{"id":11933,"date":"2022-12-15T05:52:00","date_gmt":"2022-12-15T05:52:00","guid":{"rendered":"https:\/\/legrandcontinent.eu\/es\/?p=11933"},"modified":"2022-12-16T17:15:30","modified_gmt":"2022-12-16T17:15:30","slug":"nova","status":"publish","type":"post","link":"https:\/\/legrandcontinent.eu\/es\/2022\/12\/15\/nova\/","title":{"rendered":"Nova"},"content":{"rendered":"\n

Pr\u00f3logo <\/h2>\n\n\n\n

\u00ab[…] Kabobo, por ejemplo. \u00bfTe acuerdas de Kabobo? Fue en Mil\u00e1n, hace tres o cuatro a\u00f1os. Helo ah\u00ed. El loco del pico. El ghan\u00e9s que mat\u00f3 a tres desafortunados que se cruzaron por azares del destino en Niguarda. S\u00ed. \u00c9se. El inmigrante ilegal que afirm\u00f3 haber o\u00eddo voces en su cabeza antes de salir a romper la de otras personas y que acab\u00f3 con una condena relativamente leve gracias a las controvertidas circunstancias atenuantes que invoc\u00f3 un experto psiqui\u00e1trico ante el tribunal. Sin embargo, para m\u00ed, lo m\u00e1s significativo es lo que ocurri\u00f3 unas horas antes. \u00bfTe acuerdas? No lo creo. Ya se le olvid\u00f3 a casi todo el mundo. Un detalle insignificante ante la enormidad de los hechos, pero, en cierto modo, tan emblem\u00e1tico de este caso: un hombre de treinta y un a\u00f1os que encuentra un pico en una obra desatendida y lo utiliza para acallar las sugerencias mortales de una voz en su mente. Ese d\u00eda, a las tres de la madrugada, Kabobo agrede con sus propias manos a dos personas: en las inmediaciones de la Piazza Belloveso, una chica se le escapa s\u00f3lo porque vive cerca y consigue abrir la puerta de su edificio a toda velocidad; media hora m\u00e1s tarde, un desafortunado con menos suerte recibe una bofetada en la cara. Lo m\u00e1s extra\u00f1o es que no se denuncia a las autoridades. \u00bfNo es sorprendente? Dos pac\u00edficos ciudadanos escapan de los golpes potencialmente mortales de un evidente lun\u00e1tico, pero ninguno de ellos se toma un minuto para llamar a la polic\u00eda. Entre las cinco y las seis, Kabobo agarra una barra de hierro e hiere gravemente a dos transe\u00fantes. Persigue a un tercero que saca a pasear a su perro, pero \u00e9ste empieza a correr y nuestro hombre se da por vencido a los pocos pasos. \u00bfY adivina qu\u00e9? A nadie se le ocurre tampoco denunciarlo a las autoridades. Una de las dos v\u00edctimas de la barra de hierro va directamente a urgencias para que le curen el brazo, pero les da vagas explicaciones a los m\u00e9dicos: yo tampoco entiendo por qu\u00e9 no avisaron estos m\u00e9dicos a las autoridades, como lo exigen la ley y el c\u00f3digo deontol\u00f3gico. En este punto, Kabobo ya encontr\u00f3 la herramienta que contribuir\u00e1 exponencialmente a la brutalidad de sus acciones posteriores. No s\u00e9 si te imaginas el esc\u00e1ndalo que hizo la prensa durante las veinticuatro horas posteriores. Cinco asaltos; cero denuncias: cinco personas potencialmente estranguladas o asesinadas con una barra de hierro y ni una sola llamada recibida en la jefatura de polic\u00eda ni en la de los carabinieri. La interminable jaur\u00eda de soci\u00f3logos, psicoanalistas, fil\u00f3sofos y provocadores profesionales se present\u00f3 ante el p\u00fablico con sus iluminadas interpretaciones: ego\u00edsmo epid\u00e9mico, autismo emocional, hundimiento de los valores c\u00edvicos, empat\u00eda y solidaridad. Todas opiniones pertinentes, por supuesto, pero te digo que hay algo m\u00e1s. Algo que no tiene nada que ver con la l\u00f3gica elemental ni con la erosi\u00f3n del sentido de la piedad humana. Lo que creo es que la mayor\u00eda de la gente no est\u00e1 preparada para algo tan traum\u00e1tico psicol\u00f3gicamente como un ataque violento. Dada la sociedad en la que vivimos, es bastante probable que un occidental promedio se predisponga a la posibilidad de experimentar alg\u00fan tipo de violencia: pero te aseguro que hay un abismo entre la consideraci\u00f3n de un acontecimiento desagradable y su metabolizaci\u00f3n emocional. Podr\u00eda apostar que ninguna de las personas que escaparon de la furia de Kabobo ten\u00eda suficiente experiencia en la agresi\u00f3n como para identificarla y tratarla racionalmente a un nivel m\u00e1s profundo. No digo que la sensibilidad del ciudadano promedio se haya vuelto impermeable a las consecuencias internas de un agresi\u00f3n con pico; planteado as\u00ed, podr\u00eda pensarse que el problema es la indiferencia. No. Lo que digo es muy distinto; es decir, para casi todos nosotros, la violencia es una realidad emocionalmente ajena. Esto no quiere decir que una persona promedio sea inmune a las r\u00e9plicas ps\u00edquicas de un ataque: simplemente, no logra establecer una conexi\u00f3n productiva entre el impacto racional y las inferencias emocionales que este impacto detona. La palabra clave es \u00abproductivo\u00bb. El problema es que hemos perdido el contacto con algo esencial en nosotros mismos. Pi\u00e9nsalo un momento. \u00bfC\u00f3mo es posible que una chica que acaba de escapar de un loco en su calle no pueda adivinar que su agresor podr\u00eda elegir a su pr\u00f3xima v\u00edctima de entre las personas que conoce en esa misma calle? \u00bfC\u00f3mo puede preferir evitar las molestias de una llamada a la polic\u00eda sobre el alivio de haber alejado un peligro mortal del vecindario en el que vive? Vecindario que puede ser el lugar donde viven sus padres, sus amigas, el chico que le gusta… \u00bfC\u00f3mo no va a saber que, a la ma\u00f1ana siguiente, al abrir la ventana, puede toparse con un mont\u00f3n de aserr\u00edn en la acera, empapado con los restos de sangre y fluidos cerebrales de un inocente?<\/p>\n\n\n\n

