{"id":22820,"date":"2023-09-14T16:00:00","date_gmt":"2023-09-14T15:00:00","guid":{"rendered":"https:\/\/legrandcontinent.eu\/es\/?p=22820"},"modified":"2023-09-15T17:36:45","modified_gmt":"2023-09-15T16:36:45","slug":"la-guerra-de-ucrania-y-la-historia-de-europa-el-fin-de-una-ilusion","status":"publish","type":"post","link":"https:\/\/legrandcontinent.eu\/es\/2023\/09\/14\/la-guerra-de-ucrania-y-la-historia-de-europa-el-fin-de-una-ilusion\/","title":{"rendered":"La guerra de Ucrania y la historia de Europa: el fin de una ilusi\u00f3n"},"content":{"rendered":"\n
Si la agresi\u00f3n de Rusia contra Ucrania marca el \u00abfin de una era\u00bb, como se lee en la bibliograf\u00eda de las relaciones internacionales, es sobre todo porque marca el fin de una idea, la de la paz a trav\u00e9s del derecho. Madurada en Europa desde el siglo XVI, dicha idea se intent\u00f3 por primera vez tras la Primera Guerra Mundial, cuando un profesor de derecho constitucional que lleg\u00f3 a ser presidente de Estados Unidos, Woodrow Wilson, se propuso extender a la sociedad internacional el m\u00e9todo que hab\u00eda cimentado la concordia civil en su propio pa\u00eds. En su opini\u00f3n, principios, instituciones, mecanismos y procedimientos garantizar\u00edan a las naciones la seguridad y la libertad de que disfrutaban los individuos, har\u00edan \u00abel mundo seguro para la democracia\u00bb y constituir\u00edan \u00abun seguro del 99% contra la guerra\u00bb <\/span>1<\/sup><\/a><\/span><\/span>.\u00a0<\/p>\n\n\n\n El fracaso de la Sociedad de Naciones llev\u00f3 al presidente Roosevelt a extraer lecciones para el orden internacional de posguerra, basado en un tratado universal, la Carta de las Naciones Unidas, y una organizaci\u00f3n con un \u00f3rgano pol\u00edtico, el Consejo de Seguridad, encargado de \u00abmantener la paz y la seguridad internacionales\u00bb haciendo cumplir la prohibici\u00f3n del uso de la fuerza. <\/p>\n\n\n\n Como sabemos, se abus\u00f3 de este mecanismo durante las cuatro d\u00e9cadas de la Guerra Fr\u00eda, y apenas menos tras su final. Como tributo a la virtud, los Estados que recurrieron a la fuerza en violaci\u00f3n de sus compromisos en apego a la Carta de las Naciones Unidas invocaron cada vez justificaciones menos cre\u00edbles. La invitaci\u00f3n a intervenir surgida de una potencia t\u00edtere fue sin duda el pretexto m\u00e1s a menudo esgrimido durante la Guerra Fr\u00eda, ya fuera por la Uni\u00f3n Sovi\u00e9tica en Hungr\u00eda y Checoslovaquia o por Estados Unidos en Vietnam. La protecci\u00f3n de minor\u00edas o poblaciones amenazadas de genocidio se invoc\u00f3 m\u00e1s a menudo despu\u00e9s de la Guerra Fr\u00eda, ya fuera en Abjasia (1992-1993), Serbia-Kosovo (1999), Libia (2011) o el Donbas (2014). La operaci\u00f3n lanzada por Estados Unidos y sus aliados en Irak en 2003 se justific\u00f3 por la posesi\u00f3n de armas de destrucci\u00f3n masiva, una mentira descarada como se demostr\u00f3 m\u00e1s tarde. Incluso el derecho de secesi\u00f3n fue esgrimido por Rusia para justificar su anexi\u00f3n ilegal de Crimea en 2014. Cada uno de esos casos fue una violaci\u00f3n apenas disimulada del derecho internacional. <\/p>\n\n\n\n En el caso del ataque de Rusia contra Ucrania en febrero de 2022, a Rusia ya no le importa el disfraz. Se trata de una pura guerra de agresi\u00f3n, justificada por las acusaciones m\u00e1s absurdas -nazismo, existencia de laboratorios estadounidenses de armas biol\u00f3gicas en Ucrania, etc.- o por la suposici\u00f3n de que Ucrania, creada artificialmente por la Uni\u00f3n Sovi\u00e9tica, pertenece a Rusia. \u00abRusia est\u00e1 librando una guerra a gran escala contra los principios fundacionales de la Carta de las Naciones Unidas\u00bb, observ\u00f3 sin rodeos la presidenta de la Comisi\u00f3n Europea<\/a> <\/span>2<\/sup><\/a><\/span><\/span>. Tal acto marca el fin de lo que los escritores \u00abliberales\u00bb estadounidenses llaman el orden internacional basado en el derecho <\/span>3<\/sup><\/a><\/span><\/span>, y el regreso a la l\u00f3gica que ha configurado la historia de la raza humana.