u00e9tica y al impacto cultural que hoy se le exige cada vez m\u00e1s, su car\u00e1cter performativo, subrayado por un gran n\u00famero de te\u00f3ricos y profesionales de la arquitectura <\/span>6<\/sup><\/a><\/span><\/span>, bien podr\u00eda derivar de su consustancialidad con el acontecimiento y la acci\u00f3n que lo desencadena. Comparte ese car\u00e1cter performativo con la nave espacial venida de otro lugar, cuyo car\u00e1cter formidable proviene de la \u00edntima alianza entre la pureza geom\u00e9trica y la potencia de disparo.<\/p>\n\n\n\n

La tecnolog\u00eda digital desempe\u00f1a, por supuesto, un papel en esta evoluci\u00f3n, aunque s\u00f3lo sea por el profundo v\u00ednculo que existe entre la informaci\u00f3n y el acontecimiento. Como escribi\u00f3 el fil\u00f3sofo Pierre L\u00e9vy, \u00abun bit no es una part\u00edcula de materia, ni un elemento de idea, es un \u00e1tomo de circunstancia\u00bb <\/span>7<\/sup><\/a><\/span><\/span>. A partir de esa identidad fundamental, internet es la encarnaci\u00f3n m\u00e1s evidente de este mundo de acontecimientos en el que estamos inmersos sin una flecha hist\u00f3rica clara. En este sentido, se mantiene fiel a la met\u00e1fora original del ciberespacio como una especie de Strip de Las Vegas gigante propuesta por autores como William Gibson en Neuromancer<\/em> <\/span>8<\/sup><\/a><\/span><\/span>. En Las Vegas, siempre est\u00e1 pasando algo \u2014espectaculares, saturaci\u00f3n de signos, de ambientes y de colores que entrechocan, los gigantescos hoteles, desde el Caesars Palace hasta el Venice, desde Nueva York hasta Par\u00eds, son en s\u00ed mismos acontecimientos\u2014, pero nada parece cambiar nunca y la febril actividad del personal y de  los turistas s\u00f3lo genera su propia repetici\u00f3n. Facebook o Twitter sugieren una sensaci\u00f3n bastante similar de hiperactividad y de repetici\u00f3n al mismo tiempo.<\/p>\n\n\n\n

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Vista nocturna de Las Vegas.<\/figcaption>\n <\/a>\n<\/figure>\n\n\n\n\n

Sobra decir que los acontecimientos a los que se hace referencia aqu\u00ed tienen poco que ver con los hechos hist\u00f3ricos en el sentido tradicional. En el flujo de la actualidad, pocos hechos se refieren a un antes y un despu\u00e9s claramente identificados. Volviendo a la arquitectura, la aparente ausencia de una flecha del tiempo \u2014aparente, por supuesto, porque es una percepci\u00f3n colectiva m\u00e1s que una estructura objetiva\u2014 facilita la comprensi\u00f3n de las numerosas referencias a la naturaleza y a fen\u00f3menos como la emergencia <\/span>9<\/sup><\/a><\/span><\/span>. La forma arquitect\u00f3nica parece producirse a la manera de un fen\u00f3meno de cambio de fase, con la misma ausencia de significado. Esto facilita la comprensi\u00f3n de la reticencia contempor\u00e1nea hacia la dimensi\u00f3n simb\u00f3lica, que se expresa con especial agudeza en los debates sobre el ornamento.<\/p>\n\n\n\n

Pero no es del ornamento de lo que nos gustar\u00eda ocuparnos en este instante. El ornamento est\u00e1 volviendo, como ya dijimos. Por otra parte, la estructura parece estarse desvaneciendo progresivamente del primer plano de las preocupaciones arquitect\u00f3nicas. Tal desvanecimiento est\u00e1 \u00edntimamente ligado a la cuesti\u00f3n del tiempo y de la historia. Una vez establecido este punto crucial, es momento de pasar al \u00abretorno\u00bb del ornamento, que ha sido tanto celebrado como vilipendiado por la cr\u00edtica.<\/p>\n\n\n\n