\u2013\u00bfC\u00f3mo crees que reaccionar\u00eda si le pasara a ella?<\/p>\n\n\n\n

\u2013\u00bfY t\u00fa?<\/p>\n\n\n\n

\u2013H\u00e1zte esta pregunta, doctor.<\/p>\n\n\n\n

\u2013\u00bfC\u00f3mo reaccionar\u00edas t\u00fa?
<\/p>\n\n\n\n

1 <\/h2>\n\n\n\n

\u00bfEn qu\u00e9 piensa un hombre cuando se despierta? \u00bfQu\u00e9 le depara la colisi\u00f3n entre el inconsciente y la realidad? \u00bfCu\u00e1l es el objeto de sus primeras y confusas meditaciones mientras intenta recuperar el control de lo real? \u00bfCu\u00e1les son las im\u00e1genes, los sonidos, los susurros, el tumulto en su cabeza?<\/p>\n\n\n\n

Probablemente, est\u00e1 pensando en s\u00ed mismo o en la mujer que duerme a su lado.<\/p>\n\n\n\n

Quiz\u00e1s, est\u00e1 pensando en sus hijos o en sus padres, en su amante, en el desayuno, en un amigo en apuros, en su declaraci\u00f3n fiscal, en la cena con los amigos del pr\u00f3ximo s\u00e1bado, en su espalda adolorida, en la pol\u00edtica, en las molestias del trabajo, en el nuevo coche en leasing que le ofrecieron, en Dios, en los goles de la noche anterior, en su casa de campo, en sus viejas ambiciones varadas Dios sabe d\u00f3nde, en los tobillos de una colega, en las pel\u00edculas de Christopher Nolan, en el movimiento del coito limado por la lujuria fugaz de su erecci\u00f3n matutina.<\/p>\n\n\n\n

En el caso de Davide, no.<\/p>\n\n\n\n

Davide piensa en la muerte.<\/p>\n\n\n\n

Ocurre poco despu\u00e9s de las seis. Abre los ojos, recupera la m\u00ednima agudeza intelectual necesaria para enfrentarse a la perspectiva de la nada eterna y se pone a mirar el techo.<\/p>\n\n\n\n

No, no est\u00e1 loco.<\/p>\n\n\n\n

Ni gravemente enfermo.<\/p>\n\n\n\n

Ni siquiera est\u00e1 deprimido.<\/p>\n\n\n\n

Bien, por supuesto. Tiene algunas dificultades con su superior directo, el doctor Martinelli, gran autoridad m\u00e9dica en Toscana, virtuoso de la neurocirug\u00eda, quien, desde hace alg\u00fan tiempo, lo tiene en la mira aparentemente.<\/p>\n\n\n\n

Y s\u00ed, tiene algunos problemas con su vecino, Massimo Lenci, el propietario de la discoteca que, durante m\u00e1s de un a\u00f1o, perturb\u00f3 la paz del tranquilo vecindario donde vive, en los suburbios del sur de Lucca, antes de que un salvador requerimiento municipal restableciera la calma.<\/p>\n\n\n\n

Sin embargo, nada irredimible. Nada que lo sit\u00fae en el campo de los perpetuamente afligidos, en el de los tanat\u00f3filos o en el de los candidatos al suicidio.<\/p>\n\n\n\n

Aun as\u00ed, Davide piensa en la muerte.<\/p>\n\n\n\n

Lo considera una especie de ritual, un ant\u00eddoto contra los tiempos dif\u00edciles a los que se enfrenta regularmente desde hace m\u00e1s de quince a\u00f1os. Abre los ojos, mira fijamente los paneles del techo y reflexiona sobre las implicaciones del final de la vida.<\/p>\n\n\n\n

De hecho, no reflexiona necesariamente sobre el fin de la suya. Y, muchas veces, ya ni siquiera piensa en la muerte como el final de las experiencias terrenales de un ser vivo. Tumbado junto a su mujer, abre los ojos, toma conciencia de s\u00ed mismo, del difuso crujido de las vigas por el calor del sol, de la respiraci\u00f3n vagamente adenoidea que viene del otro lado de la cama: entonces, empieza a meditar sobre el cese de las funciones primarias y accesorias de los organismos vivos, sociales, mec\u00e1nicos o virtuales de todo tipo.<\/p>\n\n\n\n

