{"id":25709,"date":"2023-10-31T12:33:27","date_gmt":"2023-10-31T11:33:27","guid":{"rendered":"https:\/\/legrandcontinent.eu\/es\/?p=25709"},"modified":"2023-11-08T23:56:31","modified_gmt":"2023-11-08T22:56:31","slug":"encontrar-lo-nuevo-salir-del-estancamiento-climatico","status":"publish","type":"post","link":"https:\/\/legrandcontinent.eu\/es\/2023\/10\/31\/encontrar-lo-nuevo-salir-del-estancamiento-climatico\/","title":{"rendered":"Encontrar lo nuevo: salir del estancamiento clim\u00e1tico"},"content":{"rendered":"\n

Este art\u00edculo es un extracto anticipado del \u00faltimo n\u00famero de la revista GREEN, \u00abEl Creciente F\u00f3sil\u00bb<\/a>, dirigido por Paul Magnette, que presentar\u00e1 el n\u00famero el 31 de octubre en el Mardi du Grand Continent en la \u00c9cole normale sup\u00e9rieure<\/a>.<\/em><\/p>\n\n\n\n

Una de las cosas m\u00e1s sorprendentes de la cuesti\u00f3n clim\u00e1tica y ecol\u00f3gica es que ya no resulta dif\u00edcil imaginar un mundo descarbonizado, un mundo en el que la organizaci\u00f3n socioecon\u00f3mica relaje su presi\u00f3n sobre el medio ambiente garantizando al mismo tiempo una vida digna al mayor n\u00famero posible de personas. Las pol\u00edticas actuales de inacci\u00f3n, retraso, negaci\u00f3n y relativizaci\u00f3n, y la acumulaci\u00f3n de cat\u00e1strofes y conflictos, no se deben a una falta de posibilidades objetivas: se desarrollan en un momento en que est\u00e1n surgiendo los conocimientos, las t\u00e9cnicas y los dispositivos institucionales necesarios para una transici\u00f3n r\u00e1pida y rigurosa. Aunque trastornar\u00e1n patrones econ\u00f3micos y pol\u00edticos bien establecidos e intereses creados, est\u00e1n en condiciones de salvarnos de las consecuencias m\u00e1s dr\u00e1sticas de la crisis clim\u00e1tica.<\/p>\n\n\n\n

La imaginaci\u00f3n no basta en pol\u00edtica, pero dej\u00e9mosla funcionar por un momento. El mundo idealmente reconstruido seg\u00fan el imperativo clim\u00e1tico es un mundo en el que los bienes p\u00fablicos -agua, suelo, aire- est\u00e1n protegidos por un marco jur\u00eddico y democr\u00e1tico vinculante, en el que apenas se queman combustibles f\u00f3siles para calentar nuestros hogares o producir bienes de consumo porque la sustituci\u00f3n renovable se ha completado all\u00ed donde puede hacerse, donde las infraestructuras de transporte p\u00fablico son fiables, distribuidas uniformemente en el espacio y eficientes, donde los sistemas alimentarios son mayoritariamente vegetales y locales, donde los procesos industriales est\u00e9n descarbonizados y son capaces de reutilizar los recursos de forma \u00f3ptima, y donde la distinci\u00f3n social a trav\u00e9s del consumo es marginal. <\/p>\n\n\n\n

La electrificaci\u00f3n de los usos <\/span>1<\/sup><\/a><\/span><\/span>, la regeneraci\u00f3n de los suelos y de los sumideros de carbono, una combinaci\u00f3n eficaz de sobriedad y de sustituciones t\u00e9cnicas<\/a>, todo ello respaldado por un coraje pol\u00edtico asertivo, pueden sacarnos del atolladero. As\u00ed descrito, el mundo que ha pacificado sus relaciones con el planeta no es en absoluto una utop\u00eda. Es m\u00e1s bien la actualizaci\u00f3n de posibilidades muy reales, en gran medida en consonancia con las promesas de mejoras tecnocient\u00edficas de la vida cotidiana y la democratizaci\u00f3n del espacio p\u00fablico. En resumen, se trata de una nueva etapa de la modernidad, que Robert Boyer califica de \u00abantropog\u00e9nica\u00bb <\/span>2<\/sup><\/a><\/span><\/span> y no simplemente competitiva, pero desde luego no de un desaf\u00edo subversivo a la misma: el Estado, la divisi\u00f3n del trabajo, la previsi\u00f3n de riesgos, la racionalizaci\u00f3n de la experiencia colectiva, el ideal de justicia e incluso la competencia entre Estados siguen ah\u00ed, en el centro de la historia, pero simplemente cumplen nuevas funciones dictadas por el presente.<\/p>\n\n\n\n

El mundo que ha pacificado sus relaciones con el planeta no es en absoluto una utop\u00eda.<\/p>PIERRE CHARBONNIER<\/cite><\/blockquote><\/figure>\n\n\n\n

Hoy estamos rodeados del imaginario visual y narrativo de la cat\u00e1strofe, y aqu\u00ed y all\u00e1 surgen algunos escenarios aut\u00e9nticamente ut\u00f3picos de vuelta a la naturaleza o de abandono m\u00e1s o menos total del mundo industrial. Esas posibilidades, que son a la vez las menos deseables y las menos realistas, dejan poco margen para un imaginario cultural en el que prevalezca el escenario r\u00e1pidamente esbozado m\u00e1s arriba. Con la excepci\u00f3n, por ejemplo, de la corriente Solarpunk, dif\u00edcil de encontrar en las grandes producciones cinematogr\u00e1ficas, en las plataformas de distribuci\u00f3n de contenidos, en la publicidad o en la comunicaci\u00f3n pol\u00edtica dominante, la idea misma de un mundo compartido sostenible no parece arraigar en la conciencia colectiva. \u00bfSe trata de una derrota ideol\u00f3gica reflejada en las representaciones culturales? Sabemos hasta qu\u00e9 punto el sue\u00f1o modernista de la ciudad, de la emancipaci\u00f3n a trav\u00e9s del consumo, de la libertad de movimiento, se promovi\u00f3 en los siglos XIX y XX a trav\u00e9s de la producci\u00f3n a ultranza de im\u00e1genes y discursos dominantes <\/span>3<\/sup><\/a><\/span><\/span>. <\/p>\n\n\n\n

Sabemos que para que una realidad exista primero debe ser representada. Entonces, \u00bfpor qu\u00e9 no somos bombardeados a diario por un arsenal medi\u00e1tico de im\u00e1genes, historias, personajes y s\u00edmbolos que convergen para formar un sistema visual en el que proliferen los aerogeneradores, las granjas regenerativas, los edificios de emisiones cero y los trenes de alta velocidad? \u00bfPor qu\u00e9 el modelo social de reparto, eficacia y sobriedad no es objeto de una vasta campa\u00f1a de comunicaci\u00f3n, o incluso, dig\u00e1moslo as\u00ed, de propaganda? \u00bfPor qu\u00e9 esta sorprendente falta de inversi\u00f3n, incluso por parte de quienes se supone que promueven la transici\u00f3n, en el imaginario del mundo post-combustibles f\u00f3siles? El movimiento clim\u00e1tico, en particular, se limita a menudo a un catecismo acusatorio que, si bien nombra a los enemigos correctos -el sistema econ\u00f3mico y pol\u00edtico que sostiene los combustibles f\u00f3siles-, sigue invocando la defensa del planeta o de los seres vivos como una causa en s\u00ed misma, un principio de acci\u00f3n tan vago como desprovisto de cualquier asidero en la realidad y los intereses.<\/p>\n\n\n\n