Estructura y tiempo<\/strong><\/h2>\n\n\n\n

El desvanecimiento de la estructura plantea la cuesti\u00f3n del estatus del tiempo y de la historia en la arquitectura. Hay que tener en cuenta que lo que se desvanece es en realidad m\u00e1s general que la estructura. Es el car\u00e1cter determinante para la construcci\u00f3n de la organizaci\u00f3n constructiva interna, que no por ser interna afloraba con menos frecuencia en la fachada. Toda una parte de la tradici\u00f3n de inspiraci\u00f3n vitruviana que hab\u00eda prevalecido desde el Renacimiento se refer\u00eda a dicho afloramiento, un afloramiento muchas veces ficticio, como en el Palacio del Te de Giulio Romano <\/span>10<\/sup><\/a><\/span><\/span>. La arquitectura de los siglos XIX y XX hab\u00eda recogido ese ideal de expresi\u00f3n de la organizaci\u00f3n constructiva. <\/p>\n\n\n\n

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Giuliano Romano, patio interior del Palacio del Te, Mantua, Italia, 1534.<\/figcaption>\n <\/a>\n<\/figure>\n\n\n\n\n

En ese sentido, podemos convenir en llamar construcci\u00f3n o incluso tect\u00f3nica a algo m\u00e1s general que la estructura en el sentido de los ingenieros, que contribuy\u00f3 a dar al proyecto y al edificio todo su alcance <\/span>11<\/sup><\/a><\/span><\/span>. En cuanto al cuestionamiento de una dimensi\u00f3n que ha constituido durante mucho tiempo el proyecto, los t\u00e9rminos utilizados importan poco.<\/p>\n\n\n\n

Hay varias explicaciones para esto. Una cierta inestabilidad program\u00e1tica desempe\u00f1a un papel claro en la medida en que tiende a favorecer una organizaci\u00f3n del edificio basada en la envoltura. Los imperativos energ\u00e9ticos desempe\u00f1an un papel a\u00fan m\u00e1s decisivo. En este sentido, el arquitecto espa\u00f1ol I\u00f1aki Abalos evoca el paso del registro estructural al de la termodin\u00e1mica <\/span>12<\/sup><\/a><\/span><\/span>. Como explica George Legendre en su \u00abLibro de las superficies\u00bb, los programas de dise\u00f1o asistido por computadora tienden a promover un enfoque del proyecto en t\u00e9rminos de relaciones param\u00e9tricas y no de partes <\/span>13<\/sup><\/a><\/span><\/span>. La actual crisis de las determinaciones estructurales tambi\u00e9n est\u00e1 vinculada al tropismo al que cada vez es m\u00e1s dif\u00edcil resistir. Cuando todav\u00eda se reivindica la estructura, a menudo se adorna con una complejidad visual tan grande que tiende a confundirse con un ornamento gigante. El Estadio Ol\u00edmpico de Pek\u00edn de Herzog & de Meuron es sintom\u00e1tico de esa difuminaci\u00f3n, que tiende a rebajar la profundidad estructural a la epidermis, para reducir la estructura a una condici\u00f3n fundamentalmente superficial, de ah\u00ed su car\u00e1cter ornamental.<\/p>\n\n\n\n

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Estadio Nacional de Pek\u00edn o \u00abNido de P\u00e1jaro\u00bb, Herzog & de Meuron, 2008.<\/figcaption>\n <\/a>\n<\/figure>\n\n\n\n\n