<\/p>\n\n\n\n El soci\u00f3logo e historiador estadounidense Charles Tilly concluy\u00f3 en su estudio de 11 siglos de historia europea que \u00ablos Estados han hecho la guerra, y la guerra ha hecho al Estado\u00bb <\/span>4<\/sup><\/a><\/span><\/span>. Aunque no hay nada espec\u00edficamente europeo en las guerras, \u00e9stas han configurado la geograf\u00eda pol\u00edtica del Viejo Continente y, a trav\u00e9s de las proyecciones coloniales de las potencias europeas, del mundo. Europa tambi\u00e9n proporcion\u00f3 el crisol para el Estado-naci\u00f3n, la unidad pol\u00edtica b\u00e1sica de la sociedad internacional.\u00a0<\/p>\n\n\n\n En el caso del ataque de Rusia contra Ucrania en febrero de 2022, a Rusia ya no le importa el disfraz. Se trata de una pura guerra de agresi\u00f3n.\u00a0<\/p>PIERRE BUHLER<\/cite><\/blockquote><\/figure>\n\n\n\n Fue tambi\u00e9n en Europa, a menudo asolada y desangrada por conflictos recurrentes, donde se hicieron los primeros intentos de escapar a ese destino, a esos \u00abjuegos de reyes\u00bb que, para Erasmo, eran las guerras. Juristas como Grocio y Pufendorf se ocuparon de la cuesti\u00f3n, el abate de Saint-Pierre se distingui\u00f3 con su \u00abProyecto para hacer la paz perpetua en Europa\u00bb, Locke y luego Montesquieu y Rousseau exploraron las v\u00edas, antes de que Kant expusiera su propio proyecto de \u00abpaz perpetua\u00bb identificando las condiciones previas: una constituci\u00f3n republicana y un \u00abderecho cosmopolita\u00bb.<\/p>\n\n\n\n La Revoluci\u00f3n Industrial tambi\u00e9n dio lugar a la necesidad de codificaci\u00f3n jur\u00eddica para facilitar el comercio. Surgi\u00f3 as\u00ed la idea de que esa primera \u00abglobalizaci\u00f3n\u00bb capitalista contribuir\u00eda, gracias a la interdependencia tejida entre los Estados, a disolver los antagonismos y las ambiciones pol\u00edticas en inter\u00e9s de todas las potencias industriales rivales. Tal era la tesis del ensayista brit\u00e1nico Norman Angell, que, en 1910, en La gran ilusi\u00f3n<\/em>, postulaba que una guerra entre Estados industriales no pod\u00eda ser rentable para el vencedor, dadas las desastrosas consecuencias econ\u00f3micas y sociales <\/span>5<\/sup><\/a><\/span><\/span>.<\/p>\n\n\n\n Como contrapunto a la apuesta por la integraci\u00f3n entre econom\u00edas como factor de concordia entre naciones, las potencias europeas trataron, sin mucha convicci\u00f3n ni gran \u00e9xito, de someter la guerra al derecho. Los horrores de la guerra de Crimea y luego de la batalla de Solferino hab\u00edan permitido sin duda avanzar en el marco jur\u00eddico de la acci\u00f3n militar (jus in bello<\/em>) <\/span>6<\/sup><\/a><\/span><\/span>, pero el marco jur\u00eddico del uso de la fuerza (jus ad bellum<\/em>) segu\u00eda siendo muy minimalista <\/span>7<\/sup><\/a><\/span><\/span>. Har\u00eda falta la carnicer\u00eda de la Primera Guerra Mundial y sus decenas de millones de muertos para intentar remediar esta situaci\u00f3n tras el conflicto.\u00a0<\/p>\n\n\n\n Mientras los vencedores intentaban sentar las bases de la paz mediante el derecho, surgi\u00f3 otro paradigma a ra\u00edz de la Revoluci\u00f3n de Octubre, cuyo instigador, Lenin, profesaba que el imperialismo era el estadio supremo del capitalismo. La abolici\u00f3n del imperialismo era la garant\u00eda de la paz, una vez que los \u00abproletarios de todos los pa\u00edses\u00bb se hubieran unido, siguiendo la exhortaci\u00f3n de Marx. Para acelerar la \u00abconflagraci\u00f3n revolucionaria de Europa\u00bb, el general Tujachevski, encargado por Lenin de construir un \u00abpuente\u00bb hacia Alemania por la fuerza de las armas, proclam\u00f3 que el \u00abcamino hacia la conflagraci\u00f3n mundial pasa por el cad\u00e1ver de Polonia\u00bb. La empresa fracas\u00f3 estrepitosamente en 1920 frente a Varsovia. Y aunque el r\u00e9gimen haya quedado relegado durante dos d\u00e9cadas al \u00absocialismo en un solo pa\u00eds\u00bb, el ideal que encarnaba atraer\u00eda, tras la Segunda Guerra Mundial, a gran parte de la humanidad, alimentando las esperanzas de la paz que vendr\u00eda de una victoria del bando comunista sobre el contrario.