{"id":12336,"date":"2022-12-31T06:50:00","date_gmt":"2022-12-31T06:50:00","guid":{"rendered":"https:\/\/legrandcontinent.eu\/es\/?p=12336"},"modified":"2023-01-02T10:47:55","modified_gmt":"2023-01-02T10:47:55","slug":"el-fin-del-mundo-como-utopia","status":"publish","type":"post","link":"https:\/\/legrandcontinent.eu\/es\/2022\/12\/31\/el-fin-del-mundo-como-utopia\/","title":{"rendered":"El fin del mundo como utop\u00eda"},"content":{"rendered":"\n

Dos notas sobre el fin del mundo<\/span>1<\/sup><\/a><\/span><\/h2>\n\n\n\n

I<\/h2>\n\n\n\n

El apocalipsis forma parte de nuestro bagaje ideol\u00f3gico. Es un afrodis\u00edaco, una pesadilla, una mercanc\u00eda como cualquier otra. Puede utilizarse como met\u00e1fora del colapso del capitalismo, que, como todos sabemos, es inminente desde hace m\u00e1s de un siglo. Lo podemos encontrar en las formas y aspectos m\u00e1s diversos: como se\u00f1al de alarma y como previsi\u00f3n cient\u00edfica, como ficci\u00f3n colectiva y como grito de guerra sectario, como producto de la industria del entretenimiento, como superstici\u00f3n, como mitolog\u00eda vulgar, como enigma, como truco, como broma, como proyecci\u00f3n. Siempre est\u00e1 presente, pero nunca es \u00abreciente\u00bb: una segunda realidad, una imagen que nos construimos, una producci\u00f3n incesante de nuestra fantas\u00eda, una cat\u00e1strofe en la mente.<\/p>\n\n\n\n

Es todo esto y m\u00e1s porque es una de las ideas m\u00e1s antiguas de la raza humana. Se podr\u00edan haber escrito enormes vol\u00famenes sobre sus or\u00edgenes y, por supuesto, se han escrito. Tambi\u00e9n sabemos mucho sobre su accidentada historia, sobre sus flujos y reflujos peri\u00f3dicos y sobre c\u00f3mo estas fluctuaciones est\u00e1n relacionadas con el proceso material de la historia. La idea del apocalipsis ha acompa\u00f1ado al pensamiento ut\u00f3pico desde sus inicios, lo persigue como una sombra, como un contratiempo que no se puede dejar atr\u00e1s: sin cat\u00e1strofe, no hay milenio; sin apocalipsis, no hay para\u00edso. La idea del fin del mundo es simplemente una utop\u00eda negativa.<\/p>\n\n\n\n

Sin cat\u00e1strofe, no hay milenio; sin apocalipsis, no hay para\u00edso. La idea del fin del mundo es simplemente una utop\u00eda negativa.<\/p>Hans Magnus Enzensberger<\/cite><\/blockquote><\/figure>\n\n\n\n

Sin embargo, ni siquiera el fin del mundo es lo que era. La pel\u00edcula que se reproduce en nuestra cabeza, y, a\u00fan de manera m\u00e1s desinhibida, en nuestro inconsciente, es, en muchos aspectos, diferente a los sue\u00f1os del pasado. En su sentido tradicional, el apocalipsis era una idea venerable, incluso sagrada. No obstante, la cat\u00e1strofe que tanto nos preocupa hoy (o, mejor dicho, que nos persigue) es un fen\u00f3meno totalmente secularizado. Leemos sus signos en las paredes de los edificios, donde aparecen de la noche a la ma\u00f1ana, pulverizados y torpes; los leemos en las impresiones que escupen nuestras computadoras. Nuestra bestia de siete cabezas tiene muchos nombres: Estado policial, paranoia, burocracia, terror, crisis econ\u00f3mica, carrera armament\u00edstica, destrucci\u00f3n del medio ambiente. Sus cuatro jinetes parecen h\u00e9roes del oeste y venden cigarrillos, mientras las trompetas que anuncian el fin del mundo sirven de tema musical para una pausa publicitaria. En el pasado, la gente ve\u00eda el apocalipsis como la mano de Dios, impenetrable y vengativa. Hoy, aparece como el producto met\u00f3dicamente calculado de nuestras propias acciones; a los esp\u00edritus a quienes les atribuimos la responsabilidad de su advenimiento, los llamamos Rojos, jeques del petr\u00f3leo, terroristas, multinacionales, gnomos de Z\u00farich y Frankensteins de laboratorios de biolog\u00eda, ovnis y bombas de neutrones, demonios del Kremlin o del Pent\u00e1gono: un mundo subterr\u00e1neo de conspiraciones y maquinaciones inimaginables, cuyos hilos est\u00e1n bajo el control de los todopoderosos cretinos de la polic\u00eda secreta.<\/p>\n\n\n\n