El debilitamiento o el eclipse de lo estructural y, m\u00e1s generalmente, de la construcci\u00f3n o de la tect\u00f3nica en favor de la piel tiene toda una serie de v\u00ednculos con la crisis de la relaci\u00f3n con la historia. En primer lugar, pone en tela de juicio la idea de ruina, ya que \u00e9sta podr\u00eda asimilarse a la construcci\u00f3n que vuelve gradualmente a un estado de naturaleza. En la tradici\u00f3n occidental, la ruina desempe\u00f1aba un papel esencial: marcaba tanto la omnipotencia de las leyes naturales como la capacidad del hombre de suspender su curso por un momento para establecer una historia humana del mundo. De este modo, reflejaba la pretensi\u00f3n de la arquitectura de inspirarse en la naturaleza y sus leyes para construir un mundo humano. Una de las fuentes de la expresividad de sus producciones resid\u00eda en su capacidad para volver sensible el trayecto que lleva de la naturaleza a la sociedad. La ruina marcaba el viaje en sentido contrario, pero tambi\u00e9n remit\u00eda a la existencia de una historia general que trascend\u00eda los l\u00edmites espacio-temporales de las sociedades y civilizaciones particulares, una historia dentro de la cual se cumpl\u00eda el ciclo que llevaba de la edificaci\u00f3n a la ruina y luego a la reconstrucci\u00f3n bajo diferentes formas de lo arruinado. La generalidad de esta historia se manifestaba en la persistencia del \u00abhabitar\u00bb a lo largo de las diferentes fases. Como el cuadro revela con insistencia, las ruinas se segu\u00edan habitando. Los pastores de Arcadia, la Sagrada Familia y los poetas de la \u00e9poca rom\u00e1ntica decidieron fijar su residencia all\u00ed.<\/p>\n\n\n\n

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Hubert Robert, Ermita\u00f1o rezando entre las ruinas, hacia 1760.<\/figcaption>\n <\/a>\n<\/figure>\n\n\n\n\n

Es dif\u00edcil imaginar la arquitectura digital en ruinas de la misma manera que los edificios anteriores. El ciclo ya no es relevante y el proceso de ruina parece ser sustituido por una repentina y radical obsolescencia. Esto nos lleva de nuevo a la analog\u00eda de la nave espacial. Los humanos no est\u00e1n hechos para vivir en los pasillos de las naves espaciales abandonadas. La primera pel\u00edcula de la serie Alien<\/em> revela lo que les sucede cuando violan este principio.<\/p>\n\n\n\n

La estructura tambi\u00e9n hac\u00eda referencia a la historicidad de la arquitectura a trav\u00e9s de los v\u00ednculos que se tej\u00edan entre la cultura de una \u00e9poca y la forma de concebir el ensamblaje de los elementos constructivos como una especie de lenguaje. Estos v\u00ednculos han fascinado a personalidades tan diferentes como Eug\u00e8ne-Emmanuel Viollet-le-Duc y Erwin Panofsky <\/span>14<\/sup><\/a><\/span><\/span>. Con casi un siglo de diferencia, tanto el te\u00f3rico del racionalismo estructural como el historiador del arte hab\u00edan tratado de comprender c\u00f3mo la actitud de una sociedad ante el mundo y su forma de pensar pod\u00edan reflejarse en el modelo de construcci\u00f3n que adoptaba.<\/p>\n\n\n\n

La importancia de esta cuesti\u00f3n se ve debilitada por la tendencia a sustituir las relaciones entre los par\u00e1metros por partes de la construcci\u00f3n. Otra forma de interpretar el cambio es relacionarlo con el equilibrio que tradicionalmente ha caracterizado a la arquitectura, entre el afecto y la posibilidad del lenguaje. Por un lado, la arquitectura y la construcci\u00f3n remit\u00edan a un conjunto de sensaciones anteriores al lenguaje, sensaciones que se corresponden m\u00e1s o menos con lo que muchos dise\u00f1adores llaman hoy afecto, refiri\u00e9ndose, no siempre pertinentemente, a la filosof\u00eda de Gilles Deleuze <\/span>15<\/sup><\/a><\/span><\/span>. Por otro lado, suger\u00edan, sobre todo la construcci\u00f3n, que el edificio estaba a punto de hablar. Por supuesto, el hechizo se habr\u00eda roto si el edificio hubiera empezado a hablar. En otras palabras, no puede haber una arquitectura que sea totalmente reducible al lenguaje. Pero el edificio suger\u00eda la posibilidad de esa reducci\u00f3n mediante el ensamblaje razonado de sus partes.<\/p>\n\n\n\n

