{"id":6323,"date":"2022-08-01T09:49:00","date_gmt":"2022-08-01T08:49:00","guid":{"rendered":"https:\/\/legrandcontinent.eu\/es\/?p=6323"},"modified":"2022-08-01T21:51:37","modified_gmt":"2022-08-01T20:51:37","slug":"el-credito-de-la-palabra","status":"publish","type":"post","link":"https:\/\/legrandcontinent.eu\/es\/2022\/08\/01\/el-credito-de-la-palabra\/","title":{"rendered":"El cr\u00e9dito de la palabra"},"content":{"rendered":"\n
En este enlace<\/a> encontrar\u00e1 los dem\u00e1s episodios de esta serie de verano en colaboraci\u00f3n con la revista Le Visiteur<\/a>.<\/em><\/p>\n\n\n\n <\/p>\n\n\n\n A diferencia de la ciudad o la aglomeraci\u00f3n, lo que llamamos polis no se refiere a una concentraci\u00f3n de personas en un territorio, sino a la asociaci\u00f3n de ciudadanos bajo la \u00e9gida de un derecho com\u00fan, es decir, una sociedad pol\u00edtica <\/span>1<\/sup><\/a><\/span><\/span>. No basta con una \u00abvida en com\u00fan\u00bb para hacer sociedad. En su sentido jur\u00eddico original, tal como aparece en el a\u00f1o 533 en el Digesto<\/em>, una sociedad surge de la intenci\u00f3n de sus miembros de unir su destino <\/em>en una empresa com\u00fan, lo que en lat\u00edn se llama affectio societatis<\/em> <\/span>2<\/sup><\/a><\/span><\/span>. De la misma manera, la polis logra una vasta mutualidad entre conciudadanos que se volvieron solidarios por la misma representaci\u00f3n de la justicia <\/span>3<\/sup><\/a><\/span><\/span>. La ciudadan\u00eda as\u00ed entendida puede ejercerse a varios niveles: el de una comuna, una naci\u00f3n, un continente, incluso de una comunidad mundial como la de la \u201crep\u00fablica de las letras\u201d.<\/p>\n\n\n\n La \u00bb vida en com\u00fan\u00bb, en cambio, s\u00f3lo se refiere a la coexistencia pac\u00edfica de los individuos que s\u00f3lo velan por sus propios intereses. Esta expresi\u00f3n de moda fue adoptada por el Tribunal Europeo de Derechos Humanos para aceptar la prohibici\u00f3n del uso del velo integral en el espacio p\u00fablico <\/span>4<\/sup><\/a><\/span><\/span>. Seg\u00fan el Tribunal, preservar las condiciones de la \u00bb vida en com\u00fan\u00bb es un elemento de la \u00abprotecci\u00f3n de los derechos y libertades de los dem\u00e1s\u00bb, ya que toda persona tiene \u00abderecho […] a evolucionar en un espacio de sociabilidad que facilite la vida en com\u00fan\u00bb <\/span>5<\/sup><\/a><\/span><\/span>. Esta reducci\u00f3n de un todo<\/em> social a un mont\u00f3n<\/em> de individuos corresponde a la ideolog\u00eda econ\u00f3mica seg\u00fan la cual la humanidad es un conjunto de m\u00f3nadas movidas por el c\u00e1lculo de sus utilidades particulares <\/span>6<\/sup><\/a><\/span><\/span>. Esta reducci\u00f3n puede ser apropiada para un reba\u00f1o de vacas, pero dif\u00edcilmente capta la especificidad de las sociedades humanas. Como se\u00f1al\u00f3 Chesterton en broma hace casi un siglo: \u00abLas vacas viven como puros economistas, y nada indica que se preocupen por otra cosa que no sea el pastoreo […] Tanto las ovejas como las cabras permanecen en el plano puramente econ\u00f3mico: probablemente por eso encontramos pocas ovejas entre los h\u00e9roes y fundadores de imperios; y las propias cabras, aunque sean cuadr\u00fapedos m\u00e1s inquietos, siguen esperando a su Plutarco. Lejos de admitir que la econom\u00eda es la clave de la historia de la humanidad, diremos que la historia comienza donde terminan los impulsos de las cabras, las ovejas y las vacas\u00bb <\/span>7<\/sup><\/a><\/span><\/span>.