En el pasado, el apocalipsis tambi\u00e9n se ve\u00eda como un acontecimiento singular que se esperaba sin previo aviso, como un trueno: un momento impensable que s\u00f3lo los videntes y profetas pod\u00edan anticipar; ellos, por supuesto, cuyas advertencias y predicciones nadie quer\u00eda o\u00edr. Nuestro propio fin del mundo se canta a los cuatro vientos, incluso los gorriones lo hacen; el elemento sorpresa est\u00e1 ausente; parece s\u00f3lo cuesti\u00f3n de tiempo. La desgracia que nos imaginamos es insidiosa, lenta y torturadora: es el apocalipsis en c\u00e1mara lenta. Nos recuerda a ese cl\u00e1sico vanguardista del cine mudo, en el que una gigantesca chimenea de f\u00e1brica cruje y se derrumba sin hacer ruido en la pantalla durante veinte minutos, mientras que el p\u00fablico, en una especie de comodidad indolente, se reclina en sus gastados asientos de terciopelo y comen palomitas y cacahuates. Al final de la representaci\u00f3n, el futurista sube al escenario. Es una mala imitaci\u00f3n del Doctor Strangelove, el cient\u00edfico loco, pero gordo y repulsivo. Nos informa tranquilamente que la capa de ozono atmosf\u00e9rico desaparecer\u00e1 dentro de veinte a\u00f1os, que, con toda seguridad, nos carbonizaremos por la radiaci\u00f3n c\u00f3smica si tenemos la suerte de sobrevivir hasta entonces, que sustancias desconocidas en nuestra leche nos est\u00e1n llevando a la psicosis y que, al ritmo al que crece la poblaci\u00f3n mundial, pronto se agotar\u00e1 el espacio en nuestro planeta. Todo esto estaba bien presentado con un habano en la mano, en un discurso bien compuesto y con una l\u00f3gica impecable. El p\u00fablico reprime un bostezo, aunque, seg\u00fan el profesor, el desastre es inminente. Sin embargo, ahorita, no pasa nada. Hoy, en la tarde, todo seguir\u00e1 como antes, quiz\u00e1s un poco peor que la semana pasada, pero sin que nadie se d\u00e9 cuenta. No podemos descartar la posibilidad de que alguno de nosotros est\u00e9 un poco deprimido hoy, en la tarde. Es posible que a esa persona, entonces, le asalte la idea, ya sea que est\u00e9 trabajando en el Pent\u00e1gono o que est\u00e9 en el metro, planchando camisas o soldando chapas, de que realmente ser\u00eda m\u00e1s f\u00e1cil deshacerse del problema de una vez por todas. Eso, si el desastre ocurriera<\/em> de verdad. Sin embargo, de eso, no hay duda. La idea de finalidad, que anta\u00f1o era uno de los principales atributos del apocalipsis y una de las razones de su atractivo, ya ni siquiera se promete como garant\u00eda.<\/p>\n\n\n\n

La desgracia que nos imaginamos es insidiosa, lenta y torturadora: es el apocalipsis en c\u00e1mara lenta.<\/p>Hans Magnus Enzensberger<\/cite><\/blockquote><\/figure>\n\n\n\n

