{"id":20643,"date":"2023-07-29T16:25:00","date_gmt":"2023-07-29T15:25:00","guid":{"rendered":"https:\/\/legrandcontinent.eu\/es\/?p=20643"},"modified":"2023-08-02T00:04:39","modified_gmt":"2023-08-01T23:04:39","slug":"oppenheimer-inedito-el-imposible-control-internacional-del-atomo-x","status":"publish","type":"post","link":"https:\/\/legrandcontinent.eu\/es\/2023\/07\/29\/oppenheimer-inedito-el-imposible-control-internacional-del-atomo-x\/","title":{"rendered":"Oppenheimer in\u00e9dito: el imposible control internacional del \u00e1tomo"},"content":{"rendered":"\n
Estamos en enero de 1948. El \u00abpadre de la bomba at\u00f3mica\u00bb, Julius Robert Oppenheimer, preside desde hac\u00eda un a\u00f1o el Comit\u00e9 Asesor General de la Comisi\u00f3n de Energ\u00eda At\u00f3mica de Estados Unidos. El arma at\u00f3mica ha sido utilizada, el mundo es consciente de sus efectos; la rivalidad entre Estados Unidos y la Uni\u00f3n Sovi\u00e9tica tambi\u00e9n ha alcanzado un punto de no retorno, y la espiral de la Guerra Fr\u00eda ha comenzado.<\/p>\n\n\n\n
La cuesti\u00f3n planteada por Oppenheimer en esta larga reflexi\u00f3n publicada en Foreign Affairs<\/em>, que traducimos por primera vez al espa\u00f1ol, es bastante simple: \u00bfpor qu\u00e9 somos incapaces de deliberar colectivamente sobre una cuesti\u00f3n tan central como el control de la energ\u00eda at\u00f3mica y la revoluci\u00f3n que supondr\u00e1 para el futuro de la humanidad? La respuesta dada por el cient\u00edfico y antiguo director del laboratorio de Los \u00c1lamos encargado del Proyecto Manhattan ilustra claramente la ambivalencia de su car\u00e1cter y su ambigua relaci\u00f3n con el poder del \u00e1tomo, as\u00ed como su aguda conciencia del contexto hist\u00f3rico de la Guerra Fr\u00eda \u2013el \u00abclima pol\u00edtico del mundo de posguerra\u00bb, por utilizar su eufemismo\u2013.<\/p>\n\n\n\n Dividida en cinco partes, su exposici\u00f3n comienza con un largo debate sobre la necesidad de cooperar en materia de energ\u00eda at\u00f3mica, recordando que tal v\u00eda cont\u00f3 inicialmente con la aprobaci\u00f3n de un gran n\u00famero de profesionales y especialistas. Los cient\u00edficos y los responsables pol\u00edticos deber\u00edan, seg\u00fan Oppenheimer, preguntarse c\u00f3mo este instrumento de muerte al servicio de la guerra puede hacerla obsoleta y traer la paz. A escala mundial, este esfuerzo deber\u00eda ir acompa\u00f1ado de una cooperaci\u00f3n para proseguir los descubrimientos y aprovechar al m\u00e1ximo esta nueva fuente de energ\u00eda, rica en posibilidades. Pero el texto termina con una nota mucho m\u00e1s sombr\u00eda y pesimista. Cit\u00e1ndolo: \u00abCuando tratamos de examinar el papel que la energ\u00eda at\u00f3mica puede desempe\u00f1ar en las relaciones internacionales en un futuro pr\u00f3ximo, dif\u00edcilmente podemos creer que pueda invertir por s\u00ed sola la tendencia a la rivalidad y al conflicto que existe hoy en el mundo. Por mi parte, creo que s\u00f3lo un profundo cambio en la orientaci\u00f3n general de la pol\u00edtica sovi\u00e9tica y una correspondiente reorientaci\u00f3n de la nuestra, incluso en \u00e1mbitos muy alejados de la energ\u00eda at\u00f3mica, podr\u00edan dar contenido a las grandes esperanzas iniciales.\u00bb<\/p>\n\n\n\n Este punto, central en su argumentaci\u00f3n, suscita una lectura pragm\u00e1tica: la funci\u00f3n de este texto, publicado en el primer n\u00famero de Foreign Affairs<\/em> de 1948, es quiz\u00e1 m\u00e1s simplemente pol\u00edtica. En aquella \u00e9poca, Oppenheimer est\u00e1 directamente en desacuerdo con una parte de la Comisi\u00f3n de Energ\u00eda At\u00f3mica de Estados Unidos. Mientras que \u00e9l promueve que se compartan los conocimientos fundamentales sobre la energ\u00eda at\u00f3mica, Lewis Strauss, un influyente miembro de la Comisi\u00f3n, se opone vehementemente \u2013la rivalidad entre ambos hombres en los a\u00f1os siguientes est\u00e1 retratada en el biopic hollywoodiense de Christopher Nolan, en el que los interpretan respectivamente Cillian Murphy y Robert Downey Jr\u2013. El intento en este texto de vincular la imposibilidad de la cooperaci\u00f3n internacional directamente con \u00abla orientaci\u00f3n general de la pol\u00edtica sovi\u00e9tica\u00bb y la necesidad de una \u00abcorrespondiente reorientaci\u00f3n de la nuestra\u00bb podr\u00eda explicarse as\u00ed.<\/p>\n\n\n\n Para recibir en su correo el resto de la serie de textos de Oppenheimer, pueden suscribirse aqu\u00ed<\/a>.