<\/p>\n\n\n\n La ciudadan\u00eda as\u00ed entendida puede ejercerse a varios niveles: el de una comuna, una naci\u00f3n, un continente, incluso de una comunidad mundial como la de la \u201crep\u00fablica de las letras\u201d.<\/p>alain supiot<\/cite><\/blockquote><\/figure>\n\n\n\n Arist\u00f3teles no dijo otra cosa cuando relacion\u00f3 la existencia de las ciudades con el hecho de que el hombre es un animal pol\u00edtico \u00aben mayor grado que la abeja o cualquier otro animal que viva en estado gregario\u00bb, porque es el \u00ab\u00fanico de todos los animales [que] posee el habla\u00bb. Por eso, de todos los animales, es tambi\u00e9n \u00abel \u00fanico que tiene sentido del bien y del mal, de lo justo y de lo injusto, y de otras nociones morales, y es la comunidad de estos sentimientos la que da origen a la familia y a la polis\u00bb <\/span>8<\/sup><\/a><\/span><\/span>. Esta idea se encuentra en el siglo VI en una glosa de las Institutas<\/em> de Justiniano <\/span>9<\/sup><\/a><\/span><\/span>, popularizada en Francia a principios del siglo XVII por el ya famoso adagio jur\u00eddico: \u00abSe ata a los bueyes por los cuernos y a los hombres por las palabras\u00bb <\/span>10<\/sup><\/a><\/span><\/span>. As\u00ed, la ciudadan\u00eda se basa siempre en \u00abasambleas discursivas\u00bb que permiten acordar una representaci\u00f3n justa de lo que es o de lo que deber\u00eda ser. Pero para que estas palabras cimenten la ciudad, hay que darles cr\u00e9dito. La degradaci\u00f3n de la ciudadan\u00eda en una \u00bb vida en com\u00fan\u00bb es un s\u00edntoma entre muchos del descr\u00e9dito de las palabras, ya sean pol\u00edticas, comerciales o cient\u00edficas. Revisar la estructura normativa de estas asambleas discursivas nos permite captar las condiciones de la palabra verdadera en la ciudad y comprender las causas de ese descr\u00e9dito y de la violencia que engendra.<\/p>\n\n\n\n En cierta medida, la violencia ejercida por los hombres sobre sus semejantes es una herencia de la naturaleza altamente depredadora de la especie humana desde su \u00e9poca prehist\u00f3rica <\/span>11<\/sup><\/a><\/span><\/span>. Sin embargo, ser\u00eda incorrecto reducir la violencia humana a una naturaleza biol\u00f3gica. Puede atribuirse a la pulsi\u00f3n de muerte, inherente a la psique humana, cuando esta pulsi\u00f3n se vuelca hacia el exterior <\/span>12<\/sup><\/a><\/span><\/span>. De manera m\u00e1s general, est\u00e1 arraigada en la vida simb\u00f3lica que es el sello de nuestra especie. Ya sea que se despliegue en el lenguaje, el arte o la tecnolog\u00eda, esta vida simb\u00f3lica le permite al ser humano arrancarse del aqu\u00ed y ahora de su ser biol\u00f3gico. Pero plantea un problema desconocido para el reino animal: el de poner en armon\u00eda el universo de sus representaciones mentales con las realidades f\u00edsicas y sociales de su entorno vital. Establecer y mantener ese acuerdo es tarea de las instituciones que, al remitir a los hombres a una norma com\u00fan, dan a su vida un sentido compartido y fundan as\u00ed las sociedades humanas en su infinita diversidad <\/span>13<\/sup><\/a><\/span><\/span>. Por lo tanto, para tener una relaci\u00f3n efectiva con el mundo, los seres humanos deben formar parte de una comunidad de sentido, unida por esa referencia com\u00fan. En otras palabras, el v\u00ednculo social siempre tiene una estructura ternaria, y no simplemente binaria.