Nos encontramos, pues, en una situaci\u00f3n en la que una gran parte de la poblaci\u00f3n sabe que el modelo socioecon\u00f3mico en el que vive es insostenible, pero no tiene ni idea de c\u00f3mo ser\u00eda el mundo hacia el que hay que avanzar. Entonces, \u00bfc\u00f3mo pueden querer ese mundo? \u00bfC\u00f3mo puede cambiar una realidad inestable pero tangible por otra totalmente abstracta y poco atractiva? En ausencia de ese mundo imaginario, el mundo obsoleto de los combustibles f\u00f3siles -coches, aviones, carne, casas suburbanas, etc.- conserva su poder de atracci\u00f3n y, lo que es peor, se convierte en un basti\u00f3n que hay que defender en una guerra cultural.<\/p>\n\n\n\n

Para que una realidad exista primero debe ser representada.<\/p>PIERRE CHARBONNIER<\/cite><\/blockquote><\/figure>\n\n\n\n

La explicaci\u00f3n de esta paradoja -la de un mundo objetivamente deseable pero subjetivamente indeseable- puede residir en la magnitud de los obst\u00e1culos que se interponen en el camino de esta democracia simbi\u00f3tica. Aun suponiendo que el objetivo final sea alcanzable y goce de consenso, los obst\u00e1culos socioecon\u00f3micos que nos alejan de estas potencialidades podr\u00edan engendrar derrotismo y desaliento. Sin duda podemos imaginar un paisaje transformado por la revoluci\u00f3n ecol\u00f3gica, pero no podemos movilizar a la gente para exigirlo ni construir el bloque social que lo impulse. El poder de atracci\u00f3n del ideal quedar\u00eda as\u00ed anulado o disminuido por la idea de que ese mundo deseable y posible, incluso necesario, sigue siendo lejano e improbable. As\u00ed que tal vez haya llegado el momento de comprender mejor esos obst\u00e1culos, de demostrar que pueden superarse, para que el imaginario cultural y pol\u00edtico de un mundo post-combustibles f\u00f3siles pueda por fin abrirse camino en nuestra vida cotidiana. Porque, repit\u00e1moslo, el asunto clim\u00e1tico no est\u00e1 en ning\u00fan punto muerto<\/em>, salvo en nuestra incapacidad para creer en nuestro poder de transformaci\u00f3n.<\/p>\n\n\n\n

\n \n \r\n \r\n \r\n \r\n \r\n <\/picture>\r\n \n
Konstantin Yuon, Sinfon\u00eda de la acci\u00f3n<\/em>, 1922.<\/figcaption>\n <\/a>\n<\/figure>\n\n\n

Comprender la aver\u00eda del imaginario ecol\u00f3gico<\/h2>\n\n\n\n

En primer lugar, hay que decir que este camino se vuelve complejo por obst\u00e1culos estructurales, ligados a las expectativas colectivas y a las formas de acci\u00f3n pol\u00edtica que predominan en el mundo social donde se produce la crisis clim\u00e1tica. Uno de los principales es el debate entre gradualismo y radicalismo. Por un lado, hay un grupo de actores que recomiendan prudencia en la acci\u00f3n transformadora: para no ofender demasiados intereses y, por tanto, no comprometer las etapas posteriores de la transici\u00f3n, habr\u00eda que proceder con cautela, cosechando primero los frutos de medidas bipartidistas que susciten poca o ninguna oposici\u00f3n. El gradualismo preconiza una estrategia socialmente realista, cuyo objetivo es no inflamar al electorado y construir, lentamente, un p\u00fablico receptivo a los beneficios de la transici\u00f3n. Los radicales, por el contrario, plantean el imperativo absoluto de la transici\u00f3n y su urgencia, y aceptan perturbar temporalmente los intereses existentes en nombre de una obligaci\u00f3n que pone en juego la supervivencia <\/span>4<\/sup><\/a><\/span><\/span>. El equilibrio entre gradualismo y radicalidad sustenta gran parte del discurso pol\u00edtico actual sobre el clima y determina las posiciones adoptadas en relaci\u00f3n con el capitalismo, el Estado y la movilizaci\u00f3n social. Existe un gradualismo hip\u00f3crita, que contribuye a dar cr\u00e9dito a los intereses de los combustibles f\u00f3siles partiendo del supuesto de que ni siquiera ellos pueden sentirse demasiado ofendidos; y tambi\u00e9n existe un radicalismo de encantamiento, desatento a las palancas sociales de transformaci\u00f3n en las que puede apoyarse eficazmente. Sobre todo, esta polaridad tiende a crear las condiciones para una actitud artificial de espera, ya que cada parte utiliza la existencia de la otra como excusa para no embarcarse en una v\u00eda de transformaci\u00f3n que, lenta o r\u00e1pida, sea al menos tangible.<\/p>\n\n\n\n

El equilibrio entre gradualismo y radicalidad sustenta gran parte del discurso pol\u00edtico actual sobre el clima.<\/p>PIERRE CHARBONNIER<\/cite><\/blockquote><\/figure>\n\n\n\n

Este debate se inscribe a su vez en una reflexi\u00f3n m\u00e1s metapol\u00edtica sobre la naturaleza del desaf\u00edo al que nos enfrentamos. Uno de los rasgos desestabilizadores de la cuesti\u00f3n clim\u00e1tica es que tiende a absolutizar lo que est\u00e1 en juego. Mientras que en el pasado los conflictos pol\u00edticos implicaban a grupos sociales bastante bien identificados, ya fueran \u00f3rdenes, grupos religiosos, clases o naciones, la crisis clim\u00e1tica introduce una forma de politizaci\u00f3n en la que est\u00e1 implicada la humanidad como categor\u00eda abstracta, y en la que el escenario sobre el que sol\u00edamos luchar forma ahora parte de la trama. De ah\u00ed el retroceso de categor\u00edas de pensamiento teol\u00f3gico-pol\u00edticas como la salvaci\u00f3n, o todo el l\u00e9xico del fin del mundo, de lo planetario. Esto no quiere decir que las desigualdades socioecon\u00f3micas intra e internacionales sean obsoletas, ni mucho menos, sino que la reflexi\u00f3n sobre las escisiones internas del mundo social debe revisarse a la luz de una experiencia que va mucho m\u00e1s all\u00e1 de su marco. El hecho de entrar al Antropoceno trastorna las filiaciones sociales, los intereses, las l\u00f3gicas de coalici\u00f3n y oposici\u00f3n heredados del pasado \u2014y el mismo hecho vuelve a poner en juego tales elementos\u2014. La consecuencia m\u00e1s visible de esta transformaci\u00f3n es que el espacio pol\u00edtico oficial, formado por partidos, promesas y agendas, se encuentra en pugna con un nuevo imperativo que no tiene clientela social preconstituida. No existe una \u00abclase geosocial\u00bb, por utilizar el t\u00e9rmino de Latour <\/span>5<\/sup><\/a><\/span><\/span>, ni siquiera existe realmente un bloque socioecol\u00f3gico visible que haya alcanzado una masa cr\u00edtica, por lo que no existe un portavoz leg\u00edtimo para esta cuesti\u00f3n.<\/p>\n\n\n\n