<\/p>\n\n\n\n En torno a esas dos visiones se cristaliz\u00f3 la divisi\u00f3n de la Guerra Fr\u00eda. Por un lado, los aliados occidentales, bajo el liderazgo estadounidense, esbozaron al d\u00eda siguiente de Pearl Harbor un nuevo paradigma de seguridad colectiva que no sucumbir\u00eda a las debilidades de la Sociedad de Naciones. As\u00ed qued\u00f3 reflejado en la Carta del Atl\u00e1ntico, proclamada por Roosevelt y Churchill en 1942, y luego expl\u00edcitamente en la Carta de las Naciones Unidas, que cre\u00f3 un marco jur\u00eddico sin parang\u00f3n en la historia. No s\u00f3lo se enuncian claramente los principios relativos a las relaciones entre los Estados -igualdad soberana de los Estados, no uso de la fuerza, arreglo pac\u00edfico de las controversias, respeto de la integridad territorial y de la independencia pol\u00edtica-, sino que el texto prev\u00e9 tambi\u00e9n un mecanismo de aplicaci\u00f3n de las normas relativas al mantenimiento de la paz y la seguridad. Un Consejo de Seguridad, que tambi\u00e9n tiene en cuenta el imperativo pol\u00edtico -el de la distribuci\u00f3n del poder y el equilibrio de fuerzas-, se encarga de aplicarlas. Y, como era de esperar, el sistema multilateral as\u00ed creado tambi\u00e9n pretend\u00eda promover un orden inspirado en gran medida en el \u00e9xito del mundo occidental -y de Estados Unidos en primer lugar-, basado en el liberalismo pol\u00edtico <\/span>8<\/sup><\/a><\/span><\/span>, fundado en la democracia, y en el liberalismo econ\u00f3mico, fundado en la econom\u00eda de mercado.\u00a0<\/p>\n\n\n\n En 1945, la URSS segu\u00eda siendo el \u00fanico Estado que reivindicaba una ideolog\u00eda comunista que era la ant\u00edtesis del modelo liberal. No s\u00f3lo contaba con la gloria de su victoria sobre el nazismo, sino que tambi\u00e9n era la potencia ocupante de Europa Central y Oriental, donde instaur\u00f3 reg\u00edmenes a su gusto y sin dificultad. En otros lugares, la victoria de Tito, Mao, Ho Chi Minh, Castro y, m\u00e1s en general, las luchas de liberaci\u00f3n nacional en los imperios coloniales, apoyadas por la Uni\u00f3n Sovi\u00e9tica y la China Popular, dieron r\u00e1pidamente cuerpo a la alternativa representada por ese bando. <\/p>\n\n\n\n Percibida como de naturaleza puramente ideol\u00f3gica, la rivalidad polariz\u00f3 las mentes de ambos bandos durante las primeras d\u00e9cadas de la Guerra Fr\u00eda, hasta el punto de ocultar la realidad de lo que estaba en juego en t\u00e9rminos de poder. \u00c9stas no salieron a la luz hasta la ruptura de las relaciones sino-sovi\u00e9ticas y la visita de Nixon a Pek\u00edn. Muchos intelectuales, as\u00ed como personalidades pol\u00edticas, se dejaron atrapar por las apariencias <\/span>9<\/sup><\/a><\/span><\/span>. Otros, menos numerosos, como Raymond Aron, hab\u00edan percibido claramente el papel de los Estados tras la fachada de los bandos enfrentados, hablando de \u00abunidades pol\u00edticas\u00bb o de potencias \u00abque no se dejan coaccionar\u00bb. Y De Gaulle hablaba m\u00e1s f\u00e1cilmente de Rusia que de la Uni\u00f3n Sovi\u00e9tica.<\/p>\n\n\n\n Al describir la implosi\u00f3n de la Uni\u00f3n Sovi\u00e9tica como \u00abla mayor cat\u00e1strofe geopol\u00edtica del siglo XX\u00bb, el antiguo oficial de la KGB, lejos de expresar nostalgia alguna por el comunismo desaparecido, lo consideraba ante todo el sistema m\u00e1s adecuado, desde el punto de vista de Rusia, para dominar y controlar una vecindad que siempre se percibi\u00f3 como una fuente de problemas, cuando no una amenaza.