<\/p>\n\n\n\n Esta estructura ternaria es, en primer lugar, la del lenguaje, que es la primera de las instituciones humanas. A diferencia de las se\u00f1ales que se env\u00edan los animales entre s\u00ed, las lenguas no son, como los silbidos de las marmotas, conjuntos de pistas que se\u00f1alan que suceder\u00e1 un determinado acontecimiento, como la llegada de un depredador. Las palabras forman parte de una estructura simb\u00f3lica a la que hay que remitirse para tener la posibilidad de entenderse <\/span>14<\/sup><\/a><\/span><\/span>. Como dice el gran ling\u00fcista Emile Benveniste: \u00abEn la enunciaci\u00f3n, el lenguaje sirve para expresar una determinada relaci\u00f3n con el mundo. La condici\u00f3n misma de esta movilizaci\u00f3n y apropiaci\u00f3n de la lengua es, por parte del hablante, la necesidad de referirse a trav\u00e9s del discurso, y por parte del otro, la posibilidad de co-referirse id\u00e9nticamente, en el consenso pragm\u00e1tico que hace de cada hablante un co-hablante. La referencia es una parte integral de la enunciaci\u00f3n\u201d <\/span>15<\/sup><\/a><\/span><\/span>.<\/p>\n\n\n\n La historia comienza donde terminan los impulsos de las cabras, las ovejas y las vacas.<\/p>alain supiot<\/cite><\/blockquote><\/figure>\n\n\n\n Cuando el \u00edndice se\u00f1ala la presencia de un objeto natural, la lengua es un sistema de signos. La Referencia, en este sentido ling\u00fc\u00edstico, no designa pues que una imagen o un sonido remitan a una cosa, sino la sujeci\u00f3n de cada hablante a un sistema simb\u00f3lico capaz de expresar cualquier tipo de experiencia, real o imaginaria.<\/p>\n\n\n\n Como condici\u00f3n del lenguaje, esta Referencia con R may\u00fascula no es obvia. O, dicho de otro modo, lo que garantiza el significado escapa a los sentidos<\/em>. La comunicaci\u00f3n ling\u00fc\u00edstica presupone que los hablantes se refieran al mismo sistema simb\u00f3lico. Esta ternariedad compromete a los hombres en lo que puede llamarse, en el sentido primario del t\u00e9rmino, una l\u00f3gica de lo prohibido. Planteada por primera vez por Lacan <\/span>16<\/sup><\/a><\/span><\/span>, esta graf\u00eda evocadora se\u00f1ala en toda interlocuci\u00f3n la referencia a un tercero que, en un mismo movimiento, conecta y se interpone entre los hablantes, crea una distancia entre ellos que puede ser habitada por las palabras, y hace as\u00ed posible la conversaci\u00f3n <\/span>17<\/sup><\/a><\/span><\/span>. Por tanto, la referencia es, en sentido propio, una fuente de prohibici\u00f3n.<\/p>\n\n\n\n La necesidad de una referencia com\u00fan, que al mismo tiempo se impone a cada hablante y lo vuelve libre para comunicarse, explica la extra\u00f1a ambivalencia de nuestro concepto de sujeto. Tanto si se trata del sujeto hablante como del sujeto jur\u00eddico, el sujeto designa al mismo tiempo al sometido, al que es \u00abarrojado bajo\u00bb, la referencia ling\u00fc\u00edstica o jur\u00eddica (sub-jectum<\/em>), y el que se afirma como un yo hablante o actuante. Pero esos dos lados son dos caras de la misma moneda porque no hay afirmaci\u00f3n de la autonom\u00eda del sujeto sin el reconocimiento de su heteronom\u00eda constitutiva. Si nos cuesta reconocerlo, es principalmente por razones ling\u00fc\u00edsticas que, desde el surgimiento de las ciencias modernas, nos han llevado a identificar al sujeto con un soberano que gobierna el mundo de los objetos. Esto no ocurre en todas las lenguas y civilizaciones. Augustin Berque compar\u00f3 el enunciado banal con el que uno se presenta en Jap\u00f3n y en Francia <\/span>18<\/sup><\/a><\/span><\/span>. Donde los franceses dir\u00edan: \u00abJe m’appelle Ren\u00e9 Descartes<\/em>\u00bb (\u201cMe llamo Ren\u00e9 Descartes\u201d), los japoneses dir\u00edan \u00abNishida Kitar\u00f4 to m\u00f4shimasu<\/em>\u00ab, o, m\u00e1s o menos, \u00abDescartes Ren\u00e9 suis nomm\u00e9<\/em>\u00bb (\u201cDescartes Ren\u00e9 soy llamado\u201d). La persona que dice \u00abme llamo\u00bb se plantea ante el mundo de forma autorreferencial, mientras que el hablante japon\u00e9s se presenta como un ser que se define a s\u00ed mismo a trav\u00e9s de, y no en oposici\u00f3n a, su entorno vital.