<\/p>\n\n\n\n Un d\u00eda, en un claro del bosque, Confucio se encontr\u00f3 a una mujer en un duelo profundo, atormentada por la tristeza. Se enter\u00f3 de que su hijo acababa de ser devorado por un tigre, y trat\u00f3 de consolarla, de dejarle claro lo in\u00fatiles que eran sus l\u00e1grimas, de devolverle la compostura. Pero cuando se march\u00f3, apenas hab\u00eda regresado al bosque, cuando el llanto de la mujer lo llam\u00f3 de nuevo. \u00abEso no es todo\u00bb, dijo la mujer. \u00abVer\u00e1s, mi marido fue devorado aqu\u00ed hace un a\u00f1o por ese mismo tigre\u00bb. Otra vez, Confucio intent\u00f3 consolarla y de nuevo se march\u00f3, pero pronto volvi\u00f3 a escuchar el llanto. \u00ab\u00bfNo es eso todo?\u00bb \u00abOh, no\u00bb, dijo ella. \u00abEl a\u00f1o anterior tambi\u00e9n mi padre fue devorado por el tigre\u00bb. Confucio pens\u00f3 un momento, y luego dijo: \u00abEste no parece ser un lugar muy saludable. \u00bfPor qu\u00e9 te vas?\u00bb. La mujer retorci\u00f3 las manos. \u00abYa s\u00e9\u00bb, dijo, \u00abya s\u00e9; pero es que el gobierno es excelente\u00bb.<\/p>\n\n\n\n Esta ir\u00f3nica an\u00e9cdota viene a la mente cuando observamos los esfuerzos que el gobierno de Estados Unidos est\u00e1 haciendo para convertir el desarrollo de la energ\u00eda at\u00f3mica en algo bueno, y las frustraciones y penas de las negociaciones en el seno de la Comisi\u00f3n de Energ\u00eda At\u00f3mica de las Naciones Unidas a las que se han reducido ahora los esfuerzos hacia el control internacional.<\/p>\n\n\n\n En estas notas quisiera escribir brevemente sobre algunas de las fuentes de la pol\u00edtica de Estados Unidos, y sobre la formulaci\u00f3n de esa pol\u00edtica en el contexto del mundo contempor\u00e1neo. Con el trasfondo de las perspectivas actuales, que hacen que el \u00e9xito a corto plazo parezca bastante improbable, escribir hoy sobre estas cuestiones es necesariamente dif\u00edcil. Es demasiado tarde para el ap\u00f3logo y demasiado pronto para la historia. Sin embargo, el esfuerzo no puede carecer de cierta utilidad para ayudarnos a lograr una apreciaci\u00f3n de lo que era sensato, oportuno y duradero en la pol\u00edtica adoptada por Estados Unidos, e incluso m\u00e1s que eso, para ayudarnos a ver por qu\u00e9 esa pol\u00edtica no ha tenido \u00e9xito. Responder simplemente que hemos fracasado debido a la falta de cooperaci\u00f3n del gobierno sovi\u00e9tico es, sin duda, dar la parte m\u00e1s esencial de una respuesta verdadera. Sin embargo, debemos preguntarnos por qu\u00e9 no hemos tenido \u00e9xito en un asunto tan abrumadoramente importante para nuestros intereses, y debemos estar preparados para tratar de comprender qu\u00e9 lecciones se desprenden de ello para nuestra conducta futura.<\/p>\n\n\n\n Es demasiado tarde para el ap\u00f3logo y demasiado pronto para la historia. <\/p>J. ROBERT OPPENHEIMER<\/cite><\/blockquote><\/figure>\n\n\n\n Evidentemente, para entenderlo hay que entender primero la naturaleza y las fuentes de la pol\u00edtica sovi\u00e9tica y, de hecho, nuestros propios procesos pol\u00edticos. Este an\u00e1lisis, que en \u00faltima instancia puede trascender la sabidur\u00eda colectiva de nuestro tiempo, est\u00e1, por supuesto, totalmente fuera del alcance de este texto. Estas notas se refieren \u00fanicamente a las cuestiones de nuestra intenci\u00f3n con respecto al control at\u00f3mico, cuestiones que, aunque necesariamente demasiado abstractas, forman parte de la historia.<\/p>\n\n\n\n El desarrollo de la energ\u00eda at\u00f3mica no tuvo nada del car\u00e1cter sobrenatural de los nuevos avances cient\u00edficos. Se caracteriz\u00f3 desde el principio por una extrema conciencia de s\u00ed mismo por parte de todos los participantes, lo que le ha dado un aspecto a menudo heroico, aunque no pocas veces bastante c\u00f3mico. As\u00ed, cuando Hahn descubri\u00f3 el fen\u00f3meno de la fisi\u00f3n, tras menos de una d\u00e9cada de exploraci\u00f3n intensiva de la estructura nuclear y las transmutaciones nucleares, todos nos apresuramos a aclamarlo, no como un bello descubrimiento, sino como la fuente probable de un gran avance tecnol\u00f3gico. Mucho antes de que se supiera que pod\u00edan darse las condiciones para mantener una reacci\u00f3n de fisi\u00f3n en cadena, mucho antes de que se apreciaran las dificultades de esa empresa o se esbozaran m\u00e9todos para su soluci\u00f3n, el fen\u00f3meno de la fisi\u00f3n fue saludado como una posible fuente de explosivos at\u00f3micos, y se inst\u00f3 a muchos gobiernos a desarrollarla. As\u00ed, cuando en Estados Unidos el Distrito Manhattan estaba a punto de completar su tarea, y las armas at\u00f3micas estaban casi listas para su uso, hab\u00eda un grupo de personas bastante bien informadas que, en una especie de intimidad fraterna, hab\u00edan discutido lo que podr\u00edan significar esos trabajos, qu\u00e9 problemas plantear\u00edan y en qu\u00e9 l\u00edneas podr\u00eda buscarse la soluci\u00f3n. Tras el uso de las armas al final de la guerra, gran parte de ese pensamiento se hizo p\u00fablico; alcanz\u00f3 una especie de codificaci\u00f3n sin\u00f3ptica debido a los requisitos conjuntos de f\u00e1cil comprensi\u00f3n y seguridad militar.