Tambi\u00e9n se ha perdido otro aspecto tradicional del fin del mundo: antes, se aceptaba que el acontecimiento los afectara a todos simult\u00e1neamente y sin excepci\u00f3n. As\u00ed, la demanda insatisfecha de igualdad y justicia encontr\u00f3 su \u00faltimo refugio en esta concepci\u00f3n, pero, tal y como lo vemos hoy, la cat\u00e1strofe ya no es un factor de nivelaci\u00f3n. Al contrario: difiere de un pa\u00eds a otro, de una clase a otra, de un lugar a otro. Mientras que algunos ya se dejan arrastrar por ella, otros la ven por televisi\u00f3n. Se construyen b\u00fankers, se amurallan guetos, se levantan fortalezas, se contratan guardaespaldas, a peque\u00f1a y a gran escala. Al igual que la casa de campo con alarmas y vallas el\u00e9ctricas, pa\u00edses enteros de todo el mundo se encierran, mientras que otros se desmoronan. La pesadilla del fin del mundo no acaba con esta disparidad temporal; simplemente, se radicaliza. Quienes no han sido afectados directamente se encogen de hombros e ignoran todo, como el caso de sus versiones africana e hind\u00fa, incluidos sus respectivos gobiernos. En este punto, finalmente, se termina la broma.<\/p>\n\n\n\n

\n \n \t\r\n\t\t\t\t\t\r\n\t\t\t\t\t\r\n\t\t\t\t\t\r\n\t\t\t\t\r\n\t<\/picture>\r\n \n
\u00a9 U.S. Gov.\/Cover Images\/SIPA<\/figcaption>\n <\/a>\n<\/figure>\n\n\n\n\n

II<\/h2>\n\n\n\n

Berl\u00edn; primavera de 1978<\/p>\n\n\n\n

Querido Balthasar:<\/p>\n\n\n\n

Cuando escrib\u00ed mi comentario sobre el apocalipsis (un trabajo que, le confieso, no era especialmente minucioso ni serio), a\u00fan no estaba consciente de que a usted tambi\u00e9n le preocupaba el futuro. Por tel\u00e9fono, se quejaba de que \u00abno iba a ninguna parte\u00bb. Sonaba casi como un grito de auxilio. Lo conozco lo suficiente como para entender su dilema. Hoy, s\u00f3lo los tecn\u00f3cratas avanzan hacia el a\u00f1o 2000, llenos de optimismo, con el instinto infalible de los h\u00e1msters; usted no es uno de ellos. Al contrario, es un alma fiel, siempre dispuesta a unirse bajo la bandera de la utop\u00eda. Quiere aferrarse m\u00e1s que nunca al principio de la esperanza. Quiere hacernos el bien: no s\u00f3lo para usted y para m\u00ed, sino para toda la humanidad.<\/p>\n\n\n\n

Por favor, no se enfade si esto suena ir\u00f3nico. No es culpa m\u00eda. Usted quer\u00eda ver si pod\u00eda ayudarlo. Mi carta lo decepcionar\u00e1; incluso, es posible que sienta que lo ataco por la espalda. \u00c9sa no es mi intenci\u00f3n. Lo \u00fanico que me gustar\u00eda sugerir es que veamos las cosas con las manos libres.<\/p>\n\n\n\n

Hoy, s\u00f3lo los tecn\u00f3cratas avanzan hacia el a\u00f1o 2000.<\/p>Hans Magnus Enzensberger<\/cite><\/blockquote><\/figure>\n\n\n\n