A su vez, esta cuesti\u00f3n plantea otra. Uno de los requisitos previos para anclar este nuevo conjunto de cuestiones pol\u00edticas en la sociedad -y, por tanto, poder responder a ellas- es la existencia de un espacio p\u00fablico sano, estructurado por un sistema escolar que funcione y una econom\u00eda medi\u00e1tica razonablemente independiente. En otras palabras, necesitamos un p\u00fablico suficientemente formado e integrado para que las transformaciones en curso no parezcan aberrantes, fuente de anomia o, peor a\u00fan, una amenaza. El sue\u00f1o republicano de la educaci\u00f3n generalizada y de la democratizaci\u00f3n de las competencias para descodificar el mundo cobra todo su sentido en el contexto de una crisis epistemol\u00f3gica y social como la que estamos viviendo. Desde ese punto de vista, hay que admitir que la crisis del clima pol\u00edtico ha llegado en el peor momento posible (o, m\u00e1s radicalmente, que su desarrollo desenfrenado es consecuencia de la desintegraci\u00f3n de la esfera p\u00fablica). En la mayor\u00eda de los pa\u00edses llamados desarrollados, la inversi\u00f3n en capital humano se encuentra en t\u00e9rminos negativos, lo que tiende a aumentar la desigualdad en el acceso a los conocimientos esenciales y a comprometer la capacidad colectiva para entrar en el Antropoceno <\/span>6<\/sup><\/a><\/span><\/span>. La prensa, especialmente en Francia, est\u00e1 en gran medida en manos de una oligarqu\u00eda financiera que no tiene reparos en explotarla para sus intereses inmediatos <\/span>7<\/sup><\/a><\/span><\/span>. Las redes sociales tambi\u00e9n pueden alimentar esta anomia al difuminar la l\u00ednea que separa la informaci\u00f3n del ruido. En estas condiciones, es poco probable que surja el espacio p\u00fablico necesario para la formaci\u00f3n de un ideal social de transici\u00f3n.<\/p>\n\n\n\n

El sue\u00f1o republicano de la educaci\u00f3n generalizada y de la democratizaci\u00f3n de las competencias para descodificar el mundo cobra todo su sentido en el contexto de una crisis epistemol\u00f3gica y social como la que estamos viviendo.<\/p>PIERRE CHARBONNIER<\/cite><\/blockquote><\/figure>\n\n\n\n

El cuarto y \u00faltimo aspecto de estas coordenadas estructurales que obstaculizan el desarrollo de una verdadera politizaci\u00f3n del clima es la incertidumbre m\u00e1s o menos deliberada sobre los beneficios de la transformaci\u00f3n ecol\u00f3gica. Para muchas personas -incluidos, sorprendentemente, los ecologistas- la transici\u00f3n es tanto un riesgo como una oportunidad. Si bien hay acuerdo, al margen de los grupos de presi\u00f3n y cabildeo, sobre la necesidad de prescindir de los combustibles f\u00f3siles, no lo hay hasta la fecha sobre los m\u00e9todos de sustituci\u00f3n energ\u00e9tica y t\u00e9cnica, ni sobre el alcance de la palanca que proporciona la sobriedad elegida: en resumen, \u00bfcu\u00e1l es la parte respectiva de la innovaci\u00f3n\/sustituci\u00f3n y de la sobriedad en el proceso de descarbonizaci\u00f3n? Los ecologistas, a menudo enamorados del sue\u00f1o ed\u00e9nico de una vida discreta y sin problemas, se resisten a avalar el giro energ\u00e9tico de las energ\u00edas renovables: se\u00f1alan con frecuencia que los aerogeneradores ocupan espacio y requieren materiales, que las f\u00e1bricas de bater\u00edas y las minas de litio contaminan, y que la apertura de nuevos sectores industriales y la innovaci\u00f3n tecnol\u00f3gica que los sustenta se parecen demasiado a las soluciones del pasado. La evidente imperfecci\u00f3n de la transici\u00f3n, el hecho de que a veces desplaza m\u00e1s de lo que revierte las depredaciones medioambientales <\/span>8<\/sup><\/a><\/span><\/span>, oscurece la cruda, obvia y masiva necesidad de la descarbonizaci\u00f3n y la econom\u00eda de materiales, y m\u00e1s a\u00fan la oportunidad socioecon\u00f3mica que se esconde tras ella.<\/p>\n\n\n\n

Hist\u00f3ricamente, el ecologismo naci\u00f3 en Europa como una cr\u00edtica a la modernidad industrial, y el hecho de que las pol\u00edticas clim\u00e1ticas tengan hoy el rostro de su renacimiento est\u00e1 creando un electroshock en sus actores clave. En otras palabras, hay ambig\u00fcedad, incluso y sobre todo en los segmentos de la arena pol\u00edtica que est\u00e1n en posici\u00f3n de defender la transici\u00f3n. \u00bfEstamos viendo c\u00f3mo los Verdes europeos inundan la arena pol\u00edtica con im\u00e1genes del mundo post-combustibles f\u00f3siles? Esto s\u00f3lo ha ocurrido en el contexto de la guerra en Ucrania <\/span>9<\/sup><\/a><\/span><\/span>. \u00bfLos vemos reclamar la autoridad intelectual y pol\u00edtica para proyectarse hacia un futuro seguro? No. Si no lo hacen, es muy f\u00e1cil para los adversarios de esta transici\u00f3n acusarla de todos los males: subida de los precios de la energ\u00eda, amenazas a la seguridad del abastecimiento, amenazas al empleo y al crecimiento… todo puede achacarse a la transici\u00f3n si no se presenta al p\u00fablico con la energ\u00eda adecuada.<\/p>\n\n\n\n

Estos cuatro obst\u00e1culos, estas cuatro condiciones desfavorables a la transici\u00f3n, por as\u00ed decirlo, relativizan sin duda nuestra observaci\u00f3n inicial de que no existe un impasse clim\u00e1tico. En realidad, entendemos que, si hay un punto muerto, \u00e9ste no se sit\u00faa en el plano de la viabilidad t\u00e9cnica e institucional -tenemos a mano las m\u00e1quinas y el marco normativo para lograrlo, y no hay ninguna imposibilidad antropol\u00f3gica profunda-, ni siquiera en el plano de su deseabilidad objetiva, sino en el de la movilizaci\u00f3n de intereses. El fracaso de la imaginaci\u00f3n pol\u00edtica est\u00e1, pues, ligado al deterioro de las condiciones sociales generales, a la incapacidad de crear y difundir un mensaje claro y suficientemente universal para ejercer un efecto de arrastre sobre las expectativas y las pr\u00e1cticas colectivas. Pero esta constataci\u00f3n no hace sino lamentar a\u00fan m\u00e1s, y podr\u00edamos decir que enfurecer a\u00fan m\u00e1s, este fracaso de la imaginaci\u00f3n, ya que podr\u00eda muy bien compensar la actual falta de movilizaci\u00f3n para la transici\u00f3n. <\/p>\n\n\n\n

La necesaria transformaci\u00f3n de los discursos pol\u00edticos<\/h2>\n\n\n\n

Para convencerse de que el estancamiento clim\u00e1tico es s\u00f3lo relativo, o subjetivo, y creer as\u00ed en nuestros poderes de transformaci\u00f3n, es esencial que la comunidad pol\u00edtica sea consciente tanto de la naturaleza de los obst\u00e1culos que hay que superar como del hecho de que pueden superarse. Para que surja y se extienda un cierto nivel de confianza en una v\u00eda de transici\u00f3n, es necesario, en otras palabras, que la guerra clim\u00e1tica aparezca como lo que es, y que parezca que se puede ganar. Por tanto, es necesaria una descripci\u00f3n de la l\u00ednea del frente, si queremos ampliar esta met\u00e1fora, para identificar los posibles puntos de inflexi\u00f3n entre el statu quo y la transformaci\u00f3n, y las fuerzas que deben intervenir en cada uno de ellos.<\/p>\n\n\n\n