<\/p>\n\n\n\n Por tanto, se entiende por qu\u00e9 las sociedades humanas no pueden reducirse a reba\u00f1os ni las comunidades pol\u00edticas a una \u00abvida en com\u00fan\u00bb. Como demuestra la experiencia de los ni\u00f1os salvajes, los hombres no pueden alcanzar la raz\u00f3n sin la sociedad, y no pueden formar una sociedad sin obedecer a esta l\u00f3gica de lo prohibido. Al someterse a ella, cada ser humano adquiere la cualidad de sujeto (gramatical y pol\u00edtico) y puede expresarse libremente e intercambiar palabras en lugar de golpes con sus semejantes.<\/p>\n\n\n\n La ciudadan\u00eda se basa siempre en \u00abasambleas discursivas\u00bb que permiten acordar una representaci\u00f3n justa de lo que es o de lo que deber\u00eda ser. Pero para que estas palabras cimenten la ciudad, hay que darles cr\u00e9dito.<\/p>alain supiot<\/cite><\/blockquote><\/figure>\n\n\n\n Esta interposici\u00f3n de un tercer principio es caracter\u00edstica del lenguaje y se encuentra en todas las instituciones. Todos necesitan esa piedra angular para mantener unida una comunidad de sentido. En otras palabras, el universo institucional es necesariamente tridimensional, no es reducible a la binariedad de los \u00e1rboles l\u00f3gicos; introduce en las relaciones entre cuerpos o entre cabezas una brecha sin la cual s\u00f3lo existir\u00edan relaciones de fuerza. Paul Val\u00e9ry, jurista de formaci\u00f3n, lo explica de forma brillante en su prefacio a las Cartas persas<\/em>, que acaba de reeditarse con motivo del tricentenario del best seller de Montesquieu <\/span>19<\/sup><\/a><\/span><\/span>.<\/p>\n\n\n\n \u00abUna sociedad se levanta de la brutalidad al orden. Como la barbarie es la edad de los hechos, es necesario, por tanto, que la edad del orden sea el imperio de las ficciones, pues no hay poder capaz de fundar el orden en la mera restricci\u00f3n de los cuerpos por los cuerpos. Se requieren fuerzas ficticias.<\/em><\/p>\n\n\n\n El orden requiere, pues, la acci\u00f3n de la presencia de las cosas ausentes, y resulta del equilibrio de los instintos por los ideales.<\/em><\/p>\n\n\n\n Se desarrolla un sistema fiduciario o convencional que introduce entre los hombres conexiones y obst\u00e1culos imaginarios cuyos efectos son reales. Son esenciales para la sociedad.<\/em><\/p>\n\n\n\n Poco a poco lo sagrado, lo justo, lo legal, lo decente, lo digno de alabanza y sus contrarios toman forma en la mente de las personas y se cristalizan. El Templo, el Trono, el Tribunal, la Tribuna, el Teatro, monumentos de coordinaci\u00f3n, y como se\u00f1ales geod\u00e9sicas de orden, surgen a su vez.