La fuerza de cualquier teor\u00eda de izquierda desde Babeuf hasta Bloch (es decir, durante m\u00e1s de siglo y medio) reside en que se basa en una utop\u00eda positiva que no tiene equivalente en el mundo existente. Socialistas, comunistas y anarquistas compart\u00edan la convicci\u00f3n de que su lucha dar\u00eda paso al reino de la libertad en un plazo previsible. \u00abSab\u00edan exactamente a d\u00f3nde quer\u00edan ir y lo que pod\u00edan o deb\u00edan hacer, con historia, estrategia y esfuerzo, para llegar all\u00ed. Ahora, no lo saben\u00bb. Hace poco, le\u00ed estas enjundiosas palabras en un art\u00edculo del historiador ingl\u00e9s Eric Hobsbawm. Sin embargo, este viejo comunista no olvida a\u00f1adir lo siguiente: \u00abEn este sentido, no est\u00e1n solos. Los capitalistas son tan incapaces como los socialistas de comprender su futuro y est\u00e1n igual de perplejos por el fracaso de sus te\u00f3ricos y profetas\u00bb.<\/p>\n\n\n\n

Hobsbawm tiene toda la raz\u00f3n. El d\u00e9ficit ideol\u00f3gico existe en ambos bandos. Sin embargo, la p\u00e9rdida de certeza sobre el futuro no nos devuelve el equilibrio. Es m\u00e1s dif\u00edcil de soportar para la izquierda que para quienes nunca han tenido otra intenci\u00f3n que aferrarse a toda costa a una parte de su poder y sus privilegios. Por eso, la izquierda, incluido usted, querido Balthasar, se regodea en el registro del refunfu\u00f1o y la queja.<\/p>\n\n\n\n

Dice usted que nadie est\u00e1 dispuesto ni es capaz de proponer una idea positiva que vaya m\u00e1s all\u00e1 del horizonte del estado existente de las cosas. En cambio, la falsa conciencia es rampante; la escena est\u00e1 dominada por la apostas\u00eda y la confusi\u00f3n. Recuerdo nuestra \u00faltima conversaci\u00f3n sobre el \u00abnuevo irracionalismo\u00bb, sus lamentos sobre la resignaci\u00f3n que percibe en todas partes, sus diatribas contra los catastrofistas simplistas, los pesimistas desvergonzados y los ap\u00f3stoles del derrotismo. No voy a contradecirlo, pero me pregunto si ha pasado algo por alto en todo esto. Es el hecho de que, en estas expresiones y estados de \u00e1nimo, est\u00e1 precisamente lo que buscaba: una idea que va m\u00e1s all\u00e1 de los l\u00edmites de nuestra existencia actual. Efectivamente, a final de cuentas, el fin del mundo no ha llegado (de lo contrario, no podr\u00edamos hablar de \u00e9l) y, hasta ahora, no me ha llegado ninguna prueba concluyente de que tal acontecimiento vaya a producirse en un momento determinado. La conclusi\u00f3n a la que llego es que estamos ante una utop\u00eda, aunque sea negativa; sostengo, adem\u00e1s, que, por las razones hist\u00f3ricas que mencion\u00e9, la teor\u00eda de izquierda no est\u00e1 particularmente bien equipada para tratar este tipo de utop\u00eda.<\/p>\n\n\n\n

La p\u00e9rdida de certeza es m\u00e1s dif\u00edcil de soportar para la izquierda que para quienes nunca han tenido otra intenci\u00f3n que aferrarse a toda costa a una parte de su poder y sus privilegios. <\/p>Hans Magnus Enzensberger<\/cite><\/blockquote><\/figure>\n\n\n\n

Sus reacciones no hacen sino confirmar mi hip\u00f3tesis. A la primera estrofa de su canci\u00f3n, en la que lamenta la situaci\u00f3n intelectual imperante, le sigue r\u00e1pidamente una segunda, en la que enumera los chivos expiatorios. Para un veterano de la teor\u00eda como usted, no es dif\u00edcil se\u00f1alar a los culpables: el adversario ideol\u00f3gico, los agentes del anticomunismo, la manipulaci\u00f3n de los medios de comunicaci\u00f3n. Sus argumentos no son, en lo absoluto, nuevos para m\u00ed. Me recuerdan a un ensayo que me llam\u00f3 la atenci\u00f3n hace unos a\u00f1os. El autor, un marxista estadounidense llamado H. C. Greisman, lleg\u00f3 a la conclusi\u00f3n de que \u00ablas im\u00e1genes de decadencia que tanto les gustan a los medios de comunicaci\u00f3n est\u00e1n dise\u00f1adas para hipnotizar y atontar a las masas, de modo que lleguen a considerar carente de sentido cualquier esperanza de revoluci\u00f3n\u00bb.<\/p>\n\n\n\n