<\/p>\n\n\n\n Sin embargo, no deja de ser \u00fatil recordar c\u00f3mo se nos presentaba el problema en el verano de 1945, cuando se hizo totalmente evidente que las armas at\u00f3micas y la liberaci\u00f3n a gran escala de energ\u00eda at\u00f3mica no s\u00f3lo eran factibles, sino que estaban a punto de hacerse realidad. Ya entonces se hab\u00eda reflexionado mucho sobre lo que m\u00e1s tarde se conocer\u00eda como el uso pac\u00edfico de la energ\u00eda at\u00f3mica. Desde el punto de vista t\u00e9cnico, la preocupaci\u00f3n era bastante natural, ya que muchas v\u00edas interesantes de exploraci\u00f3n hab\u00edan sido cerradas por los requisitos imperativos del programa militar, y naturalmente sent\u00edamos curiosidad por esbozar lo que podr\u00eda haber a lo largo de esas v\u00edas hasta el momento en que hubiera tiempo libre para su b\u00fasqueda.<\/p>\n\n\n\n [Si encuentra nuestro trabajo \u00fatil y quiere que el GC siga siendo una publicaci\u00f3n abierta, puede suscribirse aqu\u00ed.<\/a>]<\/em><\/p>\n\n\n\n Pero m\u00e1s all\u00e1 de eso hab\u00eda una consideraci\u00f3n pol\u00edtica. Ten\u00edamos claro que las formas y los m\u00e9todos con los que la humanidad podr\u00eda esperar protegerse en el futuro contra los peligros de una guerra at\u00f3mica ilimitada estar\u00edan decisivamente influidos s\u00f3lo por la respuesta a la pregunta \u00ab\u00bfHay algo bueno en el \u00e1tomo?\u00bb. Desde el primer momento, ha quedado claro que la respuesta pregunta tendr\u00eda cierta sutileza. La respuesta ser\u00eda \u00abs\u00ed\u00bb, y rotundamente \u00abs\u00ed\u00bb, pero ser\u00eda un \u00abs\u00ed\u00bb poco convincente, condicional y temporalizador en comparaci\u00f3n con la afirmaci\u00f3n categ\u00f3rica de la propia bomba at\u00f3mica. En particular, las ventajas que podr\u00edan derivarse de la explotaci\u00f3n de la energ\u00eda at\u00f3mica no parecen tener un car\u00e1cter tal que puedan contribuir a muy corto plazo<\/em> al bienestar econ\u00f3mico o t\u00e9cnico de la humanidad. Pertenecen a los bienes de largo alcance. Por lo tanto, no cabe esperar que se recomienden como urgentes a los pueblos de pa\u00edses devastados por la guerra, que sufren hambre, pobreza, falta de vivienda y la terrible confusi\u00f3n de una civilizaci\u00f3n destrozada. Tal vez no se reconoci\u00f3 suficientemente la importancia de esas limitaciones para disuadir a otros pueblos y gobiernos de interesarse por el desarrollo de la energ\u00eda at\u00f3mica, lo que habr\u00eda podido contribuir en gran medida a asegurar su apoyo a nuestras esperanzas. S\u00f3lo entre los cient\u00edficos profesionales, para quienes el inter\u00e9s por el desarrollo<\/em> de la energ\u00eda at\u00f3mica es m\u00e1s bien inmediato, podr\u00edamos haber esperado encontrar, y de hecho encontramos, un entusiasmo ilustrado por la cooperaci\u00f3n.<\/p>\n\n\n\n S\u00f3lo dos clases de aplicaciones pac\u00edficas de la energ\u00eda at\u00f3mica eran entonces aparentes. Que yo sepa, hoy en d\u00eda s\u00f3lo existen dos. Una es el desarrollo de una nueva fuente de energ\u00eda; la otra es una familia de nuevos instrumentos de investigaci\u00f3n, tecnolog\u00eda y terapia.<\/p>\n\n\n\n Ten\u00edamos claro que las formas y los m\u00e9todos con los que la humanidad podr\u00eda esperar protegerse en el futuro contra los peligros de una guerra at\u00f3mica ilimitada estar\u00edan decisivamente influidos s\u00f3lo por la respuesta a la pregunta \u00ab\u00bfHay algo bueno en el \u00e1tomo?\u00bb.<\/p>J. ROBERT OPPENHEIMER<\/cite><\/blockquote><\/figure>\n\n\n\n En cuanto a lo primero, estaba claro hace dos a\u00f1os, y est\u00e1 claro hoy, que aunque la generaci\u00f3n de energ\u00eda \u00fatil a partir de fuentes at\u00f3micas ser\u00eda sin duda un problema soluble y, en circunstancias favorables, har\u00eda progresos decisivos en el plazo de una d\u00e9cada, la cuesti\u00f3n de la utilidad de dicha energ\u00eda, la escala en la que podr\u00eda estar disponible, y los costos y valores econ\u00f3micos generales tardar\u00edan mucho tiempo en responderse. Como todos sabemos, las respuestas dependen de la situaci\u00f3n de las materias primas -esencialmente de la disponibilidad y el costo del uranio y el torio naturales- y de hasta qu\u00e9 punto se podr\u00eda llegar en la pr\u00e1ctica a consumir los abundantes is\u00f3topos de uranio y torio como combustibles nucleares. As\u00ed pues, ninguna evaluaci\u00f3n honesta de las perspectivas de la energ\u00eda en 1945 podr\u00eda dejar de reconocer la necesidad de un desarrollo y exploraci\u00f3n intensivos. Del mismo modo, ninguna evaluaci\u00f3n honesta pod\u00eda dar garant\u00edas en cuanto al resultado final m\u00e1s all\u00e1 de las garant\u00edas generales que la historia de nuestra tecnolog\u00eda justifica. Ciertamente, ninguna evaluaci\u00f3n en aquel momento, ni tampoco hoy en d\u00eda, podr\u00eda justificar la consideraci\u00f3n de la energ\u00eda at\u00f3mica como una ayuda econ\u00f3mica inmediata para un mundo devastado y hambriento de combustible, ni dar a su desarrollo la urgencia que el control de los armamentos at\u00f3micos seguramente tendr\u00eda una vez que la naturaleza y la ferocidad de las armas hubieran quedado claras para todos.