En la arquitectura digital contempor\u00e1nea, el afecto parece triunfar ahora sin rival. Un cierto tipo de relaci\u00f3n entre arquitectura y sociedad, y entre arquitectura e historicidad, parece al mismo tiempo desvanecerse. El desvanecimiento es contempor\u00e1neo del retorno vigoroso del ornamento, sobre el que debemos decir ahora algunas palabras. Porque lo que vuelve no es exactamente lo que desapareci\u00f3 con el Movimiento Moderno. El ornamento contempor\u00e1neo ya no es un suplemento de la construcci\u00f3n \u2014un suplemento en el sentido derrideano del t\u00e9rmino\u2014 que es tanto m\u00e1s esencial cuanto que la sustancia del edificio podr\u00eda imaginarse sin \u00e9l. La ornamentaci\u00f3n ya no aparece como un comentario de la estructura, colocado en lugares estrat\u00e9gicos, lo que contribu\u00eda a reforzar la impresi\u00f3n de que el edificio estaba a punto de hablar, al tiempo que remit\u00eda a un placer de los sentidos irreductible al juego de la argumentaci\u00f3n constructiva. Ahora se revela plenamente aut\u00f3nomo, hasta el punto de sustituir en muchos casos a la estructura como principio organizador del proyecto <\/span>16<\/sup><\/a><\/span><\/span>.<\/p>\n\n\n\n

Aut\u00f3nomo, sin sentido, como les gusta repetir a muchos dise\u00f1adores contempor\u00e1neos, que lo vinculan \u00fanicamente a la b\u00fasqueda del afecto, el ornamento ya no remite a c\u00f3digos todav\u00eda cuasi ling\u00fc\u00edsticos. En consecuencia, ya no forma parte de una historia de significados sucesivos de la decoraci\u00f3n arquitect\u00f3nica y tiende a pasar de moda del mismo modo que el dise\u00f1o mudo de un objeto t\u00e9cnico se vuelve obsoleto.<\/p>\n\n\n\n

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Pixel building, Studio 505, Melbourne, Australia, 2010. <\/figcaption>\n <\/a>\n<\/figure>\n\n\n\n\n

Desde la estructura hasta el ornamento, lo que parece estar en juego no es tanto una crisis de la arquitectura como disciplina como un cuestionamiento de su modo de existencia como tradici\u00f3n. De hecho, la disciplina y la tradici\u00f3n eran inseparables. Su distanciamiento corresponde a la incertidumbre que ahora afecta a la relaci\u00f3n de la arquitectura con el tiempo. Es como si la arquitectura se uniera a la ingenier\u00eda en su indiferencia fundamental por el tiempo, la memoria y la historia.<\/p>\n\n\n\n

No es de extra\u00f1ar, en este contexto, que asistamos al surgimiento de un discurso sobre la naturaleza, una naturaleza que ver\u00eda la convergencia de lo org\u00e1nico con lo calculable. Desde la tentaci\u00f3n biomim\u00e9tica hasta el culto a las cualidades emergentes, la naturaleza se est\u00e1 apoderando de \u00e1reas enteras del pensamiento y la pr\u00e1ctica arquitect\u00f3nica contempor\u00e1nea. Ya no se trata de que la arquitectura utilice la referencia natural como base para medir una distancia progresiva, sin\u00f3nimo de instauraci\u00f3n del reinado de lo humano, sino de convertirla en una especie de horizonte insuperable de la eficacia de la concepci\u00f3n.<\/p>\n\n\n\n