La transici\u00f3n hacia un sistema de producci\u00f3n y distribuci\u00f3n de la riqueza, y hacia un sistema de libertades p\u00fablicas bajo en carbono y sostenible, depende fundamentalmente del arte de gestionar los dilemas que genera. Actualmente nos enfrentamos a estos dilemas a diario: nos preguntamos c\u00f3mo mantener el empleo y el desarrollo humano sin recurrir a las infraestructuras heredadas del pasado; c\u00f3mo financiar la transici\u00f3n sin sobrecargar demasiado el presupuesto de los hogares; c\u00f3mo articular la reindustrializaci\u00f3n de las econom\u00edas nacionales sin comprometer la cooperaci\u00f3n internacional mediante un proteccionismo excesivo; c\u00f3mo integrar las nuevas pr\u00e1cticas de consumo, de desplazamiento y de alimentaci\u00f3n en las experiencias ordinarias de la poblaci\u00f3n sin provocar una guerra cultural o un sentimiento de desclasamiento. Estos dilemas est\u00e1n en el centro de nuevos movimientos sociales como los chalecos amarillos en Francia, las revueltas sobre el precio de los bienes b\u00e1sicos que recorren el mundo y los conflictos internacionales en torno a la innovaci\u00f3n tecnol\u00f3gica. <\/p>\n\n\n\n

Para convencerse de que el estancamiento clim\u00e1tico es s\u00f3lo relativo, o subjetivo, y creer as\u00ed en nuestros poderes de transformaci\u00f3n, es esencial que la comunidad pol\u00edtica sea consciente tanto de la naturaleza de los obst\u00e1culos que hay que superar como del hecho de que pueden superarse.<\/p>PIERRE CHARBONNIER<\/cite><\/blockquote><\/figure>\n\n\n\n

Para aliviar la presi\u00f3n sobre los medios naturales y preservar bienes p\u00fablicos mundiales como la atm\u00f3sfera, los oc\u00e9anos y, m\u00e1s ampliamente, las funciones ecol\u00f3gicas elementales que garantizan la habitabilidad del planeta, en otras palabras, necesitamos un arte pol\u00edtico de compromiso entre naciones, entre clases sociales, entre sectores de influencia. En otras palabras, necesitamos una coalici\u00f3n post-combustibles f\u00f3siles m\u00e1s poderosa que la coalici\u00f3n f\u00f3sil del pasado <\/span>10<\/sup><\/a><\/span><\/span>. Estamos empezando a vislumbrar el despliegue de este arte pol\u00edtico en las estrategias industriales y clim\u00e1ticas de Estados Unidos, China y la Uni\u00f3n Europea, pero estas estrategias a\u00fan no han alcanzado su velocidad y su masa cr\u00edtica, el punto en el que imparten su movimiento al conjunto de la sociedad. Por eso nos encontramos en lo que podr\u00eda llamarse una \u00abfalsa guerra clim\u00e1tica\u00bb: sabemos que el conflicto ya comenz\u00f3, que el viejo orden no va a volver<\/a>, pero a\u00fan estamos en medio del camino, los ganadores y los perdedores no se han declarado, los golpes m\u00e1s duros ni siquiera se han dado todav\u00eda. El reciente discurso sobre el Estado de la Uni\u00f3n de la presidenta de la Comisi\u00f3n Europea, Ursula von der Leyen, da fe de esta situaci\u00f3n intermedia<\/a> <\/span>11<\/sup><\/a><\/span><\/span>: el horizonte hist\u00f3rico hab\u00eda quedado definido por el Green Deal y una primera ronda de financiaci\u00f3n estimulada por la situaci\u00f3n de guerra en Ucrania (RePowerEU, NZIA), pero la sublevaci\u00f3n de la derecha europea, que plantea la amenaza de una transici\u00f3n desestabilizadora y pide una ralentizaci\u00f3n de las medidas, est\u00e1 provocando el enfriamiento del establishment<\/em> <\/span>12<\/sup><\/a><\/span><\/span>.<\/p>\n\n\n\n

\n \n \r\n \r\n \r\n \r\n \r\n <\/picture>\r\n \n
Konstantin Yuon, Gente<\/em>, 1928.<\/figcaption>\n <\/a>\n<\/figure>\n\n\n

Al elevar artificialmente el costo pol\u00edtico de la transici\u00f3n y suscitar el temor a una sociedad post-combustibles f\u00f3siles ingobernable o indeseable, la derecha europea aumenta el costo futuro de las cat\u00e1strofes. Por ello, un an\u00e1lisis l\u00facido de esta transici\u00f3n, en sus diversas dimensiones industrial, financiera, cient\u00edfica y geopol\u00edtica, no puede adoptar la forma de una comparaci\u00f3n neutra de costos y beneficios. Debe demostrar de forma performativa c\u00f3mo la gesti\u00f3n de la transici\u00f3n puede integrar la reducci\u00f3n de su costo sociopol\u00edtico, mediante la construcci\u00f3n de una coalici\u00f3n de intereses sociales que se beneficie de ella y, en \u00faltima instancia, la exija <\/span>13<\/sup><\/a><\/span><\/span>. La proliferaci\u00f3n de discursos autocomplacientes sobre la gran marcha hacia la innovaci\u00f3n y el desarrollo industrial verde refleja el desequilibrio entre la facilidad de definir un horizonte t\u00e9cnico e industrial para la descarbonizaci\u00f3n, y la dificultad, en el marco pol\u00edtico actual, de definir los contornos de esta coalici\u00f3n. La Uni\u00f3n Europea, y tal vez tambi\u00e9n Estados Unidos, est\u00e1 definiendo un programa de reconversi\u00f3n adaptado a la restricci\u00f3n clim\u00e1tica, pero que no est\u00e1 dise\u00f1ado para responder a las demandas de justicia que impulsan a la sociedad y a la mano de obra. En otras palabras, es un programa que corre el riesgo de no ir a ninguna parte.<\/p>\n\n\n\n

Los tres ejes del problema clim\u00e1tico<\/h2>\n\n\n\n

Una vez m\u00e1s, si queremos ir m\u00e1s all\u00e1 del encantamiento, debemos abandonar nuestra concepci\u00f3n fatalista de la transici\u00f3n. Ya sea que la veamos como la marcha autom\u00e1tica de la historia, seg\u00fan una nueva teleolog\u00eda verde, o como una imposibilidad socioecon\u00f3mica radical, como es el caso de los partidos de derecha fosilizados en casi todo el mundo, el fallo es el mismo: las fuerzas sociales siguen ausentes en la ecuaci\u00f3n. As\u00ed que tenemos que echar un vistazo a cada uno de los tres grandes pivotes hist\u00f3ricos que se est\u00e1n desarrollando ante nuestros ojos en torno al problema clim\u00e1tico para entender mejor el frente en el que tenemos que luchar, y c\u00f3mo las fuerzas sociales reales pueden encontrar su camino all\u00ed y movilizarse, por el clima y por s\u00ed mismas.<\/p>\n\n\n\n

Esos tres pilares son el geopol\u00edtico, el socioecon\u00f3mico y el cultural, a falta de un t\u00e9rmino mejor. <\/p>\n\n\n\n