<\/p>\n\n\n\n En cuanto al uso de materiales trazadores, de especies radiactivas y de radiaciones para la ciencia, las artes pr\u00e1cticas, la tecnolog\u00eda y la medicina, est\u00e1bamos en mejores condiciones de juzgar lo que podr\u00eda venir. El uso de materiales trazadores no era nuevo. La \u00faltima d\u00e9cada -los a\u00f1os treinta- hab\u00eda visto aplicaciones cada vez m\u00e1s variadas y eficaces de los mismos. El uso de la radiaci\u00f3n para el estudio de las propiedades de la materia, para el diagn\u00f3stico y para la terapia tampoco era nuevo. Varias d\u00e9cadas de experiencias esperanzadoras y amargas nos dieron una idea del poder y las limitaciones de esas herramientas. El desarrollo de los reactores at\u00f3micos y de nuevos m\u00e9todos para la manipulaci\u00f3n de materiales radiactivos y la separaci\u00f3n de is\u00f3topos nos deparaba una mayor variedad y cantidad de materiales trazadores, as\u00ed como una intensidad de radiaci\u00f3n muy superior a la disponible hasta entonces. Que esto ser\u00eda un est\u00edmulo para el estudio f\u00edsico y biol\u00f3gico estaba claro; que su valor depender\u00eda en primera instancia del h\u00e1bil desarrollo de t\u00e9cnicas qu\u00edmicas, f\u00edsicas y biol\u00f3gicas, y que ese desarrollo, incluso en las mejores circunstancias, ser\u00eda gradual y continuo, tambi\u00e9n lo sab\u00edamos.<\/p>\n\n\n\n S\u00f3lo entre los cient\u00edficos profesionales, para quienes el inter\u00e9s por el desarrollo<\/em> de la energ\u00eda at\u00f3mica es m\u00e1s bien inmediato, podr\u00edamos haber esperado encontrar, y de hecho encontramos, un entusiasmo ilustrado por la cooperaci\u00f3n.<\/p>J. ROBERT OPPENHEIMER<\/cite><\/blockquote><\/figure>\n\n\n\n As\u00ed pues, nuestra imagen de los usos pac\u00edficos de la energ\u00eda at\u00f3mica no era ni trivial ni heroica: por un lado, muchos a\u00f1os, quiz\u00e1 muchas d\u00e9cadas, de desarrollo -en gran medida desarrollo de ingenier\u00eda- con el fin de proporcionar nuevas fuentes de energ\u00eda; por otro lado, un nuevo arsenal de instrumentos para la exploraci\u00f3n del mundo f\u00edsico y biol\u00f3gico y, con el tiempo, para su posterior control, que se a\u00f1adir\u00eda al arsenal siempre creciente de que han dispuesto cient\u00edficos e ingenieros.<\/p>\n\n\n\n Otras tres cuestiones estaban claras en aquel momento. Por un lado, el avance de la energ\u00eda at\u00f3mica no pod\u00eda separarse del avance tecnol\u00f3gico esencial y en gran medida suficiente para la fabricaci\u00f3n de armas at\u00f3micas. Por otra parte, ni el avance de la energ\u00eda ni la utilizaci\u00f3n eficaz y generalizada de las nuevas herramientas de investigaci\u00f3n y tecnolog\u00eda pod\u00edan prosperar plenamente sin una apertura y una franqueza considerables con respecto a las realidades t\u00e9cnicas, una apertura y una franqueza dif\u00edciles de conciliar con las exigencias tradicionales de la seguridad militar sobre el desarrollo de armas de guerra. A estas consideraciones generales debemos a\u00f1adir una vez m\u00e1s: aunque el uso pac\u00edfico de la energ\u00eda at\u00f3mica bien podr\u00eda desafiar los intereses de los t\u00e9cnicos y aparecer como una inspiraci\u00f3n para los estadistas preocupados por el bienestar de la humanidad, no podr\u00eda hacer un llamado directo a los pueblos cansados, hambrientos, casi desesperados de un mundo devastado por la guerra. Un llamado as\u00ed, si se hiciera, dif\u00edcilmente podr\u00eda hacerse con honestidad.<\/p>\n\n\n\n Por muy importantes que fueran estas opiniones sobre el futuro pac\u00edfico de la energ\u00eda at\u00f3mica, quedaron eclipsadas en ese momento, como han quedado eclipsadas desde entonces, por una preocupaci\u00f3n de otro tipo. En una expresi\u00f3n demasiado simplificada, se trata de la preocupaci\u00f3n por el \u00abcontrol de la energ\u00eda at\u00f3mica en la medida necesaria para evitar su uso con fines destructivos\u00bb. Dos tipos de consideraciones influyen en este problema, una derivada de la naturaleza del armamento at\u00f3mico y la otra del clima pol\u00edtico del mundo de la posguerra. En los debates p\u00fablicos se ha dado quiz\u00e1s m\u00e1s peso relativo al primer tipo de argumentos. Sin duda, es en el segundo en el que deber\u00edan haber residido las fuentes esenciales de la pol\u00edtica.