<\/p>PIERRE BUHLER<\/cite><\/blockquote><\/figure>\n\n\n\n Una vez desgarrado lo que quedaba del velo de la confrontaci\u00f3n ideol\u00f3gica, la dislocaci\u00f3n de esta ilusi\u00f3n entre los escombros del Muro de Berl\u00edn dej\u00f3 al descubierto a los verdaderos actores, los Estados-naci\u00f3n movidos por una l\u00f3gica imperial. Empezando por el vencedor indiscutible de la Guerra Fr\u00eda, Estados Unidos, inclinado a extender su tradicional papel de hegem\u00f3n benigno m\u00e1s all\u00e1 de sus propias fronteras, y acerc\u00e1ndose con cautela al territorio inexplorado de la transici\u00f3n postsovi\u00e9tica <\/span>10<\/sup><\/a><\/span><\/span>. Tras el caos de la presidencia de Yeltsin, Rusia, Estado heredero de la Uni\u00f3n Sovi\u00e9tica, se recompondr\u00e1 r\u00e1pidamente bajo Putin. Al describir la implosi\u00f3n de la Uni\u00f3n Sovi\u00e9tica como \u00abla mayor cat\u00e1strofe geopol\u00edtica del siglo XX\u00bb, el antiguo oficial de la KGB, lejos de expresar nostalgia alguna por el comunismo desaparecido, lo consideraba ante todo el sistema m\u00e1s adecuado, desde el punto de vista de Rusia, para dominar y controlar una vecindad que siempre se percibi\u00f3 como una fuente de problemas, cuando no una amenaza. Este reflejo explica en particular el destino reservado a Ucrania, que el presidente ruso niega que sea una naci\u00f3n distinta de Rusia.<\/p>\n\n\n\n Tambi\u00e9n ha sido el caso de China, donde Deng Xiaoping, verdadero sucesor de Mao, comprendi\u00f3 que el camino hacia el poder pasaba por el capitalismo de Estado y la econom\u00eda de mercado, preservando al mismo tiempo la forma leninista de ejercer el poder, que, a los ojos de las \u00e9lites que lo ejercen, garantiza su propia preservaci\u00f3n, as\u00ed como la de la configuraci\u00f3n imperial del sistema.<\/p>\n\n\n\n Incluso antes de que la Uni\u00f3n Sovi\u00e9tica desapareciera del mapa pol\u00edtico del mundo, se produjo un intento -al que debemos hacer justicia- de dar contenido al orden establecido en 1945 y constantemente burlado durante la Guerra Fr\u00eda. Tras la anexi\u00f3n de Kuwait por el Irak de Saddam Hussein en 1990, el presidente George H. W. Bush vio en esa primera crisis posterior a la Guerra Fr\u00eda una oportunidad para instaurar \u00abun nuevo orden mundial (…) un mundo donde el imperio de la ley prevaleciera sobre la ley de la selva, donde los poderosos respeten los derechos de los d\u00e9biles\u00bb <\/span>11<\/sup><\/a><\/span><\/span>. En aquel momento, el Consejo de Seguridad de la ONU autoriz\u00f3 \u00aba los Estados miembros (de las Naciones Unidas) a utilizar todos los medios necesarios\u00bb para obtener la retirada de las tropas iraqu\u00edes de Kuwait <\/span>12<\/sup><\/a><\/span><\/span>. Una vez restaurada la soberan\u00eda de Kuwait mediante la Operaci\u00f3n Tormenta del Desierto, la coalici\u00f3n liderada por Estados Unidos se retir\u00f3 de Irak.<\/p>\n\n\n\n Tres d\u00e9cadas despu\u00e9s, Alain Pellet, jurista experto en derecho internacional, saca una conclusi\u00f3n desilusionada<\/a>: \u00abnunca desde 1945 el orden jur\u00eddico internacional se ha enfrentado a amenazas tan existenciales (…) nunca desde 1945 tantos principios de la Carta han sido tan c\u00ednicamente burlados por una gran potencia (…) rara vez, con la excepci\u00f3n de la Alemania nazi en su d\u00eda, un Estado ha violado tantos principios y normas del derecho internacional en tan poco tiempo\u00bb <\/span>13<\/sup><\/a><\/span><\/span>. Sin embargo, haciendo referencia al aforismo de Louis Henkin, otra autoridad estadounidense en derecho internacional, el jurista afirma que \u00abes prematuro enviar esquelas mortuorias a los principios de la Carta\u00bb, y aboga por un aggiornamento<\/em> de dichos principios en respuesta a los \u00abterribles desaf\u00edos\u00bb de nuestro tiempo.