Comenz\u00f3 poco despu\u00e9s del nacimiento de Tommaso. En el curso de los a\u00f1os posteriores, hab\u00eda llegado a la conclusi\u00f3n de que pensar en la muerte era el contrapunto l\u00f3gico del incre\u00edble exceso de vida que el cuidado de un peque\u00f1o ser humano quejumbroso y con necesidades inconmensurables le hab\u00eda impuesto a la tranquila rutina de una pareja de trabajadores. Un perro, dos gatos y un beb\u00e9: justificaci\u00f3n m\u00e1s que suficiente para un primer despertar dedicado a la tranquilizadora perspectiva del descanso eterno.<\/p>\n\n\n\n

El perro, por cierto, era un Jack Russell llamado Pedro Picapiedra. Los gatos, Epaminondas y Cochise, dos sombr\u00edos hermanos atigrados, no compart\u00edan la entusiasta hiperactividad de Pedro: lo observaban con recelo desde un rinc\u00f3n alto de la sala y, de vez en cuando, lo acorralaban en la cocina o en el pasillo para arrancarle el humillante tributo que exige el sadismo natural de su especie.<\/p>\n\n\n\n

Si los animales eran un remedio intermitente y reversible al exceso de placidez dom\u00e9stica (bueno, siempre era posible dejarlos afuera, en el jard\u00edn, cuando las escaramuzas, chirridos, maullidos e incursiones en el sof\u00e1 iban demasiado lejos), un reci\u00e9n nacido era omnipresente. Le infund\u00eda a la casa una sensaci\u00f3n de expectaci\u00f3n mesi\u00e1nica: sus despertares, sus estados de \u00e1nimo, su hambre, su digesti\u00f3n, la cantidad o calidad de sus excrementos, sus signos de satisfacci\u00f3n o malestar. Confinado en el despacho del primer piso de la casa, Davide intentaba completar un semestre de formaci\u00f3n avanzada en el Guy’s Hospital de Londres. Hab\u00eda regresado justo a tiempo para presenciar el parto, pero sospechaba que la acumulaci\u00f3n de noches en vela y de otras alegr\u00edas de la paternidad comprometer\u00edan su capacidad para sacar alg\u00fan provecho de su experiencia londinense.<\/p>\n\n\n\n

En la noche, apenas dorm\u00eda; durante el d\u00eda, apoyaba la cabeza en sus libros, dormitaba en los sillones de la facultad o vagaba por los pasillos en un perpetuo estado de adormecimiento. Al principios de oto\u00f1o, deb\u00eda ingresar al servicio de neurocirug\u00eda del hospital Campo di Marte, pero dudaba que saliera vivo de las diez primeras semanas de su vida como padre.<\/p>\n\n\n\n

Sus \u00fanicos minutos de paz se daban durante este primer despertar. Aprovechaba para empezar a pensar en las insospechadas ventajas de la mortalidad. La tentadora promesa de la extinci\u00f3n, el misericordioso fin de toda fatiga. El peso encantador de la frase \u00absue\u00f1o eterno\u00bb (en especial, el maravilloso poder evocador del sustantivo). La apolog\u00eda de la fuga, la renuncia, el abandono. No era creyente, pero, a veces, se hab\u00eda sorprendido a s\u00ed mismo fantaseando sobre el sereno ascenso postmortem a la corriente de almas que vela por la evoluci\u00f3n del mundo, con cierta perplejidad comprensible.<\/p>\n\n\n\n

El alivio de estos minutos de reflexi\u00f3n lo convenci\u00f3 para continuar, incluso despu\u00e9s de haber recuperado un ritmo de vida aceptable. Descubri\u00f3 que, despu\u00e9s de todo, no odiaba tanto a ese ni\u00f1o, ya que, al menos, hab\u00eda obtenido una visi\u00f3n consoladora del aparente dualismo vida\/muerte.<\/p>\n\n\n\n

De los pensamientos sobre su propia muerte, pas\u00f3 a los pensamientos sobre la muerte de sus seres queridos, incluida la de su beb\u00e9; luego, pas\u00f3 a la de sus parientes m\u00e1s lejanos; luego, a la de sus amigos; luego, a la de sus mascotas; luego, a la de sus colegas; luego, a la de sus pacientes del hospital y la de desconocidos con los que se top\u00f3 por casualidad. Finalmente, se dedic\u00f3 a pensar en la muerte de estrellas de cine, en la de la m\u00fasica y en la del deporte.<\/p>\n\n\n\n

Nada particularmente macabro: por lo general, se imaginaba una salida lenta y serena, rodeado del amor de su familia.<\/p>\n\n\n\n

M\u00e1s tarde, se dedic\u00f3 al final de las instituciones pol\u00edticas (la interminable disoluci\u00f3n del Imperio Romano de Occidente; la brutal interrupci\u00f3n de la historia de los Romanov o de la historia de los Borb\u00f3n-Orleans), al final de los autom\u00f3viles, de las modas y de los clich\u00e9s l\u00e9xicos.<\/p>\n\n\n\n

No segu\u00eda ninguna estrategia en particular, ning\u00fan programa. Se despertaba y trabajaba en lo primero que se le ocurr\u00eda. Al cabo de un rato, se hab\u00eda convencido de que proyectaba una especie de flujo ben\u00e9volo y apotropaico sobre el moribundo al que se dedicaba.<\/p>\n\n\n\n