<\/p>\n\n\n\n Parece haber pocas dudas de que anhelamos la noci\u00f3n de una administraci\u00f3n fiduciaria, m\u00e1s o menos como la formul\u00f3 el presidente Truman en su discurso del D\u00eda de las Fuerzas Armadas de finales de 1945: desear\u00edamos una situaci\u00f3n en la que se reconocieran nuestras intenciones pac\u00edficas y en la que las naciones del mundo nos vieran de buen grado como \u00fanicos poseedores de armas at\u00f3micas.<\/p>J. ROBERT OPPENHEIMER<\/cite><\/blockquote><\/figure>\n\n\n\n Incluso las armas probadas en Nuevo M\u00e9xico y utilizadas contra Hiroshima y Nagasaki sirvieron para demostrar que, con la liberaci\u00f3n de la energ\u00eda at\u00f3mica, se hab\u00edan producido cambios bastante revolucionarios en las t\u00e9cnicas de guerra. Estaba bastante claro que, con las naciones comprometidas con el armamento at\u00f3mico, se desarrollar\u00edan armas a\u00fan m\u00e1s aterradoras que las ya entregadas; y estaba claro incluso a partir de una estimaci\u00f3n casual de los costos que las naciones tan comprometidas con el armamento at\u00f3mico podr\u00edan acumular armas en cantidades verdaderamente aterradoras.<\/p>\n\n\n\n Al finalizar la guerra, era casi seguro que no exist\u00edan defensas adecuadas contra el lanzamiento de armas at\u00f3micas. Habr\u00eda variaciones, a medida que progresaran los avances militares, en las ventajas del ataque y la defensa. Si se desarrolla una interceptaci\u00f3n antia\u00e9rea eficaz antes que nuevos tipos de aviones o cohetes, puede haber incluso per\u00edodos durante los cuales el lanzamiento de armas at\u00f3micas se vea seriamente perjudicado. Pero estaba claro entonces que, en su mayor parte, el desarrollo de esas armas hab\u00eda dado al bombardeo estrat\u00e9gico -esa forma de guerra que caracteriz\u00f3 peculiarmente la \u00faltima guerra y contribuy\u00f3 tanto a la desolaci\u00f3n de Europa y Asia- un nuevo e importante aumento cualitativo<\/em> de su ferocidad. No era necesario prever nuevos e ingeniosos m\u00e9todos de distribuci\u00f3n, como la maleta y el barco de vapor, para dejar claro este punto. A esto hay que a\u00f1adir una preocupaci\u00f3n no poco natural para nosotros en Estados Unidos. Parec\u00eda poco razonable suponer que cualquier gran conflicto futuro dejar\u00eda al pa\u00eds tan relativamente ileso como lo hab\u00edan hecho las dos \u00faltimas guerras y tan totalmente indemne a los bombardeos estrat\u00e9gicos. Tales argumentos se han esgrimido con tanta frecuencia y fervor que quiz\u00e1 hayan oscurecido hasta cierto punto la verdadera naturaleza de los problemas que plantea el control internacional de la energ\u00eda at\u00f3mica.<\/p>\n\n\n\n En esta \u00faltima guerra, el tejido de la vida civilizada se ha desgastado tanto en Europa que existe el grave peligro de que no resista. Dos veces en una generaci\u00f3n, los esfuerzos y las energ\u00edas morales de una gran parte de la humanidad se han dedicado a librar guerras. Si la bomba at\u00f3mica ha de tener sentido en el mundo contempor\u00e1neo, tendr\u00e1 que ser demostrando que no el hombre moderno, ni los ej\u00e9rcitos, ni las fuerzas terrestres, sino la guerra misma son obsoletas. La cuesti\u00f3n del futuro de la energ\u00eda at\u00f3mica aparec\u00eda as\u00ed en un contexto constructivo principal: \u00ab\u00bfQu\u00e9 se puede hacer con este descubrimiento para convertirlo en un instrumento para la preservaci\u00f3n de la paz y para lograr unas relaciones entre las naciones soberanas sobre cuya base hay alguna raz\u00f3n para esperar que se pueda preservar la paz?\u00bb.<\/p>\n\n\n\n En 1945, aunque el uso pac\u00edfico de la energ\u00eda at\u00f3mica bien podr\u00eda desafiar los intereses de los t\u00e9cnicos y aparecer como una inspiraci\u00f3n para los estadistas preocupados por el bienestar de la humanidad, no podr\u00eda hacer un llamado directo a los pueblos cansados, hambrientos, casi desesperados de un mundo devastado por la guerra.<\/p>J. ROBERT OPPENHEIMER<\/cite><\/blockquote><\/figure>\n\n\n\n Aunque \u00e9sta haya sido la pregunta en principio, el mundo se enfrenta a un problema mucho m\u00e1s concreto e inmediato. Es cierto que puede haber cierta miop\u00eda en la excesiva preocupaci\u00f3n por las relaciones entre la Uni\u00f3n Sovi\u00e9tica y Estados Unidos. Es cierto que pueden discernirse otras fuentes de conflicto, otras posibilidades de guerra y otros problemas que deben resolverse para que el mundo alcance la paz, y que bien podr\u00edan ser decisivos. Pero, aunque la cooperaci\u00f3n -a una escala, con una intimidad y eficacia desconocidas hasta ahora- entre la Uni\u00f3n Sovi\u00e9tica y Estados Unidos puede no ser suficiente para el establecimiento de la paz, es evidente que era necesaria. As\u00ed pues, se plante\u00f3 naturalmente la cuesti\u00f3n de si el control y el desarrollo cooperativos de la energ\u00eda at\u00f3mica no podr\u00edan desempe\u00f1ar un papel \u00fanico y