<\/p>\n\n\n\n Sin embargo, no hay consenso sobre la capacidad de resistencia del derecho internacional. Si no hubiera servido sobre todo de cheque en blanco para la doctrina estadounidense de la \u00abacci\u00f3n preventiva\u00bb, adoptada por la administraci\u00f3n de Bush tras los atentados del 11 de septiembre de 2001, la llamada escuela de la \u00abobsolescencia\u00bb podr\u00eda haber parecido clarividente. Uno de los l\u00edderes de esa escuela, el jurista Michael Glennon, afirmaba entonces que \u00abcuando una norma de derecho ha sido violada repetidamente por un n\u00famero significativo de Estados durante un largo per\u00edodo de tiempo, ya no hay raz\u00f3n para creer que los Estados se sientan obligados por ella (…). llegado ese estadio, la norma cae en desuso, ya no es obligatoria y deja de ser considerada derecho internacional (\u2026). Si la comunidad de naciones se comporta como si ciertas normas no existieran, no existen, y si no existen, no son vinculantes para nadie\u00bb <\/span>14<\/sup><\/a><\/span><\/span>.\u00a0<\/p>\n\n\n\n Uno de sus colegas, Anthony Clark Arend, no es menos categ\u00f3rico: \u00abEn la pr\u00e1ctica, el marco de la Carta de las Naciones Unidas ha muerto (…) la doctrina Bush del uso preventivo de la fuerza no viola el derecho internacional porque el marco establecido por la Carta ya no se refleje en la pr\u00e1ctica de los Estados\u00bb <\/span>15<\/sup><\/a><\/span><\/span>. En marzo de 2003, Anne-Marie Slaughter, otra autoridad estadounidense en derecho internacional, calific\u00f3 de \u00abilegal, pero leg\u00edtima\u00bb la decisi\u00f3n de Estados Unidos de prescindir de una resoluci\u00f3n del Consejo de Seguridad para invadir el Irak de Sadam Husein, profetizando, no sin arrogancia, que Naciones Unidas la aprobar\u00eda ex post<\/em> <\/span>16<\/sup><\/a><\/span><\/span>.<\/p>\n\n\n\n Como era de esperarse, tales postulados escandalizaron a la comunidad de juristas apegados a la integridad del derecho internacional, y olvidaron sin duda las buenas palabras del general De Gaulle inmediatamente despu\u00e9s de rubricar el Tratado del Eliseo en 1963: \u00abLos tratados, ya ven, son como las jovencitas y como las rosas: duran lo que duran. Si el tratado alem\u00e1n no se aplicara, no ser\u00eda la primera vez en la historia\u00bb. Sin embargo, las pr\u00e1cticas descritas por la escuela de la obsolescencia y el razonamiento subyacente reflejan claramente la conducta de Rusia, en Georgia <\/span>17<\/sup><\/a><\/span><\/span> y Ucrania, pero tambi\u00e9n de China, que proyecta desinhibidamente su poder en el Mar de China Meridional, multiplicando los hechos consumados para convertirlo en un mar interior. Cuando tres de las principales potencias encargadas de poner en marcha el mecanismo de mantenimiento de la paz en el seno del Consejo de Seguridad le dan la espalda ignorando descaradamente las reglas que suscribieron al firmar y ratificar la Carta de las Naciones Unidas, \u00bfqu\u00e9 queda de ese edificio?<\/p>\n\n\n\n Cuando se trata de cuestiones tan serias como la guerra y la paz, merece la pena volver sobre las claves de comprensi\u00f3n que fil\u00f3sofos y pensadores, testigos de una historia de violencia en diversas \u00e9pocas desde la Antig\u00fcedad, han podido ofrecer a sus contempor\u00e1neos. <\/p>\n\n\n\n A Tuc\u00eddides se le recuerda sobre todo por su famosa frase: \u00abEl poder que hab\u00edan alcanzado los atenienses y el miedo que inspiraban a los lacedemonios los oblig\u00f3 a ir a la guerra\u00bb <\/span>18<\/sup><\/a><\/span><\/span>. Esa idea, 25 siglos despu\u00e9s, inspir\u00f3 el concepto de \u00abdilema de seguridad\u00bb <\/span>19<\/sup><\/a><\/span><\/span>. Pero