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Charles Moore y Perez Architects, Piazza d’Italia, Nueva Orleans, Estados Unidos, 1978.<\/figcaption>\n <\/a>\n<\/figure>\n\n\n\n\n

A estas alturas, se puede, por supuesto, optar por hundirse en la denuncia de los errores del presente. En lugar de hacer de Casandra, tratemos de discernir qu\u00e9 escenarios evolutivos pueden surgir de la situaci\u00f3n actual. Por supuesto, es posible preferir ciertos escenarios. En este caso, deber\u00edamos preguntarnos c\u00f3mo evitar los dem\u00e1s.<\/p>\n\n\n\n

El primer escenario es el de una sociedad que permanecer\u00eda permanentemente sin una visi\u00f3n clara de la historia. Tal situaci\u00f3n no ser\u00eda in\u00e9dita. Muchas sociedades humanas han vivido en el pasado sin referencia a una historia significativa. Es cierto que rara vez han dejado monumentos duraderos. Dentro de ese tipo de sociedad, es posible imaginar una arquitectura muy cercana, en su car\u00e1cter performativo, a la tecnolog\u00eda o al arte contempor\u00e1neo, una arquitectura que ya no ser\u00eda una tradici\u00f3n. Esta hip\u00f3tesis es perfectamente concebible, aunque se prefieran otras.<\/p>\n\n\n\n

En caso de que se quiera restablecer una relaci\u00f3n entre la arquitectura, el tiempo, la memoria y la historia, hay varias posibilidades. La primera es dar un nuevo significado a la noci\u00f3n de estructura y reinventar la tect\u00f3nica. Esta es la ambici\u00f3n de investigaciones como las de Cecil Balmond o Neil Leach <\/span>17<\/sup><\/a><\/span><\/span>. Pero aun reconociendo el inter\u00e9s de sus planteamientos, cabe preguntarse si no es necesario ser m\u00e1s radical que la reivindicaci\u00f3n de los \u00abensamblajes no cartesianos\u00bb o el inter\u00e9s dedicado a la noci\u00f3n de swarm tectonic<\/em>, tect\u00f3nica inspirada en la figura del enjambre. \u00bfNo ser\u00eda m\u00e1s apropiado tomar como modelo la piel en lugar del esqueleto, esa fuente de inspiraci\u00f3n privilegiada del imaginario estructural tradicional, la piel de la que Paul Val\u00e9ry dijo que nada es m\u00e1s profundo <\/span>18<\/sup><\/a><\/span><\/span>?<\/p>\n\n\n\n

Tal desplazamiento nos permitir\u00eda dar todo el alcance al actual retorno del ornamento y, sobre todo, a la creciente confusi\u00f3n que parece reinar entre los registros de lo ornamental y lo estructural. En esta hip\u00f3tesis, todav\u00eda tenemos que preguntarnos qu\u00e9 es lo que puede articularse en el proyecto arquitect\u00f3nico. En otras palabras, \u00bfqu\u00e9 elementos deben utilizarse para restablecer la po\u00e9tica del montaje que permit\u00eda que el vocabulario constructivo y ornamental tradicional diera la impresi\u00f3n de que la arquitectura estaba a punto de hablar?<\/p>\n\n\n\n

\n \n \t\r\n\t\t\t\t\t\r\n\t\t\t\t\t\r\n\t\t\t\t\t\r\n\t\t\t\t\t\r\n\t\t\t\t\t\r\n\t\t\t\t\r\n\t<\/picture>\r\n \n
Eug\u00e8ne Viollet-le-Duc, plano de una catedral, siglo XIX, Francia. <\/figcaption>\n <\/a>\n<\/figure>\n\n\n\n\n