decisivo en el programa para establecer dicha cooperaci\u00f3n. Es evidente que existen opiniones muy divergentes en cuanto a la disposici\u00f3n de la Uni\u00f3n Sovi\u00e9tica a embarcarse en dicha cooperaci\u00f3n, que van desde la creencia de que se producir\u00eda si Estados Unidos manifestara su deseo hasta la convicci\u00f3n de que no est\u00e1 en nuestras manos llevarla a cabo. La opini\u00f3n predominante, y creo que en la que se bas\u00f3 nuestra pol\u00edtica posterior, era que dicha cooperaci\u00f3n representar\u00eda una inversi\u00f3n de la pol\u00edtica sovi\u00e9tica anterior y, en cierta medida, un repudio de elementos de la teor\u00eda pol\u00edtica sovi\u00e9tica, mucho m\u00e1s incisivos de hecho que las actitudes correspondientes por nuestra parte. La opini\u00f3n predominante ve\u00eda en los problemas de la energ\u00eda at\u00f3mica, no una oportunidad para permitir a los l\u00edderes del Estado sovi\u00e9tico llevar a cabo una pol\u00edtica de cooperaci\u00f3n internacional, de apertura, franqueza y renuncia a la violencia a la que ya estaban comprometidos; m\u00e1s bien, ve\u00eda una oportunidad para provocar un cambio decisivo en toda la tendencia de la pol\u00edtica sovi\u00e9tica, sin el cual las perspectivas de una paz asegurada eran ciertamente bastante sombr\u00edas, y que bien podr\u00eda ser, si se lograba, el punto de inflexi\u00f3n en el modelo de las relaciones internacionales.<\/p>\n\n\n\n \u00bfPor qu\u00e9 el campo de la energ\u00eda at\u00f3mica parec\u00eda esperanzador para esta empresa? Parec\u00eda esperanzador s\u00f3lo en parte debido a la aterradora naturaleza de la guerra at\u00f3mica, que para todos los pueblos y algunos gobiernos supondr\u00eda un fuerte incentivo para adaptarse a una tecnolog\u00eda cambiante. Como tales, las armas at\u00f3micas no eran m\u00e1s que una especie de consumaci\u00f3n del car\u00e1cter total de la guerra tal como se libr\u00f3 en esta \u00faltima guerra mundial, una especie de argumento final, si es que se necesitaba uno, una gota que derramara el vaso. Pero hab\u00eda otros puntos mucho m\u00e1s espec\u00edficos. El control de las armas at\u00f3micas s\u00f3lo parec\u00eda posible sobre la base de una colaboraci\u00f3n intensa y operativa entre pueblos de muchas nacionalidades, sobre la creaci\u00f3n (al menos en este \u00e1mbito) de modelos supranacionales de comunicaci\u00f3n, de trabajo y de desarrollo. El desarrollo de la energ\u00eda at\u00f3mica se situaba en un \u00e1mbito especialmente apto para dicha internacionalizaci\u00f3n, y de hecho la requer\u00eda para su explotaci\u00f3n eficaz, casi por motivos exclusivamente t\u00e9cnicos. El desarrollo de la energ\u00eda at\u00f3mica se situaba en un campo internacional por tradici\u00f3n y los modelos nacionales de control preexistentes no lo tocaban. As\u00ed pues, el problema, tal como se planteaba en el verano de 1945, consist\u00eda en utilizar nuestra comprensi\u00f3n de la energ\u00eda at\u00f3mica y los avances que hab\u00edamos llevado a cabo, con sus esperanzas y amenazas impl\u00edcitas, para ver si en ese campo pod\u00edan derribarse las barreras internacionales y establecerse pautas de franqueza y cooperaci\u00f3n que contribuyeran a la paz del mundo.<\/p>\n\n\n\n El desarrollo de la energ\u00eda at\u00f3mica se situaba en un \u00e1mbito especialmente apto para dicha internacionalizaci\u00f3n, y de hecho la requer\u00eda para su explotaci\u00f3n eficaz, casi por motivos exclusivamente t\u00e9cnicos.<\/p>J. ROBERT OPPENHEIMER<\/cite><\/blockquote><\/figure>\n\n\n\n Era imposible, incluso en aquel momento, no plantearse dos cuestiones de cierta gravedad. Una era si la pol\u00edtica sovi\u00e9tica no se hab\u00eda convertido ya en una falta de cooperaci\u00f3n casi total. Las dificultades durante los a\u00f1os de la guerra, tanto en la cooperaci\u00f3n sobre problemas t\u00e9cnicos que ten\u00edan alguna analog\u00eda con la energ\u00eda at\u00f3mica, como en los asuntos m\u00e1s generales de la coordinaci\u00f3n de la estrategia, pod\u00edan interpretarse ciertamente como un mal augurio para un futuro cooperativo. Una segunda cuesti\u00f3n, relacionada con la anterior, era si el desarrollo de armas at\u00f3micas por parte de Gran Breta\u00f1a, Canad\u00e1 y Estados Unidos, y el anuncio de la conclusi\u00f3n del avance al final de la guerra, no podr\u00eda poner en duda nuestra voluntad de cooperar en el futuro con aliados con los que no hab\u00edamos estado dispuestos a cooperar en este campo durante la guerra.<\/p>\n\n\n\n En cualquier caso, esas dudas apuntaban con bastante fuerza a la necesidad de mantener conversaciones entre los jefes de Estado y sus asesores inmediatos, en un intento de reabrir la cuesti\u00f3n de la cooperaci\u00f3n de largo alcance. Y posteriormente, relegar los problemas de la energ\u00eda at\u00f3mica a las discusiones en el seno de Naciones Unidas, donde los asuntos de la m\u00e1s alta pol\u00edtica se trataban con dificultad y torpeza, parece haber perjudicado las posibilidades de un verdadero encuentro de mentes.