su Guerra del Peloponeso es tambi\u00e9n una observaci\u00f3n de las fuerzas humanas, psicol\u00f3gicas y pol\u00edticas que impulsaron a los protagonistas del conflicto<\/a>, de la relaci\u00f3n entre moral, intereses y prestigio, entre fuerza, amenaza y c\u00e1lculo. Adem\u00e1s, era consciente del alcance de su obra: \u00abMe bastar\u00e1 con que mis palabras sean juzgadas \u00fatiles por quienes deseen comprender claramente los acontecimientos del pasado que, siendo la naturaleza humana lo que es, se repetir\u00e1n, en un momento u otro, en el futuro y bajo las mismas formas. Mi obra no pretende halagar el gusto de un p\u00fablico inmediato, sino perdurar para siempre\u00bb.<\/p>\n\n\n\n Testigo directo de las disputas que desgarraban los principados de la pen\u00ednsula it\u00e1lica, Maquiavelo ve\u00eda en ellas el incesante juego de pasiones e intereses inherente a la naturaleza humana<\/a>, que la audacia, la virtu<\/em>, permit\u00eda al Pr\u00edncipe movilizar en su provecho, siempre que dispusiera de la estrategia adecuada, a saber, \u00abla astucia (para) burlar las mentes de los hombres\u00bb. Y Maquiavelo a\u00f1ad\u00eda que \u00abhay dos maneras de luchar, una por la ley, la otra por la fuerza: la primera es propia de los hombres, la segunda de las bestias; pero como la primera a menudo no basta, hay que recurrir a la segunda\u00bb <\/span>20<\/sup><\/a><\/span><\/span>.\u00a0<\/p>\n\n\n\n El fil\u00f3sofo ingl\u00e9s Thomas Hobbes, otro testigo de su \u00e9poca, en este caso la Guerra de los Treinta A\u00f1os, tambi\u00e9n discerni\u00f3 en el juego de las pasiones humanas el caldo de cultivo de un estado de \u00abguerra de todos contra todos\u00bb, tan peligroso que los individuos acordaron, por c\u00e1lculo racional, renunciar a la libertad de dar rienda suelta a sus pasiones y someterse a una autoridad soberana, el Leviat\u00e1n, investida de todos los poderes necesarios para garantizar la paz y la seguridad civiles. Pero, se\u00f1ala, movidos por las mismas pasiones, todos \u00ablos reyes y los titulares de la autoridad soberana se encuentran, a causa de su independencia, en un estado de rivalidad constante y en la postura de los gladiadores, con sus armas apuntadas y sus ojos fijos los unos en los otros; es decir, sus fortalezas, sus guarniciones y sus ca\u00f1ones agrupados en las fronteras de sus reinos (…) lo que es una postura de guerra\u00bb <\/span>21<\/sup><\/a><\/span><\/span>.<\/p>\n\n\n\n El hundimiento del sistema de seguridad colectiva en el periodo de entreguerras y los horrores de la Segunda Guerra Mundial alimentaron el escepticismo de los historiadores, juristas y polit\u00f3logos que pasaron a formar la \u00abescuela realista\u00bb de las relaciones internacionales. El l\u00edder de esa escuela, Hans Morgenthau, fue uno de los m\u00e1s cr\u00edticos con los sistemas de seguridad colectiva instaurados por el derecho internacional, que para \u00e9l no eran m\u00e1s que \u00abuna ideolog\u00eda para apoyar las pol\u00edticas del statu quo\u00bb <\/span>22<\/sup><\/a><\/span><\/span>. En su opini\u00f3n, es cierto que ese derecho existe. Incluso se respeta la mayor parte del tiempo. Pero es un derecho fragmentado, ambiguo, indeterminado y descentralizado, cuya aplicaci\u00f3n est\u00e1 sujeta a \u00ablas vicisitudes del reparto de poder entre agresores y v\u00edctimas\u00bb <\/span>23<\/sup><\/a><\/span><\/span>. Testigo de primera mano de la par\u00e1lisis del Consejo de Seguridad al comienzo de la Guerra Fr\u00eda, el diplom\u00e1tico estadounidense George Kennan fue duro con el \u00abidealismo jur\u00eddico\u00bb con el que describi\u00f3 una confianza ingenua en normas abstractas sin mecanismo de aplicaci\u00f3n <\/span>24<\/sup><\/a><\/span><\/span>, de las que se supon\u00eda que este \u00f3rgano de las Naciones Unidas era la pieza central.