\u00bb<\/em><\/p>\n\n\n\n Val\u00e9ry subraya aqu\u00ed tanto la unidad como la variedad de instituciones que unen a una sociedad determinada. Unidad, porque la pol\u00edtica, el derecho, la ciencia, la religi\u00f3n y las artes forman parte del mismo imaginario en un momento dado. Por ejemplo, en Occidente, a partir del Renacimiento, la representaci\u00f3n del universo como un vasto mecanismo de relojer\u00eda, con Dios como relojero. La invenci\u00f3n de la soberan\u00eda estatal, la f\u00edsica cl\u00e1sica, el derecho natural, la mano invisible del mercado y la mecanizaci\u00f3n industrial, as\u00ed como la invenci\u00f3n de la perspectiva y el teatro cl\u00e1sico, formaron parte de este imaginario. No hay instituci\u00f3n que pueda prescindir de las manifestaciones de comuni\u00f3n, movilizando rituales, m\u00fasica, danzas, poes\u00eda o emblemas <\/span>20<\/sup><\/a><\/span><\/span>.<\/p>\n\n\n\n Pero Val\u00e9ry tambi\u00e9n destaca la diversidad de las instituciones, cuyas referencias no son las mismas seg\u00fan sean religiosas, cient\u00edficas, pol\u00edticas, art\u00edsticas o econ\u00f3micas. La instituci\u00f3n de un poder pol\u00edtico presupone una autoridad cuya legitimidad es reconocida por aquellos sobre los que se ejerce ese poder, ya sea esta autoridad religiosa, hereditaria o electiva. La instituci\u00f3n de un mercado presupone una asamblea de mercaderes, igualmente vinculados por la fuerza obligatoria de la palabra dada, que observan el mismo sistema de pesos y medidas y, sobre todo, reconocen en la misma moneda a un \u00abtercero mediador\u00bb <\/span>21<\/sup><\/a><\/span><\/span> que autentifica el valor de sus intercambios. La instituci\u00f3n de la investigaci\u00f3n cient\u00edfica es la de una \u00abrep\u00fablica de las letras\u201d <\/span>22<\/sup><\/a><\/span><\/span>, cuyos miembros son eruditos movidos \u00fanicamente por la b\u00fasqueda de la verdad y obligados por los principios de la libertad acad\u00e9mica y el debate contradictorio, independientemente de cualquier consideraci\u00f3n pol\u00edtica, econ\u00f3mica o religiosa.<\/p>\n\n\n\n La instituci\u00f3n de un poder pol\u00edtico presupone una autoridad cuya legitimidad es reconocida por aquellos sobre los que se ejerce ese poder, ya sea esta autoridad religiosa, hereditaria o electiva. La instituci\u00f3n de un mercado presupone una asamblea de mercaderes, igualmente vinculados por la fuerza obligatoria de la palabra dada.<\/p>alain supiot<\/cite><\/blockquote><\/figure>\n\n\n\n En mayor o menor medida, todas esas instituciones est\u00e1n ahora conformadas o moldeadas por el derecho. No es de extra\u00f1ar, por tanto, que el car\u00e1cter ternario del lenguaje se encuentre en las instituciones jur\u00eddicas que garantizan el cr\u00e9dito de la palabra dada. Como se\u00f1al\u00f3 Alexandre Koj\u00e8ve, \u00abel derecho, cualquiera que sea, s\u00f3lo puede existir cuando hay al menos tres personas: dos \u2018sujetos de derecho\u2019 […] y una \u2018norma de derecho\u2019 y, en consecuencia, una persona distinta de las otras dos, que o bien crea esa norma, o la aplica, o la ejecuta\u201d <\/span>23<\/sup><\/a><\/span><\/span>. Esta ternariedad es generalmente ignorada en las ciencias sociales. Esto lleva a malentendidos en el manejo de situaciones legales b\u00e1sicas, como los contratos o la propiedad. El contrato no es la relaci\u00f3n necesariamente ternaria, pues implica a una referencia com\u00fan de los dos contratantes a un derecho com\u00fan que los obliga a respetar la palabra dada. Lo mismo ocurre con el derecho de propiedad, que no es un v\u00ednculo directo entre una persona y una cosa, ya que su capacidad de oponerse a terceros implica la posibilidad de recurrir a un tercero imparcial que controle su legalidad. En ning\u00fan lugar la propiedad est\u00e1 m\u00e1s amenazada que cuando la figura del tercero est\u00e1 ausente o es evanescente, lo que da rienda suelta a las relaciones de poder por s\u00ed solas <\/span>24<\/sup><\/a><\/span><\/span>.