<\/p>\n\n\n\n El control de las armas at\u00f3micas s\u00f3lo parec\u00eda posible sobre la base de una colaboraci\u00f3n intensa y operativa entre pueblos de muchas nacionalidades, sobre la creaci\u00f3n (al menos en este \u00e1mbito) de modelos supranacionales de comunicaci\u00f3n, de trabajo y de desarrollo. <\/p>J. ROBERT OPPENHEIMER<\/cite><\/blockquote><\/figure>\n\n\n\n En el campo de la energ\u00eda at\u00f3mica, nuestra propia seguridad exig\u00eda un enfoque totalmente nuevo de los problemas internacionales. El fracaso para establecer nuevos sistemas de apertura y cooperaci\u00f3n entre las naciones pondr\u00eda en peligro la seguridad de todos los pueblos; y muchas circunstancias favorables hac\u00edan que la acci\u00f3n cooperativa concreta pareciera atractiva y factible. As\u00ed pues, la energ\u00eda at\u00f3mica desempe\u00f1aba un papel especial en los asuntos internacionales. Sin embargo, debe subrayarse de nuevo que ninguna perspectiva de colaboraci\u00f3n \u00edntima en este campo parec\u00eda tener posibilidades de \u00e9xito a menos que fuera acompa\u00f1ada de una cooperaci\u00f3n comparable en otros campos. Hay que subrayar una vez m\u00e1s que, si la energ\u00eda at\u00f3mica parec\u00eda tener cierta importancia como cuesti\u00f3n internacional, era precisamente porque no se pod\u00eda separar por completo de otras cuestiones, precisamente porque lo que se hac\u00eda en ese campo pod\u00eda ser protot\u00edpico de lo que podr\u00eda hacerse en otros, y porque parec\u00edamos tener cierta libertad de maniobra -que nuestros progresos t\u00e9cnicos parec\u00edan habernos dado- para pedir que se consideraran en el plano m\u00e1s elevado posible los medios por los que las naciones del mundo podr\u00edan aprender a alterar sus relaciones de modo que las guerras futuras ya no fueran probables.<\/p>\n\n\n\n Los puntos de vista que acabamos de esbozar no reflejan, sin duda, m\u00e1s que a grandes rasgos, los que prevalec\u00edan en los \u00faltimos meses de la guerra, entre las personas a las que la familiaridad o la responsabilidad hab\u00edan hecho evidente la naturaleza de la energ\u00eda at\u00f3mica. Que consideraciones como \u00e9stas hayan encontrado expresi\u00f3n en la pol\u00edtica del pueblo y del gobierno estadounidenses es en s\u00ed mismo algo sorprendente. Hay que tener en cuenta que el campo de la energ\u00eda at\u00f3mica era bastante desconocido para la gente del pa\u00eds, que todo el esp\u00edritu y el temperamento de un avance de este tipo requerir\u00eda explicar y volver a explicar. Hay que tener en cuenta que, por razones de seguridad, gran parte de lo que era relevante para la comprensi\u00f3n del problema no pod\u00eda revelarse y no puede revelarse hoy en d\u00eda. Hay que tener en cuenta que con el final de la guerra hubo una nostalgia generalizada entre toda nuestra gente de que los esfuerzos y las tensiones de los a\u00f1os de guerra se relajaran y de que volvi\u00e9ramos a una vida m\u00e1s familiar y menos ardua. Que, en tales circunstancias, Estados Unidos haya desarrollado y se haya comprometido en gran parte con una pol\u00edtica de aut\u00e9ntica internacionalizaci\u00f3n de la energ\u00eda at\u00f3mica, y que haya reforzado esta pol\u00edtica con propuestas concretas, aunque incompletas, sobre la forma de llevar a cabo la internacionalizaci\u00f3n, y que haya tomado la iniciativa de presentar esas opiniones a los gobiernos de las dem\u00e1s potencias, no debe considerarse a la ligera como un logro notable en la formulaci\u00f3n democr\u00e1tica de la pol\u00edtica p\u00fablica. Sin embargo, esto ha costado algo.<\/p>\n\n\n\n Quiz\u00e1 lo que m\u00e1s ha costado es que, en nuestra preocupaci\u00f3n por determinar y clarificar nuestra propia pol\u00edtica, hemos pensado demasiado poco en intentar influir en la de la Uni\u00f3n Sovi\u00e9tica en el \u00fanico plano en que tal influencia podr\u00eda ser eficaz. Hemos permitido que nuestras propias preocupaciones internas nos hicieran contentarnos con exponer nuestros puntos de vista en el foro mundial de las Naciones Unidas, sin perseguir con suficiente antelaci\u00f3n, en un plano suficientemente elevado, o con una resoluci\u00f3n suficientemente fija, el objetivo de hacer que los jefes del Estado sovi\u00e9tico, al menos en parte, se adhirieran a nuestro esfuerzo. Nuestro esfuerzo interno ha costado retraso, confusi\u00f3n y la inyecci\u00f3n de algunos elementos irrelevantes e inconsistentes en nuestra pol\u00edtica con respecto a la energ\u00eda at\u00f3mica. Sobre todo, ha costado una especie de separaci\u00f3n esquizofr\u00e9nica de nuestras relaciones en este campo de