El juego hab\u00eda durado poco m\u00e1s de seis meses; despu\u00e9s, sus pensamientos matutinos se hab\u00edan inundado de consideraciones m\u00e1s urgentes. Sin embargo, en los a\u00f1os posteriores, en una plena tormenta inevitable, hab\u00eda vuelto a encontrar consuelo en este extra\u00f1o vicio, en esos pocos minutos bajo el edred\u00f3n, en esa meditaci\u00f3n sobre la paz eterna.<\/p>\n\n\n\n

El final de todos los problemas.<\/p>\n\n\n\n

Barbara dorm\u00eda de lado, de espaldas a \u00e9l. Como de costumbre, hab\u00eda colocado su pierna izquierda sobre la de \u00e9l para anclar el tobillo al colch\u00f3n como para que no levitara durante la noche.<\/p>\n\n\n\n

Epaminondas dormitaba sobre la c\u00f3moda. A manera de confirmaci\u00f3n de la virtud propiciatoria de sus reflexiones, los animales de la casa hab\u00edan superado exitosamente la edad de diecis\u00e9is a\u00f1os.<\/p>\n\n\n\n

Esa ma\u00f1ana, Davide tuvo que extirpar un glioma del cerebro de una ni\u00f1a, as\u00ed que dedic\u00f3 unos minutos a meditar sobre la muerte de las c\u00e9lulas de Schwann.<\/p>\n\n\n\n

De repente, algo le llam\u00f3 la atenci\u00f3n. Un gran insecto negro, una especie de escarabajo torpe y brillante, hab\u00eda salido de abajo del armario. Lo mir\u00f3 fijamente sin mayor sorpresa: la ventana del cuarto, que daba al jard\u00edn, era una fuente inagotable de incursiones de animales.<\/p>\n\n\n\n

Volte\u00f3 a ver a Epaminondas. El gato ya hab\u00eda abierto los ojos, bajo la alerta del o\u00eddo, del olfato y del instinto felino.<\/p>\n\n\n\n

El animal levant\u00f3 la cabeza y mir\u00f3 fijamente al intruso, que se paseaba con conmovedora determinaci\u00f3n por el suelo. El hombre se prepar\u00f3 para un ep\u00edlogo imprevisto de sus reflexiones: del final digno de una c\u00e9lula a la muerte cruel de un gran insecto.<\/p>\n\n\n\n

Sin embargo, Epaminondas se hab\u00eda vuelto a dormir. En diez minutos, su amo se levant\u00f3 para llenarle el platito: \u00bfqu\u00e9 sentido ten\u00eda cansarse por algo que a todas luces era menos apetecible?<\/p>\n\n\n\n

Durante al menos una d\u00e9cada, Epaminondas hab\u00eda sido el gato m\u00e1s feroz y temerario del vecindario. Ten\u00eda ojos color topacio, un andar desordenado y unos reflejos prodigiosos. Trepaba por las cortinas, se colgaba de las l\u00e1mparas como ara\u00f1a, tomaba el sol apenas en equilibrio sobre la veranda, saltaba de un tejado a otro en misiones de reconocimiento a\u00e9reo de su territorio, se enzarzaba en memorables peleas con los gatos del vecino por cuestiones de supremac\u00eda sexual (sus adversarios estaban todos castrados). En los meses de verano, reforzaba su dieta con diversos suplementos entomol\u00f3gicos: grillos, abejas, mariposas, moscas, escarabajos, cigarras. Era un exterminador en serie, un genocida de cuatro patas, un instrumento de control demogr\u00e1fico de la fauna del vecindario.<\/p>\n\n\n\n

\u00bfPero, hoy? Ahora, se dispon\u00eda a pasar la \u00faltima parte de su vida a la sombra del m\u00e1s perezoso laissez-vivre<\/em>: hab\u00eda alcanzado la sabidur\u00eda de la senectud; sab\u00eda de la econom\u00eda de movimientos que se mide con la vara del mayor peso.<\/p>\n\n\n\n

\u00abBien por \u00e9l\u00bb, pens\u00f3 Davide.<\/p>\n\n\n\n

M\u00e1s tarde, Barbara se reuni\u00f3 con \u00e9l en la cocina, descalza.<\/p>\n\n\n\n

\u2013\u00bfNo era mi turno de hacer el caf\u00e9?<\/p>\n\n\n\n

\u2013Llevo despierto un rato.<\/p>\n\n\n\n

Se puso a examinar algo en el techo mientras se rascaba un seno y, luego, fue a sentarse en el taburete de la cuarto central. All\u00ed, utiliz\u00f3 un complejo juego de tobillos y talonazos para mantener alejado a Epaminondas, que intentaba frotarse contra sus pantorrillas.<\/p>\n\n\n\n

            \u2013\u00bfTommaso est\u00e1 despierto?<\/p>\n\n\n\n

            \u2013Creo que s\u00ed. Llevo rato oyendo movimientos.<\/p>\n\n\n\n

       \u2013Antes de que se me olvide: cari\u00f1o, ayer, en la ma\u00f1ana, recibimos una carta de un abogado.<\/p>\n\n\n\n