Lo que llama la atenci\u00f3n de esta proposici\u00f3n es, sobre todo, su car\u00e1cter esencialmente defensivo. Durante cien a\u00f1os, mientras estuvo segura de sus hechos, la teor\u00eda marxista cl\u00e1sica sostuvo lo contrario. No consideraba las im\u00e1genes de cat\u00e1strofe y las visiones catastrofistas de la \u00e9poca como meras mentiras urdidas por seductores secretos y difundidas entre el pueblo posteriormente, sino que trataba de explicarlas en t\u00e9rminos sociales, como representaciones simb\u00f3licas de un proceso muy real. En los a\u00f1os veinte, por poner un ejemplo, la izquierda vio el atractivo de la metaf\u00edsica hist\u00f3rica de Spengler para la intelectualidad burguesa precisamente de esta manera: la decadencia de Occidente no era, en realidad, m\u00e1s que el inminente colapso del capitalismo.<\/p>\n\n\n\n

Hoy, en cambio, alguien como usted ya no se siente reconfortado en sus ideas por la fantas\u00eda apocal\u00edptica, sino que se siente amenazado y reacciona con esl\u00f3ganes de \u00faltima oportunidad y gestos defensivos. Para serle franco, querido Balthasar, me parece que el resultado de estas obediencias es bastante desafortunado. No quiero decir que sea simplemente err\u00f3neo. Por supuesto, no deja usted de recurrir a la trillada v\u00eda de la cr\u00edtica ideol\u00f3gica. Y es un juego de ni\u00f1os demostrar que el auge y la ca\u00edda de los sentimientos ut\u00f3picos y apocal\u00edpticos en la historia corresponden a las condiciones pol\u00edticas, sociales y econ\u00f3micas de la \u00e9poca. Tambi\u00e9n es innegable que son explotados pol\u00edticamente, como cualquier otra fantas\u00eda existente a escala masiva. No hace falta que se imagine que tiene que ense\u00f1arme lo b\u00e1sico. S\u00e9 tan bien como usted que la fantas\u00eda del desastre final siempre sugiere el deseo de una salvaci\u00f3n milagrosa; tambi\u00e9n, tengo claro que el salvador bonapartista siempre est\u00e1 esperando entre bastidores, en forma de dictadura militar y putsch de derecha. Cuando se trata de sobrevivir, siempre ha habido gente dispuesta a confiar en un hombre fuerte. Tampoco me sorprende que, entre quienes lo han reclamado, m\u00e1s o menos expl\u00edcitamente, en los \u00faltimos a\u00f1os, se encuentren un liberal y un estalinista: el soci\u00f3logo estadounidense Hellbroner y el fil\u00f3sofo alem\u00e1n Harich. Tampoco cabe duda de que la met\u00e1fora apocal\u00edptica promete aliviar el pensamiento anal\u00edtico, ya que tiende a meterlo todo en el mismo saco. Del conflicto de Medio Oriente a la huelga de correos, del estilo punk a la cat\u00e1strofe de un reactor nuclear, todo y cualquier cosa se concibe como signo oculto de una totalidad imaginaria: la cat\u00e1strofe \u00aben general\u00bb. La tendencia a generalizar precipitadamente socava el poder residual de pensamiento claro que a\u00fan nos queda. En este sentido, la sensaci\u00f3n de fatalidad no s\u00f3lo conduce a la mistificaci\u00f3n. Ni que decir tiene sobre que el nuevo irracionalismo que tanto le preocupa no puede resolver los problemas reales: todo lo contrario.<\/p>\n\n\n\n