Podemos empezar por la escala geopol\u00edtica, o internacional, en la medida en que es la m\u00e1s abarcadora. La historia y los problemas de la crisis clim\u00e1tica son en gran medida una cuesti\u00f3n de guerra y paz, una cuesti\u00f3n que pone en juego la piedra angular de los Estados modernos, a saber, el principio de seguridad. En efecto, desde la Ilustraci\u00f3n y el nacimiento de la econom\u00eda pol\u00edtica moderna, la mayor\u00eda de las \u00e9lites pol\u00edticas aceptan que el mejor sustituto de la guerra es el comercio, y que la extensi\u00f3n de los circuitos comerciales permite tanto mejorar las conexiones entre los seres humanos como domesticar a\u00fan m\u00e1s la naturaleza <\/span>14<\/sup><\/a><\/span><\/span>. Lo fant\u00e1stico de la sociedad mercantil, tal como fue concebida por Hume y Smith y m\u00e1s tarde por Bentham y Spencer, as\u00ed como por te\u00f3ricos socialistas como Saint-Simon y Marx, es que simult\u00e1neamente unifica a la humanidad y transfigura una naturaleza considerada peligrosa por las fuerzas productivas. La teodicea moderna del progreso est\u00e1 motivada en gran medida por los dilemas del Estado territorial, es decir, la necesidad de crear una cooperaci\u00f3n entre naciones en un planeta \u00fanico y finito, preservando al mismo tiempo una ventaja interna. A lo largo del siglo XIX, con el desarrollo de las tecnolog\u00edas f\u00f3siles, la utop\u00eda comercial se convirti\u00f3 en utop\u00eda industrial <\/span>15<\/sup><\/a><\/span><\/span>, y la vocaci\u00f3n hist\u00f3rica de la humanidad se identific\u00f3 casi universalmente con el esfuerzo productivo, al que se atribu\u00eda una virtud pacificadora y civilizadora. La tendencia a eliminar la violencia sustituyendo la guerra por la producci\u00f3n se arraig\u00f3 en el sistema internacional, en forma de apertura del comercio mundial, transferencias de tecnolog\u00eda y ayuda al desarrollo. Sin embargo, parad\u00f3jicamente, este ideal se ha convertido ahora en el principal obst\u00e1culo para la acci\u00f3n por el clima, ya que vincula la estabilidad del sistema internacional a la b\u00fasqueda de la movilizaci\u00f3n productiva total. Este v\u00ednculo entre estabilidad internacional e intensidad f\u00f3sil tambi\u00e9n tiene un impacto negativo: por ejemplo, anular contratos de suministro energ\u00e9tico o negarse a importar mercanc\u00edas en nombre del clima, o elegir socios en nombre de los principios medioambientales, equivale a declarar la guerra, o al menos a cuestionar el orden internacional tal y como se configur\u00f3 tras la Segunda Guerra Mundial<\/a>.<\/p>\n\n\n\n

A lo largo del siglo XIX, con el desarrollo de las tecnolog\u00edas f\u00f3siles, la utop\u00eda comercial se convirti\u00f3 en utop\u00eda industrial, y la vocaci\u00f3n hist\u00f3rica de la humanidad se identific\u00f3 casi universalmente con el esfuerzo productivo, al que se atribu\u00eda una virtud pacificadora y civilizadora. <\/p>PIERRE CHARBONNIER<\/cite><\/blockquote><\/figure>\n\n\n\n

En este contexto, las estrategias industriales de transici\u00f3n est\u00e1n creando un nuevo dilema geopol\u00edtico, que puede resumirse as\u00ed. La cuesti\u00f3n clim\u00e1tica requiere un alto nivel de coordinaci\u00f3n internacional, porque es de inter\u00e9s com\u00fan para la humanidad, porque las emisiones de CO2 y el clima son indiferentes a las fronteras territoriales interestatales, y porque es necesario negociar un reparto equitativo de la carga entre las naciones. Pero en la medida en que la descarbonizaci\u00f3n de la econom\u00eda tiene que integrarse en la b\u00fasqueda de legitimidad por parte de los aspirantes al poder (tienen que poder ser elegidos sobre la base de un programa clim\u00e1tico), cada naci\u00f3n tiende a querer captar para s\u00ed los beneficios socioecon\u00f3micos de la transici\u00f3n, y a trasladar sus desventajas a los dem\u00e1s. El resultado de este dilema est\u00e1 muy presente en el discurso pol\u00edtico dominante sobre estas cuestiones, ya sea Emmanuel Macron y su nuevo eslogan de \u00abl’\u00e9cologie \u00e0 la Fran\u00e7aise\u00bb <\/span>16<\/sup><\/a><\/span><\/span>, o el reciente discurso de Rishi Sunak en el Reino Unido, que condiciona la acci\u00f3n clim\u00e1tica al desarrollo de industrias nacionales de tecnolog\u00eda verde <\/span>17<\/sup><\/a><\/span><\/span>.<\/p>\n\n\n\n

Este dilema geoecol\u00f3gico condiciona hoy las relaciones internacionales, como lo demuestran los conflictos econ\u00f3micos entre Estados Unidos, la UE y China, alimentados en particular por la ley IRA y el Green Deal, pero tambi\u00e9n la actitud de aqu\u00e9llos del Sur global que pretenden tomar una v\u00eda de desarrollo sostenible en el contexto de la guerra de Ucrania. Esta es la hip\u00f3tesis que planteamos en la revista GREEN<\/a>.<\/p>\n\n\n\n

Sin embargo, hasta la fecha no existe una verdadera s\u00edntesis doctrinal propuesta por el movimiento democr\u00e1tico y social, una s\u00edntesis que permita integrar su estrategia pol\u00edtica en este juego de condicionantes hist\u00f3ricos. Si queremos encontrar una salida al dilema clim\u00e1tico internacional, debemos definir un equilibrio entre la presi\u00f3n que debemos ejercer sobre nuestros socios econ\u00f3micos y pol\u00edticos excesivamente dependientes de las energ\u00edas f\u00f3siles, y la ayuda igualmente necesaria que los pa\u00edses m\u00e1s desarrollados deben aportar a los dem\u00e1s para acelerar su descarbonizaci\u00f3n. As\u00ed, por ejemplo, la tendencia actual al proteccionismo ecol\u00f3gico, preconizada por casi todo el espectro pol\u00edtico, s\u00f3lo puede ser coherente si se corresponde con el surgimiento de una coalici\u00f3n interestatal decidida a difundir normas de producci\u00f3n descarbonizadas mediante instrumentos reglamentarios y aduaneros. Por lo tanto, debemos preguntarnos si la UE tiene suficiente peso econ\u00f3mico para hacerlo, o si necesita aliarse con otros socios para ello, y en caso afirmativo, con cu\u00e1les. Adem\u00e1s de este uso estrat\u00e9gico del poder econ\u00f3mico, que corre el riesgo de crear frustraciones e incluso r\u00e9plicas, los pa\u00edses ricos deben poner fin a su reticencia a comprometerse en transferencias de tecnolog\u00eda y ayudas a la adaptaci\u00f3n, es decir, medidas m\u00e1s positivas que puedan a la vez atenuar las rivalidades generadas por las medidas punitivas y anticiparse a los riesgos futuros. <\/p>\n\n\n\n

El equilibrio entre esas dos l\u00edneas de acci\u00f3n debe estar definido por la racionalidad estrat\u00e9gica, es decir, un equilibrio entre promesas y amenazas.<\/p>\n\n\n\n

En el plano socioecon\u00f3mico, ya se ha escrito mucho para alimentar el debate sobre la compatibilidad entre el fin del mundo y el fin de mes. En Abondance et libert\u00e9<\/em>, desarroll\u00e9 una reflexi\u00f3n sobre el proceso hist\u00f3rico que condujo a la confiscaci\u00f3n de las estructuras del Estado social por el crecimiento de los combustibles f\u00f3siles, y m\u00e1s all\u00e1 por la formaci\u00f3n de un imaginario social de emancipaci\u00f3n a trav\u00e9s del consumo, a la vez herramienta de distinci\u00f3n y palanca de negociaci\u00f3n sociopol\u00edtica. <\/p>\n\n\n\n