            \u2013\u00bfEl abogado de qui\u00e9n?<\/p>\n\n\n\n

            \u2013Adivina.<\/p>\n\n\n\n

Davide coloc\u00f3 la cafetera sobre la placa de inducci\u00f3n.<\/p>\n\n\n\n

Barbara se pas\u00f3 las manos por la cabeza para echarse el cabello hacia atr\u00e1s y se hizo una cola de caballo con una goma rosa que apareci\u00f3 entre sus dedos. Pedro Picapiedra, agachado sobre la alfombra de la cocina, la miraba fijamente. En un porcentaje significativo de casos, su ama se ataba el cabello hacia atr\u00e1s cuando ten\u00eda que ocuparse de \u00e9l de una forma menos ordinaria que darle de comer o acariciarlo. Por ejemplo, para ba\u00f1arlo o llevarlo al veterinario.<\/p>\n\n\n\n

          \u2013\u00bfPor qu\u00e9 esa cara tan larga? Dijo que tendr\u00edamos noticias suyas y cumpli\u00f3 su palabra. Al menos, apreciemos su coherencia.<\/p>\n\n\n\n

\u2013\u00bfY qu\u00e9 dice este abogado?<\/p>\n\n\n\n

\u2013No hay de qu\u00e9 preocuparse. B\u00e1sicamente, nos retrasa para que dejemos de retrasar a su cliente.<\/p>\n\n\n\n

Davide fue a la nevera, la abri\u00f3 y estudi\u00f3 el contenido. Agarr\u00f3 un cart\u00f3n de leche de avena y un frasco de mermelada. Coloc\u00f3 este \u00faltimo en el cuarto central. Llen\u00f3 un taz\u00f3n de cer\u00e1mica con leche y lo oli\u00f3 antes de ponerlo junto a la mermelada. Luego, se dio la vuelta, abri\u00f3 la puerta izquierda de la alacena y sac\u00f3 un paquete de galletas.<\/p>\n\n\n\n

\u2013Ya se lo envi\u00e9 todo a Paolo.<\/p>\n\n\n\n

\u2013Bien hecho.<\/p>\n\n\n\n

En ese momento, Tommaso apareci\u00f3 por la escalera; Cochise lo sigui\u00f3 en silencio. El gato nunca se apartaba de su lado, tan discreto y celoso como el asistente de un gran general sudamericano.<\/p>\n\n\n\n

  \u2013Hola \u2013dijo Tommaso.<\/p>\n\n\n\n

  \u2013Hola, cari\u00f1o \u2013respondi\u00f3 Barbara.<\/p>\n\n\n\n

  \u2013Te serv\u00ed leche de avena \u2013dijo Davide.<\/p>\n\n\n\n

Tommaso abri\u00f3 el bolsillo superior de su mochila, sac\u00f3 su celular, toc\u00f3 la pantalla y empez\u00f3 a analizar las consecuencias de aquel contacto al desplegar el repertorio de microexpresiones de insatisfacci\u00f3n que llevaba tiempo mostrando. Luego, se acerc\u00f3 a la sala, se sent\u00f3, puso el tel\u00e9fono junto a su taz\u00f3n y desliz\u00f3 los dedos en el paquete abierto de galletas.<\/p>\n\n\n\n

\u2013\u00bfNo te vas a lavar las manos? \u2013pregunt\u00f3 Barbara.<\/p>\n\n\n\n

\u2013Acabo de hacerlo all\u00e1 arriba \u2013respondi\u00f3 Tommaso.<\/p>\n\n\n\n

Luego, alarg\u00f3 la mano, agarr\u00f3 el frasco de mermelada, inspeccion\u00f3 la etiqueta y volvi\u00f3 a ponerlo en donde estaba.<\/p>\n\n\n\n

\u2013\u00bfA d\u00f3nde vas hoy? \u2013pregunt\u00f3 Davide.<\/p>\n\n\n\n

\u2013A casa de Marco \u2013respondi\u00f3, remojando una galleta en la leche\u2013. En el autob\u00fas \u2013dijo para anticipar la probable solicitud de aclaraciones por parte de su padre.<\/p>\n\n\n\n

\u2013\u00bfQui\u00e9n te va a acompa\u00f1ar? \u2013pregunt\u00f3 Barbara.<\/p>\n\n\n\n

\u2013Matteo. Anna. Claudio. Quiz\u00e1s, Penna. Francesca. Giorgio. Quiz\u00e1s, Lenny.<\/p>\n\n\n\n

Barbara mir\u00f3 a su marido. <\/p>\n\n\n\n

             \u2013\u00bfLenny? \u2013pregunt\u00f3 sin hacer ruido. <\/p>\n\n\n\n

Davide se encogi\u00f3 de hombros como para decirle que hab\u00eda renunciado por un tiempo a indagar sobre las rarezas onom\u00e1sticas del c\u00edrculo de Tommaso.<\/p>\n\n\n\n

\u2013Puedo ir contigo \u2013dijo\u2013. La villa de los Callipo no est\u00e1 lejos del hospital.<\/p>\n\n\n\n