El problema remite necesariamente, en nuestra opini\u00f3n, a la vieja cuesti\u00f3n de los elementos de la arquitectura. No es casualidad que un arquitecto como Rem Koolhaas se plantee ahora esta cuesti\u00f3n <\/span>19<\/sup><\/a><\/span><\/span>. A la identificaci\u00f3n de los elementos relevantes del proyecto arquitect\u00f3nico \u2014elementos quiz\u00e1 m\u00e1s topol\u00f3gicos que geom\u00e9tricos, como las inflexiones y los pliegues que constituyen uno de los fundamentos del vocabulario formal de la arquitectura digital\u2014 hay que a\u00f1adir la necesidad de cuestionar el significado de tales elementos. No puede haber relaci\u00f3n con la historia sin la aceptaci\u00f3n de una dimensi\u00f3n simb\u00f3lica que participe en la inscripci\u00f3n de la arquitectura en el contexto de su tiempo.<\/p>\n\n\n\n

Sobre este \u00faltimo punto, a\u00fan no se han superado las reticencias de muchos dise\u00f1adores preocupados por un posible retorno al posmodernismo y a un simbolismo marcado por el sello de la superficialidad. Pero quiz\u00e1s su oposici\u00f3n proceda de una incomprensi\u00f3n. Porque el significado en la arquitectura no debe concebirse como un sistema de equivalencias entre un vocabulario de formas predeterminado y un conjunto igualmente fijo de valores. Ah\u00ed radica el error fundamental de los posmodernos, aunque tuvieran raz\u00f3n al exigir, como Robert Venturi, Denise Scott Brown y Steven Izenour, que se reexaminara la cuesti\u00f3n de lo simb\u00f3lico en la arquitectura <\/span>20<\/sup><\/a><\/span><\/span>. Lejos de residir en un sistema fijo de correspondencias de este tipo, el sentido debe concebirse m\u00e1s bien como un proceso din\u00e1mico, equiparable al surgimiento, al despliegue de una articulaci\u00f3n y de un sentido que remitir\u00eda a una serie indefinida de analog\u00edas entendidas como otros tantos destinos potenciales. La teor\u00eda vitruviana de la correspondencia entre las especies de columnas y los cuerpos masculino, femenino y adolescente bien podr\u00eda constituir un ejemplo paradigm\u00e1tico. Pues la columna d\u00f3rica no era del todo masculina y se asociaba r\u00edgidamente a programas como el templo, el palacio de justicia o la prisi\u00f3n. La columna j\u00f3nica tampoco era femenina. Las columnas hac\u00edan referencia a un devenir humano que nunca estaba del todo acabado. Podr\u00edan equipararse con procesos de diferenciaci\u00f3n, con tendencias a las que corresponden conjuntos fluidos de significados. Es esta fluidez, no de las formas, en la medida en que lo digital la ha llevado a su l\u00edmite, sino de las articulaciones y del sentido de la arquitectura lo que en \u00faltima instancia debe reinventarse.<\/p>\n","protected":false},"excerpt":{"rendered":"

\u00bfQu\u00e9 relaciones pueden establecerse entre estructura, ornamento y tiempo en la era digital? \u00bfEst\u00e1n las tecnolog\u00edas digitales provocando una crisis en la relaci\u00f3n de la arquitectura con la memoria y la historia? Es como si la cuesti\u00f3n del futuro ya no fuera relevante. Un tiempo social sin perspectiva clara parece imponerse desde la televisi\u00f3n hasta Internet, un tiempo saturado de acontecimientos que se suceden sin perfilar necesariamente una evoluci\u00f3n, como si la historia estuviera indefinidamente suspendida en favor de un presente eterno.<\/p>\n","protected":false},"author":1366,"featured_media":6688,"comment_status":"open","ping_status":"open","sticky":false,"template":"templates\/post-studies.php","format":"standard","meta":{"_acf_changed":false,"_trash_the_other_posts":false,"footnotes":""},"categories":[249],"tags":[],"geo":[198],"acf":[],"yoast_head":"\nLa estructura, el ornamento y el tiempo. 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