A este respecto, hay que hacer tres observaciones, similares a lo que se ha dicho anteriormente sobre la geopol\u00edtica. En primer lugar, se trata de un legado hist\u00f3rico que hay que reinventar; en segundo lugar, la cuesti\u00f3n se plantea fundamentalmente en forma de dilemas por resolver; y en tercer lugar, no existe una s\u00edntesis te\u00f3rica y pol\u00edtica completa. <\/p>\n\n\n\n

En cuanto al primer punto, ahora est\u00e1 claro que, en el contexto de las socialdemocracias, donde el presupuesto del Estado est\u00e1 destinado a soportar el costo de la transici\u00f3n y la exposici\u00f3n a nuevos riesgos, el agravamiento de la crisis clim\u00e1tica representa una amenaza adicional para su equilibrio. En cuanto se plantea la cuesti\u00f3n del cambio clim\u00e1tico, se generaliza el fen\u00f3meno del chantaje sobre la financiaci\u00f3n de las prestaciones sociales: \u00bfc\u00f3mo frenar el ritmo de producci\u00f3n de autom\u00f3viles o de aviones de pasajeros en este contexto, dado que el Estado necesita ingresos? M\u00e1s ampliamente, \u00bfc\u00f3mo cuestionar los motores del crecimiento si la transici\u00f3n energ\u00e9tica es una carga presupuestaria creciente? Este dilema puede aplicarse a la cuesti\u00f3n del empleo: \u00bfc\u00f3mo aceptar la p\u00e9rdida de puestos de trabajo en los sectores que m\u00e1s emiten si hay que construir una plataforma pol\u00edtica de transici\u00f3n dirigida a las clases medias y bajas ya afectadas por el desempleo y la precariedad? Llama la atenci\u00f3n que la crisis clim\u00e1tica se produzca en un momento en el que el debilitamiento de los servicios p\u00fablicos es ya un fen\u00f3meno relativo, m\u00e1s que absoluto: su eficacia disminuye porque las necesidades crecen m\u00e1s r\u00e1pido que las instalaciones y el equipo <\/span>18<\/sup><\/a><\/span><\/span>, y sabemos hasta qu\u00e9 punto este proceso ha servido en el pasado para construir un discurso sobre su ineficacia estructural. Un mecanismo similar de cuestionamiento del acceso a los derechos e infraestructuras p\u00fablicas a trav\u00e9s de la cuesti\u00f3n clim\u00e1tica ya est\u00e1 en marcha, y es evidente que urge responder a \u00e9l.<\/p>\n\n\n\n

En cuanto se plantea la cuesti\u00f3n del cambio clim\u00e1tico, se generaliza el fen\u00f3meno del chantaje sobre la financiaci\u00f3n de las prestaciones sociales.<\/p>PIERRE CHARBONNIER<\/cite><\/blockquote><\/figure>\n\n\n\n

Como en el caso de las relaciones internacionales, los dilemas son reales pero no insolubles. En un primer momento, es posible aflojar la cuerda demostrando que emanciparse de los modos de producci\u00f3n y consumo m\u00e1s perjudiciales para el clima y la biodiversidad tiene importantes beneficios colaterales, sobre todo en t\u00e9rminos de salud. Pero esto no basta para restablecer el equilibrio. En segundo lugar, y este es un argumento que se ha vuelto omnipresente hoy en d\u00eda, podemos demostrar que el proceso de destrucci\u00f3n creativa que lleva al cierre de sectores intensivos en carbono para abrir canales alternativos de producci\u00f3n y consumo crea riqueza. Pero tampoco en este caso se ha restablecido totalmente el equilibrio, sobre todo porque la propia fase de transici\u00f3n es bastante costosa <\/span>19<\/sup><\/a><\/span><\/span>, si hay que financiar y apoyar nuevos programas de formaci\u00f3n y recalificaci\u00f3n de la mano de obra. Para volver a estar dentro de los l\u00edmites planetarios, habr\u00e1 que modificar seriamente la escala de los flujos materiales que estructuran nuestra realidad econ\u00f3mica, es decir, habr\u00e1 que adoptar mecanismos de sobriedad basados en la disciplina de los comportamientos individuales y en el desarrollo de mecanismos de reparto y cooperaci\u00f3n. En este contexto, la renovaci\u00f3n industrial y el crecimiento verde s\u00f3lo pueden tener un efecto limitado sobre las estructuras generales de la econom\u00eda nacional, y es necesario volver a poner sobre la mesa los mecanismos de la deuda y la fiscalidad, as\u00ed como el desarrollo de una racionalidad macroecon\u00f3mica compatible con los objetivos clim\u00e1ticos <\/span>20<\/sup><\/a><\/span><\/span>: emancipaci\u00f3n del PIB, no contabilizaci\u00f3n de las inversiones clim\u00e1ticas en el presupuesto nacional, desarrollo de la doble materialidad.<\/p>\n\n\n\n

La raz\u00f3n por la que todav\u00eda no existe una s\u00edntesis te\u00f3rica y estrat\u00e9gica para navegar por las incertidumbres y los riesgos de la transici\u00f3n es que el espectro pol\u00edtico se encuentra actualmente dividido entre un bloque que se ocupa de demostrar los beneficios econ\u00f3micos de la transici\u00f3n (traer\u00eda crecimiento, empleo, innovaci\u00f3n, competitividad, es decir, todo lo que recomienda la doctrina econ\u00f3mica cl\u00e1sica), y un bloque de oposici\u00f3n que se ocupa esencialmente de criticar las patolog\u00edas econ\u00f3micas y los intereses creados. El mayor defecto de los primeros, que se encuentra sobre todo en el centro y entre algunos ecologistas, es que prometen reinventar la econom\u00eda pol\u00edtica cl\u00e1sica en torno a la descarbonizaci\u00f3n, aunque ello suponga facilitarse las cosas percibiendo \u00fanicamente aquellos aspectos de la crisis objetiva que pueden incorporarse f\u00e1cilmente a una doctrina preexistente. La transici\u00f3n ser\u00eda as\u00ed una panacea demasiado milagrosa. En cuanto a los segundos, sus l\u00edmites difieren seg\u00fan su cultura pol\u00edtica, ya sea socialista o ecologista. Los primeros -en Francia, el movimiento de los \u00abinsumisos\u00bb- tienden a ver la crisis ecol\u00f3gica como una crisis ex\u00f3gena: viene de otra parte, de intereses privados, de influencias extranjeras, de estructuras econ\u00f3micas externas al cuerpo social o \u00abal pueblo\u00bb. Evidentemente, se trata de una limitaci\u00f3n importante, porque nos impide analizar las razones por las que la coalici\u00f3n de los combustibles f\u00f3siles se est\u00e1 extendiendo a amplios sectores de este famoso pueblo, por las que los coches, las parrillas, las calderas de gas y los fines de semana de Easyjet son un enemigo interno que hay que eliminar. En estas condiciones, la oportuna promoci\u00f3n de la planificaci\u00f3n ecol\u00f3gica por parte de este movimiento choca con el discurso pol\u00edtico general, lo que dificulta su lectura. Para los ecologistas, el callej\u00f3n sin salida es el opuesto: este movimiento invierte sobre todo una cr\u00edtica del comportamiento consumista, que ha provocado durante mucho tiempo el rechazo de los grupos sociales m\u00e1s cautivos de las emisiones constre\u00f1idas y de las perspectivas de distinci\u00f3n a trav\u00e9s del consumo, es decir, las mismas personas a las que habr\u00eda que volver a incorporar a la coalici\u00f3n ecologista.<\/p>\n\n\n\n