\u2013Si quieres.<\/p>\n\n\n\n

\u2013Me tomo un caf\u00e9, me visto y estoy listo.<\/p>\n\n\n\n

\u2013No tengo prisa.<\/p>\n\n\n\n

\u2013Pero yo s\u00ed.<\/p>\n\n\n\n

Cochise lo esperaba en sus pies, sentado sobre sus patas traseras y con un aspecto d\u00f3cil y el ce\u00f1o ligeramente fruncido. Su personalidad era tan opuesta a la de Epaminondas que su consanguinidad parec\u00eda casi imposible. De repente, salt\u00f3 como rayo, aterriz\u00f3 con un ruido sordo en el regazo de su amo y se agach\u00f3.<\/p>\n\n\n\n

La cafetera empez\u00f3 a gorgotear.<\/p>\n\n\n\n

           \u2013\u00bfQu\u00e9 vas a hacer de comer? \u2013le pregunt\u00f3 Davide a Barbara.<\/p>\n\n\n\n

           \u2013No lo s\u00e9. \u00bfPor qu\u00e9?<\/p>\n\n\n\n

           \u2013Me encantar\u00eda probar ese peque\u00f1o restaurante en Viale Puccini del que todo el mundo habla. \u00bfQuieres que nos veamos ah\u00ed? Encontraremos algo que te guste.<\/p>\n\n\n\n

           \u2013\u00bfPor qu\u00e9 no?<\/p>\n\n\n\n

Luego, volte\u00f3 a ver a Tommaso.<\/p>\n\n\n\n

           \u2013\u00bfT\u00fa tambi\u00e9n vienes, cari\u00f1o?<\/p>\n\n\n\n

           \u2013No lo s\u00e9 \u2013respondi\u00f3\u2013. \u00bfA qu\u00e9 hora van?<\/p>\n\n\n\n

           \u2013Depende de tu madre. Para m\u00ed, en una hora, est\u00e1 bien.<\/p>\n\n\n\n

          \u2013Tengo que ir a casa de mis pap\u00e1s en la tarde \u2013dijo Barbara\u2013. Le dije a mi mam\u00e1 que a las tres y media. Tengo tiempo para un almuerzo de boda.<\/p>\n\n\n\n

           \u2013Ve por la boda.<\/p>\n\n\n\n

Media hora despu\u00e9s, Davide y Tommaso se subieron al BMW. El port\u00f3n el\u00e9ctrico se desliz\u00f3 con un murmullo ligeramente m\u00e1s pesado de lo habitual. Davide le ech\u00f3 un vistazo a la fachada de la casa: B\u00e1rbara hab\u00eda predicho que, antes de fin de a\u00f1o, necesitar\u00eda un poco de mantenimiento, pero el crujido del port\u00f3n parec\u00eda profetizar la inminencia de una reparaci\u00f3n m\u00e1s extensa y costosa. Seg\u00fan sab\u00eda Davide, la casa de dos pisos hab\u00eda sido la primera de Lucca construida \u00edntegramente en madera. De hecho, unos d\u00edas despu\u00e9s de descubrir que estaba embarazada, Barbara hab\u00eda arrastrado a su marido a una agencia inmobiliaria alternativa. Hab\u00edan consultado cat\u00e1logos de casas prefabricadas: lujosas, duraderas, con todas las comodidades, pero sin la carga de la culpa por caprichos excesivos concedidos a costa del planeta. En los folletos satinados, se pod\u00eda ver claramente el acr\u00f3nimo NZEB, Nearly Zero Emission Building<\/em>. Confiada y segura de s\u00ed misma, Barbara memorizaba todos los detalles. Davide agitaba los p\u00e1rpados con los brazos cruzados, en la postura esc\u00e9ptica de un cient\u00edfico que se enfrenta a la inversi\u00f3n de conceptos probados. La idea de irse a vivir a una casa de madera cual sobreviviente de una cat\u00e1strofe natural lo dej\u00f3 at\u00f3nito.<\/p>\n\n\n\n

En cuanto se casaron, se hab\u00edan instalado con los padres de Davide, en el primer piso de una oscura mansi\u00f3n en las colinas, al noreste de la ciudad. Luego, concibieron a Tommaso; y Barbara exigi\u00f3, con suave firmeza, que la liberaran de la tutela de sus suegros para mudarse a un departamento en el centro de la ciudad. La oscura arquitectura no era lo \u00fanico que la perturbaba: la armon\u00eda familiar llevaba un tiempo sin verse tranquila por la oposici\u00f3n ideol\u00f3gica entre Davide y su padre (tambi\u00e9n neurocirujano), quien hab\u00eda utilizado la hist\u00f3rica querella entre rentistas y plasticistas como pretexto ed\u00edpico.<\/p>\n\n\n\n

Barbara acababa de empezar a estudiar logopedia, una asignatura en la que el inter\u00e9s por conocer a fondo los mecanismos cerebrales era m\u00e1s que incidental: no hace falta una teor\u00eda unificada de la neurolog\u00eda para ense\u00f1arle a un ni\u00f1o a eliminar un impedimento del habla. Sin embargo, hab\u00eda le\u00eddo a Sacks y un poco de Kandel; quer\u00eda entender si el abismo doctrinal entre su marido y su suegro era realmente insalvable.<\/p>\n\n\n\n

Una noche, Davide estaba distra\u00eddo viendo la televisi\u00f3n. Se acerc\u00f3 a \u00e9l y le pidi\u00f3 que le explicara el problema.<\/p>\n\n\n\n