Del conflicto de Medio Oriente a la huelga de correos, del estilo punk a la cat\u00e1strofe de un reactor nuclear, todo y cualquier cosa se concibe como signo oculto de una totalidad imaginaria: la cat\u00e1strofe \u00aben general\u00bb. <\/p>Hans Magnus Enzensberger<\/cite><\/blockquote><\/figure>\n\n\n\n

Todo esto es muy f\u00e1cil de decir, pero no sirve de mucho. Intenta combatir las fantas\u00edas destructivas con citas de los cl\u00e1sicos, pero estas victorias ret\u00f3ricas, querido Balthasar, me recuerdan las heroicas haza\u00f1as del bar\u00f3n M\u00fcnchhausen. Como \u00e9l, quiere alcanzar su meta solo y sin miedo; para no desviarse del camino directo y estrecho, usted tambi\u00e9n est\u00e1 dispuesto, si es necesario, a saltar sobre una bala de ca\u00f1\u00f3n.<\/p>\n\n\n\n

Sin embargo, el futuro no es un campo de deportes para h\u00fasares ni la cr\u00edtica ideol\u00f3gica una bala de ca\u00f1\u00f3n. Deber\u00edan dejarles a los futuristas la tarea de imitar las bravatas de un viejo soldadito de plomo. El futuro que tiene en mente no es, en lo absoluto, un objeto de la ciencia. Es algo que s\u00f3lo existe en el marco de la fantas\u00eda social; el \u00f3rgano a trav\u00e9s del cual se experimenta principalmente es el inconsciente. De ah\u00ed, el poder de esas im\u00e1genes que todos producimos, d\u00eda y noche, no s\u00f3lo con la cabeza, sino con todo el cuerpo. Nuestros sue\u00f1os colectivos de miedo y deseo pesan, al menos, lo mismo, o probablemente m\u00e1s, que nuestras teor\u00edas y an\u00e1lisis.<\/p>\n\n\n\n

Lo que hace que la cr\u00edtica ideol\u00f3gica habitual est\u00e9 tan desgastada es que ignora todo esto y no quiere tener nada que ver con ello. \u00bfNo le ha llamado la atenci\u00f3n que, hace tiempo, dej\u00f3 de explicar las cosas que no encajan en sus esquemas y que empez\u00f3 a tabuizarlas? Sin que nadie se diera cuenta, asumi\u00f3 el papel de agencia de adaptaci\u00f3n. Junto a la censura estatal de quienes imponen la ley y el orden, ahora, quedan las enfermeras de hospital psiqui\u00e1trico de ciencias sociales y humanidades, quienes querr\u00edan enfriarnos con sus tranquilizantes. Sus m\u00e1ximas son \u00e9stas: 1. Nunca concedas nada. 2. Reducir lo desconocido a lo familiar. 3. Piensa s\u00f3lo con la cabeza siempre. 4. El inconsciente debe hacer lo que se le dice.<\/p>\n\n\n\n

Nuestros sue\u00f1os colectivos de miedo y deseo pesan, al menos, lo mismo, o probablemente m\u00e1s, que nuestras teor\u00edas y an\u00e1lisis.<\/p>Hans Magnus Enzensberger<\/cite><\/blockquote><\/figure>\n\n\n\n

La arrogancia de estos exorcistas acad\u00e9micos s\u00f3lo es superada por su impotencia. No entienden que los mitos no se pueden refutar con seminarios ni que sus prohibiciones de ideas duran muy poco. \u00bfDe qu\u00e9 les sirve a ellos, por ejemplo, y a nosotros, si, por en\u00e9sima vez, declaran inadmisible y reaccionaria cualquier comparaci\u00f3n entre los procesos naturales y los sociales? El poder elemental de la fantas\u00eda les ense\u00f1a a millones de personas a transgredir constantemente esta prohibici\u00f3n. Nuestros ide\u00f3logos s\u00f3lo sonr\u00eden cuando intentan borrar im\u00e1genes tan impregnadas como la inundaci\u00f3n y el incendio, el terremoto y el hurac\u00e1n. Adem\u00e1s, hay personas en las filas de cient\u00edficos naturales que son capaces de elaborar tales fantas\u00edas a su manera y de hacerlas productivas en lugar de prohibirlas: matem\u00e1ticos que elaboran una teor\u00eda topogr\u00e1fica de las cat\u00e1strofes o bioqu\u00edmicos que tienen ideas sobre ciertas analog\u00edas entre la evoluci\u00f3n biol\u00f3gica y la evoluci\u00f3n social. Seguimos esperando en vano al soci\u00f3logo que comprender\u00e1 que, en un sentido que a\u00fan hay que descifrar, ya no existe una cat\u00e1strofe puramente natural.<\/p>\n\n\n\n