<\/p>\n\n\n\n La primera figura de un tercero habr\u00e1 sido para cada uno de nosotros la de nuestra madre o nuestro padre, que calmaba o resolv\u00eda nuestras disputas infantiles. Pero en la escala de la polis, la primera figura es la del juez, y la escena judicial es la primera de las asambleas discursivas destinadas a separar lo verdadero de lo falso y lo justo de lo injusto. Desde la Sentencia de Salom\u00f3n hasta la sala del juicio de los atentados del 13 de noviembre de 2015, el arte del juicio se despliega en una disposici\u00f3n espacial que revela de inmediato su regla cardinal: Audi alteram partem<\/em>, escuchar a la otra parte; lo que en derecho procesal se conoce como principio adversarial y que es la base de un sistema racional de administraci\u00f3n de la justicia. En el n\u00facleo at\u00f3mico del derecho, el arte del juicio consiste en proceder racionalmente ante la incertidumbre. \u00c9sa es la matriz de las asambleas discursivas basadas en una \u00e9tica de la verdad, ya sea en el debate democr\u00e1tico o en la controversia cient\u00edfica.<\/p>\n\n\n\n En la larga historia de los pobres humanos, la mayor\u00eda de las veces las prohibiciones han sido impuestas a la mayor\u00eda por la minor\u00eda, cuyo poder se basa en la religi\u00f3n, la tradici\u00f3n o la sumisi\u00f3n a un l\u00edder carism\u00e1tico. Es el caso de los reg\u00edmenes aristocr\u00e1ticos, mon\u00e1rquicos o desp\u00f3ticos, que la ciencia pol\u00edtica se ha esforzado en enumerar, desde Arist\u00f3teles hasta Montesquieu. En todos esos reg\u00edmenes, las reglas de vida se atribuyen a dioses o a hombres que gozan de un estatus superior al de los dem\u00e1s.<\/p>\n\n\n\n La democracia surge de la pr\u00e1ctica bastante rara de que los hombres libres de una sociedad determinada se re\u00fanan para decidir sobre los asuntos comunes en igualdad de condiciones. La condici\u00f3n de ciudadano reconocida a cada miembro de esa asamblea significa su derecho a contribuir a la promulgaci\u00f3n de la norma, contradiciendo de ser necesario el punto de vista de sus pares.<\/p>\n\n\n\n La invenci\u00f3n de la democracia as\u00ed concebida se atribuye con raz\u00f3n a las ciudades de la antig\u00fcedad griega. Pero la investigaci\u00f3n comparativa de Marcel Detienne <\/span>25<\/sup><\/a><\/span><\/span> ha demostrado que la pr\u00e1ctica democr\u00e1tica de las asambleas discursivas se encuentra en muchas otras civilizaciones <\/span>26<\/sup><\/a><\/span><\/span>. Y en la propia Europa, fueron las asambleas religiosas las que primero transformaron la pr\u00e1ctica de las asambleas democr\u00e1ticas en la Edad Media <\/span>27<\/sup><\/a><\/span><\/span> y dieron al modelo de deliberaci\u00f3n democr\u00e1tica una generalidad y universalidad que no ten\u00eda entre los griegos <\/span>28<\/sup><\/a><\/span><\/span>. Estas pr\u00e1cticas deliberativas eclesi\u00e1sticas inspiraron posteriormente las de las ciudades mercantiles, liberadas del poder feudal. M\u00e1s all\u00e1 de su diversidad, todos estos casos presentan algunas constantes: la instituci\u00f3n de un lugar de lo pol\u00edtico<\/em>, en donde la gente se re\u00fane seg\u00fan procedimientos regulados<\/em> para debatir en pie de igualdad<\/em> cuestiones de inter\u00e9s com\u00fan <\/em>y tomar decisiones<\/em> que se impondr\u00e1n a todos. El gran helenista Jean-Pierre Vernant ha descrito en magn\u00edficas p\u00e1ginas la dimensi\u00f3n espacial del debate democr\u00e1tico as\u00ed concebido en la ciudad griega <\/span>29<\/sup><\/a><\/span><\/span>. Cuando se re\u00fanen, los ciudadanos tienen el mismo derecho a hablar (isegoria<\/em>). Simbolizado por un cetro, el poder se \u00absit\u00faa en el centro\u00bb (en meso<\/em>: tambi\u00e9n significa el medio y la medida) del c\u00edrculo<\/em> formado por sus semejantes (homo\u00efo\u00ef<\/em>). El que quiere hablar se adelanta al centro y toma el cetro, significando as\u00ed el car\u00e1cter p\u00fablico de las palabras que va a pronunciar; cuando termina, lo vuelve a dejar y ocupa de nuevo su lugar. Su discurso deja de ser p\u00fablico y vuelve a ser privado.<\/p>\n\n\n\n Esta igualdad de derecho a la palabra p\u00fablica se refleja en la forma que se da a los lugares de deliberaci\u00f3n. El pnyx ateniense, que pod\u00eda albergar a miles de ciudadanos, estaba dispuesto en forma de hemiciclo, seg\u00fan un plan que muchos siglos despu\u00e9s -en 1791- la Asamblea Nacional decidi\u00f3 adoptar para sus deliberaciones. Esto se hizo para que cada uno de sus miembros pudiera ser visto por todos los dem\u00e1s y no se viera obligado a gritar, ya que, como observ\u00f3 un diputado, \u00abun hombre que grita se encuentra en un estado forzado, y por esa misma raz\u00f3n est\u00e1 dispuesto a ejercer la violencia […] la disposici\u00f3n en la que se encuentra, la comunica a los que est\u00e1n escuchando\u00bb <\/span>30<\/sup><\/a><\/span><\/span>. Pero el hemiciclo no es la \u00fanica disposici\u00f3n espacial que se presta al debate democr\u00e1tico. La C\u00e1mara de los Comunes es otra, con sus curules dispuestas frente a frente, m\u00e1s inmediatamente dispuesta a poner en juego el principio adversarial y semejante en ese respecto al escenario judicial. Esto no es sorprendente, ya que la figura del juez, y no la del legislador, es la principal figura del derecho en los pa\u00edses del common law<\/em>.<\/p>\n\n\n\n Desde sus or\u00edgenes antiguos hasta el giro neoliberal, la democracia siempre se hab\u00eda pensado como una fr\u00e1gil construcci\u00f3n institucional, que tiene dos caras complementarias: una objetiva, las instituciones de la ciudad, y otra subjetiva, la instituci\u00f3n de los ciudadanos.<\/p>\n\n\n\n En el plano objetivo, la democracia separa y articula cuidadosamente tres instituciones, cada una con sus propios lugares y reglas:<\/p>\n\n\n\n Esta tercera dimensi\u00f3n -la dimensi\u00f3n religiosa- es evidente cuando se observa el trazado de las ciudades griegas o de las ciudades libres medievales, pero pasa desapercibida para la ciencia pol\u00edtica contempor\u00e1nea, seg\u00fan la cual la democracia va acompa\u00f1ada de una secularizaci\u00f3n de lo pol\u00edtico. Pero la autonom\u00eda colectiva no puede constituirse independientemente de cualquier heteronom\u00eda <\/span>32<\/sup><\/a><\/span><\/span>. El derecho igualitario a participar en la deliberaci\u00f3n de las leyes se sit\u00faa necesariamente bajo la \u00e9gida de una Referencia que obliga a todos, lo que el Digesto<\/em> llamar\u00e1, para definir el derecho p\u00fablico, \u00abcosas sagradas\u00bb. De hecho, la Declaraci\u00f3n de Independencia de Estados Unidos se abre con la afirmaci\u00f3n de \u00abverdades evidentes en s\u00ed mismas\u00bb, es decir, sobre una base axiol\u00f3gica que une a un \r\n <\/picture>\r\n \n
Decir y prohibir: la estructura normativa de las asambleas discursivas<\/strong><\/h2>\n\n\n\n
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La virtud c\u00edvica de decir la verdad<\/strong><\/h2>\n\n\n\n
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