No existe una soluci\u00f3n milagrosa para estos dilemas, para definir un justo equilibrio entre las oportunidades muy reales de la transici\u00f3n y los trastornos no menos previsibles que engendrar\u00e1. Sin embargo, es posible presentar mejor las distintas opciones en t\u00e9rminos de opciones tecnol\u00f3gicas, estrategias industriales, mecanismos de apoyo y adaptaci\u00f3n, es decir, reconstruir un proyecto de Estado del bienestar en torno a esta transici\u00f3n <\/span>21<\/sup><\/a><\/span><\/span>. Tambi\u00e9n es posible, cada vez m\u00e1s desde 2022, vincular la transici\u00f3n necesaria a los riesgos a mayor escala, en particular la influencia ideol\u00f3gica de Rusia y de los actores internacionales que pretenden prolongar la existencia de la civilizaci\u00f3n f\u00f3sil <\/span>22<\/sup><\/a><\/span><\/span>, reconstruir el imperativo ecol\u00f3gico como principio de seguridad y estabilidad, y convertirlo as\u00ed en un elemento constitutivo de legitimidad y autoridad pol\u00edtica, en el centro del Estado y de sus misiones, en el centro de la producci\u00f3n del futuro colectivo. Un principio, en otras palabras, en nombre del cual se pueden hacer algunos sacrificios temporales y controlados si se distribuyen adecuadamente en un periodo de crisis profunda. Las pol\u00edticas clim\u00e1ticas se inscriben as\u00ed en una narrativa m\u00e1s amplia de lucha contra la extrema derecha y de reinvenci\u00f3n de la nacionalidad y de las fronteras.<\/p>\n\n\n\n

Es posible reconstruir un proyecto de Estado del bienestar en torno a esta transici\u00f3n.<\/p>PIERRE CHARBONNIER<\/cite><\/blockquote><\/figure>\n\n\n\n

El tercer y \u00faltimo \u00e1ngulo de este tri\u00e1ngulo de pol\u00edticas clim\u00e1ticas es el cultural. Utilizo este t\u00e9rmino para referirme a lo que se ha dado en llamar las \u00abguerras culturales\u00bb, es decir, el desarrollo de identidades sociales muy fuertes que se oponen ferozmente entre s\u00ed, y que obviamente son explotadas por los actores pol\u00edticos para impulsar su agenda. En Francia, el interminable debate entre Fabien Roussel y Sandrine Rousseau sobre el consumo de carne y el s\u00edmbolo cultural de la parrillada es una muestra de esta guerra cultural, pero se est\u00e1 convirtiendo r\u00e1pidamente en el n\u00facleo de una divisi\u00f3n social m\u00e1s amplia sobre la transici\u00f3n. Durante el movimiento de los chalecos amarillos, y paralelamente a la aparici\u00f3n de un conflicto socioecon\u00f3mico en torno al reparto del esfuerzo ecol\u00f3gico, ya hab\u00edamos vislumbrado algunos aspectos de la guerra cultural en torno a la ecolog\u00eda con la expresi\u00f3n de un sentimiento de abandono de grupos sociales que se ve\u00edan a s\u00ed mismos como perif\u00e9ricos, lejos de los centros de decisi\u00f3n, conocimiento y comunicaci\u00f3n: este momento ya hab\u00eda dejado la impresi\u00f3n de que la transici\u00f3n ecol\u00f3gica s\u00f3lo pod\u00eda resonar en el seno de una \u00e9lite cultural urbana, y en detrimento de los rezagados.<\/p>\n\n\n\n

Lo primero que hay que se\u00f1alar sobre la batalla cultural que se libra en torno a la ecolog\u00eda es que la estrategia hist\u00f3rica del ecologismo europeo ha fracasado. Esta estrategia se caracterizaba por la idea de una \u00abguerra cultural\u00bb, con la idea de que se producir\u00eda un cambio gradual en las normas de comportamiento, consumo y expectativas sociales bajo la \u00e9gida de una vanguardia verde, algo as\u00ed como la aparici\u00f3n de formas de cortes\u00eda descritas por N. Elias. Pero si la ecolog\u00eda es una cuesti\u00f3n eminentemente cultural, y si esta dimensi\u00f3n de la guerra clim\u00e1tica se est\u00e1 intensificando ante nuestros propios ojos, es precisamente porque la transformaci\u00f3n de las normas sociales nunca es un proceso pac\u00edfico y uniforme: en el caso que nos ocupa, el hecho de que la vanguardia cultural en cuesti\u00f3n est\u00e9 formada principalmente por personas bastante privilegiadas tiende a asociar el modo de vida ecol\u00f3gico a estos privilegios y a suscitar, en consecuencia, las reticencias de los grupos menos privilegiados. <\/p>\n\n\n\n

Pero si la ecolog\u00eda es una cuesti\u00f3n eminentemente cultural, y si esta dimensi\u00f3n de la guerra clim\u00e1tica se est\u00e1 intensificando ante nuestros propios ojos, es precisamente porque la transformaci\u00f3n de las normas sociales nunca es un proceso pac\u00edfico y uniforme.<\/p>PIERRE CHARBONNIER<\/cite><\/blockquote><\/figure>\n\n\n\n

En Estados Unidos, esta guerra cultural se ha convertido en un elemento absolutamente central de la vida pol\u00edtica, al menos desde la campa\u00f1a presidencial de Trump. En 2016, por ejemplo, el multimillonario Charles Koch, que hizo su fortuna con el petr\u00f3leo, expres\u00f3 su preocupaci\u00f3n por las pol\u00edticas clim\u00e1ticas, que en su opini\u00f3n afectar\u00edan gravemente a las clases trabajadoras dependientes de la energ\u00eda barata (y a \u00e9l mismo en el proceso) <\/span>23<\/sup><\/a><\/span><\/span>. La sociedad, y la transici\u00f3n clim\u00e1tica, se ven as\u00ed atrapadas en una alianza entre las \u00e9lites de los combustibles f\u00f3siles y las clases populares, cuyos intereses convergen por la fuerza de las circunstancias, y cuya expresi\u00f3n m\u00e1s evidente en el d\u00eda a d\u00eda es la reiterada insistencia, en la derecha y en el ecosistema medi\u00e1tico que sustenta, en calificar cualquier acci\u00f3n frente al cambio clim\u00e1tico como un crimen contra los valores tradicionales de la gente corriente. El gui\u00f1o del presidente Macron a la cultura del autom\u00f3vil en su reciente comparecencia ante los medios de comunicaci\u00f3n (\u201cJ\u2019adore la bagnole\u201d, \u201cMe encanta el coche\u00bb) es una manifestaci\u00f3n m\u00e1s de esta batalla cultural: ahora es casi imposible no tranquilizar los h\u00e1bitos de la era de los combustibles f\u00f3siles, para evitar el doloroso contragolpe de la transici\u00f3n.<\/p>\n\n\n\n

\n \n \r\n \r\n \r\n \r\n \r\n <\/picture>\r\n \n
Konstantin Yuon, Gente del futuro<\/em>, 1929.<\/figcaption>\n <\/a>\n<\/figure>\n\n\n