En cambio, nuestros te\u00f3ricos, encadenados a las tradiciones filos\u00f3ficas del idealismo alem\u00e1n, se niegan a admitir, incluso hoy, lo que todo espectador comprende desde hace mucho tiempo: no existe un esp\u00edritu mundial; no conocemos las leyes de la historia; incluso la lucha de clases es un proceso \u00abaut\u00f3ctono\u00bb; ninguna vanguardia puede planificar y dirigir conscientemente; la evoluci\u00f3n social, como la evoluci\u00f3n natural, no tiene sujeto y es, por lo tanto, imprevisible; en consecuencia, cuando actuamos pol\u00edticamente, nunca conseguimos lo que ten\u00edamos en mente, sino algo completamente distinto que ni siquiera pod\u00edamos haber imaginado en un momento dado; la crisis de todas las utop\u00edas positivas se basa precisamente en este hecho. Los proyectos del siglo XIX han sido, completamente y sin excepci\u00f3n, falsificados por la historia del siglo XX. En el ensayo que mencion\u00e9 antes, Eric Hobsbawm recuerda un congreso celebrado por los anarquistas espa\u00f1oles en 1898. Esbozaban un cuadro glorioso de la vida tras la victoria de la revoluci\u00f3n: un mundo de edificios altos y relucientes, con ascensores que nos evitar\u00edan subir escaleras, luz el\u00e9ctrica para todos, trituradores de basura y maravillosos artilugios dom\u00e9sticos… Esta visi\u00f3n de la humanidad, presentada con patetismo mesi\u00e1nico, nos parece, hoy, sorprendentemente familiar: en muchas partes de nuestras ciudades, ya se hizo realidad. Hay victorias que son dif\u00edciles de distinguir de las derrotas. Nadie se siente c\u00f3modo recordando la promesa de la Revoluci\u00f3n de Octubre de hace sesenta a\u00f1os: una vez expulsados los capitalistas de Rusia, se abri\u00f3, para los obreros y campesinos, un futuro brillante, libre de explotaci\u00f3n y de opresi\u00f3n…<\/p>\n\n\n\n

Hay victorias que son dif\u00edciles de distinguir de las derrotas. Nadie se siente c\u00f3modo recordando la promesa de la Revoluci\u00f3n de Octubre.<\/p>Hans Magnus Enzensberger<\/cite><\/blockquote><\/figure>\n\n\n\n

\u00bfSigue conmigo, Balthasar? \u00bfSigue escuchando? Ya llegu\u00e9 al final de mi carta. Perd\u00f3neme si fue un poco larga y si mis frases adoptaron un tono un tanto burl\u00f3n. No me lo he inyectado; es una especie de burla objetiva e hist\u00f3rica; y la risa, para bien o para mal, siempre est\u00e1 en el bando perdedor. Tenemos que soportarlo todos juntos.<\/p>\n\n\n\n