nuestras relaciones en todos los dem\u00e1s. De hecho, para seguir el ritmo de los acontecimientos pol\u00edticos en todo el mundo, hemos negado en muchos contextos pol\u00edticos concretos la posibilidad de tal confianza y cooperaci\u00f3n que ped\u00edamos en el campo de la energ\u00eda at\u00f3mica. Seguramente es ocioso especular, como tambi\u00e9n puede carecer de sentido preguntarse, si, de haber tenido las propias ideas en mejor orden en junio de 1945, y de haber estado preparado para actuar de acuerdo con ellas, las pol\u00edticas de Estados Unidos habr\u00edan tenido mayor \u00e9xito. S\u00f3lo un historiador que conozca a fondo el pensamiento y las decisiones sovi\u00e9ticas podr\u00eda empezar a responder a esa pregunta. Pero la evidencia, tal como se ha desarrollado el curso real de los acontecimientos, necesariamente da poco apoyo a la opini\u00f3n de que con una acci\u00f3n m\u00e1s r\u00e1pida, m\u00e1s clara y m\u00e1s magn\u00e1nima podr\u00edamos haber logrado nuestros prop\u00f3sitos.<\/p>\n\n\n\n La soluci\u00f3n que Estados Unidos ha propuesto y propugnado es una soluci\u00f3n radical, y exige claramente un esp\u00edritu de confianza mutua para darle alguna sustancia.<\/p>J. ROBERT OPPENHEIMER<\/cite><\/blockquote><\/figure>\n\n\n\n La historia del desarrollo de la pol\u00edtica de Estados Unidos en materia de energ\u00eda at\u00f3mica, desde los primeros pronunciamientos del presidente Truman y del secretario Stimson el 6 de agosto de 1945, hasta los documentos de trabajo detallados m\u00e1s recientes del representante de Estados Unidos en la Comisi\u00f3n de Energ\u00eda At\u00f3mica de las Naciones Unidas, es de dominio p\u00fablico, y ha sido resumida en gran parte por el informe del Departamento de Estado \u00abControl Internacional de la Energ\u00eda At\u00f3mica\u00bb. Al respecto, dos aspectos necesitan ser mencionados. Uno tiene que ver con lo que puede llamarse el objetivo de la pol\u00edtica de Estados Unidos: el esbozo de nuestra imagen del mundo tal como nos gustar\u00eda verlo en lo que se refiere a la energ\u00eda at\u00f3mica. Aqu\u00ed, los principios de internacionalizaci\u00f3n, apertura, franqueza y ausencia total de secretismo, y el \u00e9nfasis en el desarrollo cooperativo y constructivo, la ausencia de rivalidad internacional, la ausencia de derecho legal de los gobiernos nacionales a intervenir: esos son los pilares sobre los que se construy\u00f3 nuestra pol\u00edtica. Est\u00e1 bastante claro que en este campo quisi\u00e9ramos que se establecieran pautas que, si se extendieran de forma m\u00e1s general, constituir\u00edan algunos de los elementos m\u00e1s vitales de un nuevo derecho internacional: pautas que no son ajenas a los ideales que de forma m\u00e1s general y elocuente expresan los defensores del gobierno mundial. Naturalmente, ha tenido que pasar alg\u00fan tiempo para que quedara claro que intentos m\u00e1s modestos de control probablemente agravar\u00edan, en lugar de aliviar, las rivalidades y recelos internacionales que es nuestro prop\u00f3sito abolir.<\/p>\n\n\n\n La soluci\u00f3n que Estados Unidos ha propuesto y propugnado es una soluci\u00f3n radical, y exige claramente un esp\u00edritu de confianza mutua para darle alguna sustancia. S\u00f3lo en el campo de las sanciones -la ejecuci\u00f3n de los compromisos relativos a la energ\u00eda at\u00f3mica- la pol\u00edtica de Estados Unidos ha sido necesariamente algo conservadora. Aqu\u00ed, en un esfuerzo por encajar el problema de aplicaci\u00f3n de las normas en la estructura preexistente de las Naciones Unidas, ha tenido que confiar en las perspectivas de seguridad colectiva para proteger a los Estados cumplidores contra los esfuerzos deliberados de otro Estado por eludir los controles y armarse at\u00f3micamente.<\/p>\n\n\n\n El segundo aspecto de nuestra pol\u00edtica que es necesario mencionar es que, mientras se desarrollaban esas propuestas y se exploraba y comprend\u00eda su solidez, las bases mismas de la cooperaci\u00f3n internacional entre Estados Unidos y la Uni\u00f3n Sovi\u00e9tica estaban siendo erradicadas por la revelaci\u00f3n de sus profundos conflictos de inter\u00e9s, la profunda y aparentemente mutua repugnancia de sus modos de vida y la aparente convicci\u00f3n por parte de la Uni\u00f3n Sovi\u00e9tica de la inevitabilidad del conflicto, y no s\u00f3lo en ideas, sino en fuerza. Por estas razones, Estados Unidos ha unido a sus propuestas de gran alcance para el futuro de la energ\u00eda at\u00f3mica una referencia m\u00e1s bien cautelosa a las salvaguardias necesarias, no sea que en nuestra transici\u00f3n al feliz estado de control internacional nos encontremos en una marcada desventaja relativa.<\/p>\n\n\n\nI<\/h2>\n\n\n\n
\r\n <\/picture>\r\n \n II<\/h2>\n\n\n\n
\r\n <\/picture>\r\n \n III<\/h2>\n\n\n\n
\r\n <\/picture>\r\n \n IV<\/h2>\n\n\n\n