<\/p>\n\n\n\n Raymond Aron, aunque evita las explicaciones deterministas del comportamiento de los Estados <\/span>25<\/sup><\/a><\/span><\/span>, apunta en el mismo sentido cuando observa que el derecho no puede descartar el uso \u00abilegal\u00bb de la fuerza porque no puede confiar en un \u00f3rgano supremo capaz de calificar los hechos, interpretar las normas o imponer una obligaci\u00f3n a un Estado. \u00abLa guerra es justa si es un castigo por un acto il\u00edcito (…) si es una defensa contra una agresi\u00f3n\u00bb, escribe, \u00abpero, justa o no, es legal para todos los beligerantes porque no hay, entre soberanos, ni un tribunal que pronuncie la ley, ni una fuerza irresistible que la imponga\u00bb <\/span>26<\/sup><\/a><\/span><\/span>. Incluso si el derecho internacional ganara en densidad y respeto por parte de los Estados con el paso de los a\u00f1os, cosa que \u00e9l duda, Aron cree que lo esencial no cambiar\u00eda porque \u00abel derecho internacional no puede juzgarse en periodos de calma y problemas secundarios [y] si el objetivo es la paz a trav\u00e9s del derecho, seguimos tan lejos del objetivo como siempre\u00bb <\/span>27<\/sup><\/a><\/span><\/span>.<\/p>\n\n\n\n [Suscr\u00edbase para leer nuestros an\u00e1lisis y mantenerse informado, en tiempo real, con nuevos mapas y gr\u00e1ficos in\u00e9ditos cada d\u00eda]<\/a><\/strong><\/em><\/p>\n\n\n\n Elaboradas en distintos momentos para reflejar situaciones aparentemente diferentes, estas reflexiones llaman la atenci\u00f3n por su pertinencia y su clarividencia. Detr\u00e1s del comportamiento de los Estados est\u00e1n los actores humanos, cuyas acciones obedecen a determinantes y motivos enraizados en la \u00abnaturaleza humana (que es) la que es\u00bb de Tuc\u00eddides, as\u00ed como en los sistemas pol\u00edticos. El matem\u00e1tico Alexandre Grothendieck se propuso encontrar la \u00abinvariante\u00bb m\u00e1s profunda detr\u00e1s de la forma <\/span>28<\/sup><\/a><\/span><\/span>. En otras palabras, aunque las apariencias y modalidades -la \u00abforma\u00bb- de los fen\u00f3menos cambian con las circunstancias, se basan en \u00abinvariantes\u00bb que es importante identificar. Los fil\u00f3sofos y pensadores tambi\u00e9n han propuesto, en una l\u00ednea similar, claves de comprensi\u00f3n que permiten identificar con cuidado esas constantes. Nos referimos aqu\u00ed m\u00e1s a la antropolog\u00eda, la psicolog\u00eda, la filosof\u00eda y la historia que a la ciencia pol\u00edtica en sentido estricto. Dos de esas constantes se repiten en muchas de ellas: la dominaci\u00f3n y la violencia, por un lado, y la aspiraci\u00f3n a la libertad y al reconocimiento, por otro.\u00a0<\/p>\n\n\n\n Antrop\u00f3logos, arque\u00f3logos e historiadores han documentado ampliamente la violencia, la guerra y el conflicto en las sociedades prehist\u00f3ricas <\/span>29<\/sup><\/a><\/span><\/span>. Desde el tercer milenio antes de nuestra era, han constituido el sustrato de la forma pol\u00edtica que el soci\u00f3logo e historiador Jean Baechler denomin\u00f3 el \u00abatractor universal\u00bb, a saber, el imperio <\/span>30<\/sup><\/a><\/span><\/span>. Pero ya sea en los imperios de la Antig\u00fcedad, en sus subconjuntos o en los Estados-naci\u00f3n que les han sucedido, encontramos una constante que, como otros conceptos de las relaciones internacionales, se forj\u00f3 en un contexto teol\u00f3gico. En el siglo IV d. C., San Agust\u00edn clasificaba la libido dominandi<\/em> entre las tres \u00abconcupiscencias\u00bb del alma humana, equipar\u00e1ndola a la soberbia, el \u00abpecado que habita en nosotros\u00bb, que da lugar a la pasi\u00f3n por el dominio, la tentaci\u00f3n del poder, la b\u00fasqueda de la gloria y la voluntad de poder.