El optimismo y el pesimismo, querido amigo, no son m\u00e1s que una tirita para adivinos y escritores de art\u00edculos de referencia. Las im\u00e1genes del futuro que se dibuja la humanidad, las utop\u00edas positivas y negativas, nunca han sido un\u00edvocas. La idea milenaria de una tierra donde siempre hay buen tiempo no era un sue\u00f1o anodino de una tierra de leche y miel; siempre ha tenido sus elementos de miedo, p\u00e1nico, terror y destrucci\u00f3n. Del mismo modo, la fantas\u00eda apocal\u00edptica, por el contrario, produce algo m\u00e1s que im\u00e1genes de decadencia y desesperaci\u00f3n; tambi\u00e9n contiene, ineludiblemente vinculados con el terror, la exigencia de venganza y justicia e impulsos de alivio y esperanza.<\/p>\n\n\n\n

Los fariseos, los que siempre saben m\u00e1s, quieren convencernos de que el mundo volver\u00eda a estar bien si las \u00abfuerzas progresistas\u00bb s\u00f3lo persiguieran las fantas\u00edas de la gente, si s\u00f3lo se sentaran en el Comit\u00e9 Central y si las im\u00e1genes de la fatalidad pudieran prohibirse por decreto de partido. Se niegan a comprender que nosotros mismos somos quienes producimos esas im\u00e1genes y que nos aferramos a ellas porque corresponden a nuestras experiencias, nuestros deseos y nuestros temores: en la autopista entre Fr\u00e1ncfort y Bonn, ante la pantalla de televisi\u00f3n que muestra que estamos en guerra, bajo los helic\u00f3pteros, en los pasillos de las cl\u00ednicas, las oficinas de empleo y las c\u00e1rceles… porque son, en una palabra, realistas.<\/p>\n\n\n\n

La fantas\u00eda apocal\u00edptica produce algo m\u00e1s que im\u00e1genes de decadencia y desesperaci\u00f3n. Tambi\u00e9n contiene, ineludiblemente vinculados con el terror, la exigencia de venganza y justicia e impulsos de alivio y esperanza.<\/p>Hans Magnus Enzensberger<\/cite><\/blockquote><\/figure>\n\n\n\n

No hace falta que lo tranquilice, querido Balthasar, dici\u00e9ndole que s\u00e9 tan poco del futuro como usted mismo. Le escribo porque no lo considero entre los carteros del esp\u00edritu del mundo. Lo que deseo para usted, como para m\u00ed y para todos nosotros, es un poco m\u00e1s de claridad sobre nuestra propia confusi\u00f3n, un poco menos de miedo a nuestro propio miedo y un poco m\u00e1s de atenci\u00f3n, respeto y modestia ante lo desconocido. Entonces, podremos ver un poco m\u00e1s lejos.<\/p>\n\n\n\n

Atentamente, h. m. e.<\/p>\n","protected":false},"excerpt":{"rendered":"

El fin del mundo ya no es lo que era. Nos acompa\u00f1a en lugar de perseguirnos. Lo vemos desarrollarse a c\u00e1mara lenta. El apocalipsis no es una fantas\u00eda -es una utop\u00eda-.<\/p>\n

Una pieza de doctrina de Hans Magnus Enzensberger.<\/p>\n","protected":false},"author":1366,"featured_media":12338,"comment_status":"closed","ping_status":"closed","sticky":false,"template":"templates\/post-editorials.php","format":"standard","meta":{"_acf_changed":false,"_trash_the_other_posts":false,"footnotes":""},"categories":[6],"tags":[],"geo":[177],"person":[],"acf":[],"yoast_head":"\nEl fin del mundo como utop\u00eda - El Grand Continent<\/title>\n<meta name=\"robots\" content=\"index, follow, max-snippet:-1, max-image-preview:large, max-video-preview:-1\" \/>\n<link rel=\"canonical\" href=\"https:\/\/legrandcontinent.eu\/es\/2022\/12\/31\/el-fin-del-mundo-como-utopia\/\" \/>\n<meta property=\"og:locale\" content=\"es_ES\" \/>\n<meta property=\"og:type\" content=\"article\" \/>\n<meta property=\"og:title\" content=\"El fin del mundo como utop\u00eda - El Grand Continent\" \/>\n<meta property=\"og:description\" content=\"El fin del mundo ya no es lo que era. 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