      \u2013Pues, bien, los primeros investigadores cre\u00edan que cada funci\u00f3n se localizaba en una zona concreta del cerebro, fija e inmutable \u2013explic\u00f3 estir\u00e1ndose\u2013. Despu\u00e9s, se descubri\u00f3 que, en caso necesario, cada una de estas zonas puede complementar el trabajo de las regiones vecinas: el cerebro es, por lo tanto, pl\u00e1stico, mutable, adaptativo. Es una pena que mi padre siga encogi\u00e9ndose de hombros cuando escucha ciertas teor\u00edas.<\/p>\n\n\n\n

\u2013\u00bfY eso te parece una raz\u00f3n v\u00e1lida para hacer que se la pase mal?<\/p>\n\n\n\n

\u2013\u00c9l es quien hace que me la pase mal.<\/p>\n\n\n\n

Poco despu\u00e9s, hab\u00edan rentado un departamento en el segundo piso de tres de un edificio de Via Sant’Andrea. En el departamento de arriba, viv\u00eda una familia con cuatro ni\u00f1os; en el de abajo, dos adorables ancianitos: todos estaban ocupados saturando de ruido porciones del d\u00eda tan rigurosamente distribuidas que parec\u00eda que hab\u00edan sido asignadas en las reuniones del comit\u00e9 del edificio. En la ma\u00f1ana, eran los programas m\u00e1s desoladores del panorama televisivo nacional que los ancianos ve\u00edan religiosamente. En la tarde, era la invasi\u00f3n de los gritos de los ni\u00f1os de arriba, con el respaldo apasionado del cachorro saltar\u00edn de la familia: un cocker spaniel color miel, grande, est\u00fapido y sobreexcitado que se sal\u00eda del horario del edificio ladrando y chillando a todas horas del d\u00eda.<\/p>\n\n\n\n

Davide y Barbara hab\u00edan durado hasta el oto\u00f1o del segundo a\u00f1o. En verano, Barbara hab\u00eda heredado de sus abuelos un peque\u00f1o terreno en Via Tofanelli, al sur de los l\u00edmites de la ciudad. Tras unas cuantas visitas al lugar, ella fue quien le sugiri\u00f3 a Davide construir una casa de madera ah\u00ed.<\/p>\n\n\n\n

Un amigo arquitecto, miembro de una misteriosa congregaci\u00f3n de ut\u00f3picos de obras p\u00fablicas sostenibles, ya hab\u00eda elaborado un anteproyecto: dos pisos, un p\u00f3rtico adornado con glicinas, un jacuzzi para cuatro personas en el sol\u00e1rium\u2026 \u00bfY los vecinos? Mantenidos a distancia con un jard\u00edn de sauces y olivos de por medio, salpicado de piedras negras y tr\u00e9boles, hasta el punto de quitarle todo sentido al concepto mismo de \u00abvecindad\u00bb.<\/p>\n\n\n\n

Adi\u00f3s al cocker spaniel, a los ni\u00f1os revoltosos y a los concursos de la tele.<\/p>\n\n\n\n

Davide hab\u00eda accedido a rega\u00f1adientes. \u00bfDe qu\u00e9 le serv\u00eda ganar cien mil euros al a\u00f1o si ten\u00eda que vivir en una choza sobre pilotes como un nativo de los archipi\u00e9lagos polinesios?<\/p>\n\n\n\n

Tommaso sac\u00f3 unos papeles de la mochila que llevaba entre las piernas.<\/p>\n\n\n\n

\u2013\u00bfQu\u00e9 es eso? \u2013pregunt\u00f3 Davide.<\/p>\n\n\n\n

\u2013Notas \u2013respondi\u00f3\u2013. Eran de un trabajo de investigaci\u00f3n que entregamos el s\u00e1bado.<\/p>\n\n\n\n

\u2013Pens\u00e9 que la escuela ya se hab\u00eda terminado.<\/p>\n\n\n\n

\u2013Salimos pasado ma\u00f1ana.<\/p>\n\n\n\n

\u2013Justo a tiempo para el gran evento. \u00bfEst\u00e1s emocionado?<\/p>\n\n\n\n

\u2013No lo s\u00e9. \u00bfDeber\u00eda?<\/p>\n\n\n\n

Estaban parados en un sem\u00e1foro en rojo. Davide lo volte\u00f3 a ver. Su hijo estaba ocupado rascando algo en el cuero color champ\u00e1n del asiento, bajo su muslo: un chico t\u00edmido, brillante en la escuela, aficionado de la astronom\u00eda, quien sal\u00eda lentamente de un periodo complicado tras un insignificante episodio de pseudorrevuelta juvenil, una de las muchas pruebas menores que determinan el desarrollo de un adolescente occidental.<\/p>\n\n\n\n

\u2013Cuando yo ten\u00eda tu edad, no habr\u00eda dormido en la noche. Aerosmith. \u00bfTe das cuenta?<\/p>\n\n\n\n

\u2013Ya duermo bastante mal, gracias.<\/p>\n\n\n\n

\u2013Rolling Stone<\/em> los sit\u00faa en el lugar n\u00famero 59 de los 100 mejores artistas de todos los tiempos.<\/p>\n\n\n\n

\u2013\u00bfS\u00f3lo en el 59?<\/p>\n\n\n\n

\u2013Vale, pero votaron por Steven Tyler como el mayor \u00edcono musical de todos los tiempos. \u00a1De todos los tiempos! M\u00e1s grande que Elvis. Que Freddy Mercury. Que Bono Vox. Que John Lennon.<\/p>\n\n\n\n