\u00a0<\/p>\n\n\n\n Para Maquiavelo, como para Hobbes, el individuo es impulsado ante todo por sus pasiones y deseos. La \u00abinclinaci\u00f3n universal de todo el g\u00e9nero humano\u00bb, escribe Hobbes en el Leviat\u00e1n<\/em>, es \u00abun deseo inquieto de adquirir poder tras poder, un deseo que s\u00f3lo cesa con la muerte\u00bb <\/span>31<\/sup><\/a><\/span><\/span>. Inevitablemente, esos deseos ilimitados de cada individuo chocan con los de sus semejantes, en una competencia despiadada: es el \u00abestado de naturaleza\u00bb, la famosa \u00abguerra de todos contra todos\u00bb <\/span>32<\/sup><\/a><\/span><\/span>. Esa misma impetuosidad de las pasiones y los deseos se da en el plano de las naciones, \u00ablo que hace que los reyes cuyo poder es mayor dirijan sus esfuerzos a garantizarlo, internamente mediante leyes, externamente mediante guerras. Y cuando esto se logra, un nuevo deseo sucede al antiguo (como) el deseo de gloria adquirido a trav\u00e9s de una nueva conquista\u00bb <\/span>33<\/sup><\/a><\/span><\/span>.\u00a0<\/p>\n\n\n\n Aron dice lo mismo cuando habla de los motivos que mueven a las \u00abunidades pol\u00edticas\u00bb: \u00abno quieren ser fuertes s\u00f3lo para desalentar la agresi\u00f3n y disfrutar de la paz; quieren ser fuertes para ser temidos, respetados y admirados. En definitiva, quieren ser poderosos, es decir, capaces de imponer su voluntad a vecinos y rivales, de influir en el destino de la humanidad y en el futuro de la civilizaci\u00f3n. Ambos objetivos est\u00e1n relacionados: cuanto m\u00e1s poderoso es el hombre, menos riesgo corre de ser atacado, pero tambi\u00e9n encuentra en su propia fuerza y en su capacidad de imponerse a los dem\u00e1s una satisfacci\u00f3n que no necesita otra justificaci\u00f3n. La seguridad puede ser un objetivo final: dejar de temer es un destino digno de envidia, pero el poder tambi\u00e9n puede ser un objetivo final: \u00bfqu\u00e9 importa el peligro si se conoce el regocijo de reinar <\/span>34<\/sup><\/a><\/span><\/span>?<\/p>\n\n\n\n Morgenthau tambi\u00e9n identifica esta invariante con la \u00abnaturaleza humana\u00bb, marcada por el ego\u00edsmo de los individuos, su deseo de dominar a los dem\u00e1s, su sed de poder, que determina su comportamiento. No hay ninguna raz\u00f3n para que la pol\u00edtica internacional est\u00e9 exenta de esas caracter\u00edsticas. De hecho, es \u00abuna lucha por el poder, como toda pol\u00edtica. Cualesquiera que sean sus fines \u00faltimos, el objetivo inmediato es siempre el poder (…) contrariamente a las tesis de quienes piensan que es un accidente de la historia o una anomal\u00eda destinada a desaparecer\u00bb <\/span>35<\/sup><\/a><\/span><\/span>.<\/p>\n\n\n\n A la vez fil\u00f3sofo pol\u00edtico y jurista del r\u00e9gimen nazi, Carl Schmitt introdujo en el debate las nociones de amigo y enemigo, que consideraba el fundamento mismo de la pol\u00edtica, y la distinci\u00f3n entre esas dos nociones como objetivo del orden que se deriva de ella. Su definici\u00f3n del \u00abenemigo\u00bb en t\u00e9rminos de alteridad -\u00abel otro, el extranjero (…) algo existencialmente diferente\u00bb <\/span>36<\/sup><\/a><\/span><\/span>– es relativamente imprecisa, por lo que corresponde al soberano \u2013\u201cel que decide la excepci\u00f3n\u00bb <\/span>37<\/sup><\/a><\/span><\/span>– designarlo. Aunque el nazismo, que dio a esta tesis su ilustraci\u00f3n m\u00e1s tr\u00e1gica, fue derrotado, su poder explicativo permanece intacto. El ensayista Hans Kribbe considera este dualismo como uno de los conceptos clave de las relaciones internacionales <\/span>38<\/sup><\/a><\/span><\/span>, y la investigadora Constanze Stelzenmuller nos ha recordado su actualidad a la luz de la invasi\u00f3n rusa de Ucrania Los paradigmas de la paz<\/strong><\/h2>\n\n\n\n
\r\n <\/picture>\r\n \n Entrop\u00eda y obsolescencia<\/strong><\/h2>\n\n\n\n
De vuelta a los fundamentos<\/strong><\/h2>\n\n\n\n
\r\n <\/picture>\r\n \n Las \u00abinvariantes\u00bb m\u00e1s profundas<\/strong><\/h2>\n\n\n\n