Y lo que es a\u00fan m\u00e1s sorprendente, gran parte de esta batalla cultural se centra en el aspecto est\u00e9tico de la transici\u00f3n. Es cierto que el desarrollo de la energ\u00eda e\u00f3lica, y el lugar cada vez m\u00e1s importante que ocupan estos modernos molinos en el entorno visual de los habitantes de las zonas rurales, constituye una transformaci\u00f3n absolutamente gigantesca de la vida cotidiana. La cr\u00edtica de esta molestia est\u00e9tica se convirti\u00f3 as\u00ed en un elemento central de los movimientos de derecha y extrema derecha, que pod\u00edan presumir de un discurso de preservaci\u00f3n del medio ambiente al tiempo que daban garant\u00edas a la coalici\u00f3n f\u00f3sil <\/span>24<\/sup><\/a><\/span><\/span>. La gran ventaja de los combustibles f\u00f3siles era que su enorme concentraci\u00f3n, y el hecho de que se extrajeran fuera de nuestras fronteras, los hac\u00eda pr\u00e1cticamente invisibles, lo que ten\u00eda el parad\u00f3jico efecto de liberar nuestro medio ambiente de las garras de la energ\u00eda. As\u00ed es como, combinando los temores a la transici\u00f3n con apelaciones a valores tradicionalistas y al ego\u00edsmo NIMBY, la extrema derecha se convirti\u00f3 en una opci\u00f3n electoral masiva entre los grupos sociales m\u00e1s dependientes de los combustibles f\u00f3siles. Al factor estrictamente socioecon\u00f3mico se une, de hecho, un elemento de pol\u00edtica identitaria absolutamente central.<\/p>\n\n\n\n

Europa debe prepararse para el embate de esta guerra cultural. Recientemente, la presidenta del Parlamento Europeo, Roberta Metsola, pidi\u00f3 a U. Von Der Leyen que ralentizara su programa de regulaciones medioambientales, alegando el temor a una ola populista desencadenada, una vez m\u00e1s, por el miedo a la desestabilizaci\u00f3n <\/span>25<\/sup><\/a><\/span><\/span>. En otras palabras, la derecha se reorganiza en torno a la resistencia a las pol\u00edticas clim\u00e1ticas sobre una base ideol\u00f3gica que tiene una dimensi\u00f3n econ\u00f3mica, pero que se expresa sobre todo en la frustraci\u00f3n cultural de las clases medias y trabajadoras (o m\u00e1s bien en su instrumentalizaci\u00f3n). <\/p>\n\n\n\n

Entonces, \u00bfcu\u00e1l deber\u00eda ser la estrategia para hacer frente a esta guerra cultural? Lo m\u00e1s obvio es que es imperativo que los actores y promotores de la transici\u00f3n se deshagan de los estereotipos culturales que generalmente se le atribuyen: el de una burgues\u00eda urbana culta que apuesta por el modo de vida ecol\u00f3gico como estrategia de distinci\u00f3n. A la inversa, no tiene sentido tranquilizar a quienes sostienen el estereotipo contrario, porque es m\u00e1s un estereotipo que una realidad social coherente. En su reciente libro, L\u00e9a Falco da una indicaci\u00f3n te\u00f3rica y estrat\u00e9gica clave: lo que ella llama \u00abecolog\u00eda por dise\u00f1o\u00bb significa que el cambio de h\u00e1bitos no puede adoptar la forma de una aquiescencia expl\u00edcita, sino de una reorganizaci\u00f3n de los modos de producci\u00f3n, circulaci\u00f3n y consumo por defecto <\/span>26<\/sup><\/a><\/span><\/span>. He aqu\u00ed algunos ejemplos: la carne debe ser m\u00e1s cara y de mejor calidad para limitar la demanda, los distribuidores deben generalizar los envases a granel, los coches el\u00e9ctricos deben ser m\u00e1s baratos y m\u00e1s c\u00f3modos de usar que los coches de combusti\u00f3n, el transporte p\u00fablico debe ser a\u00fan m\u00e1s barato y m\u00e1s c\u00f3modo que el coche privado, etc\u00e9tera. Es la arquitectura de las normas y la organizaci\u00f3n de las infraestructuras f\u00edsicas la que debe incorporar los principios ecol\u00f3gicos, exactamente de la misma manera que en el pasado se impuso por defecto el consumo de energ\u00eda. De este modo, no es necesario que los ciudadanos adopten una postura cultural fuerte, y el frente de batalla se desplaza de la arena cultural a la arena pol\u00edtica (ya que hay que ganar batallas pol\u00edticas para imponer a la industria las normas descritas anteriormente). <\/p>\n\n\n\n

Adem\u00e1s de esta estrategia de desdramatizaci\u00f3n de los conflictos identitarios que empiezan a surgir en torno a la transici\u00f3n, y volviendo a las primeras l\u00edneas de este texto, hay que invertir en el desarrollo de un imaginario pol\u00edtico propio de una ecolog\u00eda social de la construcci\u00f3n. Una tercera cultura ecol\u00f3gica, por as\u00ed decirlo, que no sea ni idealismo contestatario ni derrotismo catastrofista, sino que retome, refine y desarrolle los c\u00f3digos est\u00e9ticos y narrativos del movimiento Solarpunk mostrando los resultados reales de una estrategia industrial verde para la ciudad, el transporte, el trabajo y la agricultura. Si va a haber una batalla cultural sobre la ecolog\u00eda, m\u00e1s vale que vayamos a ella con las armas adecuadas.<\/p>\n\n\n\n

Imponer los t\u00e9rminos del debate<\/h2>\n\n\n\n

As\u00ed que no hay un impasse clim\u00e1tico, pero hay muchos actores sociales que tienen mucho \u00e9xito invent\u00e1ndolo y escenific\u00e1ndolo. Y otros, menos poderosos, que ceden al poder persuasivo de esa estrategia por inter\u00e9s propio o en funci\u00f3n de intereses imaginarios. Tal confrontaci\u00f3n, que se desarrolla a escala internacional, a nivel socioecon\u00f3mico y cultural, s\u00f3lo progresa por el momento de forma muy limitada. Lo que le falta a la coalici\u00f3n post-combustibles f\u00f3siles, o socioecol\u00f3gica, es la capacidad de imponer los t\u00e9rminos del debate tal y como ella los entiende: la transici\u00f3n es una cuesti\u00f3n de justicia y seguridad internacionales, una cuesti\u00f3n de igualdad fundamental entre grupos sociales dentro de la divisi\u00f3n del trabajo, y si nos implica a todos y cada uno de nosotros seg\u00fan nuestros h\u00e1bitos y sistemas de valores, no puede ser obra de una minor\u00eda activa. <\/p>\n\n\n\n

En el contexto hist\u00f3rico actual, hay una serie de factores que dan peso a esta estrategia. Entre ellos, el desarrollo de estrategias industriales de transici\u00f3n, sobre todo desde la adopci\u00f3n de la ley IRA en Estados Unidos, la acentuaci\u00f3n de los conflictos sobre el reparto del costo de la transici\u00f3n, que pueden despertar a las fuerzas sociales, y la apertura del frente ucraniano, que permite dar al imperativo clim\u00e1tico una dimensi\u00f3n de seguridad internacional. Pero como dec\u00edamos al principio de este texto, la coalici\u00f3n socioecol\u00f3gica carece a\u00fan del poder blando que podr\u00eda impulsarla m\u00e1s r\u00e1pidamente en el imaginario colectivo y permitirle luchar contra el fatalismo. Un imaginario en el que la transici\u00f3n no sea ni una renuncia ni una suma de incertidumbres, sino la actualizaci\u00f3n de tendencias modernizadoras a\u00fan latentes en torno a la igualdad, la seguridad, la ciencia al servicio del bien com\u00fan y la toma de control sobre nuestro destino colectivo.<\/p>\n\n\n\n

Una versi\u00f3n anterior de este texto conten\u00eda un p\u00e1rrafo en el que se atribu\u00edan al profesor Reyni\u00e9 declaraciones que nunca hizo. Hemos retirado este p\u00e1rrafo de acuerdo con el autor. La redacci\u00f3n pide disculpas a sus lectores y a Dominique Reyni\u00e9.<\/em><\/p>\n","protected":false},"excerpt":{"rendered":"

No hay estancamiento clim\u00e1tico. Pero la idea de que existe produce efectos que impiden cualquier pol\u00edtica decisiva a favor de la transici\u00f3n. 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