\u2013\u00bfQui\u00e9n es Elvis?<\/p>\n\n\n\n

Davide se le qued\u00f3 mirando, vagamente perplejo. Tommaso se encontraba en ese periodo de la vida en el que la \u00fanica estrategia para contener el aumento de expectativas de las que los adultos se convierten en cr\u00e9dulos emisarios, en cuanto consideran que la infancia termin\u00f3, es mostrar desinter\u00e9s por cualquier asunto abiertamente secundario. Una fase que Davide no hab\u00eda experimentado: durante toda su juventud, hab\u00eda acogido con gratitud el menor est\u00edmulo. A\u00fan recordaba su emoci\u00f3n cuando, en su primer a\u00f1o, hab\u00eda aprendido uno de esos datos inverificables que, durante d\u00edas y d\u00edas, son motivo de asombro entre los j\u00f3venes estudiantes: \u00abEl mundo que percibimos es una ilusi\u00f3n\u00bb, hab\u00eda dicho el profesor de embriolog\u00eda. \u00abLas flores, los \u00e1rboles, el cielo, las nubes, los oc\u00e9anos, las casas, los coches, los libros, los animales, el rostro de nuestros padres o el de la mujer que amamos no son reales o, al menos, no en la forma en la que pensamos que son reales. El mundo es una arquitectura cenicienta y silenciosa de mol\u00e9culas sin color, olor, sabor ni temperatura, a partir de la cual cada cerebro humano reconstruye su realidad con se\u00f1ales el\u00e9ctricas dedicadas a crear sensaciones completamente distintas de la sustancia p\u00e1lida y concreta de los hechos\u00bb.<\/p>\n\n\n\n

El BMW sub\u00eda una corta cuesta. En medio de un gran muro de ladrillos, encontraron una reja.<\/p>\n\n\n\n

\u2013Nos vemos en el restaurante \u2013dijo Davide, mientras Tommaso abr\u00eda la puerta\u2013. Viale Puccini, n\u00famero 1524.<\/p>\n\n\n\n

\u2013\u00bfN\u00famero 1524 es el nombre del restaurante?<\/p>\n\n\n\n

\u2013No, \u00e9se es el n\u00famero.<\/p>\n\n\n\n

\u2013\u00bfY el nombre?<\/p>\n\n\n\n

\u2013No me acuerdo.<\/p>\n\n\n\n

Tommaso se puso la mochila en el hombro izquierdo. Davide lo vio caminar hacia la puerta, ligeramente encorvado, como si a\u00fan se sintiera entumido por las recientes mutaciones de su cuerpo. Un ligero cambio en su calendario hormonal hab\u00eda retrasado un a\u00f1o el inicio de la madurez sexual, con su vergonzosa procesi\u00f3n de vello, dolores articulares, ptosis del timbre vocal, test\u00edculos cimbrados y fuertes exhalaciones androg\u00e9nicas por todas las articulaciones de las extremidades. Tras esta experiencia, Tommaso hab\u00eda mantenido una relaci\u00f3n extremadamente cautelosa y formal consigo mismo, como si temiera nuevas sorpresas desagradables.<\/p>\n\n\n\n

Cinco minutos m\u00e1s tarde, Davide lleg\u00f3 al estacionamiento reservado para el personal del hospital.<\/p>\n\n\n\n

El coche de Martinelli no estaba all\u00ed.<\/p>\n\n\n\n

\u2013Mejor \u2013pens\u00f3. <\/p>\n\n\n\n

Apag\u00f3 el motor y mir\u00f3 al frente.<\/p>\n\n\n\n

Hasta arriba de las escaleras, una puerta giratoria se mov\u00eda perezosamente sobre s\u00ed misma: desde que trabajaba en Campo di Marte, Davide nunca la hab\u00eda visto interrumpir su lenta revoluci\u00f3n.<\/p>\n\n\n\n

Agarr\u00f3 su malet\u00edn y sali\u00f3 del coche.<\/p>\n\n\n\n

          \u2013En cierto estado de \u00e1nimo \u2013pens\u00f3\u2013, el menor s\u00edmbolo resuena como un t\u00e9trico nudillo en los recovecos de nuestra mente.<\/p>\n\n\n

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En el coraz\u00f3n del macizo del Mont Blanc, a 3.466 metros de altura, se entrega el Premio Grand Continent -el primer galard\u00f3n literario que reconoce cada a\u00f1o un gran relato europeo-.<\/p>\n\t\t\t\t\t\t<\/div>\n\t\t\t\t\t\n\t\t\t\t\t\t\t\t\t\t\t

\n\t\t\t\t\t\t\t\t\t\t\t\t\t\t\t\u2192<\/span> Ver la selecci\u00f3n de finalistas del Premio Grand Continent 2022<\/a>\n\t\t\t\t\t\t\t\t\t\t\t\t\t\t\t\u2192<\/span> Descubrir el jurado del Premio<\/a>\n\t\t\t\t\t\t\t\t\t\t\t\t\t\t\t\u2192<\/span> Saber m\u00e1s<\/a>\n\t\t\t\t\t\t\t\t\t\t\t\t\t<\/div>\n\t\t\t\t\t\n\t\t\t\t\t\t\t\t\t\t\t